Mario Vargas Llosa, con su incesante perorata inverosímil. José A. Amesty
Hemos escrito, al menos, dos artículos sobre el escritor Mario Vargas Llosa, y en todos ellos el connotado escritor argentino Atilio Boròn, alude a las controversiales declaraciones del narrador peruano.
Entendemos que Boròn hace referencia a Vargas, solo por la “credibilidad” del otrora insigne escritor, ya que si lo hiciera otra persona no tuviera ninguna repercusión. No obstante, la derecha torcida utiliza a Vargas Llosa, en su etapa senil, por la supuesta resonancia que tiene; pero la realidad es que mucha gente ya no cree en sus palabras reaccionarias. Además, Boròn reposta siempre contra él, porque sabe que es un alfil al servicio de la derecha rancia de América Latina y del imperio estadounidense.
En esta oportunidad, Vargas Llosa, en la apertura del 15 Foro Atlántico Iberoamérica, celebrado en Madrid, lamentó el triunfo de Gustavo Petro en Colombia, y señala dos apreciaciones, una totalmente mentirosa y la otra con aires de malsana.
La primera afirmación de Vargas, alude a que Petro debe mantenerse dentro de la “legalidad”, “que ha caracterizado la historia colombiana”.
Según una investigación del Grupo de Política y Gestión para el Desarrollo, de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, titulada “Cultura de la legalidad en servidores públicos y ciudadanos”, señala que, en Colombia, nos falta mucho para ser un país legal. La “cultura de la legalidad” es una asignatura de bajo desempeño en el país, su calificación es de 61 puntos sobre 100. Un Estado confiable, justo y defensor de lo público haría la diferencia.
De igual modo, la historia reciente de Colombia, en ningún modo, ha sido legal o con principios de legalidad. Esto revela la ignorancia de Vargas Llosa, que no sabemos si será genuina, sectaria, fanática, o será por dinero que se presta a tal infamia.
La otra afirmación de Vargas Llosa, habla que el triunfo de Petro es un “accidente enmendable”. Lo enmendable, podemos traducirlo como un error, algo para corregir. Pero, no deseamos creer que al inefable Vargas Llosa le haya pasado por la cabeza la idea de “corregir el accidente” en el sentido de proponer eliminar, asesinar al presidente electo.
Esto último, podría ser la aseveración acertada, de lo que es el ser humano Vargas internamente, explicitada por Boròn en adjetivos calificativos como: malo, sin perdón, pésimo, político, retrógrado, despreciable.
Para recalcar lo anterior, lo evidenciamos en la consideración que han tenido algunos personajes importantes, al referirse al turbio Vargas Llosa.
Por ejemplo, fue acusado por José Saramago de “mal imitador”, al hacer una imitación deficiente de Los Sertones del brasileño Euclides da Cunha, en su novela “La guerra del fin del mundo”. ¡Una verdadera mediocridad!, mencionando, además, que algunos paisanos del novelista piensan que su Nobel de Literatura, fue asignado cuando ya no quedaba más a quien dárselo.
Hay una serie de epítetos expresados contra la figura de Vargas:
Según Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, el escritor conocido pertenece a la derecha “cavernaria, boba y esquizofrénica”.
Se mueve entre el resentimiento y la envidia, según escritores cubanos.
Algunos hablan de sus escritos y opiniones como “vómito negro”.
Los obispos peruanos la han tildado de “poco noble”.
A su vez, según el periodista y reportero español del Diario Ok, Eduardo Inda, Mario es: “mentiroso, chulo, jeta, plagiario, mediocre y censor”.
También, en otro orden de ideas, algo insólito, en torno a esta figura literaria, es que él mismo se autodesprestigia, cuando se refiere a sí mismo como un escritor que: “No tengo talento natural. Me cuesta escribir”.
En general, los críticos literarios, le hacen, por lo menos, tres críticas a su obra: “La prosa de Vargas Llosa es gris e insulsa, dicen los críticos. Otra crítica es que Vargas Llosa no ha creado personajes memorables. La tercera crítica es que la obra de Vargas Llosa carece de ideas y es insólita”.
Finalmente, deseamos recordar que, Atilio Boròn en su libro “El Hechicero de la Tribu, Vargas Llosa y el Liberalismo en América Latina” reseña algunos elementos en torno a la figura de Mario Vargas Llosa:
Vargas Llosa, vetusto escritor, según Atilio Boròn, practica un desarme político, con dureza, sin dolor, de su elogio al sistema neoliberal, quien, “se ha convertido en su defensor público, un divulgador oculto en la Literatura y en el boom latinoamericano”.
El propio Borón lo señala: “Pese a su elemental y tendencioso manejo de las categorías y las teorías del análisis político, o tal vez debido a la maestría con que maneja los sofismas y las ‘pos verdades’, Vargas Llosa es una pieza fundamental en el masivo dispositivo de ‘lavado de cerebros’ y de propaganda conservadora que con tanto esmero practican las clases dominantes de las metrópolis y sus secuaces en la periferia”.
Hay dos preguntas importantes, que resaltan en el texto: ¿Cómo fue que ese muchacho tan talentoso y crítico de la realidad de Nuestra América, militante del PC de su país, derrapó para convertirse en el más descollante intelectual orgánico y paradigmático del neoliberalismo? ¿Cómo fue que Vargas Llosa se transformó en paladín de la ideología capitalista y responde actualmente a las estructuras tradicionales y a los intereses constituidos?
“Vargas Llosa dejó de ser un marxista, según su criterio y convicción, sino que, al convertirse en un converso confeso y apasionado por su nueva verdad, se transformó en implacable enemigo de las luchas sociales de los pueblos que tratan de liberarse de las cadenas de la colonialidad que ha impuesto el liberalismo”.
Sin duda alguna, “Vargas Llosa es hoy por hoy el más importante intelectual público de la derecha en el mundo hispanoparlante y tal vez uno de los de mayor gravitación a nivel mundial. Su incansable labor como propagandista de las ideas liberales a lo largo de casi medio siglo y la formidable difusión de sus escritos, convirtieron al peruano en el profeta mayor del neoliberalismo contemporáneo”.