El eje continental
“Vengo a llamar al pueblo a la lucha, a la carga, a la acción contra Trump. Vengo a llamarlos a levantar la mirada, la bandera de la Patria y decir que Venezuela se respeta. Tenemos que hacer respetar la fuerza y el legado de la Patria de los libertadores”.
Nicolás Maduro
Polarización extrema
Poco a poco, Venezuela viene desarrollando una política de paz que libere a su pueblo y a toda América Latina de la guerra; de lucha contra el neoliberalismo, de aplicación de leyes socializadoras y de práctica antiimperialista. Todo ello está conduciendo a una polarización extrema entre las élites del país y de los países subordinados a los EEUU; y los pueblos sometidos y hambreados históricamente en aplicación de la doctrina colonialista, racista e imperialista del Patio Trasero. La situación de tensión es insoportable y es además agudizada por la amenaza de una nueva crisis económica mundial que casi nadie niega en estos momentos.
No hay ninguna duda de que Maduro contacta con los pueblos sublevados al sur de Río Grande, sea cual sea la posición política de sus gobiernos. Los estrategas yanquis saben que si se produce la guerra tantas veces anunciada contra Venezuela, América Latina explotará como una bomba y esas élites corruptas y explotadoras tendrán que buscar refugio en Florida, donde ya no tienen cabida; y en donde serán recibidos con el desdén que merecen los traidores a sus pueblos.
Su “lacayage” será despedido sin más demora, con “finquita” o “casona” en Florida o en España, para los que pueden pagarla en oro o con un dólar a la baja; o irá a engrosar sin más los índices de la delincuencia o de la miseria. Eso le pasa al ejército vencido: “Roma no paga a traidores”, piensan los militares y los grandes funcionarios -incluido el Presidente de los Estados Unidos, sus ministros y sus asesores expertos en los genocidios de la guerra y del hambre.
El grado de debilidad de la oposición a la revolución, y del Imperio
Así que, ténganlo claro los Guaidó, los López y los Julio Borges, tanto como los últimos “líderes en oferta”, lanzados a la palestra de la guerra contra la revolución bolivariana; y presentados ahora nada menos que como chavistas. Henri Falcón es, al parecer, el primero de ellos. El cinismo no tiene límite. Sin embargo, no hay nada como eso de la “conversión al chavismo de la oposición”, para calcular el grado de debilidad de la misma y de sus manipuladores imperiales. Ofrecen democracia burguesa futura según el modelo chileno, con hambre, represión, paro y devastación.
Incluso en los propios Estados Unidos, las élites privatizadoras han llevado a su pueblo a una alternativa inviable e inhumana: o el empobrecimiento masivo, o la guerra o las guerras exteriores genocidas, depredadoras y de saqueo, que sirvan para mantener o recuperar el tan querido “modo de vida americano”. El problema es que la guerra no es viable dentro de los márgenes estratégicos que señalaban los expertos norteamericanos: Guerra sin bajas o Guerra de Cero Muertos, y Guerra fuera del territorio de los Estados Unidos.
La capacidad para desarrollar “dos guerras y media” se ha ido por la gatera de las ilusiones imposibles. Lo mismo ocurrió con la fantasía de los EEUU, que afirmaba que un gasto militar superior a cualquier país o grupo de países garantizaba la derrota de sus enemigos y el mantenimiento de un nuevo Reich de los Mil Años. Lo anunció George W. Bush en su famoso documento: “La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos”, poco después del atentado de las Torres Gemelas, la invasión de Afganistán y la segunda invasión de Irak.
El gasto militar y el predominio mundial
Ocurrió justamente lo contrario. A los Estados Unidos les ocurrió lo mismo que a la antigua URSS aunque por motivos distintos. El enorme gasto militar que iba a asegurar su predominio mundial absoluto aseguró su decadencia y la de sus aliados a los que pretende transferir sus enormes gastos militares, llevándolos a una situación social insostenible. China se ha colado por las grietas del sistema político, económico, militar, tecnológico y social; por las debilidades del gigantesco poder imperial i y está a punto de asegurar la posibilidad de sostener una guerra defensiva con tecnología superior a la de los EEUU.
Por otro lado, la presión de Washington para sostener su poder imperial en varios frentes a la vez, ha determinado su declive económico y la caída irreversible de su poder militar. Rusia ha conseguido imponer su tecnología en el campo de los lanzadores de misiles móviles con base en tierra, de los misiles lanzados desde aviones y de los misiles lanzados desde buques y unidades militares territoriales. Por otro lado ha asegurado la capacidad de sus unidades móviles en tierra y de sus combatientes individuales. Finalmente ambos países han asegurado el control estatal centralizado de sus efectivos militares mientras que los EEUU dependen de su industria civil, de las grandes empresas del complejo militar-industrial, de la “obsolescencia programada” (repuesto programado de armas y equipos de guerra por las empresas de armamento, siguiendo criterios de creación de nuevos modelos y venta de los últimos utilizados a los países aliados), de sus equipos militares que aseguran los beneficios y las ventas del mencionado “complejo”.
