La marejada, tendiendo a mar gruesa. El lince
La guerra hoy día es algo más que los tiros. Y Rusia, al actuar como lo está haciendo en el país 404, antes conocido como Ucrania, lo está demostrando. De hecho, la guerra de tiros no es la verdadera guerra hoy: es económica. El FMI, siempre el FMI, está que no le llega la camisa al cuerpo con lo que está pasando y acaba de publicar una estadística reveladora.
Habla de cómo terminó el año 2022 en las monedas de reserva, y constata que el dólar, aún continuando su predominio, se ha situado en el nivel más bajo de todos los tiempos. A finales de 2020 suponía el 60’5%, en 2021 el 59’15% y en 2022 el 58’38% como moneda de reserva mundial. El declive es evidente. Lento, pero evidente e inexorable. Sobre todo porque no es solo el dólar, sino el euro quien también está de capa caída: en 2021 suponía el 22’38% y en 2022 el 20’48% como moneda de reserva mundial. En realidad son todas las monedas occidentales quienes están de capa caída. Se están volviendo tóxicas para todo el resto del mundo no occidental.
Incluso hay quien dice que el porcentaje de reserva del dólar es más bajo, que realmente está en el 47%, pero dejemos eso a las cifras «oficiales» del FMI. Aunque algo de eso debe haber porque, por dar un dato concreto, Israel, el amigo-amiguísimo de EEUU, acaba de reducir la presencia del dólar en sus monedas de reserva del 66’5% al 61%. Os recuerdo que Brasil hizo lo mismo no hace mucho.
Esto ha hecho que la reacción de los medios de propaganda, esos que siguen insistiendo en que todo está bien y que esto es pasajero porque el país 404, antes conocido como Ucrania, ganará, haya sido esta de la que es exponente la biblia del capìtalismo, el Financial Times.
Porque en 2022, según el FMI, las reservas monetarias mundiales en dólares han descendido en 450.000 millones. 450.000 millones de dólares fuera de circulación en un año. No está mal. Ese es ya un triunfo de Rusia.
Y es que desde Asia a Oriente Próximo, desde América Latina hasta África, la ola de desdolarización es imparable. No es un tsunami, todavía, pero es algo más que marejadilla. Ya es marejada. Para quienes seáis del interior, como yo, os explico que una marejadilla son olas que no llegan al medio metro, una marejada es mayor y las olas superan el metro. Aquí estamos ahora y con perspectivas de mar gruesa.
Rusia, Irán, Venezuela, sobre todo, ya estudian y/o utilizan la moneda digital encriptada; Emiratos Árabes Unidos, India (sobre todo) utilizan cada vez más sus monedas en acuerdos comerciales -lo que también hacen los países anteriores-; Brasil y Argentina dicen que van a establecer una moneda en común y quieren que otros países latinoamericanos se sumen; los países de la Unión Africana promueven la implementación acelerada del Sistema Panafricano de Pago y Liquidación; la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático habla de un «mecanismo de liquidación en moneda intrarregional»; los BRICS andan a lo suyo…, y Arabia Saudita acaba de dar un paso que, si se confirma, hará que la marejada pase a ser mar agitada o gruesa para Occidente: vende petróleo por yuanes. Pero no queda ahí la cosa, sino que estos yuanes se convierten en oro en la Bolsa Internacional de Oro de Shanghai.
Y, por si fuese poco, otro empujón más hacia la mar agitada, tendiendo a gruesa: el yuan supera al dólar y se convierte en la moneda más utilizada en las transacciones transfronterizas de China. Y aún no está internacionalizado.
Al hilo de todo esto, Argentina acaba de anunciar que comerciará con China en yuanes. Se convierte así en el 27 país que lo hace. Es el tercer país que lo anuncia en lo que va de año, tras Irak y Brasil.
Eso es relevante porque el mundo se está dirigiendo, precisamente, hacia zonas no occidentales. Sobre todo, a los BRICS. Son movimientos claros de abandono de la tutela occidental.
Dentro de un par de meses se va a celebrar la reunión anual de los BRICS y los candidatos a subirse al carro aumentan. En estos momentos nada menos que 19 países quieren unirse a los BRICS. Os recuerdo que Argelia, Argentina e Irán han hecho peticiones formales de membresía y otros, como Arabia Saudita, Turquía y Egipto, están interesados en la colaboración dentro del formato BRICS+, o sea, colaborando en casi todo con los BRICS pero sin estar dentro. Al estilo de Rusia en la OPEP+.
En la jerga diplomática, hay 10 países que van a pedir su incorporación formal y 6 que lo harán «informalmente».
Aunque no se ha dicho cuáles son esos países, ni cuáles van a dar el paso formal ni cuáles el informal, quienes se han acercado a los BRICS en el último año han sido Arabia Saudita, Baréin, Bangladesh, Indonesia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, México, Nigeria, Pakistán, Sudán, Siria, Tailandia, Túnez, Turquía, Venezuela y Zimbabue.
