Esto no es un simulacro. El lince
No es un simulacro lo de Rusia, no es un simulacro lo de China y no es un simulacro lo que están haciendo otros países resistiéndose a las presiones neocoloniales de un Occidente en decadencia.
Tampoco lo son esos escasos artistas que siguen donde estaban al principio: en el compromiso político y social. Uno de ellos es Roger Waters, alma mater de Pink Floyd y un combatiente nato hijo de un combatiente nato: su padre era militante comunista. Roger siempre le ha reivindicado.
Roger Waters está haciendo una gira por todo el mundo que lleva por título «Esto no es un simulacro». Es la antítesis de cualquier otro, incluso de los otros miembros del grupo que siguen viajando y tocando sus viejos éxitos. Es la antítesis de los Rolling Stones y de tantos otros que puede que alguna vez tuviesen rabia, una rabia juvenil ya perdida. Es la antísesis de quienes allá por las décadas de 1960-1970 hicieron de sus canciones emblemas contra la guerra de Vietnam o por los derechos civiles y que hoy están «en paz con la sociedad» y que no tienen reparo a recibir homenajes de presidentes de EEUU cuyas manos están manchadas de sangre, sin excepción.
Roger Waters es una leyenda, pero no es una reliquia. Sigue comprometido y sigue combatiendo con su música. Es un tipo honesto y un artista serio, consecuente con su oposición al sistema social que vivimos. Roger dijo en cierta ocasión que había «absorbido la rebelión en los huesos y la méduda» por su padre. Por ahí van las cosas.
He podido ver algunos de los vídeos de esta gira este fin de semana y son espectaculares, así que en esta entrega paso de sesudeces y, simplemente, os dejo con él. Con un par de canciones de la gira, una oficial y otra con un sonido regular, pero os hacéis una idea, y con una maravilla que hizo en lo más duro de la pandemia y que a mí me fascina. Y poned la pantalla en grande. Merece la pena.