Escuadra hacia la muerte. Manuel Ruiz Robles
El Capitán de Navío (Ret.) Manuel Ruiz Robles, miembro del colectivo de militares republicanos, antifascistas y antiimperialistas Anemoi y que fuera miembro de la UMD, nos hace llegar el siguiente texto, relativo a la actitud beligerante contra Rusia de la inmensa mayoría de los responsables políticos y mediáticos, con el ruego de su publicación:
Escuadra hacia la muerte
«Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad.» Bertolt Brech (1898 – 1956 )
La actitud imperialista del gobierno de los EE.UU “si no estas conmigo estás contra mi” es inaceptable. Cualquier medio que critique la escalada militarista OTAN es señalado, sin más, y silenciado. La campaña de desinformación de los medios pro-estadounidenses es abrumadora. Los intereses geoestratégicos del gobierno USA, principal inductor de la desestabilización mundial que nos aflige, son la base material de la mayoría de las guerras que asolan el planeta.
La rusofobia, alentada por la propaganda de guerra, arrastra a la Unión Europea hacia una deriva suicida. Por ejemplo, en Málaga, el partido Ciudadanos, con un oportunismo desvergonzado, pide el cierre de la Colección del Museo Ruso, privando a los malagueños de una parte importante de la cultura europea.
Ese partido, y también otros, pretendidamente democráticos, olvidan la tragedia de la población civil que huía de Málaga hacia Almería por la “carretera de la muerte” en la Guerra de España, mientras la aviación fascista y la escuadra franquista bombardeaban a niños, mujeres y ancianos. La única ayuda recibida en apoyo del gobierno legítimo de España provenía de Rusia y de las Brigadas Internacionales.
Conviene además no olvidar que EE.UU. ha sido hasta le fecha la única nación que explosionó sendas bombas nucleares sobre dos ciudades, Hiroshima y Nagasaki, matando miles de personas en un instante y provocando enormes sufrimientos durante largos años a los afectados por la radiactividad.
Además de ser la única potencia nuclear que ha devastado dos poblaciones civiles indefensas, tampoco conviene olvidar su apoyo a Franco, cuyas secuelas aún padecemos; el apoyo a los numerosos golpes militares fascistas en América Latina, tales como el de Pinochet en Chile, o el de Videla en Argentina; las agresiones e invasiones, sin respeto alguno por la soberanía de los pueblos: Vietnam, Afganistán, Yugoslavia, Iraq, Libia, Siria, etc.
Es criminal hacer creer a las poblaciones europeas que el gobierno USA, cuyo instrumento militar de dominio es la OTAN, pueda ser el garante de la democracia y de la libertad en el continente. Su escaso respeto por las leyes internacionales y su no adhesión al Tribunal Penal Internacional, no son nada tranquilizadores. Sin embargo, pese a todo, lo realmente esencial es comprender el porqué de su interés en poner en pie de guerra a los pueblos europeos.
Veamos la reciente arenga del Sr. Borrell, apelando a las armas: “Nadie puede mirar para otro lado. Cuando un potente agresor agrede sin justificación alguna a un vecino mucho más débil, nadie puede invocar la resolución pacífica de los conflictos. Nadie puede poner en el mismo pie de igualdad al agredido y al agresor. Y nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado”.
La intervención del Sr. Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, además de lanzar una seria advertencia a quien no comparta la actitud belicosa de la OTAN, incurre en una evidente falsedad, pues no hace la menor referencia a las verdaderas causas del conflicto.
El gobierno de EE.UU. pretende regimentar a los pueblos europeos bajo la férula de la OTAN. Su finalidad es la de afrontar su declive frente al mundo emergente que es el gran continente euroasiático. Un extenso territorio en el que la Unión Europea es vista por USA como una cabeza de playa, y fuente de recursos para su futuro frente oriental, que es Europa; es decir, somos carne de cañón.
Ucrania ha sido utilizada sin ningún escrúpulo como espoleta del conflicto, dinamitando de ese modo los lazos económicos y de cooperación que se estaban consolidando entre Europa occidental y la Federación de Rusia. De hecho son esos lazos económicos y de cooperación, ahora destruidos, los que estaban creando la base material para una paz duradera en el continente.
