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La primera grieta (y grande)

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El zombi que es la Unión Europea está mostrando grietas cada vez más grandes tras la imposición de aranceles por parte de EEUU. Os dije que la plutocracia de Bruselas había rechazado la alianza ofrecida por China para hacer frente a la guerra comercial de EEUU. Y eso está generando, ya, la aparición de grietas que va a ser muy difícil taponar. La primera, y grande, es la que acaba de aparecer en el Este. Si, ese Este rusófobo resulta que ahora es prochino. Es una primera rebelión entre los vasallos.

Resulta que 16 países de Europa Central y Oriental, dentro y fuera de la UE (dentro Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia; fuera Albania, Bosnia y Herzegovina, Macedonia, Montenegro y Serbia y un tercero que está dentro, Grecia, está como observador de todo lo que ocurra) van a mantener una reunión con China a finales de este mes para hablar de comercio e inversión. Mientras que la plutocracia de la UE (representada por Alemania y Francia) insiste en que China quiere «dominar los mercados globales» (como es sabido no es algo que haga Occidente, ¡qué va!) y que «China representa una amenaza para las instituciones políticas de Occidente mediante el uso de la influencia económica para socavar y amenazar a la UE» (sic) estos países tienen otro criterio.

O traducido a un lenguaje más comprensible: mientras que la plutocracia se mantiene a bordo del Titanic mientras se hunde al mismo ritmo que se hunde la hegemonía occidental, hay algunos pasajeros que apuestan por utilizar las balsas. Son países pequeños, sí, y su volumen comercial con China no es grande pero saben lo que está en juego, conocen el potencial de la Nueva Ruta de la Seda y no quieren quedarse al margen.

La plutocracia de Bruselas ha reaccionado en su forma habitual, con prepotencia e irritación: «Eso obstaculiza a la UE para que adopte una posición unificada en cuestiones globales clave como la defensa del derecho internacional (sic) y los derechos humanos». Encantadora esa mención al derecho internacional cuando se lo comieron con patatas al bombardear Siria, o cuando se niegan a denunciar a EEUU ante la Organización Mundial del Comercio, o apoyan a Israel frente a las demandas palestinas reconocidas por ese derecho internacional que dicen defender, o…

Os he dicho y reiterado que la UE está muerta y lo que está ocurriendo no es más que la constatación de ello. Ya Hungría se negó a firmar una carta común contra China el año pasado y Grecia bloqueó una declaración de la UE contra China por sus movimientos marítimos en el Mar del Sur de China.

No lo han hecho con Rusia, por cierto, puesto que sí han apostado por mantener las sanciones otros seis meses más, pero sí están rebelándose por China. Y es que poderoso caballero es don dinero. Un dinero que no llega desde una UE en decadencia y que sí va a llegar desde la que es ya la primera potencia económica del mundo.

Los vasallos rebeldes no se han quedado callados ante la prepotencia de la plutocracia de Bruselas. Uno de los más parlanchines, el húngaro Orban, ha dicho de forma muy gráfica el por qué de la actitud de estos países con China: «Europa central necesita capital para construir nuevas carreteras y gasoductos [¿no es eso la Nueva Ruta de la Seda, entre otras cosas?]. Si la UE no puede proporcionar suficiente capital, simplemente lo cogeremos de China».

Fin de la Historia.

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