La violencia delincuencial como arma de guerra del imperio estadounidense. Andrés Piqueras
La inseguridad ciudadana y la violencia delincuencial indiscriminada fue siempre un arma de guerra de los imperios, y ha sido tradicionalmente una de las bazas predilectas de Estados Unidos como instrumento contrarrevolucionario para someter y disciplinar sociedades. También para descomponerlas, haciéndolas entrar en procesos de barbarización social.
Generación de bandas bien armadas, infiltración y asentamiento de redes mafiosas, narco-traficantes y demás “crimen organizado transnacional”-, introducción de armas militares avanzadas, grupos paramilitares delincuenciales… son las recetas clásicas dadas por Estados Unidos para el conjunto de NuestraAmérica. Si a ellas le unimos gobiernos que siguen a pie juntillas las políticas de saqueo y empobrecimiento social dictadas por USA y sus instituciones, FMI y Banco Mundial por ejemplo, el cóctel está dado para la descomposición social. Forma brutal de agresión, que se ceba especialmente allá donde hubo un gobierno “progresista” o que pretendió cierta autonomía. Ya no digamos si además buscó esa vía de autonomía a través de la conjunción de fuerzas nuestroamericanas como el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).
Una vez que las mafias se instalan en una sociedad, se convierte en una labor ímproba de décadas –si posible- poder desalojarlas, porque sus redes llegan a todos los estamentos y ámbitos tanto del Estado (ejecutivo, legislativo, judicatura, policía, ejército…) como de la sociedad (redes delincuenciales clientelares, de informadores, de negocios imbricados en las redes delincuenciales, familias que viven de ellas, dinero que cae en las comunidades comprando voluntades, única vía de salario para muchos, etc., etc.). ¿Quién, entonces, combate a quién desde dónde y con quién? Ese caos y podredumbre resultantes es el resultado que busca y promueve bien el Imperio, como también sabe que esas sociedades en violencia generalizada (“de todos contra todos”), donde las personas no se fían de las personas, en donde los proyectos de comunidad, los afanes colectivos y la lucha social y política en general son desbaratados por el Miedo, no pueden ya ofrecer seria resistencia a su saqueo. Eso cuando no son directamente atacadas por la delincuencia (des)controlada -en realidad, en muchos casos, paramilitares civiles, valga la aparente contradicción-.
Algo más fácil aún de llevarse a cabo en la región que es la más desigualitaria del mundo.
Así ha agredido EE.UU. a Nicaragua y a Venezuela durante décadas de la forma más asesina posible, en muertes y destrucción (sólo frenada por la cohesión popular y la alianza cívico-militar que mantienen). Así convirtió a México en una sociedad barbarizada (sólo con AMLO y ahora la presidenta Sheinbaum, se ha empezado a dar un proceso de reversión de esa barbarie, muy lento, complicado y no falto de lagunas y retrocesos, como tantos familiares de víctimas bien saben –caso de los 43 estudiantes asesinados y “desaparecidos” de Ayotzinapa, por ejemplo-). Así barbarizó USA también El Salvador, Guatemala y Honduras (con el impase entre muchas interrogaciones de la presidenta Xiomara Castro, y pudiera ser que de su sucesora, en este último caso). Las recetas son siempre las mismas, y con ellas pretenden “justificar” a la carta gobiernos crueles contra sus poblaciones, déspotas que fungen de “salvadores”, mientras continúan degradando las condiciones sociales. Pocos ejemplos como el de Bukele en El Salvador, donde los crímenes de las autoridades contra la población (a menudo considerados como “ejecuciones extrajudiciales”) van sustituyendo a la violencia de los propios grupos delincuenciales (véase aquí este informe: Sobre ejecuciones extrajudiciales en El Salvador : 2015-2020; también algunas de las denuncias venezolanas al respecto de la política del déspota salvadoreño: La doble moral de Bukele: El carcelero de El Salvador que critica a Venezuela – teleSUR). Algo que el bolsonarismo en Brasil ha venido también practicando, como en la reciente matanza en las favelas de Río, con 117 personas asesinadas por orden del gobernador Cláudio Castro. [Con Colombia hay que hacer un aparte, porque es un ejemplo mundial de barbarie social por excelencia, donde los asesinatos de sindicalistas, líderes sociales, luchadores comunitarios, representantes indígenas… son “el pan nuestro de cada día” desde un tiempo que se pierde en la memoria (un “pan” frente al que Petro tiene muy poco poder de deglución, aunque lo intenta, y al que le dedicaremos un análisis exclusivo más adelante). Si acaso hay que sumarle de nuevo la matanza de exguerrilleros firmantes de los acuerdos de paz, como ya se hizo, entre otros, con los del M-19, exterminados casi en su totalidad tras desarmarse y convertirse en partido político].
