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Jalea de mango en Caracas. Farruco Sesto

Nacido en Galicia, en plena guerra mundial y posguerra española, tengo conciencia de que, en aquella época, la carestía de los productos alimenticios básicos en la casa de las familias trabajadoras era notable. En uno de mis primeros recuerdos me veo a mí mismo llorando porque quería que me pusieran más azúcar en la bebida del desayuno, que solo Dios sabe lo que era. Debía tener unos tres años. No sé si será por el peso de algunas de aquellas vivencias primeras, que en esa división de la humanidad entre quienes desayunan dulce o salado, yo siempre me adscribí al bando de los desayunos dulces, a ser posible con mermelada.

De tal modo que, en los años 2017 y 2018, en plena ofensiva imperialista y bloqueo salvaje de “EEUU+Europa”, cuando en la Venezuela de entonces la escasez de alimentos era muy fuerte también, vale decir dramática, yo me las arreglaba, con el kilo de azúcar mensual que venía en el CLAP, para desarrollar mis habilidades como “Campeón de las mermeladas”. Las hacía con lo que tuviera a la mano, naranja, piña, lo que fuera, productos naturales que siempre se conseguían. Y así, con la mermelada y algunos trozos de casabe, lograba ir defendiendo mis mañanas. Junto con la mermelada, aprendí a hacer también una jalea de mango verde que no tenía nada que envidiarle a ninguna hecha por una profesional. De manera que me autoproclamé también como el As de la jalea de mango.

Ahora damos un nuevo salto en el tiempo y nos situamos en 2024. Para cualquier observador imparcial es evidente que la situación cambió. Ya no hay necesidad, salvo por placer, de hacerse uno mismo las mermeladas caseras, Lo que quiero decir con esta especie de “parábola de la mermelada”, es que, aunque sigue el bloqueo cruel, y que las sanciones “EEUU+EUROPA” se mantienen en toda su enferma ilegalidad, es un hecho innegable que la etapa más dura de la crisis inducida ya pasó. Entre otras razones, porque la resistencia política del pueblo venezolano, leal al legado del comandante Chávez, así como la sabiduría de su gobierno revolucionario, igualmente leal y siempre anticolonialista y antiimperialista, lograron, poco a poco, ir revirtiendo los efectos más devastadores de la violencia financiera, económica y comercial que la autodenominada “Comunidad internacional” viene ejerciendo contra Venezuela. Así, pueblo y gobierno unidos, fueron haciendo de la necesidad virtud.

En este momento Venezuela produce cerca del 90% de los alimentos que consume. La arrinconada industria petrolera se fue recuperando. Y el desarrollo de una relación más sana con otros pueblos y gobiernos del mundo que no creen en sanciones ni en posiciones hegemónicas de nadie, vinieron dando sus frutos. De manera tal que se puede afirmar con veracidad que la situación ya no solo está controlada, sino que comienza a ser prometedora.

No es que la vida cotidiana sea fácil. No. No me refiero a eso. En un país sometido a esa guerra que acabo de comentar, las dificultades de las familias en el día a día son inmensas. Pero lo que digo, y lo hago con seguridad y contundencia, es que, hoy en día, la mayoría del pueblo trabajador se toma la vida con mucha más calma y alegría que hace unos años, con un ánimo menos tenso y, desde luego, con una visión optimista del futuro. Un pueblo que tiene plena conciencia de que su resistencia en la defensa de un proyecto de transformación, a pesar de lo duras que fueron, o que son, algunas jornadas, va a tener resultados, o ya los está teniendo. Hay esperanza plena, confianza en sí mismo, y seguridad en la razón de la lucha. Eso es lo que los enemigos no han podido vencer.

Estamos en el mes de marzo. En cuatro meses aproximadamente, el domingo 28 de julio, los venezolanos y venezolanas acudirán a votar en las elecciones presidenciales.

El chavismo, organizado y plenamente consciente de que en cada elección se juega la vida, o poco menos, acudirá a votar con el ánimo de batalla que lo caracteriza. Sabe que los astros le son favorables. (Aquí los astros son: un pueblo apoderado de un proyecto de emancipación, una unión cívico-militar a prueba de dificultades y preparada para lo que venga, la derrota continuada de la inflación con 1,2% en febrero, la recuperación de la industria petrolera y gasífera, la amistad internacional de los pueblos del mundo y de las naciones antihegemónicas, y el hecho cierto de que en breve plazo Venezuela formará parte de los BRICS. Y por el otro lado una oposición desunida que perdió el norte, el sur, el este y el oeste).

Este año, en febrero, hice dos kilos de jalea de mango y me supo a gloria. Todo indica que, con los mangos de la próxima cosecha, la jalea estará particularmente sabrosa.

(Publicado en NÓSdiario, originalmente en gallego)

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