La trampa de «los dos estados» para Palestina. Andrés Piqueras
Ante el creciente rechazo mundial a la barbarie del ente sionista contra el pueblo palestino, genocidio por medio, y frente a la «palestinización del mundo», hace un tiempo que al Imperio Occidental se le ha ocurrido la “solución” de los “dos Estados” para intentar legitimar a toda costa la ocupación de Palestina y el apartheid ejercidos por el ente sionista.
Lo peor de todo es que es un proyecto ‘comprado’ por la dupla chino-rusa (una vez más a remolque de las estrategias del Imperio -y que por cierto, siguen teniendo relaciones políticas y comerciales con el ente sionista-) y sus diferentes articulaciones para un Mundo Emergente (BRICS, OCS, ASEAN…). Así que hoy el pueblo palestino, que contaba con los miembros del Eje de la Resistencia como únicos defensores de una Palestina libre “desde el río al mar” -un solo Estado sin ocupación sionista-, se queda sin apoyos al nivel mundial, si exceptuamos al bravo pueblo de Yemen, una vez desarticulado ese Eje y golpeado reiteradamente el Estado iraní (que al menos sigue negando el reconocimiento del ente sionista).
Con el “reconocimiento de los dos Estados” en Palestina a partir de las fronteras de 1967, sin cuerpo armado y sin soberanía funcional de Palestina, lo que se está legitimando, pues, es el derecho a la ocupación, al apartheid y a la colonización por parte del ente sionista.
El acuerdo para descartar a Hamás de cualquier gobierno, así como a la Sala de Operaciones Conjuntas de Palestina (donde están las organizaciones armadas que luchan por la defensa y emancipación del pueblo palestino), y la imposición de la “Autoridad Palestina” es parte de todo ello. La dicha “Autoridad” es un ente cipayo que hoy apenas recibiría los votos de sus integrantes. Si el pueblo palestino pudiera pronunciarse libremente lo más probable es que la juzgaría al completo. Y a nadie le cabe duda de que Hamás volvería a arrasar en Gaza y a ganar en Cisjordania. Por eso quieren impedir que pueda representar al pueblo que le apoya.
El reconocimiento del Estado de Palestina, según las fronteras de 1967 y con Jerusalén Este como capital, tomando como delimitación las resoluciones de los Consejos de Seguridad de la ONU, lleva a un Estado absolutamente inviable (véase más abajo mapa de sucesión histórica de la ocupación), en el mejor de los casos sometido al despotismo sionista. El cual, de paso, viene insistiendo en que jamás permitirá ese Estado. Así que resulta difícil de comprender cómo se pueden apoyar los “dos Estados” y al tiempo estar armando, financiando, alimentando y, en general, favoreciendo al ente sionista de ocupación, que no tiene la menor intención de renunciar a ocupar todo el territorio y a expulsar o asesinar al pueblo palestino (una vez erradicado el pueblo palestino, ya no habría más “apartheid”, ni “ocupación”, y pronto el mundo se olvidaría de que allí existió alguna vez un pueblo distinto a la sociedad de colonos paramilitares sionistas).

Evolución frontera Palestina (NAD NSU)
Pero hagamos un poco de historia para poder interpretar mejor estas palabras.
A lo largo de los últimos cien años, el ente sionista ha ido ganando territorio hacia la Palestina histórica, que ocupaba el 100% del territorio. Cuando el imperio Otomano cayó después de la Primera Guerra Mundial, la partición de 1922 dejó los territorios de Palestina (Israel, Gaza y Cisjordania) bajo la administración del Reino Unido, con el estatus de territorio bajo mandato. Posteriormente, Gran Bretaña separó la parte oriental del territorio, dividiendo Palestina del Emirato de Transjordania.
En el año 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, la ONU propuso poner fin al mandato británico y dividir Palestina en dos Estados independientes, uno hebreo y otro árabe, mediante la resolución 181 (II), y también propuso que la ciudad de Jerusalén se mantuviera bajo un régimen internacional. Como todo el mundo sabe, de esa resolución sólo se cumplió la formación del Estado hebreo (que ejerció previamente todo el terrorismo posible para asentar a los suyos), sin que a nadie haya parecido importarle gran cosa hasta hoy, a pesar del exterminio sistemático del pueblo palestino, su opresión, encarcelamiento, tortura y salvajismo ejercido contra él en todas sus formas imaginables y otras difíciles de imaginar, a lo largo de las más de 7 décadas transcurridas desde entonces. Hasta tal punto que muchos relatos de lo que ocurre en Palestina continúan intentando trasmitir la idea de que el actual estado de cosas comenzó un extraño día de octubre de 2023.
