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El terrorismo en el arsenal de guerra. Declaración del FAI

Desde la antigüedad, las operaciones militares han estado combinadas con operaciones encubiertas de infiltración y sabotaje, no hay nada nuevo ahí.

Sin embargo, lo que hemos podido ver en Rusia e Irán durante los últimos días cambia la perspectiva de este tipo de ataques.

En Rusia, el pasado 2 de junio, un ataque masivo en la profundidad del país con drones desplegados en la proximidad de cinco bases de bombarderos estratégicos sorprendió a las autoridades rusas. Los drones fueron transportados ocultos en contenedores estándar transportados por camiones civiles que fueron estacionados en la proximidad de las bases. En un momento dado, el techo del contenedor de abrió e infinidad de drones FPV fueron desplegados. Estos drones necesitan el guiado visual en tiempo real de operadores, por los que su operación masiva requiere de un sofisticado sistema de comunicaciones y un numeroso grupo de personas guiándolos.

En Irán, el ataque perpetrado por la entidad sionista durante los días 13 y 14 de junio, fue precedido por un ataque masivo nocturno combinado de drones y misiles, también escondidos en contenedores transportados por camiones civiles, sobre los sistemas de defensa aérea y sobre los domicilios de los máximos responsables del ejército y de programa de energía nuclear iraní, que fueron asesinados con sus familias mientras dormían.

Ambos ataques necesitaron de una preparación técnica, logística y de infiltración extremadamente sofisticada. Ambos ataques superaron claramente los límites de las operaciones de guerra conocidas hasta la fecha.

En el caso de Rusia, el ataque sobre unos de los elementos de la tríada nuclear estratégica del país supone debilitar su poder de disuasión. Este ataque, en línea con otros que le precedieron sobre el sistema de radares de alerta temprana (estación de Amavir, en Krasnodar, 23 de mayo de 2024), innecesarios en el contexto de la guerra en Ucrania, trata, no solo de intimidar al gobierno y a la sociedad de Rusia, sino mostrar su debilidad a la hora de aplicar su doctrina de guerra nuclear. Efectivamente, estos ataques colocan a Rusia en la tesitura de tener que responder con armas nucleares al ataque y cruza todas las líneas rojas establecidas desde el inicio de la era nuclear.

En el caso de Irán, el ataque mostró, una vez más, el nivel de depravación del régimen colonial sionista. El asesinato nocturno y por sorpresa de los máximos generales del ejército iraní y de los principales científicos de su programa de energía nuclear, en sus domicilios, junto con sus familias, traspasa los límites de la guerra establecidos en el mundo durante siglos.

A estos dos ataques, debemos sumar la demostración realizada en persona por el presidente Trump al difundir las imágenes de su presencia el pasado 10 de junio en unos ejércitos del ejército norteamericano en la base de Fort Bragg donde se realizaban lanzamientos de misiles camuflados en contenedores civiles de mercancías.

Esta demostración ostentosa de Trump pocos días después del ataque de Ucrania contra Rusia y pocos días antes del ataque masivo de Israel contra Irán lanza un claro mensaje de amenaza a todos los países, incluidos sus aliados: podemos atacar donde queramos y como queramos, sin restricciones ni límites de ningún tipo, sea directamente, sea mediante ejércitos subsidiarios como en Ucrania, o mediante colonias militarizadas distópicas como el ente sionista, y los ataques pueden incluir dirigentes políticos y militares, junto con sus familias o elementos estratégicos de defensa, económicos o civiles, sin ningún límite.

Podríamos situar el inicio de las acciones terroristas multimodales en los atentados de los días 17 y 18 de septiembre de 2024. El ente sionista de Israel coloco explosivos de entre 1 a 3 gramos de PETN, (tetranitrato de pentaeritrilo), en buscapersonas y Walkie-Talkies que serían vendidos a Hizbula, con intermediación de empresas fantasma montadas por el Mossad. Los efectos fueron devastadores: 42 muertos y más de 300 heridos, una buena parte civiles y niños.

En su afán de encubrir al ente sionista la prensa occidental difundió masivamente la noticia de; “explosiones debidas a las baterías”. Finalmente, el ministro de defensa israelí, Yoav Galant, reconoció la autoría considerando que era “una nueva fase de la guerra”.

Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad declararon la acción como; “un crimen de guerra” y “un acto terrorista”, pero Israel nunca fue sancionado.

Esta nueva doctrina militar supone la incorporación del terrorismo al arsenal militar convencional, antes empleado de forma encubierta para desestabilizar y chantajear países o para acabar con dirigentes políticos o sociales inconvenientes, desde ahora, para eliminar miembros de gobiernos insumisos o preparar ataques devastadores a traición contra otros Estados frente a las cámaras de televisión.

Efectivamente, la utilización de métodos terroristas ha sido muy frecuente por el Imperio Británico y posteriormente, durante el periodo de hegemonía norteamericana. Winston Churchill fue un verdadero especialista, distinguiéndose ya durante la Guerra de los Boers en África, a principios del siglo XX y durante el proceso de independencia de la India. Campos de exterminio de la población civil, provocación deliberada de hambrunas que acabaron con la vida de millones de personas fueron alguno de los métodos utilizados.

