ArtículosDestacadosExtremo OrienteFondo documentalImperialismo, resistencias e internacionalismo

Nosotras Acusamos (Informe del Comité de la Federación Democrática Internacional de Mujeres en Corea, 16-27 de mayo, 1951)

En estos días en los que, a pesar de Estados Unidos, parece avanzar un acercamiento entre las mal llamadas dos Coreas, desde el FAI os acercamos el informe del Comité de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM), organización mundial creada en 1945 por luchadoras antifascistas de todos los continentes y víctimas de las guerras imperialistas en todas sus formas.

Este informe elaborado por una comisión de observadoras internacionales de muchos países, aunque de una gran crudeza, es muy necesario para conocer de primera mano las atrocidades norteamericanas cometidas en la invasión a Corea, también para entender cómo diferentes departamentos de la ONU silenciaron e hicieron oídos sordos a este y otros informes que les fueron presentados en la época. 

Con este silencio y complicidad de la ONU y otros organismos, se llevaba a cabo la primera gran invasión imperialista de Estados Unidos (tomando el relevo del Reino Unido) utilizando a los organismos del Derecho Internacional para legitimar su actuación en nombre de los derechos humanos. 

El informe ha sido traducido al español por nuestro compañero Mikel Vivanko, miembro del Grupo de Trabajo de Corea del FAI y Delegado Oficial de la KFA. 

Antes del informe de la FDIM, os mostramos una imagen del famoso cuadro que Pablo Picasso pintó en 1951, la Masacre de Corea, inspirado en la obra de Goya (1814) sobre los fusilamientos de civiles en Madrid el 3 de mayo de 1802. En el cuadro observamos las ruinas al fondo, el río que parte Corea en dos y las atrocidades a las víctimas, principalmente mujeres y niños. Al igual que el cuadro un buen resumen de lo ocurrido podrían ser las declaraciones del general Emmett O’Donnell, ante el Senado norteamericano; “Yo diría que toda la península coreana, toda, es una espantosa ruina. Todo ha sido destruido. No queda en pie nada digno de ser nombrado”.


Informe:

 

La Delegación

Comisión Internacional para la investigación de atrocidades de guerra cometidas en Corea.

Habiendo recibido la invitación de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, hemos sido delegadas por diferentes organizaciones de mujeres, algunas de ellas miembros de FDIM y otras no, para unirse a una Comisión Internacional de Mujeres que investigará las atrocidades cometidas por los norteamericanos y por las tropas de Syngman Rhee (presidente surcoreano) en Corea. Representamos a diecisiete países de Europa, América, Asia y África.

Las miembros de la Comisión son:

– Nora K. Rodd (Canadá), presidenta.

– Liu Chin-yang (China), vice-presidenta.

– Ida Bachmann (Dinamarca), vice-presidenta.

– Miluse Svatosova (Checoslovaquia), secretaria.

– Trees Soenito-Heyligers (Holanda), secretaria asistente.

– Dra. Monica Felton (Gran Bretaña).

– Maria Ovsyannikova (URSS).

– Bai Lang (China).

– Li K’eng (China).

– Gilette Ziegler (Francia).

– Elisabeth Gallo (Italia).

– Eva Priester (Austria).

– Hilda Cahn (República Democrática Alemana).

– Lilly Waechter (República Federal Alemana).

– Dra. Germaine Hannevard (Bélgica).

– Li-thi-Quê (Vietnam).

– Candelaria Rodríguez, Dra. en Derecho (Cuba).

– Leonor Aguilar Vázquez, Dra. en Derecho (Argentina).

– Fatma ben Sliman (Túnez).

– Abassia Fodil (Argelia).

– Pak Den Ai (Corea).

– Kate Fleron Jacobsen (Dinamarca), observadora.

– Ilyana Dirnitreva (URSS), intérprete.

– Laia Fierovskaya (URSS), intérprete.

Nosotras, mujeres de diferentes países, de diferentes nacionalidades, de diferentes creencias religiosas y diferentes puntos de vista políticos, algunas de nosotras miembros de diferentes partidos políticos y otras sin partido o afiliaciones, teníamos una tarea común: informarles de manera concienzuda y veraz a las mujeres que nos delegaron esta Comisión y a todas las personas corrientes y amantes de la paz del mundo, los hechos tal y como los hemos visto. Todos los actos que figuran a continuación, las cifras y otros datos mencionados en este documento, han sido recogidos personalmente por las componentes de la Comisión. Estos hechos están todos de acuerdo con las evidencias que las mujeres vieron con sus propios ojos, y con declaraciones dadas por testigos oculares y funcionarios en Corea.

El informe en sí fue completado y firmado entre el 16 y el 27 de mayo de 1951, en territorio coreano, en algún lugar cerca de Pyongyang.

 

Declaración

Después de las observaciones hechas por las miembros de la Comisión en diferentes partes de Corea, la Comisión ha llegado a las siguientes conclusiones:

El pueblo de Corea está sometido por ocupantes estadounidenses a una despiadada y metódica campaña de exterminio que está en contradicción no sólo con los principios de la humanidad, sino también con las reglas de guerra establecidas, por ejemplo, en los Convenios de La Haya y de Ginebra. Esto está siendo hecho de las siguientes maneras:

a) Por la destrucción sistemática de alimentos, tiendas de alimentos y fábricas de alimentos. Bosques y cosechas maduras son quemadas sistemáticamente por bombas incendiarias; los árboles frutales son destruidos y los campesinos que trabajan en sus campos con sus animales son asesinados por disparos de ametralladora efectuados desde aviones en vuelo rasante. Por estos medios, el conjunto de la gente de Corea está condenada a la inanición.

b) Por la destrucción sistemática de una ciudad tras otra, de una aldea tras otra, muchas de las cuales no podrían considerarse, ni haciendo un esfuerzo de imaginación, como objetivos militares o incluso centros industriales. El objetivo de la destrucción sistemática es, claramente y en primer lugar, romper la moral de la población coreana; y en segundo lugar, desgastarlos físicamente. En estas incesantes redadas, viviendas, hospitales, escuelas, etc., están siendo destruidas deliberadamente. Incluso ciudades que ya se han convertido en montones de cenizas y en las que los habitantes que sobreviven se ven obligados a vivir en refugios, continúan siendo bombardeadas.

c) Empleando sistemáticamente contra los habitantes pacíficos las armas prohibidas por las convenciones internacionales, es decir, bombas incendiarias, bombas de gasolina, bombas de napalm, bombas de tiempo, y también disparando constantemente a civiles desde aviones en vuelo rasante.

d) Exterminando atrozmente a la población coreana en los distritos temporalmente ocupados por los estadounidenses y las fuerzas de Syngman Rhee; en el período de ocupación, cientos de miles de civiles, familias enteras, desde viejos hasta niños pequeños, han sido torturados, golpeados hasta la muerte, quemados y enterrados vivos. Miles de otros han perecido por hambre y frío en prisiones superpobladas en las que fueron arrojados sin cargos presentados contra ellos, sin investigación, ni juicio, ni sentencia.

Estas torturas masivas y asesinatos en masa superan los crímenes cometidos por los nazis de Hitler en tiempos de la ocupación en Europa.

Las pruebas aportadas por todos los civiles cuestionados señalan que casi todos estos crímenes fueron perpetrados por soldados y oficiales de los EE. UU., o por orden de oficiales de los EE. UU. Por tanto, la plena responsabilidad de estas atrocidades recae en el Comando Supremo de los Estados Unidos en Corea, es decir, en el General MacArthur, el general Ridgeway y otros comandantes de las fuerzas invasoras que se hacen llamar Fuerzas de la ONU. Aunque estas atrocidades se han realizado bajo el mando de generales de campo, la plena responsabilidad de ellas también debe recaer en los gobiernos que enviaron sus tropas a Corea y a sus representantes en la ONU, los cuales dieron sus votos a favor de la guerra en Corea.

La Comisión expresa su convicción de que los responsables de los delitos cometidos contra los coreanos deben ser acusados de criminales de guerra como se define en la Declaración Aliada de 1943, y deben por tanto ser procesados por los pueblos del mundo, tal como se define en la misma Declaración.

La Comisión hace un llamamiento a todos los pueblos del mundo en nombre de la humanidad común para que insten por todos los medios posibles a poner fin a la guerra en Corea sin demora, y para que las tropas extranjeras invasoras se retiren inmediatamente de Corea.

La Comisión también insta a todos los pueblos del mundo a organizar ayuda inmediata para el pueblo coreano, amenazado por el hambre y la enfermedad como resultado de los atroces crímenes cometidos por las fuerzas invasoras americanas en territorio coreano.

La Comisión solicita a la Federación Democrática Internacional de Mujeres que envíe este documento a los Gobiernos de todos los países del mundo, a todas las organizaciones de mujeres de todo el mundo, independientemente de si son miembros de la Federación o no, al Consejo Mundial de la Paz, a todas las organizaciones que luchan por la paz, a todas las organizaciones humanitarias y líderes públicos, independientemente de su opiniones políticas o religiosas, que aprecien la causa de la paz.

