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El frigorífico o la guerra. El lince

El lunes, un psicópata y fanático (no hay nadie más fanáticos anti-rusos que Los Verdes alemanes), el vicecanciller y ministro de Economía, reconoció que en Alemania «existe una caída en el nivel de vida, lo que está produciendo un aumento de las tensiones sociales» y que una de las causas de ello es la amenaza de desindustrialización que se cierne sobre el país desde que decidió ser uno de los vasallos más dóciles de EEUU y ponerse del lado de los neonazis del país 404, antes conocido como Ucrania. Una de las consecuencias de esa caída del nivel de vida y del aumento de las tensiones sociales son los despidos masivos que está habiendo, sobre todo en la crucial industria automovilística.

No es que haya mucha contestación social por ello, aborregados como estamos los europeos, pero sí hay una huelga en marcha de los 100.000 trabajadores de Volkswagen por los recortes salariales, los despidos y el cierre de fábricas de esta empresa.

La rebelión obrera de Volkswagen es la primera a gran escala en bastante tiempo. Como siempre, las direcciones sindicales pronto aceptaron negociar con la empresa para que la cosa no se desmadrase. Se hicieron un poco los gallitos diciendo que la empresa «iba por detrás de los chinos» (es de suponer que en innovación) y que eso no era culpa de los trabajadores, sino de «los millonarios que están en la cúpula». Hasta aquí bien, ¿no? Pues no, porque una vez llegados aquí están por la labor de recortar salarios para mantener los empleos, una propuesta de la dirección, con lo que ellos mismos aceptan la culpa de que la empresa esté como está.

¿Perdiendo dinero? Para nada. El beneficio neto en el tercer trimestre de este año cayó de los 4.340 millones de euros a 1.570 millones. Sigue habiendo unas ganancias colosales, pero para la empresa eso es pérdida y todo el mundo, trabajadores incluidos, tienen que apechugar. Esta reducción de beneficios se debe a que donde sí está perdiendo terreno es en China, donde apenas vende 2 millones de coches cuando hace un par de años eran casi 4’5 millones.

No es una situación que atraviese solo Volkswagen, sino otras muchas empresas emblemáticas, lo que ya os he comentado en varias ocasiones, la penúltima hace un mes. Para que se pueda visualizar el desastre que es hoy Alemania, aquí tenéis un cuadro de los despidos que se han producido solo este año.

Espero que os sirva para entender el por qué de la obsesión de los psicópatas con lo de las sanciones a los coches eléctricos chinos. Se pasan eso de «libre mercado» por el forro, como tantas otras cosas. Es lo de «orden basado en reglas», su orden y sus reglas.
No es solo Volkswagen. Todas las empresas automovilísticas están igual, como podéis ver. Este sector emplea a unas 800.000 personas directamente, además de un par de millones de puestos de trabajo indirectos.
No he podido conseguir otro gráfico y este es de hace un año, pero es más que suficiente para daros una idea de cómo está el mundo y el por qué de la obsesión occidental con China, incluida la OTAN. Entre los 19 vehículos eléctricos más vendidos en el mundo, solo hay uno europeo y es precisamente Volkswagen, en el puesto 16. Este gráfico es solo de matriculaciones en un mes, pero también da una idea de las ventas. Ni que decir tiene que en un año han cambiado las cosas y ahora Tesla está por debajo de la china BYD puesto que son seis los modelos de esta marca los que están en esa lista. Y, si os fijáis bien, más de la mitad de esta lista son coches chinos.

¿Por qué se ha llegado a esta situación del otrora considerado «país motor de Europa»? La sangre de la industria, guste o no, es el petróleo y el gas natural, que llegaba a precios muy bajos desde Rusia. Eso saltó por los aires con la voladura del gasoducto Corriente del Norte 2. Alemania vio cómo EEUU lo voló (o, como dicen ahora, el país 404, al que apoya) y no hizo nada. Fue la sentencia de muerte para esta potencia europea y para su industria, no solo automovilística. Alemania demostró que no es nadie, solo fachada. Si llegó a donde llegó fue por ser apoyada por EEUU, al igual que Japón, tras la II Guerra Mundial porque había que combatir el comunismo. Y, al igual que está pasando ahora mismo con Siria, a EEUU le daba igual el tipo de personajes con los que se codeaba. Los científicos nazis fueron muy bien acogidos en EEUU.