Pero ningún otro lugar como Haití para ejemplificar el genocidio social sin que medie masiva intervención militar directa. Desde su revolución exitosa de esclavos, las distintas expresiones dominantes del Imperio Occidental, que nunca le perdonaron esa osadía, no han dejado de sangrar a Haití de todas las maneras posibles: bandas armadas, cascos azules, “fondos” del Banco Mundial para perder cualquier atisbo de soberanía alimentaria, consiguiente “cooperación al desarrollo” y “ayuda” frente a catástrofes dichas “naturales” (Assistance mortelle, une occasion en or pour piller Haïti pour les blancs et nos politiciens.; https://www.fuhem.es/papeles_articulo/un-analisis-multifocal-del-terremoto-de-haiti/), intervenciones del BID para ultimar la privatización de toda la economía, saqueo a través de la deuda (Haïti : comment la France a obligé son ancienne colonie à lui verser des indemnités compensatoires; Haïti, 200 ans après la rançon de l’indécence : une dette qui entrave encore l’avenir… – RHINEWS)… Dejo aquí enlace a un informe que la Tricontinental realizó en 2022 y que considero bastante completo al respecto del saqueo y el genocidio haitiano: No a la intervención militar. Sí a la insurrección haitiana (thetricontinental.org). Como quiera que la sociedad haitiana siguió resistiéndose a la intervención internacional, al pago de una deuda odiosa y a las bandas criminales impuestas (Haití. Los habitantes de Fort Jacques se levantan contra el terror de las bandas armadas – Resumen Latinoamericano), el Imperio decidió barbarizarla del todo, suministrando cada vez más amplio tipo de armamento a las principales bandas paramilitares y protofascistas, que asesinan, roban, extorsionan, allanan y violan en masa.
Sin embargo, es Ecuador el que se lleva la palma en cuanto a la rapidez de un experimento de destrucción social sin recurso a la intervención militar directa. En un año y poco ha pasado de ser uno de los lugares más tranquilos del mundo a encabezar las cifras del crimen del continente americano (con permiso de Haití). La razón por la que el Imperio quería castigarle: haber formado parte del ALBA-TCP, de la CELAC, de Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) y del Banco del Sur en tiempos de Correa, además de tener amplios sectores del pueblo organizado. Para no extenderme aquí, remito a los siguientes enlaces que analizan el proceso en detalle (los enlaces que adjunto en este texto, en general, están escogidos por la que creo es su significancia para el tema tratado):
Ecuador registra los niveles más altos de crimen, inseguridad y delincuencia del continente
Diagnóstico situacional de la crisis de inseguridad, de enero a septiembre | La República EC
Perú, tras el golpe de Estado que encarceló al presidente electo, Pedro Castillo, no ha hecho sino disparar también las cifras de la guerra social delincuencial, que busca ante todo abortar la insurrección popular en curso ante la ilegitimidad de los dos sucesivos gobiernos de la oligarquía tras el golpe (el de Boluarte y el del golpista de la golpista, Jerí –en un Perú donde la ilegitimidad del sistema capitalista oligárquico es ya crónica-): Perú escala al top 10 de países con mayor criminalidad, según informe internacional – Agencia de Noticias. Y ahora con el ejército estadounidense afirmado en su territorio, la sangría social continua. Proceso que, contra la actual constitución, quiere replicar Noboa en Ecuador: el de albergar tropas y bases norteamericanas, porque la sangría va de suyo con su gobierno.
En Chile, a pesar de que los candidatos presidenciales de derecha e izquierda no se salen jamás del guion imperial, la percepción de temor a la delincuencia, de acuerdo con la encuesta “Chile nos habla” realizada por la Universidad de San Sebastián, sigue una tendencia al alza desde el año pasado. Destaca el aumento significativo al nivel regional de 73,7% a 79% y comunal de 69,3% a 73,8%: El temor por la delincuencia en Chile hace que la gente use más servicios de seguridad privada – Yahoo Noticias. Y es que nunca está de más, por si acaso, y dado que la sociedad ha hecho unos cuantos recientes “levantamientos” preocupantes, descomponerla a través de la delincuencia.
Delincuencia que viene de por sí junto a los paquetes de destrucción social que los gobiernos bufones de USA, como el de Milei, esparcen por sobre unas sociedades cada vez más golpeadas, donde para vivir hay que sacar de cualquier lado que se pueda y donde por tanto la “inseguridad” existencial en todos los ámbitos de la vida se hace estructural.
Y después nuestro complejo mediático-institucional-legislativo nos dice cada día que todas esas son “democracias” y que el problema está en Venezuela y en Nicaragua. Justo los únicos países donde la práctica totalidad de indicadores sociales están en alza y donde buena parte de la sociedad se siente cada vez más “pueblo”. Además, en ningún otro lugar del continente existe la seguridad –en todos los sentidos- que hay en Cuba –revolución histórica mediante-, a pesar de la monstruosa agravación del bloqueo estadounidense (contra las reiteradas votaciones absolutamente mayoritarias de la ONU, de las que la potencia imperial se ríe a carcajadas) y del doloroso empeoramiento de las condiciones sociales.
Nada es casual y los procesos de inseguridad y delincuencia tampoco. Responden a políticas económicas bien precisas y a ofensivas de guerra social cuidadosamente planificadas.
Que no se nos olvide la próxima vez que veamos un noticiero de esos que no explican nada y confunden mucho.
(Publicado en el blog del autor, el 11 de noviembre de 2025)