La Comisión solicita con urgencia a la FDIM que reenvíe el informe de la Comisión para la investigación de las atrocidades cometidas por las fuerzas de EE. UU. y Syngman Rhee en Corea, a la Organización de las Naciones Unidas.

Firmado en Corea por todas las delegadas. 27 de mayo de 1951.

 

CAPÍTULO I

La Comisión visitó Sinyju, una ciudad en la frontera entre Corea y China. Esta ciudad ha sido casi completamente destruida. Todas las construcciones que quedan están destrozadas. La ciudad ha sido bombardeada muchas veces, pero la mayor parte del daño se hizo en tres incursiones: la noche del 8 de noviembre de 1950, y el 10 y 11 de noviembre. El día en que la Comisión visitó Sinyju hubo tres alertas.

Según declaraciones oficiales de los representantes del Comité Popular de la ciudad de Sinyju, en julio de 1950 había 126.000 habitantes viviendo y trabajando en 14.000 edificios. La comisión fue informada de que la ciudad no tenía industrias que -contribuyeran de alguna manera a la producción de guerra. Tenía solo industria ligera: el procesamiento de soja y tofa (un derivado de la soja), fabricación de calzado, fósforos, sal y palillos. El 8 de noviembre de 1950, la ciudad fue bombardeada por 100 aviones adscritos a las llamadas Fuerzas de la ONU en Corea. En esta ocasión, 2.100 edificios estatales y municipales fueron destruidos de un total de 3.017; de más de 11.000 viviendas, 6.800 fueron destruidas. Más de 5.000 habitantes fueron muertos, de los cuales aproximadamente 4.000 eran mujeres y niños. De 17 escuelas primarias, 16 fueron destruidas, y 12 de las 19 escuelas secundarias de la ciudad también fueron destruidas por bombas incendiarias. De 17 iglesias de diferentes denominaciones, solo quedaron dos. Dos hospitales municipales fueron destruidos por bombas incendiarias, aunque cada uno de ellos tenían marcados en el tejado una gran cruz roja, de acuerdo con lo dispuesto en la Convención Internacional. Los miembros de las Comisión vieron estas cruces en los restos que quedaron de los tejados. En un hospital ardieron hasta la muerte 26 pacientes a causa de las llamas de las bombas incendiarias.

Se le dijo a la Comisión que cuando la iglesia protestante más grande recibió un golpe directo, 250 personas murieron. Entre otros episodios, se informó a la Comisión de 30 madres con sus hijos e hijas que murieron mientras estaban a cubierto tras el bombardeo de un comedor municipal. En el densamente poblado distrito del mercado, 2.500 personas fueron muertas y otras muchas heridas. El número total de heridos en Sinyju el 8 de noviembre fue de 3.155. Miembros de la Comisión examinaron los restos de bombas que se estaban extrayendo de los escombros y tomaron nota de las siguientes marcas: «Amm. (munición) Lot (lote) RN 14-29 shell (casquillo) MJ for (para) M2 a (un) MFL 1 Lot-GL-2-1 16 1944 MJBCA 2 ACT 464».

La abrumadora mayoría de los habitantes vive en excavaciones hechas de tierra sujeta con trozos de madera que se han podido rescatar de los escombros. Algunas de estas excavaciones tienen techos de tejas y madera, también rescatadas de edificios destruidos. Otros viven en bodegas que permanecieron después del bombardeo, y otros en tiendas de campaña dentro de las estructuras de edificios destruidos, y en chozas de ladrillo y escombros. Algunas miembros de la Comisión visitaron una de estas chozas, que estaba habitada por la familia de Kwon Mun-Su. La familia estaba formada por una madre, un padre y tres hijos pequeños. La choza estaba dividida en secciones, una para vivienda y dormitorio y la otra para cocinar; la vivienda mide 3 por 2 metros, y el espacio para cocinar medio metro por 3 metros. Los miembros de la familia fueron considerados afortunados por los vecinos, tanto debido a la cantidad de espacio que tenían como a que contaban con una manta.

Las evidencias recibidas indican que los tres ataques más grandes consistieron principalmente en el lanzamiento de muchas bombas incendiarias; las miembros de la Comisión no pudieron entender al principio por qué el daño había sido tan extenso. Pesquisas extraídas tanto de funcionarios municipales como de miembros del servicio público que se reunieron en una conversación informal mostraron el motivo. Todos los que fueron entrevistados declararon que, cuando la primera oleada de bombas hubo sido lanzada, aquellos que salieron a la calle para intentar apagar los incendios fueron sistemáticamente ametrallados por aviones volando a baja altura.

La quema casi total de la ciudad fue causada por el sistemático ametrallamiento de civiles que intentaban apagar los fuegos. Una mujer del pueblo, Chang Yun-Cha, declaró que su padre y su esposo fueron asesinados por disparos de ametralladora efectuados desde aviones de bajo vuelo cuando intentaron ir a buscar agua para extinguir los incendios de sus casas. Otra mujer, Kim-In-Tan, dijo que perdió a sus tres nietos y a su hija en el ataque del 8 de noviembre. Los niños fueron asesinados por disparos de ametralladora desde aviones de bajo vuelo mientras huían de sus hogares en llamas. Le dispararon a la hija después de haber arrastrado a su hermano menor lejos del fuego. Kim Hon-Yun afirma que su esposa fue asesinada por disparos de ametralladora mientras salía corriendo de su casa incendiada por las bombas.

En el curso del viaje de Sinyju a Pyongyang, la Comisión observó que las ciudades y
aldeas habían sido completamente o casi completamente destruidas. Las localidades eran Namshi, Chengchu, Anju, Sukchen y Sunan. Las aldeas en ruinas eran demasiadas como para ser enumeradas todas. Lo anterior fue firmado por todas las delegadas el 18 de mayo de 1951.

CAPÍTULO II

La Comisión en Pyongyang, la capital temporal de la República Popular Democrática de Corea.

Antes de la guerra, Pyongyang tenía una población de 400.000 habitantes. Había muchos grandes edificios modernos construidos en ladrillo y hormigón armado. También había muchos bloques de pisos modernos que, como se puede ver de entre los restos, estaban completamente equipados con modernos métodos de calefacción y saneamiento.

La ciudad también tenía un gran número de fábricas. Las industrias principales eran la fabricación de textiles, calzado, diversos productos alimenticios, tabaco, vino, cerveza y fertilizantes.

Entre sus edificios principales, Pyongyang contaba con una ópera, nueve teatros, 20 cines y una universidad moderna, que había sido construida y equipada después de 1945; también 73 escuelas primarias, 20 escuelas secundarias, seis institutos de educación superior y cuatro escuelas técnicas. También había veinte escuelas para adultos y un gran instituto politécnico, que casi se había completado cuando estalló la guerra.

La ciudad es ahora una ruina total. La mayoría de las zonas más antiguas están arrasadas, pero aquí y allá solo las paredes de las casas destruidas se destacan contra una masa de cenizas y escombros. Algunos de los modernos edificios aún se mantienen en forma de esqueleto, sin techo y sin paredes internas; otros no tienen más que unos pocos
muros fragmentarios que indican dónde se encontraban los edificios. De los edificios mencionados anteriormente, muchas iglesias fueron destruidas, además de todos los hospitales de la ciudad. Miembros de la Comisión examinaron las ruinas
de la escuela primaria más grande de la ciudad. En una de las paredes exteriores estaba marcada la inscripción «Reservado para la Artillería de Campo número 77». El ochenta por ciento de la ciudad fue, según comprobó la Comisión, destruida cuando los estadounidenses abandonaban la ciudad (es importante tener en cuenta que los estadounidenses la evacuaron sin que hubiese combate, destruyendo la ciudad sistemáticamente y de acuerdo a un plan). La destrucción fue virtualmente del cien por cien. Pero a pesar de esto el bombardeo aún continúa. En la ocasión en que la Comisión pasó todo un día en la ciudad, hubo cinco alertas, y en el transcurso del mismo día, tres bombas de tiempo, que fueron lanzadas aproximadamente una semana antes, explotaron a intervalos de 10 minutos a corta distancia del lugar donde las miembros hablaban con representantes de organizaciones locales.

Las miembros pudieron conocer algo sobre los métodos por los cuales la ciudad había sido destruida. Les dijeron que la ciudad había sido atacada desde el comienzo de la guerra. La peor de estas incursiones se llevó a cabo el 3 de enero de 1951. En esa ocasión, la ciudad fue bombardeada por 80 B-29 estadounidenses. Llegaron en oleadas, a intervalos de 15 o 20 minutos, a partir de la tarde del día 3, continuando hasta el mediodía del día siguiente. El ataque comenzó con incendiarias. Luego vinieron una serie de bombas que fueron descritas como globos llenos de gasolina. A continuación, una ola de explosivos de alta potencia, y después una serie de incendiarias intercaladas con bombas de tiempo. Los fuegos causados por las incendiarias, y las explosiones causadas por las bombas de tiempo, impidieron sistemáticamente a los habitantes realizar cualquier tipo de trabajo de rescate, con lo que innumerables personas que fueron enterradas vivas finalmente murieron de asfixia. Muchos de los cuerpos aún no han sido desenterrados.

