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LAS “FEMINISTRAS” LAMEBOTAS DEL IMPERIO

En junio del año pasado, tras la moción de censura que puso a Pedro Sánchez en la Moncloa, la prensa “progre” tiró cohetes, porque el nuevo Consejo de Ministros tenía la mayor presencia femenina de la historia, con inclusión de algún gay. La directora de Público, Ana Pardo Vera, reventaba las costuras de gozo con las “feministras”, como las calificó, y aseguraba que “el 6 de junio de 2018 es un día importante para todas nosotras” y el nuevo ejecutivo “una victoria de las feministas, de la presión social de los últimos años y de la revolución violeta del 8-M” (1).

 

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ANA PARDO VERA, DIRECTORA DE PÚBLICO
No voy a desglosar las políticas feministas que durante el último año han puesto en vigor lasministras del PSOE, aunque cabrían en una línea, ni a comentar la reciente victoria de este partido en las elecciones generales, porque ya hay buenos análisis (2). Lo que creo que merece la pena poner de relieve es la crasa contradicciónque implica -o debería implicar- decirse feminista y socialista y al mismo tiempo servir a las órdenes del gobierno de la mayor potencia capitalista e imperialista del mundo: Estados Unidos.

Ya sabemos que esta servidumbre viene, en España, del tiempo de la dictadura, y que es una de esas cosas que no cambiaron con la pantomima de lo que se llamó Transición a la Democracia. Luego, con el PSOE –“OTAN de entrada no”, pero de salida sí- nos vimos involucrados en una Organización criminal que lleva 70 años “interviniendo” militarmente allí donde el Amo yanqui ordena y manda. Un currículum de Horroris Causa, sin duda, del que ahorro detalles.

Ahora ese apoyo incondicional a la voluntad del Amo yanqui se ha trasladado al intento del golpe de Estado en Venezuela, que se lleva fraguando desde que, en enero de este año, el dedo de Trump eligiera a un “presidente” títere llamado Juan Guaidó. No importa que las últimas elecciones celebradas en Venezuela, que dieron la victoria a Nicolás Maduro, fuesen limpias, como pudieron comprobar los observadores internacionales. Nadie las impugnó. Lo que importa es que el Departamento de Estado norteamericano las calificó de ilegítimas antes de que se celebraran. Democracia sí, siempre que ganen “los nuestros”. De lo contrario, sanciones económicas, que es la nueva forma de guerra, porque mata a miles de personas -especialmente niños y niñas-, y, si hace falta, fusiles, bombas y represión brutal, como hicieron en Chile y Argentina.

«Pero aquí no se trata de Maduro contra Guaidó; se trata del pueblo de Venezuela y su soberanía contra el despotismo de la mayor potencia mundial.»

Así que, el “mundo occidental” y sus corifeos mediáticos echan mierda sobre elpresidente electo de Venezuela, mientras hunden en silencio sepulcral a laclase trabajadora venezolana, y cantan las bondades de un sujeto de extrema derecha apoyado por lo más reaccionario del Partido Republicano y del Demócrata también; porque tanto en EEUU como enEspaña, como en Reino Unido y otras alabadas democracias burguesas, son dos los partidos que se alternan en los gobiernos, pero actúan como uno sólo en lo básico: la defensa del capitalismo y su expansión global, aunque sea a base de masacres. No soy admiradora de Maduro y albergo algunas críticas al proceso bolivariano. Pero aquí no se trata de Maduro contra Guaidó; se trata del pueblo de Venezuela y su soberanía contra el despotismo de la mayor potencia mundial.

Cuando el ínclito Alfonso Guerra -vieja gloria pesoísta– soltó por su bocaza aquello de que incluso la dictadura de Pinochet tenía una política económica más eficaz que el gobierno bolivariano – esa eficacia neoliberal que aprieta las tuercas de la explotación y la represión de la clase trabajadora -, las instaladas “feministras” no chistaron, nadie en su partido osó llamarle la atención por la ofensa a los miles y miles de chilenos y chilenas -aclaramos- que fueron brutalmente asesinados o los que tuvieron que exiliarse. Y ahora, cuando la última intentona de EEUU en Venezuela ha vuelto a fracasar, nuestras“feministras” dicen que “no estamos a favor de golpes militares”, pero sí lo estamos de que se vuelvan a convocar elecciones -como quiere el amo yanqui-, e incluso les parece que “apoyar a Guaidó fue una buena decisión” (3). Postura reforzada por las declaraciones de la número dos de Unidas Podemos, Irene Montero, reclamando que «Venezuela avance hacia un horizonte de elecciones libres» (4). Lo que demuestra que, aunque el mono hable en femenino, mono se queda

«¿Hay que parar a la extrema derecha en España, pero apoyarla en Venezuela? ¿Va a ser el feminismo, como dicen vuestras propagandistas social-liberales, la única fuerza capaz de parar al fascismo, mientras le da su bendición en otros lugares?»