La estrategia de “conmoción y pavor” consistente en la realización de ataques indiscriminados dirigidos contra la población civil ha sido una práctica habitual en las guerras de Corea y Vietnam, por ejemplo, o más tarde en Irak, por parte de los norteamericanos y sus aliados. El propio ataque a la Torres Gemelas de Nueva York en 2001 fue un ejemplo de la aplicación de esta estrategia contra la población del propio país con objeto de aterrorizarla y paralizarla para desencadenar posteriormente las guerras de aniquilación en Afganistán, Irak, Libia y Siria.

El uso de métodos terroristas encubiertos ha sido también habitual a lo largo del siglo XX y el XXI. La operación Gladio organizada en el ámbito de la OTAN, consiguió mediante asesinatos y atentados indiscriminados perpetrados por supuestos grupos de extrema derecha o por supuestos grupos de izquierda revolucionaria, paralizar los procesos de transformación social en Italia y en España. La creación de la insurgencia muyahidin en Afganistán en la década de 1980 logró no sólo destruir el país sino debilitar y desacreditar a la URSS cuando trató de ayudarlo. Estos mismos elementos, la misma persona en particular, el árabe Osama Bin Laden, tuvo un papel protagónico en la injerencia americana en la guerra en Bosnia y posteriormente en el atentado en Nueva York mencionado anteriormente.

Con posterioridad, grupos terroristas de carácter islamista fueron desplegados en Argelia, Irak, Libia, Siria, constituyendo verdaderos ejércitos proxy al servicio de Israel, EEUU y sus aliados que lograron corroer desde dentro y descomponer los países (quizás con la excepción de Argelia). Hoy en día, Israel no tiene reparos en reconocer que dispone de grupos takfiries infiltrados en Gaza e Irán, no solo informando, sino asesinando y saboteando cuanto pueden. El asesinato de Ismail Haniya, el líder militar de Hamas, en Teherán en julio de 2024 es un ejemplo de estos métodos terroristas. También el asesinato del general iraní Soleimani en Irak en enero de 2020 por un ataque con misiles ordenado por el presidente americano Trump o el de los sucesivos líderes de Hezbolá en el Líbano, perpetrados por Israel mediante bombardeos brutales e indiscriminados constituyen toda una práctica terrorista.

Todas estas operaciones se han llevado a cabo de forma más o menos encubierta o al menos justificadas ante las poblaciones de los países mediante campañas propagandísticas argumentando razones de “seguridad nacional”.

La incorporación de estas tácticas militares terroristas hay que enmarcarlas en el fracaso de la estrategia norteamericana y de la OTAN para debilitar a Rusia. Efectivamente, Rusia es el único país del mundo capaz de resistir el chantaje termonuclear norteamericano y lo es gracias al poder militar heredado de la URSS. El fracaso de la Globalización en su propósito de supeditar el poder de los Estados a las corporaciones, por una parte, y hegemonizar la producción industrial y el comercio global, por otra, han tenido como consecuencia la irrupción de China y otros países en la primera línea de la economía global y la pérdida de poder hegemónico de las élites norteamericanas por otra. La mera existencia de Rusia supone todo un obstáculo para revertir la situación. Ya mucho antes, desde la descomposición de la URSS en 1991, comenzó el proceso de descomposición de Rusia, una país aún demasiado grande y poderoso para ser controlado.

A pesar de los esfuerzos de Rusia para incorporarse a la comunidad internacional occidental, la OTAN, en contra de lo acordado, fue incorporando y sometiendo los antiguos países socialistas del este de Europa hasta llegar a las fronteras de Rusia, incluyendo a las repúblicas bálticas. No tardaron en acumular armas y desplegar misiles en sus fronteras, constituyendo una verdadera amenaza existencial para país. Los golpes de estado en Ucrania y en Georgia y la amenaza de su incorporación a la OTAN, desencadenaron la guerra proxy contra Rusia en Ucrania por parte de los países occidentales.

Esperaban debilitar, desestabilizar y descomponer rápidamente el país, pero tras tres años de guerra, el resultado ha sido el contrario: Rusia continúa la guerra contra un ejército ucraniano enormemente armado y dirigido por países occidentales y no solo no se ha debilitado, sino que se ha fortalecido militar, económica y socialmente, aumentando enormemente su cohesión Interna.

La capacidad demostrada de infiltrar armas camufladas en transportes civiles en el corazón de terceros países y perpetrar ataques masivos y precisos desde su interior en cualquier momento trata de quebrar el equilibrio nuclear resultante de las anteriores fases de disuasión y contención y permitir a los EEUU y sus élites alcanzar una supremacía que le permita imponerse sin contestación por la fuerza a un devenir de la economía y equilibrio internacional que no le favorece.

Tras constatar la derrota de la OTAN en Ucrania, Occidente ensaya alcanzar la soberanía nuclear sin recurrir al armamento nuclear.