Entre los edificios destruidos el 3 y el 4 de enero se encontraban la mayoría de los hospitales de la ciudad. Estos hospitales tenían techos planos, y cada uno estaba marcado con una gran cruz roja que se estimaba era visible desde una altura de 6.000 a 8.000 metros. Cada uno de estos hospitales recibió al menos un impacto directo. Las miembros de la Comisión vieron los restos del Hospital Regional y examinaron tres grandes cráteres, dos de ellos de aproximadamente cuatro metros de profundidad, y uno de siete metros de profundidad. Se nos dijo que el Hospital Central de la Ciudad había sido destruido por los bombarderos que llegaban hasta una altura de 30 metros en caída picada.

Ya se ha dicho que no todos los edificios de la ciudad fueron destruidos por los bombardeos. De hecho, muchos de ellos fueron volados con explosivos o incendiados por las tropas estadounidenses cuando se iban retirando. Entre los edificios destruidos de esta manera estaban la Universidad Kim Il Sung, la escuela secundaria de niños, la Casa de la Ópera, instituciones municipales, la mayoría de las fábricas de alimentos y todas las instituciones gubernamentales. También se informó a la Comisión que cuando las tropas estadounidenses abandonaron la ciudad, incendiaron sistemáticamente todos
los tranvías de la ciudad. Se dijo que también volaron varios puentes y el sistema de agua principal.

A las afueras de la ciudad, las miembros de la Comisión vieron las ruinas del famoso templo de Buda, Yen Myen Sa, que se encuentra en la cima de una colina con vistas a una amplia extensión del río. Este templo, el cual ha sido objeto de veneración por parte del pueblo coreano durante veinte siglos, también fue destruido por los bombardeos;
y, a juzgar por la situación del templo, que se encuentra en un parque abierto, es difícil creer que los bombarderos estuvieran apuntando a cualquier otro objetivo. Según los testimonios de testigos oculares, el templo estaba intacto cuando las tropas estadounidenses se retiraron de Pyongyang en diciembre de 1950. El 3 de enero de 1951, sin embargo, los aviones lanzaron contra el templo una gran cantidad de bombas incendiarias y de alto explosivo, y recipientes llenos de un agente incendiario.

Las miembros también visitaron el célebre museo de la ciudad, que, aunque escapó a la destrucción, sus tesoros habían sido robados, incluyendo dos famosas estatuas de Buda, las cuales tienen una antigüedad de más de dos mil años. El Sr. Ri Ye-Seng, eminente arqueólogo, mostró a las miembros una larga lista de los artículos saqueados. Añadió también que lo único que dejaron los estadounidenses fueron unas copias de frescos coloreados a mano de un valor incalculable, que se habían descubierto en treinta tumbas antiguas de Corea del Norte. Seis de estas tumbas fueron utilizadas para torturar a mujeres coreanas, y los frescos fueron destruidos cuando las tumbas fueron voladas con granadas de mano.

Se informó repetidamente a la Comisión de casos de ataques de artillería contra civiles desde el aire. (Ellas mismas se vieron obligadas a refugiarse en una zanja estando en campo abierto, a causa del ataque de aviones en vuelo rasante que estaban rociando con fuego de ametralladora campos donde trabajaban campesinos. Esto ocurrió a varios
cientos de kilómetros del frente, y muy lejos de cualquier ciudad u objetivo militar). Caminando a través de los escombros de Pyongyang, las miembros encontraron muchos proyectiles usados de ametralladoras de aviones, que yacían entre los restos de edificios. También encontraron evidencia del uso de nuevas armas destructivas. Una
de ellas es una bomba que, cuando llega al suelo o entra en contacto con un edificio, se abre sin explotar. Al abrirse, arroja una masa de alguna sustancia que se adhiere a los ladrillos, a la madera o a cualquier otro material con el que entra en contacto y que, tan pronto como es golpeada por la luz del sol, estalla en llamas para luego prender fuego a todo un edificio.

Ya se ha hecho referencia al uso de globos de gasolina. Miembros de la Comisión inspeccionaron los restos de uno de esos misiles. Medía unos 3 metros de largo, 1 metro de ancho y tenía una altura cónica de 50 cm es su punto más estrecho y 1 metro en su punto más ancho. Las marcas en el globo eran solo parcialmente legibles. Las marcas legibles eran: PA RA contract (contrato) HOAF 33/5077-40 -OaN4 888. Se informó a las miembros de que, aparte del uso de bombas de este tipo en Pyongyang y en otras ciudades, la misma arma había sido utilizada el año pasado durante la temporada de cosecha para destruir los cultivos maduros que se encuentran en los campos, y que el daño que se hizo a los suministros de alimentos de esta manera fue inmenso.

Las bombas de tiempo, a las que ya se ha hecho referencia, también parecen ser de un nuevo tipo, y los detonadores que las activan no pueden ser encontrados y eliminados.

Las miembros de la Comisión también encontraron una carcasa de bomba marcada como «high explosive (explosivo de alta potencia) GB 5143». Esta bomba fue una de las utilizadas para destruir el santuario de Mo Ran Bon.

Los supervivientes que viven en Pyongyang viven en refugios de construcción primitiva, o en refugios que se las han arreglado para construir en bodegas o entre los muros que han quedado en pie de edificios bombardeados. Las miembros de la Comisión, que se dividieron en cuatro grupos para este fin, pasaron casi cuatro horas visitando diferentes secciones de la ciudad, y ninguna de ellas, en el transcurso de este recorrido, vio una sola casa que todavía tuviera cuatro paredes y un techo. Sin embargo, se encontraron con una serie de familias cuyos miembros supervivientes vivían entre los escombros. Por ejemplo, la familia de Kang Bok-Sen, consistente en cinco personas en total, incluido un niño de 3 años y otro de 8 meses, fue encontrada viviendo debajo de la sede destruida de la Federación de Mujeres Demócraticas de Pyongyang. Esta excavación mide aproximadamente un metro por dos, y los miembros de la familia tienen que deslizarse por un estrecho espacio de tres metros de profundidad para llegar a este refugio, que es su único espacio habitable. Los límites del espacio son demasiado bajos como para que un adulto pueda ponerse de pie.

Las miembros vieron lo suficiente como para concluir que este refugio era típico y no excepcional, y sería posible citar muchos más casos de familias que viven en condiciones similares.

La hija de Kang Bok-Sen, que vive en este refugio, dijo a la Comisión que los estadounidenses habían convertido la Ópera y los restos de la casa contigua en un burdel para su ejército. A este burdel se llevaron por la fuerza a mujeres y a chicas jóvenes que atrapaban en las calles. Como ella temía un destino similar, dejó su refugio durante 40
días. El esposo de una amiga suya, Ri San-Sen, fue golpeado por los estadounidenses porque escondió de ellos a su esposa. Un habitante de Pyongyang, Kwon Son-Don, trabajador de 66 años de otra parte de la ciudad, confirmó esta declaración.

Muchos otros residentes de Pyongyang relataron atrocidades cometidas por los estadounidenses.

Kim Sun-Ok, de 37 años, madre de cuatro hijos asesinados por una bomba, declaró que fue evacuada de la aldea de Chonsang-ri después de que su casa fuese bombardeada el 3 de julio de 1950. Allí vio a 37 personas asesinadas por los estadounidenses, entre ellas la secretaria de la organización local de mujeres. Los americanos la llevaron desnuda
por las calles y luego la mataron introduciendo una barra de hierro al rojo vivo por su vagina. Su hijo pequeño fue enterrado vivo.

Lo anterior fue firmado por todas las delegadas el 21 de mayo de 1951.

 

CAPÍTULO III

Las miembros de la delegación visitaron la provincia de Whang-Hai y las ciudades de Anak y Sinchen. Las que participaron en esta visita fueron Eva Priester (Austria), Li Keng (China), Candelaria Rodríguez (Cuba), Nora K. Rodd (Canadá), Maria Ovsyannikova (URSS) y Monica Felton (Inglaterra).

Las miembros de la Comisión establecieron que en toda la provincia de Whang-Hai 120.000 personas habían sido asesinadas por los ejércitos de ocupación, además de los muertos por ataques aéreos. En el pueblo de Anak, 19.092 personas fueron asesinadas por las fuerzas estadounidenses, británicas y por las tropas de Syngman Rhee. En la ciudad de Anak, los miembros de la Comisión visitaron un edificio que antes de la guerra había sido una tienda contigua a la casa de un campesino, y que había sido convertida en una prisión por las fuerzas estadounidenses. Consistía en cinco celdas, midiendo cada una aproximadamente 4 metros de largo por 3 de ancho. Testigos que estuvieron encarcelados en estas celdas dijeron que estaban tan llenas que era imposible sentarse.

