México y Cuba, estrechar los lazos. Cristóbal León Campos
La histórica relación entre Cuba y México llega hasta nuestros días con una nueva etapa, que, pese a quien le pese, abre un panorama reformador de lo que se vivió en los últimos sexenios de gobierno en nuestra nación. La reciente visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la isla caribeña, permite reactivar los deseos de una integración más profunda y duradera, cuya base sean los ideales de próceres como Simón Bolívar, Benito Juárez y José Martí, pero también de grandes revolucionarios como Emiliano Zapata, Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, entre muchos y muchas más.
Ya desde hace unos meses atrás, AMLO había efectuado lo que consideramos “una gran jugada geopolítica”, al haber invitado al mandatario cubano en el marco de la conmemoración 211 de la Independencia mexicana, en pleno contexto de la pandemia de Covid-19 y de una serie de agresiones conservadoras y contrarrevolucionarias dirigidas a desestabilizar ambas naciones. En esa ocasión, el lamento de la derecha no se hizo esperar presentando ataques y descalificaciones infundados a la vinculación entre gobiernos. Ahora, el panorama no es tan diferente, al contrario, Cuba ha vivido una serie de ataques contrarrevolucionarios orquestados por organismos imperialistas que han tratado -sin éxito- de gestar un movimiento para derrocar a la Revolución; por ello, durante su mensaje, el gobernante de México señalo sin casualidad que: “yo nunca he apostado, no apuesto, ni apostaré al fracaso de la Revolución cubana, a su legado de justicia y a sus lecciones de independencia y dignidad. Yo nunca voy a participar con golpistas que conspiran contra los ideales de igualdad y fraternidad universal”.
Las palabras de López Obrador -que acompañan el urgente señalamiento de que el gobierno imperialista de los Estados Unidos debe levantar de manera inmediata el genocida bloqueo contra Cuba- vienen a refrescar la relación diplomática de manera más puntual, pues aún pervive en la memoria aquel absurdo e ingenuo “comes y te vas” (2002) que el reaccionario Vicente Fox quiso aplicar al genio de Fidel, quedando el primero expuesto en toda su torpeza. El contexto actual de la visita diplomática no dista tanto del primer encuentro en México, ya que al igual que la Revolución cubana ha resistido embates de todo tipo, la actual administración federal de AMLO se ve en un periodo de constantes señalamientos que vienen desde los sectores más reaccionarios del país -aunque claro, también hay señalamientos muy verdaderos de los sectores de izquierda que ven con preocupación las políticas implementadas-, estos grupos con aspiraciones neofascistas han utilizado todo tipo de artimañas para tratar de desprestigiar al Presidente, cayendo en verdaderas digresiones de la razón.
La propuesta de integración entre naciones es plausible y de reconocerse, ambos países requieren la colaboración regional para hacer frente a la crisis económica mundial y al constante asedio del interés monopólico del imperialismo; también es importante señalar sin titubeos, que la única posibilidad real de integración americana junto a los Estados Unidos, requiere en primer término, además del final del bloqueo genocida, el fin del carácter imperialista del gobierno yanqui, pues los imperios únicamente cuidan sus intereses, y pensar lo contrario no solo sería utópico, sino absurdo. En este sentido, debe reconocerse el señalamiento de López Obrador cuando mencionó que: “no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto en asuntos de derechos humanos y democracia”. El fin de la injusticia en la región requiere el fin de todo organismo que la sostenga.
El puente gubernamental está trazado, ahora toca a los pueblos estrechar más los lazos históricos de solidaridad e internacionalismo que los caracteriza, para procurar el bienestar de toda Nuestra América.