Se ha estrenado una guerra de nuevo formato para mermar las capacidades nucleares y para impedir que se consigan, sin tener que recurrir a armamento nuclear. Nuevas armas convencionales y un formato de guerra que combina la guerra convencional con una forma avanzada de terrorismo con un alto grado de integración, cooperación y sinergia.

Parece que no hay dudas de que son operaciones preparadas con tiempo, con poco o ningún margen de improvisación, donde se mezclan recursos militares y civiles convencionales y que al parecer no levantaron sospechas.

Son acciones multipropósito, verifican la validez de los múltiples aspectos que comportan, el trabajo conjunto, mantenerlas ocultas, alcanzar sus objetivos…A su vez pueden mostrar buenos resultados al grupo o grupos de poder que las promueven. también permiten testear el alcance de los daños que pueden causar. Por el contrario, se pierde la sorpresa y existe la posibilidad de que se detecten pistas para su seguimiento.

Romper el equilibrio nuclear es liquidar la disuasión y enterrar definitivamente el desarme nuclear total. Occidente viene trabajando en esta dirección desde hace tiempo. La expansión de la OTAN siempre ha sido presentada, como la libre participación en un proyecto de defensa colectiva, en el que las armas nucleares no tenían cabida, Sin embargo, potencias nucleares fundaron la OTAN y países que no disponen de armamento nuclear propio permiten que se instalen en su territorio armas nucleares, en resumen, la expansión territorial de la OTAN también es una expansión de la fuerza nuclear occidental.

Un antecedente importante dio lugar a la denominada crisis de los euromisiles. Entre 1977 y 1987 los EE.UU. y la URSS desplegaron misiles de alcance medio que facilitaban un enfrentamiento nuclear. Las manifestaciones contra el rearme nuclear en Europa fueron multitudinarias y sostenidas en el tiempo, llegando a derribar al gobierno de la RFA. El primer ministro sueco Olaf Palme criticó duramente a la OTAN y defendió públicamente la postura de la URSS como vía de la desnuclearización de Europa. Fue asesinado en 1986, nunca se aclaró el crimen.

Los EEUU continuaron abriendo ventanas de oportunidad para facilitar el tránsito hacia su supremacía nuclear, una de las más significativas es su salida de los tratados SALT en 2002 y INF en 2018, desregulación imprescindible en toda estrategia expansionistas. Ese es un aspecto crucial de la guerra en Ucrania. Este país era la tercera potencia mundial en armamento nuclear mientras perteneció a la Unión Soviética. Disuelta la URSS su homologación como país occidental requería su desnuclearización militar, cosa que hizo sin mayor problema. Ahora su pertenencia a la OTAN abriría las puertas a su integración nuclear y Moscú quedaría a 2,5 minutos de los misiles lanzados desde Ucrania. Es decir, se rompería el equilibrio nuclear y se daría paso a la supremacía nuclear Occidental.

No hay nada que indique que la OTAN tenga objetivos altruistas en defensa de los pueblos y sus derechos, sino todo lo contrario. Tampoco ha dado ninguna muestra de fiabilidad en sus compromisos, pero en estos momentos se pronuncia alto y claro, su objetivo es la destrucción de Rusia y China y para eso busca constituirse en una “alianza más Letal”, su intervención sistémica en Ucrania orienta hacia su participación en los atentados en territorio ruso.

No debemos caer en el negacionismo cómodo que nos proponen: eso no pasará, no están tan locos para autodestruirse…Lo que estamos viendo no es un video juego, el extermino del pueblo palestino es real, el genocidio sostenido por Occidente también lo es. Que no sea una bomba nuclear la que nos despierte de nuestro letargo.

Hay pequeños países como Cuba, Venezuela o Nicaragua, organizaciones internacionales no controladas por Occidente y pueblos que, no sólo están siendo perjudicados por esta estrategia, sino que sienten el peligro que se avecina, el peligro que supone dejar operar libremente al imperio y sus aliados y le están plantando cara. Todas estas iniciativas de países y colectivos están tratando de evitar la arbitrariedad, están organizándose para hacer frente a la situación y tienen, tenemos, la responsabilidad de hacerlo.

La militarización abierta del terrorismo va a cambiar la forma con la que los estados protegen su seguridad, obstaculizando la libre circulación de mercancías, pues desde ahora, cualquiera de los millones de contenedores de mercancías que circulan por el mundo puede contener las armas con las que meses o años después, se perpetrarán ataques por sorpresa y prácticamente sin posibilidad de defensa. No queremos imaginar las consecuencias de incluir armas nucleares en estos sistemas de armas ni la amenaza que suponen para Rusia o China, ni la forma con que responderán a esta amenaza.

Por último, destacar que la proximidad de la cumbre de la OTAN lanza también un mensaje de disciplinamiento para los países de la alianza militar: cualquiera de ellos que tenga la tentación de distanciarse o cuestionar sus decisiones, sabe ya que dentro de su territorio tienen instaladas las armas con que será destruido en el futuro.

¡No pasarán!

Frente Antiimperialista Internacionalista,

28 de junio de 2025.

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