Una campesina, Han-Nak, vecina del 194 de la calle Sun San Ri, informó a las miembros que su esposo, Kim Bon Quan y el hermano de su esposo, Kim Bon Kyon, fueron arrestados el 10 de noviembre de 1950 y llevados a esta prisión. Los arrestos fueron hechos por dos soldados estadounidenses acompañados por cuatro de las fuerzas de Syngman Rhee. La mujer escapó y logró esconderse. Ella declaró que tanto su
marido, su cuñado y los otros prisioneros eran todos campesinos o trabajadores, y ninguno de ellos era un funcionario de cualquier tipo o miembro del Partido. Muchos niños, los más pequeños de dos años de edad, fueron llevados a esta prisión con sus madres. Los presos fueron confinados durante quince días sin comida, y fueron golpeados con barras de hierro. Se informó a las miembros de que estas palizas fueron llevadas a cabo por tropas de Sygnman Rhee con un oficial de Estados Unidos al mando. El 25 de noviembre de 1950, los prisioneros, incluyendo mujeres y niños, fueron llevados a las colinas y enterrados vivos en trincheras.

Otro testigo, un anciano llamado Kim San-Yen, que vivía en el 172 de la calle Se San Ri, dijo que habían arrestado a toda su familia de 12 personas, incluida su esposa, su hijo, la esposa de su hijo y su hijo de dos años. Al principio él mismo no pudo descubrir lo que les había sucedido. Más tarde supo que habían sido llevados a las colinas y asesinados. Después de la liberación de la ciudad, fue a buscar sus cuerpos y encontró restos de su hijo y de la esposa de su hijo atados con cuerdas. Ninguno de los cuerpos tenía heridas, y Kim San-Yen, por lo tanto, concluyó que habían sido enterrados vivos. Declaró que su hijo, que trabajaba en una tienda estatal, había sido arrestado porque era un trabajador de choque. Él mismo fue arrestado el 18 de octubre, pero liberado el 29 de octubre. Dijo a las miembros de la Comisión que siempre había sido un hombre religioso, y que había esperado que los estadounidenses, que eran un pueblo cristiano, se comportarían bien. No podía creer que los estadounidenses, como cristianos, pudieran cometer tales atrocidades.

Las miembros de la Comisión visitaron luego otra prisión. Aquí también se les dijo que no había espacio para los prisioneros, ya fuera para sentarse o acostarse. A los miembros se les mostró un instrumento usado para golpear a los prisioneros, que identificaron como un bate de béisbol estándar del ejército de EE. UU. (se llevó como prueba). Marcas de sangre se podían ver claramente en el corredor fuera de las celdas.

Una mujer, Shoy Um-Bok, del 187 de la calle San-Nai Ri, declaró que su esposo y su hijo habían sido confinados en esta prisión y luego asesinados. La esposa de su hijo fue golpeada tan severamente que todavía está postrada en una cama. Un niño,
Pak Chan-Oi, de 9 años de edad, declaró que su padre, Pak Pyan-Su, de 46, también fue asesinado. Cuando se le preguntó quién mató a su padre respondió: «los americanos». El niño y su madre también fueron arrestados y confinados en esta prisión. Se les dijo que serían asesinados, pero fueron liberados por el Ejército Popular de Corea. La madre les dijo a las miembros que había sido torturada metiéndole agujas de tejer al rojo vivo entre las uñas. Miembros de la Comisión observaron las marcas de la desfiguración en sus dedos. La testigo declaró que cuando la llevaron a ser torturada vio a personas siendo arrojadas vivas a un pozo en el patio exterior.

Las miembros de la Comisión inspeccionaron este pozo, que era un pozo sin usar. Estaba rodeado por un muro de hormigón de unos 60 cm de alto y alrededor de 1 metro de diámetro. Parecía tener unos 7 u 8 metros de profundidad, y a la fuerte luz de la mañana se podían ver claramente restos humanos en el fondo. Las miembros observaron
cerca de la superficie el cuerpo de un niño, con un abrigo oscuro con botones brillantes.

Las miembros fueron entonces llevadas a un sitio a unos 2 km del pueblo donde, en una ladera situada en campo abierto, muchas de las personas de la ciudad habían sido enterradas. Algunas en pequeños grupos, y otras en masa, en fosas comunes. Las tumbas se habían abierto para permitir a las miembros inspeccionar los restos. Una tumba era para los niños, y aquellos cadáveres que eran identificables habían sido sacados en el momento de la liberación para el entierro privado. Los cuerpos que quedaron estaban demasiado mutilados como para identificarlos. Aparte de estos restos, las miembros pudieron ver zapatos de niños, mechones de pelo de mujeres y pequeños objetos personales, además de las cuerdas con las que la gente había sido atada. Otra gran tumba estaba llena de cuerpos adultos. Una testigo, Huan Sin-Ya, declaró que su madre había sido enterrada viva, pero que había logrado desenterrarse. Fue posteriormente capturada y enterrada nuevamente. En la misma tumba, se nos dijo que 450 personas fueron enterradas. Existen veinte tumbas en esta ladera, y se les dijo a las miembros que unas doce de estas laderas habían sido usadas para ese mismo fin.

Luego, las miembros estuvieron con muchas mujeres del distrito. Una era una niña de once años, llamada Kim Sen-Ai, de la aldea de On-Gun Ri, a 32 km de Anak. Dijo que estaba en la escuela cuando los estadounidenses vinieron a su aldea y la encarcelaron con sus padres. Después de doce días, su padre fue crucificado y arrojado a un río. La madre de la niña era miembro del Partido del Trabajo, y nos contó que por ello le habían cortado los pechos. La hermana de cuatro años de esta misma niña fue enterrada viva. La propia niña está ahora en una escuela para huérfanos, y al enterarse por su maestra de que la Comisión estaba visitando el distrito pidió ser recibida para dar evidencia.

Otra niña, Shin Soon-Dza, que también tenía once años y estaba en la misma escuela que Kim Sen-Ai, declaró que ella y su madre fueron evacuadas de su hogar cuando los estadounidenses se acercaban, pero fueron perseguidas y capturadas. Cuando se negaron a responder fueron golpeadas, y su madre y su hermana fueron asesinadas a tiros. La propia niña escapó, pero fue de nuevo capturada, encarcelada y golpeada por los estadounidenses. Las miembros vieron las profundas cicatrices que aún tenía en la cabeza.

Ok Bun-Dzen, una chica de 16 años del pueblo de Won-On-Ri, dijo que su padre y su madre fueron arrestados, liberados y vueltos a arrestar. Sus cabezas fueron cortadas y arrojadas al río. Este acto fue presenciado por toda la aldea, incluida ella misma. Posteriormente, fue encerrada en una prisión donde únicamente había espacio para que la gente estuviese de pie. Cuando el bebé de una mujer cercana comenzó a llorar, los norteamericanos lo mataron con bayoneta. Una mujer, Sim Tong-Bin, que venía del pueblo de Wu-Se-Ri, a 8 km de Anak, declaró que los estadounidenses habían matado a su esposo, a su suegro, a su suegra y a su cuñada. Todos ellos fueron fusilados y, cuando parecían estar vivos después del tiroteo, con la excepción del padre de familia, fueron rematados con bayonetas. El suegro fue enterrado vivo. Ok Eu-Plan, una mujer de 49 años que vivía en la calle Yo-Nam número 40, en Anak, declaró que su hijo de veinticinco años fue arrestado por los estadounidenses y golpeado con barras de hierro, y aunque su cabeza estaba malherida sobrevivió, y fue enterrado vivo. A la nuera de esta mujer la metieron en un saco y la golpearon, y luego tiraron el saco. La suegra logró encontrar y rescatar a su nuera, pero la víctima todavía está en la cama y es incapaz de moverse.

Una joven llamada Tsen Hwa-Uk, de la aldea de Che-Do Ri, a 20 km de Anak, declaró que había sido arrestada por los estadounidenses y, junto con otras 19 personas, se la llevaron para ser fusilada. Ella misma recibió un disparo en el hombro, los demás fueron arrojados al río. Ella y otra mujer, Li Hi-Dzin, de 40 años, lograron liberarse mutuamente y nadaron juntas una distancia de unos seis kilómetros. Li Hi-Dzin murió de sus heridas, pero Tsen Hwa-Uk logró llegar a una cueva donde se escondió durante tres meses y medio hasta la llegada del Ejército Popular de Corea. Mostró a los miembros de la Comisión tres marcas de balazos en su hombro izquierdo. También afirmó que en su aldea más de cien personas habían sido asesinadas.