Pero sigamos, en 1948, estalló la guerra árabe-israelí, que duró de mayo a noviembre de 1949, cuando el ente sionista apoyado por el Imperio Occidental consiguió el 23% del territorio asignado al Estado árabe. De esta manera, ocupó el 77% del territorio palestino, incluido el oeste de Jerusalén Este, quedando el resto bajo el control de Jordania y Egipto. La guerra provocó la expulsión o la huida de más de la mitad de la población árabe palestina del territorio del nuevo Estado, según la ONU.
La guerra de los Seis Días volvió a cambiar esas fronteras cuando el ente sionista, armado hasta los dientes por EE.UU. y el Imperio Occidental, derrotó militarmente a una coalición de países árabes de la región y se anexionó los Altos del Golán de Siria, y la península del Sinaí, de Egipto, además de todo el territorio palestino que había quedado fuera de su control en el armisticio de 1949. Es decir, la Franja cisjordana, incluido Jerusalén Este, la península del Sinaí, el canal de Suez y los Altos del Golán.
Desde entonces, a lo que se ha dedicado el ente sionista es a descuartizar lo que queda de territorio habitado por el pueblo palestino (como bien indica el mapa aquí adjuntado), de manera que resulte inviable no sólo cualquier estatalidad sino incluso la mera posibilidad de habitarlo como población. Muros, vallas de control, dispositivos de vigilancia, redadas, “check-points”, arrestos permanentes, tortura, impedimento de movilidad libre, hostigamiento, estrangulamiento de recursos y un largo etcétera, es el pan nuestro de cada día de la población palestina que queda en esos territorios, desde mucho antes del 7 de octubre de 2023.
Para terminar por hoy con el repaso histórico
Recordemos que en 1988 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), representante oficial del pueblo palestino, declaró formalmente la creación del Estado de Palestina.
En la práctica, los palestinos tienen un autogobierno limitado a través de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en partes de Cisjordania ocupada por Israel.
La ANP perdió el control de la Franja de Gaza a manos de Hamás en 2007. Actualmente, 147 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas reconocen el Estado de Palestina

En la Asamblea General de las Naciones Unidas, Palestina participa como Estado observador sin ser miembro desde noviembre de 2012.
La Asamblea General de las Naciones Unidas terminó concediendo a Palestina derechos adicionales, incluyendo un lugar junto a los Estados miembros, el derecho a presentar propuestas y participar en los comités, aunque sin derecho a voto.
En la reunión de hoy de la ONU, EE.UU. hace uso de nuevo de su arbitrariedad más violadora de cualquier norma de derecho internacional y de la propia Carta de la ONU, para negar la asistencia incluso a esa Autoridad Palestina del todo cómplice con los crímenes occidental-sionistas en Palestina.
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A continuación, dejo dos textos que creo traslucen bien lo aquí dicho y lo explican con nitidez y contundencia en sus propias palabras, pues uno es de la Unión Palestina de América Latina (UPAL), y el otro, del escritor palestino Khaled Barakat, es, como se diría, “de rabiosa actualidad”, toda vez que dos Estados pro-sionistas o directamente sionistas, Francia y Arabia Saudita, se quieren erigir ahora en los salvadores de Palestina o algo así de esperpéntico:
- ¿Qué secreto esconde la avalancha de reconocimientos al Estado de Palestina?
En las últimas semanas, una oleada de países —España, Noruega, Irlanda, Eslovenia, entre otros— ha anunciado con bombo y platillo su reconocimiento al Estado de Palestina. Para algunos, esto representa un hito histórico. Para otros, una victoria moral tras décadas de ocupación y sufrimiento. Pero detrás de estos gestos diplomáticos se esconde una estrategia mucho más compleja. La pregunta es inevitable: ¿Qué intereses reales están detrás de esta repentina avalancha de reconocimientos?
¿Un Estado palestino… o una salida para Occidente?
