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Mar de leva. Elogio de la inconformidad creadora

“Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”. Tal es la conocida frase de Antonio Gramsci que a algunos nos gusta citar de vez en cuando.

Pero como todas las frases generalistas, la verdad es que hay que matizarla y comprenderla, adaptándola según las circunstancias.

Pues si nos referimos al optimismo de la voluntad, en Venezuela abunda esa cualidad, esa disposición. Ciertamente. Es como una carga histórica positiva que llevamos en nuestras alforjas a donde quiera que nos dirijamos, y con la cual nos satisfacemos cada día. Sin ella, sin ese gran optimismo en nuestro haber y en nuestro hacer, comunitariamente heredado de una lucha de siglos, sería totalmente imposible explicar el infinito grado de resistencia de nuestro pueblo y del gobierno bolivariano. Resistencia admirable, voluntariosa y, seguramente, ganadora.

Pero si nos referimos al pesimismo de la inteligencia, quiero decir muy claramente que aquí no cabe, ni ese, ni ningún tipo de pesimismo, estando como estamos en una situación de guerra declarada contra nosotros por el imperio más poderoso y criminal de la historia.

De manera que se me ocurre matizarlo en nuestro caso, para referirme más bien a un cierto “escepticismo de la inteligencia”, que me parece más ajustado. Y que además es lo que veo en las redes, lo que siento por todas partes, lo que comparto con los amigos y camaradas que andamos en lo mismo. La duda como método, la inconformidad creadora, impulsadora. El desmontaje de la ingenuidad sistemática y de la manera fácil de hacer política. El abandono consciente de la inocencia pendeja para confiar únicamente en nuestra fuerza, si de verdad lo hacemos bien, si no cometemos graves errores en nuestra larga marcha. En tensión permanente. En pulsión permanente hacia el objetivo, como lo dijo más de una vez el Comandante Chávez. Con confianza en la propia fuerza todopoderosa del pueblo en su combate diario y en ninguna otra cosa. En la fuerza y talento de los mejores de nuestros líderes. Con la necesaria disciplina de equipo. Sabiendo que si nos descuidamos, si no estamos atentos, el enemigo puede colarse por cualquier grieta.

Puesto que humanos somos y aunque todo está escrito, según dicen, nada está escrito para nosotros si no somos nosotros quienes lo escribimos.

Unidad, lucha, batalla y victoria. Nosotros venceremos.

(Publicado en Correo del Orinoco el 24.09.20)

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