En el transcurso del viaje, los automóviles de la Comisión fueron detenidos en varias ocasiones por los habitantes de las aldeas por las cuales pasaron, y la gente relató muchos casos de los sufrimientos que habían soportado a manos de las fuerzas estadounidenses.

En el camino a Sinchen, las miembros de la Comisión eran paradas por campesinos cuyas piernas estaban cubiertas de barro y que llevaban pesadas herramientas. Dijeron que en su distrito el río estaba creciendo, con lo cual los cuerpos que habían sido lanzados a él en meses anteriores ahora estaban saliendo a la superficie. Ellos mismos habían estado intentando rescatar los cuerpos de sus compatriotas.

Las miembros pasaron algún tiempo en la ciudad de Sinchen. En esta ciudad, se dijo que 22.253 personas habían sido muertas. A los miembros se les mostró un edificio que originalmente había sido una escuela y que había sido utilizada por el ejército de Estados Unidos como su sede regional. Fuera de este edificio se encontraban dos cuevas naturales. Se nos contó que 30 mujeres y niños habían sido encarcelados en la primera, y luego fusilados. En la segunda cueva 104 personas habían sido confinadas. Habían arrojado gasolina sobre ellas que luego fue prendida. No todos fueron quemados vivos. Los que no fueron alcanzados por las llamas se asfixiaron con el humo. Las miembros comprobaron que había manchas de sangre en las paredes de la primera cueva, y que el interior de la segunda cueva todavía mostraba marcas de quemaduras.

En la parte frontal del edificio mencionado anteriormente, se había construido una excavación. Se informó a la Comisión que este lugar se usó para interrogar y torturar a la población local. Aquí también, las manchas de sangre eran claramente visibles en las paredes.

Luego, las miembros visitaron un edificio aún no terminado cuando las fuerzas estadounidenses ocuparon la ciudad, pero que había sido utilizado por ellos como centro administrativo y policial. En la parte trasera de este edificio estaba lo que parecía ser una cueva natural, que había sido ampliada por los coreanos para hacer un refugio antiaéreo.

Se informó a las miembros de que 479 personas que habían sido encarceladas en el edificio principal fueron metidas en una sección de esta cueva antes de que los estadounidenses evacuaran la ciudad, y después de que les arrojaran gasolina
fueron quemadas hasta la muerte. En otra sección más grande de la cueva, se dijo que más de mil personas habían sido asesinadas por fuego de ametralladora. Un testigo, Han Yan-Guan, de la calle Ko Nam 248, declaró que era un trabajador de molino que escapó de la ciudad y se unió a los partisanos cuando llegaron las fuerzas estadounidenses. A su regreso después de la liberación ayudó a desenterrar los cuerpos de la sección más pequeña de esta cueva. Declaró que los cuerpos estaban desnudos pero que ninguno de ellos mostraba marcas de disparos.

Miembros de la Comisión vieron en la cueva fragmentos de cuero cabelludo humano, así como manchas de sangre y marcas de fuego en la pared.

Fuera de la cueva, las miembros de la Comisión se reunieron con un grupo de habitantes locales cuyos parientes habían sido asesinados. Una mujer, Chai Chun-Ok, de 65 años de edad, del 247 de la calle Ko-Hom, trajo un instrumento, como un par de pinzas gigantescas que, según ella, se usaron para apretar los pies de los prisioneros y para otras torturas similares. También dijo que siete de sus ocho hijos e hijas estaban entre los que recibieron disparos en la gran cueva. Ella dijo: «Los estadounidenses son bestias salvajes. Vinieron a nuestro pueblo y mataron a todos.»

Otra mujer, Pak Yo-Suk, del 197 de la calle San-Dong Ri, dijo que su esposo, su hijo y sus seis nietos fueron asesinados en la primera cueva. Su hijo era campesino. Ella dijo: «Pensamos que los estadounidenses eran caballeros cristianos. No pensábamos que matarían a la gente con semejante brutalidad.»

Un niño de 13 años, Pen Sung-Su, del 292 de la calle San-Ding, dijo que de su familia de 13 personas solo quedaban él y su madre. El resto de la familia fue golpeada y luego quemada hasta morir en la cueva.

Una mujer, Pak Su, que había perdido a toda su familia, dijo: «Los estadounidenses creen en Cristo; entonces, ¿cómo pueden matar a la gente?» Agregó que, antes de que los estadounidenses vinieran, ella había sido cristiana e iba a la iglesia regularmente, pero que ya no podía creer en nada.

Tanto en la primera visita como en la segunda descritas anteriormente, las miembros de la Comisión notaron en todas partes el fuerte olor de la carne humana en descomposición.

Luego, las miembros fueron llevadas a una colina a las afueras de la ciudad. Aquí se les mostró un almacén de techo plano construido en ladrillo y cubierto con cemento, de alrededor de 15 por 9 metros. Las ventanas eran altas y con fuertes rejas. Aquí, les dijeron, 300 mujeres y niños fueron muertos de hambre. Las mujeres fueron allí
quemadas vivas. Los niños murieron de hambre. Una testigo, Yan Yen-Dek, de 28 años, del 17 de la calle Song-Wha, dijo que había tenido cinco hijos y que ahora estaban todos muertos. Su marido también había sido asesinado. Ella misma había sido encarcelada en este almacén con su hijo de dos años. El niño fue pisoteado por los estadounidenses hasta que se le salieron los intestinos; ella misma fue sacada del almacén por dos soldados estadounidenses, y fue violada por ambos. Luego la torturaron y la echaron, hasta que logró escapar.

Una mujer de alrededor de 36 años, San Ai-Su, dijo que toda su familia de 5 miembros había sido asesinada por los americanos. Sus tres hijos habían muerto congelados en este almacén.

Una chica de 19 años, Lin Nan-Ya, declaró que los estadounidenses dispararon a sus padres y a sus dos hermanos.

Son Suk-Ma, de 21 años, dijo que ella era la única superviviente de una familia de diez. Su esposo, su bebé, sus padres y hermanos habían sido asesinados por los estadounidenses. Ella misma estuvo en prisión en Haiju, donde le habían quitado toda la ropa y la habían dejado desnuda. Su hijo, que estaba con ella, murió de inanición.

Otra mujer, Pak-Mi-Dza, de 35 años, del 2 de la calle San-dzen, dijo que de su familia de 22 solo quedaba ella. Ella preguntó: «¿Qué vais a hacer para ayudarnos a conseguir venganza? No puedo vivir sin venganza». En una ladera a unos 60 metros sobre el almacén descrito anteriormente, los miembros vieron dos tumbas, que se abrieron para su inspección. Una contenía los restos de 70 niños y la otra de unas 200 mujeres. Todos los cuerpos estaban quemados. Más adelante había una pequeña prisión que, según dijeron a las miembros, había sido utilizada solo para niños. Esta prisión fue destruida. Los habitantes locales afirmaron que desde la liberación el área del almacén y de las tumbas adyacentes había sido bombardeado con frecuencia, y creían que esto era
porque los norteamericanos intentaban destruir evidencias de los crímenes cometidos. Al visitar las tumbas, las miembros de la Comisión tuvieron que rodear varios cráteres de bombas grandes.

Song Chun-Ok, de 42 años de edad, del 8 de la calle Sar-dze, dijo que toda su familia había sido asesinada. A sus jóvenes hijos los habían matado con hachas y cuchillos. Ella dijo: «Iré al frente y haré cualquier cosa hasta que toda Corea está libre de estadounidenses.» Y agregó: «No fueron solo soldados estadounidenses quienes hicieron estas cosas. También había soldados ingleses.»

Más tarde, un grupo de 50 mujeres, algunas de aldeas que distan 40 km de Sinchen, se reunieron con las miembros de la Comisión. Cada mujer estaba ansiosa por describir sus propias experiencias personales, pero la falta de tiempo hizo imposible dar una audiencia a más de un número comparativamente pequeño. Kim Yen, una mujer de 64 años de la aldea de Kim-dze Ri, dijo que su hija Pen Dong-Nan, de 34 años, fue arrestada por ser una campesina activa. Un oficial estadounidense le dijo a la hija que iba a usar una bala contra ella. La hija fue atada de pies y manos, y le clavaron una bayoneta pasando a través del niño de dos años que llevaba a su espalda, y luego en su propio cuerpo. Cuando gritó «¡Viva Kim Il Sung y la República!», le cortaron la lengua y la enterraron viva. Kim Yen dijo que supo de los detalles del final de sus hijas por un soldado de Syngman Rhee que se jactó de que había cometido estas brutalidades bajo las órdenes de un oficial estadounidense. Además, Kim Yen dijo que su yerno, su madre, su hermano y sus dos nietos, de 15 y 12 años, también fueron asesinados.