Cuento todo esto porque supongo, también, que sabéis que Scholz ha perdido la moción de confianza y habrá nuevas elecciones a finales de febrero. Y lo que me cuentan mis amigos alemanes es que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. O sea, que no hay que dar por muertos todavía a los socialdemócratas. No es que vayan a ganar, no, es que va a condicionar lo que pase con el país 404.

Quien aparece como su sustituto, un democristiano, aboga por más apoyo a los neonazis del país 404. Eso se traduce en más armas y más dinero. Pero la gente no está por la labor. El 67% de los alemanes del este están en contra, el 47% en el oeste. La cámara de Comercio e Industria de Alemania también alerta sobre el declive alemán una y otra vez y pide una vuelta a lo de antes, al petróleo y gas rusos baratos.

Teniendo en cuenta lo de la crisis manufacturera y automovilística, el rubro en que se basa el «éxito económico alemán», está claro que los alemanes van a tener que elegir entre el frigorífico, si lo llenan o no, y la guerra con Rusia.

Un dato: los Verdes ya están negociando con los democristianos una posible coalición tras las elecciones. Los llamados ecologistas alemanes, Los Verdes, son los más belicistas y rusófobos del planeta, aparte de desideologizados, y no están incómodos con los democristianos.

Alemania es el principal sostén en la llamada Unión Europea de los neonazis del país 404 y eso le está pasando factura. Pero según están las cosas, el frigorífico perderá frente a la guerra. La economía alemana se verá presionada por la ruptura con Rusia, el aumento de la competencia con China y la alta probabilidad de que estalle una “guerra arancelaria” con EEUU bajo Trump. Ahora casi todos admiten que el modelo orientado a la exportación se ha agotado en tales condiciones. Y nadie tiene idea de cómo solucionarlo. O peor aún: siguen creyendo que se solucionará con la derrota de Rusia.

No es un problema solo de Alemania, sino de todo el zombi conocido como Unión Europea. Es algo que ya reconoce todo el mundo, menos nosotros, los europeos. El jardín tiene una valla tan alta que nos imposibilita ver otra cosa que nuestro ombligo. Ni siquiera cuando el estercolero mediático lo recoge, en un raro gesto de honradez.

Curiosamente, lo que aquí se dice es de cajón: «Los europeos se encontrarán con un duro despertar a medida que las perspectivas económicas de la región empeoren. Los gobiernos se verán obligados a recortar generosos programas sociales. Esto conducirá a un aumento de la popularidad de los partidos de oposición. Su éxito actual es aún más preocupante dado que lo peor aún está por llegar para la UE desde el punto de vista económico. (…) El problema es que cuando los europeos se den cuenta de su nueva realidad, será demasiado tarde. El futuro de Europa no es envidiable: será un museo al aire libre en ruinas, pero hermoso y endeudado para los turistas estadounidenses y chinos».

Ni que lo hubiera escrito yo.

Con este panorama, el nauseabundo y psicópata mayor, el secretario general de la OTAN, pide que se reduzcan las pensiones, la sanidad y las prestaciones sociales para aumentar el gasto militar. Porque a medida que el año termina se van conociendo más datos del inexorable declive del zombi europeo: la actividad manufacturera en la eurozona cayó bruscamente en noviembre, situándose en el 45’2%. Desde que la mal llamada Unión Europea decidió suicidarse siguiendo a EEUU con su irracional apoyo a los neonazis del país 404 ha caído casi 5 puntos. Cuando Rusia decidió plantar cara a la arrogancia occidental, con la OTAN a la cabeza, en febrero de 2022, ese índice era del 50%. Ya Europa estaba en el límite de lo que se considera expansión industrial y contracción, ese 50%.  Ahora el hundimiento es mayor y ya hay quien augura que esto «va a tener un impacto significativo en la economía del bloque europeo durante los próximos dos o tres años».

Así que os recuerdo que el nauseabundo psicópata secretario general de la OTAN acaba de pedir más dinero para la guerra y menos para pensiones, sanidad y prestaciones sociales.

Lo dicho: o el frigorífico o la guerra. Si lo dejamos en manos de los psicópatas será lo segundo, si lo tomamos en nuestras manos será lo primero. La elección es nuestra.

P.D.- Como dato a tener en cuenta, y en contraposición al zombi europeo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dice que Venezuela encabeza el crecimiento económico en América Latina con un aumento en su Producto Interno Bruto (PIB) de 6’2% durante el año 2024. Y eso a pesar de satanización del gobierno y las sanciones (ilegales, según el derecho internacional) y de la parafernalia occidental apoyando a la llamada «oposición».

(Publicado en el blog del autor, el 16 de diciembre de 2024)

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