Envilecimiento cultural. José María Alfaya
En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. Yuval Noah Harari, Lecciones para el siglo XXI, página 11.
Dedicatoria amable: a la buena gente que se reúne incansablemente para montar un taller de formación sobre comunicación estratégica sin tener muy controlada la estrategia de la comunicación.
Vivimos (y es una forma de hablar) asaltados por las estrategias de comunicación. Asumimos que la comunicación estratégica es el proceso por el cual se planifica, controla y desarrolla el mensaje que se comparte con el público objetivo. Y si estamos rodeados de pantallas, es imprescindible que sepamos de dónde salen y qué nos aportan.
Como nos explica Miguel de Lorenzo Salvador, Comunicación estratégica vs. Estrategia de la Comunicación, Universidad Juan Carlos I, Facultad de Ciencias de la Comunicación, ser estratégico significa comunicar el mejor mensaje a través de los canales adecuados, siempre amoldado en relación a los objetivos corporativos así como los objetivos específicos de comunicación. Es la diferencia entre simplemente comunicar y comunicar de manera adecuada eficaz y eficiente para imponer tus intereses.
En EE. UU., el Pentágono define este proceso estratégico como “el esfuerzo conjunto por parte del gobierno de los Estados Unidos por entender y centrar sus objetivos sobre los públicos clave para crear, fortalecer o mantener condiciones favorables para el avance de los intereses, políticas y objetivos del gobierno americano, a través del uso de programas coordinados, agendas, mensajes y productos, todo ello sincronizado con las acciones de todos los instrumentos de poder nacional”.
Ludovico Silva, en su Teoría y práctica de la ideología, nos recuerda que todo proceso de producción basado en la explotación engendra, comunica e impone una ideología que lo justifica. Y esta ideología será la de aquellas clases sociales que controlen el proceso; es decir, en el caso nuestro, aquellas clases que representen al capital.
Dicho con otras palabras, a pesar de que la ideología dominante haya sido la misma de las clases dominantes, las clases dominadas han participado de esa ideología; impuesta y asumida también como «su» ideología; pero como esta operaba en un nivel aún no consciente, no era percibido como una contradicción el hecho de ser un explotado y tener, al mismo tiempo, la ideología del explotador. (Ludovico Silva, idem, pág. 115).
Tengamos en cuenta que la imagen primordial que transmite la televisión no es la del ser humano, sino la de esas cosas peculiares que son las mercancías y cómo de mercancías se va llenando la psique de los hombres desde su más tierna infancia (Ludovico Silva, idem, pág. 140).
Debemos tener muy en cuenta que la industria de los medios de comunicación es cultural, y usada en un sentido inverso al actual podría servir de vehículo para la superación cultural de los humanos; pero debe entenderse también que, en su uso actual, esa «industria cultural» es una industria ideológica que solo busca, para aumentar sus beneficios materiales, explotar las más recónditas necesidades humanas, incluso creándolas a la fuerza, para que estas se vuelquen ávidas sobre los productos mercantiles de la explotación material. (Ludovico Silva, idem, pág. 138).
La comunicación estratégica incluye una serie de pasos tácticos como el branding, (nos hará falta saber traducir del inglés) que ayuda a forjar una imagen positiva, posicionándose de la manera deseada en la mente del público y maximizando por consiguiente su impacto, no pensando sólo en dónde se quiere estar este mes, sino en los próximos años. (Miguel de Lorenzo Salvador, idem, pág. 12).
Hay actualmente en nuestras sociedades instrumentos altamente tecnificados para la difusión cultural, esto es, para la formación de aquellas costumbres, hábitos, necesidades, conocimientos; instrumentos que tienen poco que ver, salvo excepciones, con la «cultura» entendida como actividad restringida de unos pocos, y que por el contrario actúan para las multitudes, masivamente, y logran un efecto socializador, homogeneizante, sobre las masas, en el sentido de que las adaptan intelectualmente a la sociedad en que viven. (Ludovico Silva, idem, página 136).
Por eso es preciso inventar y asimilar tácticas para el combate ideológico que no se limiten al lanzamiento de consignas manualescas. (Ludovico Silva, ídem, página 142). Tendremos que aprender a leer sin fatiga, a entender lo que leemos y a debatir dando todos los turnos de palabra necesarios para aclararnos el tema: La explotación subliminal que efectúa la televisión, (entre otros medios de transmisión de ideología) al mismo tiempo que hipnotiza la conciencia, dinamiza la inconciencia, la manipula directamente mediante técnicas perfeccionadas; estas técnicas, elaboradas por científicos norteamericanos, se aplican en el subdesarrollo y sirven para imprimir en la inconciencia de las gentes una peculiar cultura: la cultura de la dependencia, la cultura subdesarrollada. Como esta cultura servirá a su vez para apoyar idealmente la depredación imperialista de carácter económico, político y militar, entonces es preciso definirla como cultura ideológica, como guerra cultural ideológica.
(Publicado en Mundo Obrero, el 3 de mayo de 2024)