Yu Tong-Dze, una mujer de 41 años de la aldea de Kwon-Chou, dijo a las miembros de la Comisión que 35.000 personas inocentes habían muerto en su distrito. En su aldea murieron 175 personas. Entre ellos estaban los miembros de su propia familia, incluidos su esposo y su hijo que tenía cinco meses de edad. Ella misma fue arrestada pero luego liberada. Dijo que en su aldea había soldados ingleses y estadounidenses, y que todos se comportaron como bestias. Dijo que vio con sus propios ojos cómo las tropas estadounidenses e inglesas arrojaban gente inocente al río. Al preguntarle cómo sabía la nacionalidad de los soldados dijo que conocía la diferencia entre los uniformes británicos y estadounidenses. Ella preguntó «¿Es que no tienen piedad en Inglaterra? ¿Creen en matar niños pequeños?» Dijo que cuando las tropas estadounidenses se retiraron, les dijeron a los habitantes de su aldea: «Vengan al sur con nosotros, porque vamos a lanzar la bomba atómica sobre Corea del Norte y todo será destruido.» La gente abandonó su aldea para dirigirse al sur, y fueron ametrallados desde el aire.

Ni Yu-Nye, de San Gen, dijo que su hija y su yerno fueron asesinados. Su hija era
profesora. La testigo dijo que ninguno de los dos fue fusilado, pero que ambos fueron golpeados hasta la muerte con palos.

Pak On-ln, de 22 años, de la aldea de Sa-Ok Ri, dijo que su esposo fue arrestado junto con sus tres hermanos, que eran campesinos, y que todos fueron asesinados. Ella misma vio con sus propios ojos a una chica de dieciocho años, llamada Kim Yen-Sun, siendo violada y luego asesinada. Dijo que lo hicieron soldados americanos y británicos. También dijo que a algunas personas les pusieron hierros candentes en las fosas nasales, y que fueron sacadas a las calles por los americanos. Ella conocía a un hombre, un campesino, a quien se le hizo esto. Su nombre era Lee San Sol. Ella misma logró escapar y esconderse en un silo. Más tarde encontró el cuerpo de su marido. Su cabeza había sido golpeada y lo habían quemado.

Li Di Ye, de 30 años, del 30 de la calle Chek-So Ri, dijo que su esposo era jardinero y que, cuando los soldados estadounidenses vinieron a arrestarlo, éstos le dijeron que iban a exterminar a todos los norcoreanos. Dijo que en su calle había 100 casas, y de ellas 90 familias habían sido muertas. Ella misma fue arrestada con sus dos hijos, pero en el curso de su traslado de una prisión a otra consiguió escapar. Intentó ir a Pyongyang, fue atrapada nuevamente y los estadounidenses ordenaron ejecutarla de un disparo, pero un soldado de Syngman Rhee le permitió escapar. Ella dijo que vio a prisioneros de guerra norcoreanos ser metidos en un campo. Se vertió gasolina sobre ellos y fueron quemados vivos. Kim Suk-Sen, de la aldea de Say-San Ri, dijo que sus hijos fueron capturados y asesinados porque ella misma era miembro activa de la organización de mujeres. Su esposo también fue asesinado. A su hija, Kim Chun-Dza, de 20 años, que estudiaba enfermería, le metieron clavos en la oreja; a continuación, le colgaron un bidón en la espalda y la obligaron a salir desnuda por las calles. Luego la encarcelaron. Las tropas estadounidenses intentaron violarla, pero ella se resistió y la mataron con bayonetas. La madre encontró su cuerpo mutilado y cortado por la mitad. Kim Suk-Sen declaró que cuando las fuerzas estadounidenses llegaron a la ciudad organizaron un burdel. Tomaron por la fuerza a mujeres jóvenes. La testigo declaró que las chicas guapas eran tomadas por los oficiales y soldados estadounidenses y británicos, y las demás por las tropas de Syngman Rhee. Ella declaró que sabía que tres chicas que habían estado en ese burdel todavía estaban vivas. Las otras fueron asesinadas. En su aldea había 140 casas, y un total de 240 personas fueron asesinadas.

Hwan Ik-Su, de 14 años, de la aldea de San-chen Ri, dijo que varios miembros de su familia de once personas fueron asesinados por estadounidenses, ingleses y canadienses. Ella misma fue arrestada porque su padre, que era minero, era un trabajador activo. Fue llevada a la cárcel con su madre y sus hermanos. Ella misma fue golpeada y mostró marcas en su pierna a las miembros de la comisión. La familia fue llevada a un cobertizo y se derramó gasolina sobre ellos. Pero antes de que el cobertizo pudiera incendiarse fueron liberados por partisanos. Entre ellos conoció a un hombre que, junto con otros dos, había estado con su padre, pero que había conseguido escapar. Este hombre le dijo que a su padre le habían clavado una bayoneta cinco veces, y que le aplastaron la cabeza. Su hermano fue conducido por las calles con una cuerda alrededor del cuello y luego fue enterrado vivo junto con otras cinco víctimas.

 

CAPÍTULO IV

INFORME SOBRE INVESTIGACIONES EN NAMPHO Y KANGSE, SUR DE LA PROVINCIA DE PYONGYANG, 22-23 de mayo de 1951

Participantes:

Gillette Ziegler, Francia

Fatma ban Sliman, Túnez

Abassia Fodil, Argelia

Li-thi-Que, Vietnam

Ida Bachmann, Dinamarca

Kate Fleron Jacobson, Dinamarca (observadora).

La ciudad de Nampho tenía 60.000 habitantes antes de los bombardeos. Quedan alrededor del cincuenta por ciento. Fuimos informados por el jefe del Comité Popular de la Provincia de Pyongyang del Sur, Sok Chan-Nam, de que no había allí industria de guerra; las principales industrias son el vidrio, textiles, porcelana, alimentos y fertilizantes químicos. Aunque Nampho es un puerto marítimo en el Mar Amarillo, no tiene gran importancia como puerto para fines bélicos, porque el agua es muy poco profunda.

La ciudad había llegado a tener 20.000 edificios. Había una escuela técnica, un colegio agrícola y un teatro, ahora todo destruido. Todos los hospitales de la ciudad estaban marcados con una cruz roja, pero habían sido tan destruidos por bombas incendiarias que solo uno de ellos pudo ser reparado. De 26 escuelas solamente dos quedan para su uso, y solo una pequeña iglesia escapó a la destrucción.

La ocupación estadounidense de Nampho duró del 22 de octubre al 5 de diciembre de 1950. Durante ese tiempo, se quemaron muchos edificios y se destruyeron las reservas de alimentos. 1.511 personas fueron brutalmente asesinadas por los americanos durante la ocupación. Más de la mitad de ellas eran mujeres y niños.

Nampho ha sido bombardeada continuamente, pero el bombardeo más terrible tuvo lugar el 6 de mayo de 1951. Condujimos alrededor de la ciudad parando en muchos lugares. Allí donde mirábamos vimos que casi todas las casas estaban completamente destruidas, cráteres en el suelo, montones de basura y chimeneas de hollín, lo que indicaba la antigua existencia de hogares. Los edificios restantes fueron gravemente dañados. En cada lugar donde parábamos, la gente se reunía a nuestro alrededor y nos contaban la historia de sus recientes tragedias, las pérdidas de los familiares más cercanos y de sus hogares, y nos mostraban las heridas de las torturas infligidas por los estadounidenses.

La zona de Young-Dong Ri de la ciudad se había convertido en un cementerio, como relató uno de los supervivientes. Cada familia había perdido de tres a cuatro miembros, hasta diez. De esta zona, situada en una ladera, solo una pared permaneció en pie; de los árboles solo quedaban trozos de carbón negro.

De pie en la ruina de un cráter de bomba, un hombre, Li Ton-Wha, de 42 años, dijo: «Ahí estaba mi casa. Perdí seis miembros de mi familia, mi esposa, mis hijos y otros tres familiares, en el ataque de mayo. Nosotros los coreanos defenderemos nuestro país, y esperamos que la Organización Internacional de Mujeres defienda la causa de
Corea.» Otro hombre, Kim Su-Yong, perdió a los diez miembros de su familia. Dijo: «Todos los coreanos somos como una sola persona. No puedo expresar mis sentimientos, pero espero que el mundo lo entienda.» Otros clamaban venganza.

En esta misma sección, 16 pacientes fueron asesinados cuando el hospital sufrió el impacto de una bomba incendiaria el 6 de mayo.

En otra zona de la ciudad visitamos un hospital de emergencia para el tratamiento de quemaduras graves, que se había construido profundamente bajo la superficie de la tierra. Consistía en un pasaje bajo de aproximadamente un metro y medio de ancho, cortado en la roca, dejando espacio para 17 camas.

El gran mercado de Nampho fue bombardeado el 21 de abril a mediodía. Cuarenta y ocho personas murieron, y mucho alimento fue destruido. Ahora el mercado estaba casi vacío.

La fábrica de fertilizantes, una de las más grandes de Corea del Norte, fue bombardeada el 31 de agosto de 1950 durante seis horas (desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde). De los 900 trabajadores muchos murieron, y los enormes edificios sufrieron graves daños, la mayoría de ellos irreparables.