Las dos letras iniciales y finales, B y S, Brasil y Sudáfrica, son el eslabón débil de todo esto (aunque Lula sí está dando un buen empujón para reforzar los BRICS tras su visita a China), por eso la apuesta ruso-china de admitir nuevos miembros. Por lo tanto, hay que esperar a la cumbre del verano para comprobar si realmente la cosa va hacia adelante. Sobre todo si hay esas incorporaciones.
En unos momentos en los que el Occidente colectivo, imbuido de su arraigado neocolonialismo, insiste en eso de estás con nosotros o contra nosotros (el bocazas Borrell, pomposamente llamado «Alto Representante de la Política exterior de la UE», ayer volvió a insistir en que «la UE construirá relaciones con otros países en función de su actitud hacia Rusia y China») es significativo este movimiento de países, que constatan la pérdida de credibilidad de un Occidente que durante décadas, o siglos, no solo se caracteriza por el doble rasero, sino por su absoluto desprecio a sus «principios y valores» cuando la ocasión lo requiere. Un Occidente que ahora está en decadencia, debilitado económicamente y con un menor dominio militar y que está viendo que el mundo ya no está bajo su control.
Es por eso por lo que el Occidente colectivo está luchando en el país 404, antes conocido como Ucrania. Y como la cosa va mal, solo hay una salida: hacia delante, hacia la guerra total con Rusia. Eso sí sería preocupante, porque los tiros decidirían entonces. Occidente lo va a hacer para intentar mantener su hegemonía mundial cuando de la mar gruesa que se avizora se pase a muy gruesa. Y este verano será determinante para ello.
La sorpresa: la conversación telefónica de Xi con el bufón Zelenski a instancias de este. La llamada fue del bufón, Xi respondió. Fue algo insulso, según lo que dicen unos y otros:
Versión china: «Por iniciativa de la parte ucraniana, el 26 de abril, el presidente chino Xi Jinping mantuvo una conversación telefónica con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski. Las partes intercambiaron puntos de vista sobre las relaciones chino-ucranianas y la crisis de Ucrania. Xi Jinping dijo que las relaciones chino-ucranianas han alcanzado el nivel de asociación estratégica, lo que tiene un efecto positivo en el desarrollo de los dos países; que las autoridades ucranianas desempeñaron un papel importante al ayudar en la evacuación de ciudadanos chinos del territorio de Ucrania; que ambas partes deben centrarse en el futuro, considerar y planificar persistentemente las relaciones bilaterales a largo plazo; que no importa cómo cambie la situación internacional, China está lista para trabajar con Ucrania para promover la cooperación de beneficio mutuo; que en el tema de la crisis de Ucrania, China siempre ha estado del lado de la paz , y su principal posición es avanzar en el proceso de negociación; que como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, China no observará el fuego del conflicto, ni echará leña al fuego, y mucho menos se beneficiará de él; que el diálogo y la negociación son la única salida real a la crisis y que insistirá en establecer la paz y facilitar las negociaciones, y hará sus propios esfuerzos para detener la guerra y restablecer la paz lo antes posible, y que con este fin, China enviará un representante especial del gobierno para asuntos euroasiáticos a visitar Ucrania y otros países para llevar a cabo una comunicación profunda con todas las partes sobre una solución política de la crisis de Ucrania”.
Versión del país 404, antes conocido como Ucrania: «Zelenski elogió los destacados logros de China y expresó su confianza en que, bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, el país enfrentará con éxito varios desafíos; Ucrania se adhiere a la política de «una sola China» y también espera una cooperación integral con la República Popular China y trabajar juntos para mantener la paz y la estabilidad; Zelenski agradeció a China por la asistencia humanitaria a Ucrania y dio la bienvenida al importante papel del país en el restablecimiento de la paz y la resolución de la crisis a través de la diplomacia».
Lo dicho, sin sustancia si exceptuamos lo de que «China hará sus propios esfuerzos para detener la guerra», es decir, insiste en su plan de 12 puntos y así se lo ha expresado al bufón. Por cierto: ¿habéis notado que no hay mención a la «agresión rusa» ni a la «retirada de tropas» y sí a la necesidad de una solución negociada?
Esta conversación no es más que una gota en un mar embravecido. Y la impresión del por qué de la llamada del bufón, dado que los chinos no lo hacían: el país 404, antes conocido como Ucrania, está empezando a perder brillo -con la caída del «bastión inexpugnable» de Artemovsk como exponente- y necesitaba recuperarlo de alguna manera. Al mismo tiempo, y siendo benévolo, es un indicador de que tras la tan cacareada ofensiva -que será un fracaso- habrá un inicio de conversaciones de paz bajo los términos rusos, por supuesto
(Publicado en el blog del autor, el 27 de abril de 2023)