Centros de programación de conflictos y de reconstrucciones
Las guerras se convierten en campañas para la venta de productos (armas y equipos militares), para el crecimiento de efectivos e instalaciones en el interior y exterior del país. Los gastos y los beneficios se convierten en descomunales, y los motivos para las guerras son programados según los cálculos de las grandes empresas capitalistas del complejo militar-industrial. Los propios soldados y las unidades combatientes son sustituidos por mercenarios y compañías especializadas en reclutarlos, adiestrarlos y ofrecerlos al gran señor de la guerra. La guerra, con una crueldad acentuada, sin límites ni normas del derecho internacional, en las que el agresor juzga siempre a la víctima y le aplica una justicia sumarísima (Irak o Libia, como ejemplos más evidentes, próximos y televisados ii) se ha convertido en un negocio capitalista de grandes empresas.
Durante la segunda guerra de Irak, Paul Brener -el virrey con plenos poderes nombrado por George W. Bush- creó una Oficina de reconstrucción
La fantasía imperial soñó y creyó en la violencia como instrumento de control social y defensa del sistema capitalista
En la guerra contra América Latina los estadounidenses recurren a doctrinas tan antiguas, tan generales, como su ámbito de aplicación, pero tan precisas en los métodos empleados y en los efectos previstos, como la del “Patio Trasero”.
Todo vale en tierra ajena que consideran propia, sea aquí o acullá, en Méjico, Chile, Cuba, Perú, Nicaragua o Venezuela, donde se oiga el grito del pueblo. Todo vale desde el golpe de estado, asesinado selectivo o masivo, hasta la guerra económica o la invasión militar.
De ahí, de la guerra en casa del vecino menospreciado, sale esa mirada larga del asesor de seguridad, John Bolton, que levanta la vista sobre las gafas de miope en la «Conferencia Internacional por la Democracia en Venezuela» y hace ostentación de vigilar a toda América Latina. Se hace acompañar del secretario de Comercio, Wilbur Ross, para señalar al mundo su nueva estrategia de exterminio: la guerra económica total con el objetivo de asfixiar a Venezuela y a cualquier país que muestre sus simpatías por la revolución bolivariana. Bolton se estremece de sadismo al recordar que han restablecido en toda su crudeza la aplicación de la Ley Helms Burton contra Cuba. Una antigua cuenta pendiente con el país que ha resistido casi 60 años al imperio.
Se trata de aplicar los métodos empleados contra Cuba, Irán, Iraq y Libia, entre otros países, para obligarles a aceptar el capitalismo y el sistema de dependencia colonial que imponen los Estados Unidos. Al saqueo de las propiedades y fondos de Venezuela en el exterior, se añadirán las leyes extraterritoriales que impedirán el comercio con los EEUU a todos los países que apoyen de cualquier forma el “régimen” de Venezuela.
En este caso, al trasladar el foco de la guerra desde la OEA al Grupo de Lima y, desde éste, a la citada Conferencia Internacional por la Democracia en Venezuela, los EEUU demuestran al menos varias cosas de máxima importancia:
– Primera: de salto en salto, de “oca en oca” como en el juego infantil del mismo nombre, desde la OEA hasta el Grupo de Lima y desde éste a la Conferencia Internacional por la Democracia en Venezuela, los EEUU han perdido toda la credibilidad política y diplomática.
– Segunda: los EEUU han perdido toda posibilidad de planear o realizar cualquier invasión militar a Venezuela; solos o con el acompañamiento de los países quisling de la OTAN o de los países con gobiernos serviles en América Latina.
Venezuela y sus aliados han ganado la intensa guerra de inteligencia con los EEUU. Las explicaciones públicas y detalladas del ministro de Comunicación Social así lo demuestran. Todas las redes golpistas han sido penetradas, sus reuniones filmadas y sus conversaciones grabadas. A la guerra global contra los pueblos de América Latina que tan insistentemente proclama Trump y sus asesores de seguridad, le ha respondido la inteligencia global de los pueblos amenazados por el Imperio.
-Tercera: han perdido la eficacia y en gran parte la posibilidad del magnicidio, la captación militar y el asesinato masivo. Maduro, gran líder revolucionario, tiene un estado mayor coherente, capaz de asumir el relevo. En la guerra sorda y secreta de la inteligencia y el espionaje-contraespionaje han ganado Venezuela y sus aliados.
-Cuarta: perdida la superioridad militar frente a Venezuela y sus aliados, el imperio no tiene capacidad para disuadir.
-Quinta: su única posibilidad desesperada es la de una política de exterminio genocida. El magnicidio siempre es posible, todavía está en la carta que Trump sigue voceando: “todas las opciones están sobre la mesa”, pero no le resolvería nada a EEUU en Venezuela y además ampliaría el conflicto en América Latina.