Por la tarde nos encontramos con varios testigos oculares, entre los que se encontraban los siguientes: dos niños, Kim Sun-Ok (una niña de 13 años), y Kim Kwon-Ho (muchacho de 11), ambos del orfanato. Cuando los americanos vinieron a Nampho intentaron obligar a los niños a bautizarse; los que se negaron fueron privados de comida y torturados. Antes de su partida, los estadounidenses leyeron propaganda acerca de que los voluntarios chinos matarían a los niños y que los estadounidenses iban a lanzar bombas atómicas sobre Corea del Norte.

Goun Tai-Son, de 44 años, que no pertenecía a ningún partido político, era el dueño de un molino de grano que empleaba a diez trabajadores. Cuando llegaron los norteamericanos confiscaron toda la reserva de grano, y al partir destruyeron todo. Engañado por la propaganda de los estadounidenses, Guon Tai-Son siguió a las
tropas americanas. Junto con algunos compatriotas se dirigió a Haiju, cerca del paralelo 38, donde se reunían muchos refugiados. Allí los estadounidenses dispararon contra la multitud, y miles de personas murieron.

Ho Young-Yuk, de 46 años, un clérigo protestante, nos dijo que había 500 cristianos en Nampho. También se habían dejado engañar por la propaganda norteamericana. La congregación de la Iglesia Yang Ri, por ejemplo, estaba entre las 1.500 personas que se prepararon para abandonar Nampho el 5 de diciembre. Los estadounidenses abrieron fuego contra ellos desde el mar y los atacaron con ametralladoras desde el aire. Los cristianos, pensando que era un error, comenzaron a cantar himnos, pero los estadounidenses continuaron disparando, matando a 275 personas.

Kim Kwon-Tai, de 48 años, miembro de la Unión de Campesinos, fue arrestado por pertenecer a ella. Los estadounidenses le habían golpeado las piernas y las manos y, como resultado de esta tortura, sus dedos estaban lisiados y nunca sería capaz de caminar bien de nuevo. Su esposa y su hija también fueron golpeadas por los estadounidenses. La nariz de su esposa estaba rota por la paliza.

En la ciudad de Kangse, una parte considerable de los edificios, incluida una escuela de primaria, ha sido destruida. En el distrito rural de Sinchen, 1.561 personas fueron asesinadas por los estadounidenses durante su ocupación del 20 de octubre al 7 de diciembre. De estas, 1.384 murieron por disparos (932 hombres, 452 mujeres, y 454 niños menores de ocho años); 57 fueron asesinadas por ahorcamiento (42 hombres y 15 mujeres); 50 fueron enterradas vivas (30 hombres, 20 mujeres); 35 fueron quemadas hasta la muerte (32 hombres, 2 mujeres). Esta información nos fue entregada por el jefe del Comité Popular, Yung-Suk, en presencia de unos 40 de los supervivientes, tanto hombres como mujeres.

Según los relatos de los muchos testigos que escuchamos durante aquella jornada, podemos afirmar que los estadounidenses arrestaban a la gente por los siguientes «crímenes»: por ser patriotas, por tener familiares en el ejército, por pertenecer a la Unión de Campesinos u otras organizaciones democráticas, como la Cooperativa de Consumidores, o por tener familiares pertenecientes a estas. (Un hombre que había trabajado en la tienda cooperativa mostró numerosas cicatrices en ambas piernas, que habían sido quemadas por los estadounidenses con barras de hierro al rojo).

Los norteamericanos llevaron a las montañas a aquellas de las 1.561 víctimas que no habían muerto como consecuencia de la tortura, fusilando a algunas y enterrando al resto con vida. Las fosas comunes se encontraron poco después de la retirada de los estadounidenses, señaladas por campesinos locales que habían sido obligados por los estadounidenses a cavar las fosas comunes antes de que la matanza tuviera lugar.

Las fosas comunes se encontraron en los siguientes lugares: Taichang, Muyon Ri, Wha Sanbong, Chang Tai Kwan, Chong-So myen, Lika myen y Tong Kul myen. Desde la montaña Taichang Mo pudimos ver muchas de las fosas comunes en las montañas y colinas circundantes.

Acompañado por el jefe del Comité Popular y un gran grupo de madres, esposas, padres e hijos de las víctimas, estuvimos junto a las fosas comunes en esta montaña. Algunos de los cuerpos habían sido identificados por familiares y retirados a un lado opuesto del valle, donde fueron enterrados en montículos, que también vimos. Cuando se abrieron las fosas comunes en diciembre de 1950, fue posible informar del método por el cual cada uno había sido asesinado. En nuestra presencia, algunos de los cuerpos no identificados fueron descubiertos, vimos las manos de los cadáveres atados en la espalda, los cráneos de algunos habían sido aplastados, y encontramos cartuchos americanos, trapos ensangrentados, pelo, cuerdas, zapatos y otras prendas de vestir. Por el pelo y la vestimenta característica de los cadáveres fue fácilmente reconocido por nosotras que las víctimas eran campesinos coreanos. Solo en esta montaña había ocho fosas comunes, una de las cuales tenía (?) metros de largo, y otra era de 70 metros, lo suficientemente profundas para dos filas de cuerpos superpuestos. Otras tumbas eran mucho más profundas (unos 5 metros) y más cortas.

Aparte había un pequeño montículo, donde los coreanos habían enterrado los cuerpos de 20 niños encontrados en la fosa común con sus madres.

Una de las mujeres que nos acompañaron a la montaña, Tang Suk Tong, de 44 años, nos dijo que había encontrado el cuerpo de su hermano sentado en la tumba con la cabeza entre las rodillas y las manos atadas detrás su espalda. Añadió que lo que había visto cuando se abrieron las tumbas era tan terrible que apenas podía mirar directamente a los cadáveres; las madres asesinadas con sus bebés en la espalda, etc.

Otro de los varios testigos oculares que hablaron, un hombre llamado Kim Ki-Sun, de 58 años, nos dijo que su hijo, su nuera y el hijo de ésta fueron enterrados vivos por los estadounidenses mientras él estaba escondido. Encontró el lugar y desenterró él mismo los cadáveres, que tenían las manos atadas a la espalda.

Le preguntamos a la gente si la tortura y el asesinato habían sido cometidos solo por estadounidenses o si había tropas de Syngman Rhee entre ellos. La respuesta fue: «En este distrito sólo había americanos. Ellos lo hicieron.»

Durante el día escuchamos muchas alertas debido al hecho de que estábamos cerca de la costa, donde los aviones estadounidenses constantemente evitan que los pescadores salgan a pescar, tratando de esta manera de privar al pueblo coreano de comida. Sólo por la noche algunos barcos pueden aventurarse.

Durante la ocupación estadounidense de este distrito, 15.860 sacos de grano fueron destruidos con fuego por los estadounidenses, y cuando se fueron se llevaron 23.453 sacos.

Todo el ganado, cerdos, pollos, patos y algunos caballos, fueron sacrificados por los estadounidenses. En otoño de 1950, cuando el grano estaba listo para ser cosechado, los estadounidenses destruyeron con bombas incendiarias 4.300 hectáreas de campos de arroz y 2.100 hectáreas de otros campos de cereales.

Hay que decir que en Nampho no fue posible para los habitantes que nos contaban sus historias darnos sus direcciones, ya que las calles y las casas habían desaparecido. Pero nos dieron sus nombres.

Lo anterior fue firmado por todas los delegadas del grupo, el 27 de mayo de 1951, en Corea.

 

CAPÍTULO V

Del 22 al 24 de mayo de 1951, el grupo de delegadas:

Lin Chin-Yang, China,

Germaine Hannevard, Bélgica,

Elisabetta Gallo, Italia,

Miluse Svatosova, Checoslovaquia,

visitó el pueblo de Madzen (a 150 km de Pyongyang y a 48 de Wonsan), en el distrito de Moon Chen, provincia de Kang-Won, y el puerto de Wonsan, también en Kang-Won. La delegación pasó por las ciudades de Pyongyang, Kang-tong y Sang-tong, que habían sido casi completamente destruidas. Pasaron por el balneario de Yangtok, famoso por sus aguas termales. Yangtok estaba ahora reducida a una masa de escombros y ruinas, entre las que se encontraban los restos de un colegio de secundaria.

Vimos a los campesinos cultivando sus campos durante la noche, porque durante el día los aviones americanos los atacaban con ametralladoras. Los campos eran cultivados con cuidado.

En Madzen Ri, los campesinos nos dijeron que el plan gubernamental para el trabajo agrícola de primavera se había cumplido de antemano, a pesar de que tenían que trabajar de noche.

