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En equipo. Farruco Sesto

A veces a uno le da por pensar con los sentimientos, para hacer de sus razones un motivo de orgullo y felicidad interior, en medio de todo. Cuando es así, uno se va al origen de las tormentas que nos envuelven. O al menos es lo que tiende a sucederme a mí. Y con el pensar sostenido, me siento satisfecho por los caminos nada fáciles que hemos elegido.

En esos momentos, ¿saben cómo me planteo las luchas de la Causa humana? Pues como un gran trabajo en equipo a escala planetaria, que trasciende incluso a generaciones y culturas, moviéndose en el tiempo y el territorio. Un hermoso trabajo de emancipación general de la humanidad, que carga mucha historia, mucho esfuerzo y muchos sueños en sus entrañas. Y uno se siente orgulloso de estar allí, junto con sus compañeros, en medio de la revuelta. ¿Qué es el amor, sino un universo que se construye?

De la misma manera, pero ya en unos términos más específicos, y en una escala, digamos, más cercana a nosotros, más tangible, me planteo igualmente el tema de la Revolución Bolivariana como un trabajo de equipo. ¿Cómo podría ser de otra manera? La veo así, como una gran cayapa en colectivo.

Personas, organizaciones, movimientos, comunidades, ideas, cosmovisiones y vivencias, compromisos, géneros, edades, todo confluye allí, en la inmensa tarea común que nos hemos planteado en Venezuela, a partir de la conciencia adquirida de ser libres y de una voluntad de igualarnos, todas y todos nosotros, en los ámbitos de soberanía, justicia, dignidad de ser y buen vivir compartido, que son soportes esenciales de nuestro proyecto patrio. Una inmensa tarea que viene de lejos, pero a la que el comandante Chávez, al clarificarla y reimpulsarla, le dibujó un horizonte alcanzable en nuestro tiempo.

En eso estamos ¿No es cierto? ¡Qué orgullo tan inmenso! En este gigantesco esfuerzo que no cesa y que no debe cesar por ningún motivo. Pues no estamos llamados a desistir.

Hemos tenido pérdidas, algunas entrañables. Son parte de la dureza del camino. Así mismo deslealtades, incluso sorprendentes, inesperadas, dolorosas tal vez. Pero también, en los tropiezos y los fragores de la lucha, nos hemos encontrado y reconocido a nosotros mismos, unos en los otros, y reforzado nuestro espíritu en la seguridad de la victoria.

Nada de lo que hagamos cada uno, será inútil. Nada de lo que hagamos entre muchos o, incluso, entre todos, será inútil. Todo suma. Hasta los eventuales tropiezos. Es decir, todo va sumando y añadiendo material humano a la victoria. Con lealtad siempre. Con confianza siempre. Y siempre en unidad.

Hoy amanecí con ganas de escribir estas líneas para darle sustancia de corazón a la arraigada convicción de que nosotros venceremos.

(Publicado en Correo del Orinoco, el 26 de mayo de 2022)

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