La doctrina de Seguridad Nacional y sus desmanes
Los militares facciosos se emplearán a fondo bajo la dirección de la CIA y en nombre de la doctrina de la Seguridad Nacional, que cuando se generaliza a otros países se denomina Seguridad Continental (Léase Operación Cóndor y en el caso de Venezuela, Operación Libertad).
Más tarde llegarán, a través de sus siervos locales y de sus economistas -ilustrados para el caso por las doctrinas económicas de los EEUU, en el caso de Venezuela, los Tratados de Libre Comercio y el neoliberalismo-, las privatizaciones, el descenso de los salarios, la persecución salvaje de los resistentes, la abolición de todos los derechos de los trabajadores. Todo ello va acompañado de una matanza masiva para implantar el terror, y de otra matanza puntual prolongada para asegurar el asesinato de los líderes obreros y la rentabilidad de las cárceles que se “habilitan” para las torturas y las largas estancias. Con frecuencia el golpe se inicia con el descabezamiento de la cúpula política y militar. Eso ocurrió –bajo dirección de la CIA y del Secretario de Estado, Henry Kissinger-, en el Chile de Pinochet. El Presidente Salvador Allende fue asesinado (o inducido al suicidio) y también, meses después, el general Prat, Jefe de las FFAA chilenas. Todo eso forma parte de la memoria de los pueblos.
Lo hicieron tal como dijo en su día Franklin Delano Roosevelt refiriéndose al antiguo dictador de Nicaragua, Anastasio Somoza: «Tal vez Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta». Un nuevo hijo de puta fue Pinochet, pero las esperanzas de contar con uno a mano, han desaparecido en Venezuela y en buena parte de los países resistentes contra el imperio y su receta neoliberal. El “bueno” de Franklin, como el bueno de Truman, o el no menos bueno de Churchill no fueron tres políticos democráticos y moderados, sino tres racistas consumados, tres genocidas y exterminadores. Su historia habla por ellos.
Todos los Presidentes
El gobierno de Washington durante todas sus presidencias, casi sin excepción, ha mantenido un rabioso sentido de la propiedad, extensivo a todos los horizontes, imperialista y racista, que se remonta a su propia conquista del Oeste y a su intervencionismo continuo en el continente americano.
En la actual guerra implacable contra la revolución bolivariana, los Estados Unidos han utilizado casi todos los métodos indicados en sus manuales de la guerra asimétrica, de intensidad variable, incluidos los intentos de asesinato del Presidente Maduro, la utilización de las guarimbas, la guerra mediática, la diplomática, la “guerra humanitaria”, el sabotaje económico y, por dos veces, el golpe de estado después de una etapa de intensiva campaña de captación de mandos militares, fracasados para siempre los intentos de invasión del territorio venezolano con la excusa de la “invasión humanitaria” y la amenaza de una invasión directa o indirecta propiciada por los Estados Unidos.
A partir de finales de julio, una vez fracasado el último golpe en el que intentaron asesinar inmediatamente al presidente Nicolás Maduro, a la Vicepresidenta y a buena parte de sus ministros; medir la importancia de la deslealtad en las FANB y, sobre todo, los efectos del bloqueo económico en el pueblo, así como la potencialidad defensiva propia en el marco de la Unidad Pueblo-Fuerzas Armadas y de la estrategia de la Guerra de todo el Pueblo. También intentaron liquidar la potencialidad propia de las FANB y las del liderazgo de los líderes bolivarianos; así como destruir la parte más importante de las fuerzas bolivarianas así como su nivel de integración con las milicias populares. Asesinar a los internacionalistas cubanos que sostienen los sistemas de salud en todos los niveles y, en gran parte, el sistema educativo fue el objetivo primario señalado por los golpistas.
El golpe trató también de realizar una matanza de líderes sociales, la utilización de varias unidades militares y la puesta a prueba de la resistencia de las unidades fundamentales aéreas y misilisticas con las que cuentan las FANB.
El resultado fue especialmente doloroso para los EEUU. Los mandos de las FANB resultaron ser fieles a Nicolás Maduro y a la revolución Bolivariana en 95% de los casos, según los cálculos de los propios golpistas.
15 de agosto de 2019
Próximo artículo:
“La guerra vertiginosa”
NOTAS:
i http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/03/20/quiao-liang-y-wang-xiangsui-dos-viejos-coroneles-chinos-en-la-guerra-de-venezuela/
ii La brutalidad fue extrema en ambos casos y el regocijo espeluznante. Las imágenes del ahorcamiento de Sadam Hussein fueron terribles. Mucho más, tal vez, fue la violación y el asesinato de Gadafi, también televisados, seguido con grititos histéricos y jubilosos con una proclama imperial: “llegamos, lo cazamos y lo matamos” de Hillary Clinton, entonces secretaria de Defensa. Ella, como Bolton, el propio Donald Trump, su vicepresidente, sus secretarios de Estado y de defensa y sus asesores de Seguridad y para América Latina, están estableciendo una política de degüello cuya ejecución confían a sus vasallos. Ahí están los intentos de asesinato del Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Ahí está la amenaza de Trump de enviarlo a Guantánamo.
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