Esta guerra poco tiene que ver con la presidencia de un país y, por tanto, va mucho más allá del mandato de un presidente. Por cierto, el presidente Vladimir Putin es apoyado por la mayoría del electorado ruso: más de un 70 % en las ultimas elecciones. Rusia no tolerará, pues, en ningún caso y en ninguna circunstancia, que la soga de la OTAN le apriete aún más el cuello de lo que ya lo ha hecho hasta la fecha.
Esta guerra tampoco tiene nada que ver con el sistema político ruso, capitalista, ni con su presidente Putin, que promueve la religión ortodoxa y, por tanto, las ideas reaccionarias derivadas de la religión. Nada más alejado de los valores que impulsaron la revolución francesa de 1789 o la revolución rusa de 1917. En cualquier caso es manifiestamente falso que sea un personaje similar al genocida Hitler, ni tampoco a sanguinarios dictadores fascistas, apoyados por los gobiernos USA, como lo fueron Franco, Videla o Pinochet. Se trata, sobre todo, de un presidente del país más extenso del planeta, que ha reaccionado frente a provocaciones intolerables, tras ocho años de guerra en el Donbás, intentando evitar lo inevitable.
Las atrocidades contra sus compatriotas en Ucrania han colmado finalmente la paciencia del presidente Putin. Pongámonos por un momento en su lugar. Imaginemos que Catalunya, al igual que Ucrania, fuese independiente. Tras una “revolución de colores” manipulada, el presidente legitimo catalán es depuesto y el nuevo régimen lanza una cruenta limpieza étnica contra los españoles castellano hablantes. ¿Estaría justificada, o no, una intervención militar de España en Cataluña intentando parar la masacre? Esa es, probablemente, la manipulación a la que ha sido sometida Ucrania por parte del gobierno de EE.UU., provocando la intervención militar de Rusia.
La arenga del Sr. Borrell, inflamada de ardor guerrero, añade más leña al fuego. Sin embargo, es obvio que sin una intervención directa de los ejércitos de la OTAN -entrando en guerra contra la Federación Rusa- no podrá el ejercito ucraniano vencer al poderoso ejercito ruso. Lo que es inaceptable, pues conduce a la extensión de la guerra a todo el continente. Por tanto, el envío de armas a Ucrania alimenta inútilmente la hoguera de la guerra y acrecienta el número de víctimas.
Además, el riesgo de una escalada militar se incrementa día a día, aumentando a su vez el riesgo de un enfrentamiento militar directo de la Unión Europea contra el ejército ruso. Los países que están enviado armas son, por tanto, objetivo potencial de represalias militares; entre ellos, y principalmente, España.
Esta burda hipocresía, “nadie puede invocar la resolución pacífica de los conflictos”, se ha consumado mediante el envío de armas a Ucrania, lo que nos sitúa en el punto de mira de las fuerzas de disuasión nuclear rusas.
España es ya objetivo nuclear prioritario, no solo por el envío de armas a Ucrania, sino también debido al escudo antimisiles, con base en Rota, vulnerable a los misiles hipersónicos rusos, y el estratégico Centro de Operaciones Aéreas Combinadas de la OTAN, en las proximidades de Madrid.
Si estalla una guerra directa entre Rusia y la OTAN, será mundial y además nuclear. Es suicida posicionarnos como beligerantes. Frente la evidente amenaza atómica, lo absurdo es hacer declaraciones aberrantes, justificando el envío de armas a un gobierno que tolera limpiezas étnicas.
Entramos en una nueva era dominada por los crecientes antagonismos imperialistas. Contrariamente a lo que afirma el Sr. Borrell, lo urgente es hacer la paz. Somos en estos momentos una escuadra hacia la muerte. Corremos el grave riesgo de inmolarnos en el futuro por intereses que no son los nuestros.
No a la guerra. No a la OTAN. No a la rusofobia.
Málaga, 7 de marzo de 2022
Manuel Ruiz Robles
Capitán de Navío de la Armada, miembro de la UMD y del colectivo Anemoi.