No creo que nuestras alabadas “feministras” sean tan necias como para no saber lo que representa Juan Guaidó y el cartel que le respalda en Miami y en Washington. En él hay figuras políticas como Ted Cruz, Marco Rubio,  Ileana Ros-Lehtinen, Mike Pompeo -actual Secretario de Estado- y el mismo Trump, entre otros, que pertenecen a esa extrema derecha cristiano-evangelista-sionista, de corte fundamentalista y de enorme influencia en la Casa Blanca, que no sólo es rabiosamente racista, sino también anti-feminista, radicalmente opuesta a los derechos reproductivos de las mujeres -en especial de las pobres. Son los que defienden con uñas y dientes el “derecho” a portar armas. Son los que apoyan incondicionalmente al Estado sionista de Israel y el genocidio del pueblo palestino que ese etno-estado está llevando a cabo  impunemente. Son los que aplauden a fanáticas extremistas como la ex-ministra de justicia israelí, Adelet Shaked, cuando dice que hay que exterminar a todas las madres palestinas (5).Son los que han alabado la decisión de Trump de poner a un criminal comoElliott Ambrams como enviado especial para los asuntos de Venezuela, un sujeto que estuvo involucrado en la financiación encubierta de la Contra nicaragüense y en el entrenamiento de los “escuadrones de la muerte” que, enEl Salvador, perpetraron masacres como la del Mozote.

El cartel que, en definitiva, ha creado a Juan Guaidó y financia a los guarimberos que apalean, torturan y queman vivos a los trabajadores y trabajadoras chavistas, es la extrema derecha cristiano-fundamentalistade los Estados Unidos, a la que jalean los palmeros de la Unión Europea y el gobierno de España; los que, de conseguir su propósito de instaurar un gobierno como el de Brasil en Venezuela, no dudarán en aplicar una represión feroz sobre las clases populares venezolanas, del tipo de la que aplicaron en Chile y Argentina. Vosotras, señoras “feministras” seréis cómplices de ello.

A muchas y muchos nos gustaría que respondieseis a estas preguntas,queridas “feministras”: ¿Hay que parar a la extrema derecha en España, pero apoyarla en Venezuela? ¿Va a ser el feminismo, como dicen vuestraspropagandistas social-liberales, la única fuerza capaz de parar al fascismo, mientras le da su bendición en otros lugares?

La señora Pardo Veradirectora de Público, se puso muy contenta cuando se nombró directora de El País a Soledad Gallego Díaz. En efecto, esta señora ha roto su techo de cristal; pero eso no ha impedido que el medio que dirige esté llamando a que intervengan los marines en Venezuela y se asesine a su presidente, como se hizo vilmente con Gadafi. Ya no hay legalidad internacional, ni tribunales penales internacionales, a los que Trump ha amenazado, como un vulgar gangster, hasta conseguir que no se investiguen los crímenes de EEUU enAfganistán. Ahora las ejecuciones extra-judiciales son la ley. Ahora la única ley internacional es la que dicta Washington, la que dicta el capital y su política imperialista, y a la cual han hecho voto de obediencia nuestras “feministras” y“progresistas” de todo pelaje ¿Va a resultar que este era el “espíritu del 8-M”, de la “revolución violeta”?

Señora Calvo, quítese la camiseta esa con la que apareció la noche de la victoria electoral. Si va de socialista y de feminista, demuéstrelo con hechos, no con palabras impresas en una prenda que probablemente han confeccionado lasmujeres explotadas de Bangladesh, China o Marruecos. Basta de postureos, que  hace mucho que sabemos de qué vais. 

 

 

(5) Esta crueldad de la Shaked no se debe a que se haya “masculinizado”, como dicen las feministas posmodernas de las mujeres políticas que no se ajustan a sus expectativas; sino a que sus intereses de clase -y de etnia en este caso- están por encima de cualquier otra consideración, incluida la de ser mujer. Las mujeres no venimos de Venus y los varones de Marte, como pretenden hacernos creer estas teorías esencialistas: todas y todos salimos del mismo sitio y estamos hechos de la misma pasta, aunque nos eduquen de diferente manera y bajo patrones de dominación-subordinación.

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