En primer lugar, hay que entender que estos reconocimientos no surgen en el vacío. Se producen en medio de una guerra genocida contra Gaza, donde Israel ha fracasado en su intento de eliminar a la resistencia palestina, en particular a Hamás. Ni con bombas, ni con hambre, ni con desplazamientos forzados ha logrado someter a un pueblo que resiste con dignidad.
Ante ese fracaso, Occidente —y especialmente Estados Unidos y Europa— buscan un «Plan B». Ya no pueden sostener la narrativa de que Israel está «defendiéndose». Necesitan ofrecer una alternativa que mantenga el control político, desactive la resistencia y calme la presión social interna. Ahí es donde entra el reconocimiento al «Estado palestino».
Pero hay truco. Porque el Estado que se reconoce no tiene fronteras, ni ejército, ni soberanía sobre su territorio. No controla su espacio aéreo ni marítimo. No puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos ni tiene unidad política. Es, en esencia, un fantasma administrativo bajo ocupación. Y eso no es un verdadero Estado.
Un lavado de imagen para Europa
Estos reconocimientos también sirven para limpiar la conciencia de Europa. Luego de meses de complicidad con el genocidio —ya sea con silencio, apoyo militar o sanciones selectivas contra la resistencia— ahora intentan equilibrar la balanza con un gesto simbólico. Hablan de «dos Estados» como si aún fuera una opción viable, cuando en realidad Israel ha fragmentado y colonizado tanto el territorio que esa fórmula se ha vuelto impracticable.
Se reconoce un «Estado palestino» pero no se sanciona a Israel, ni se corta la venta de armas, ni se detiene la expansión de asentamientos. Es decir, se legitima una solución diplomática sin modificar las condiciones materiales de la ocupación.
¿Y si el verdadero objetivo es reemplazar a la resistencia?
Otro elemento preocupante es a quién se reconoce. La mayoría de estos países siguen considerando a la Autoridad Palestina como el «gobierno legítimo» del pueblo palestino, a pesar de su falta de representatividad, su corrupción interna y su colaboración con la ocupación.
¿Estamos ante un intento de reorganizar el liderazgo palestino desde fuera, excluyendo a los movimientos de resistencia como Hamás o la Yihad Islámica? ¿Se busca crear un Estado artificial, obediente, que administre la ocupación sin cuestionarla?
Si es así, la avalancha de reconocimientos sería menos una muestra de solidaridad y más una maniobra geopolítica para neutralizar la lucha del pueblo palestino.
La trampa del Estado ficticio
Hay un riesgo enorme en que el mundo empiece a hablar de Palestina como un «Estado reconocido» cuando en la práctica sigue siendo una nación ocupada, colonizada y bloqueada. Esa ficción legal puede usarse para congelar el conflicto, desactivar denuncias internacionales y responsabilizar a las propias víctimas de su situación.
En ese escenario, se transforma la causa palestina de una lucha anticolonial legítima en una disputa burocrática entre «dos gobiernos». Se borra la historia, se invisibiliza el apartheid y se apaga la voz de los mártires.
Conclusión
La avalancha de reconocimientos no es gratuita, ni desinteresada, ni revolucionaria. Es parte de un reajuste político global ante el desgaste moral de Occidente y el ascenso de la resistencia palestina. Puede ser útil diplomáticamente, sí, pero no debemos dejarnos engañar: la verdadera liberación no vendrá de las cancillerías, sino de la determinación del pueblo palestino, en Gaza, en Cisjordania, en el exilio y en la diáspora.
Mientras no se desmantele el régimen sionista de ocupación, ningún reconocimiento será completo. Y mientras la sangre siga corriendo en Gaza, ningún gesto simbólico bastará.
Ricardo Mohrez Muvdi – Unión Palestina de América Latina (UPAL)
Reproducido vía Sanitarios por Palestina de Canarias.
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- Escritor palestino Khaled Barakat
Arabia Saudí y Francia lideran el «genocidio político”
Realmente, a pesar de los cada vez mayores obstáculos y dificultades, no queda otra que seguir luchando por la emancipación del pueblo palestino, su autodeterminación completa. Con un solo Estado en el que puedan convivir diversos pueblos; por tanto, sin supremacistas o sionistas en él.
La solidaridad internacionalista mundial no le puede fallar más.
(Publicado en el blog del autor, el 22 de septiembre der 2025)