En las inmediaciones de Madzen Ri, las delegadas vieron grandes áreas de un bosque montañoso que había sido quemado por bombas incendiarias estadounidenses, que son lanzadas sobre montañas, bosques, campos y aldeas. Los habitantes de Madzen Ri nos dijeron que, en la noche del 23 de mayo, aviones estadounidenses habían lanzado tres
bombas en su aldea, destruyendo varias casas.

Kim Song-il declaró que:

Los estadounidenses ocuparon el pueblo de Madzen Ri desde el 14 de octubre hasta el 5 de diciembre de 1950. Invadieron el pueblo después de cinco días de lucha con el Ejército Popular. Durante toda la ocupación los estadounidenses fueron rodeados, con lo que para fortalecer su posición quemaron todas las aldeas circundantes, arrestaron a los habitantes que no habían huido, y los encarcelaron en una prisión temporal en Madzen Ri. Después de unos días, liberaron a varias mujeres que escaparon a las montañas o se escondieron en las casas. En total, alrededor de 500 de los habitantes fueron encarcelados; 76 fueron enviados a Wonsan y aún no han sido encontrados; todas las mujeres encarceladas fueron golpeadas; 20 de ellas fueron violadas.

Kim Song-il sostuvo que los únicos surcoreanos que vinieron con los estadounidenses fueron algunos intérpretes, y que no había tropas de Syngman Rhee.

En la aldea de Ku-mi, a cuatro kilómetros de Madzen Ri, los estadounidenses lanzaron granadas de mano en un refugio de bombas donde los habitantes se habían refugiado, matando a nueve ancianos, mujeres y niños.

Después de que los estadounidenses fueron expulsados, los habitantes desenterraron a las víctimas y se enteraron de cómo las habían matado: 1) por explosión de cartuchos en sus bocas, 2) abriéndoles la cabeza a hachazos, 3) enterrándolos vivos.

Entre los que presenciaron la exhumación estaban Kim Song-II, presidente del Comité Popular, Tzeng Seng Kal, Yang Ki Whan, y otros. Poco después de su retirada, los americanos quemaron el pueblo con bombas incendiarias. Los bombardeos más intensos tuvieron lugar el 15 y 20 de diciembre de 1950. Durante estos bombardeos, toda la familia del campesino Chen Ki Son (formada por 10 personas) fue asesinada, incluyendo niños; 10 personas más (incluyendo 4 niños) fueron ametralladas desde un avión.

Kim Puh-Chen, de 43 años y madre de 4 hijos, dijo a los miembros de la comisión que
los estadounidenses persiguieron a la población por ser comunistas. Los norteamericanos detuvieron a su marido, que era vicepresidente del Comité Popular en el pueblo de Ko Ri. Le dieron una paliza con palos de madera y culatas de rifle, y lo llevaron medio muerto a Wonsan, donde murió a causa de sus heridas. El presidente del Comité Popular de la aldea fue enterrado vivo, y su anciano padre recibió un disparo. Kim Puh-Chen dijo: «La presidenta de la Organización de Mujeres en Ko-Ri, Tzen Man Suk, de 31 años de edad, fue arrestada por los estadounidenses por ser «roja», y violada durante dos días seguidos.»

Cha Ok Sun, una mujer de 27 años y madre de dos hijos, nos dijo que su esposo trabajaba en la oficina de correos de Ko-Ri, y que ella cultivaba un pequeño huerto. Los americanos les encarcelaron a ambos junto con sus dos hijos, el menor de solo un año de edad, y les golpearon acusándoles de ser una «familia roja». Nunca volvió a ver a su marido. Los americanos se la llevaron a Wonsan. Durante varios días en la cárcel solo recibió dos tazones de arroz, con lo que ya no pudo alimentar a su bebé. Mientras estaba en prisión en Wonsan, vio que un soldado estadounidense escogía a varias chicas cada noche y las violaba. Después de veinte días, la prisión de Wonsan fue liberada por el Ejército Popular.

Kan Yu-Han, una campesina de Ko-Ri de 28 años y madre de un niño de 18 meses, nos contó que ella había huido a las montañas antes de que llegaran los norteamericanos. El mismo día en que regresó para cuidar de la cosecha fue encarcelada con su hijo. Fue azotada porque no podía evitar que su bebé llorara de hambre. Después de cuatro días de confinamiento solitario fue llevada a Wonsan, y la metieron en una prisión subterránea con su bebé; allí fue liberada por el Ejército Popular.

Wonsan es un puerto en el Mar de Japón, y la capital de la provincia de Kang-won del Norte. El presidente del Partido del Trabajo de la provincia, Che Kwan-Yol, nos dio la siguiente información: «Antes de la guerra, Wonsan tenía 123.127 habitantes. De estos, solo quedan 57.667. Y de 27.345 casas solo quedan 9.257 edificios públicos, incluyendo casas que están más o menos dañadas. La ocupación estadounidense duró desde el 14 de octubre hasta el 9 de diciembre de 1950; desde esa fecha hasta el 31 de marzo de 1951, Wonsan fue atacada por bombarderos B-29 y aviones de combate 917, que arrojaron 838 bombas de alta explosión y ametrallaron las casas y a los habitantes innumerables veces. Durante este tiempo, los buques de guerra bombardearon la ciudad 487 veces. Las víctimas ascienden a 498 muertos (255 adultos y 241 niños), y 518 heridos.

Durante nuestra estancia en Wonsan, los buques de guerra dispararon repetidamente contra la ciudad y sus alrededores. El ataque fue especialmente fuerte en la noche del 23 al 24 de mayo. Según información oficial, los proyectiles fueron lanzados durante la noche, 65 edificios públicos y 49 casas privadas, ya dañadas, fueron completamente
quemadas y destruidas. Once habitantes murieron, cuatro resultaron heridos de gravedad, y tres recibieron heridas más leves. También murieron tres bueyes.

Visitamos la zona de la ciudad con más proyectiles, ubicada cerca de la refinería de petróleo, que había sido completamente destruida. En ese lugar examinamos varios proyectiles altamente explosivos e incendiarios.

Cada casa no era más que una masa de escombros, cubierta por una capa de paja quemada que todavía humeaba.

Justo antes de nuestra llegada, los cadáveres de una madre y sus dos hijos habían sido desenterrados. Vimos el cadáver chamuscado de esta mujer envuelto en una estera de paja para el entierro.

La mayoría de los habitantes que habían encontrado cobijo en refugios antiaéreos trabajaban para limpiar los restos.

Mientras estábamos allí, tres alarmas antiaéreas nos fuerzan a buscar cobijo en los refugios cavados en la ladera de la montaña, el único espacio posible para los desafortunados. De esta manera, se crearon verdaderas «ciudades trogloditas». Visitamos una de esas «ciudades»: Chun chong-Ri. Consistía enteramente de cuevas excavadas en las laderas de los barrancos. La entrada estaba camuflada con una red de ramas, pues los habitantes temían ser descubiertos y ametrallados por los aviadores estadounidenses.

Kwon Chin-Hi, presidenta de la Federación de Mujeres Democráticas de la provincia de Kang-Won, leyó para nosotras el siguiente informe oficial: «Los ataques en la provincia de Kang-Won comenzaron a principios de julio de 1950. Además de muchos otros edificios, se han destruido los siguientes:

1) El 13 de julio de 1950, el hogar de descanso para trabajadores, donde murieron 168 trabajadores; la Escuela Primaria No. 13; el hospital central, el hospital de la Cruz Roja, donde fue asesinada la enfermera jefa; también el hospital No. 1, donde murieron tres pacientes y dos enfermeras.

2) El 13 de agosto de 1950 la escuela de maestros y el taller de ferrocarriles fueron bombardeados por ocho aviones tipo B-29, muriendo más de cien trabajadores.

3) El 15 de agosto de 1950 la refinería de petróleo fue bombardeada varias veces, y también los astilleros.

4) El 1 de septiembre de 1950 fueron alcanzadas la Escuela Secundaria n° 3 para niñas, y el teatro central provincial.

5) El 25 de enero de 1951, la biblioteca de la ciudad.

Ahora no quedan en Wonsan ni escuelas ni hospitales. La enseñanza se realiza en pequeños grupos; los maestros van de un grupo a otro por toda la ciudad. En los distritos más próximos al paralelo 38 no hay ni una casa habitable. Desde el 25 de junio de 1950 hasta el 31 de marzo de 1951, 2.298 mujeres y 2.292 niños fueron asesinados solo en la provincia de Kangwon. 676 niños han perdido a ambos padres.»

Sobre las atrocidades cometidas por los norteamericanos durante su ocupación en esta

provincia a partir del 9 de octubre hasta el 1 de diciembre de 1950, Kwon Chin Lu dio la siguiente información oficial:

«En la ciudad de Chelwon murieron 1.500 civiles, de los cuales 130 fueron enterrados vivos en el refugio al que habían huido.

En la ciudad de Kalma (distrito de Kalma, región de Chelwon), el campesino Om Son-Ho y su familia, incluyendo seis niños, fueron muertos por bayoneta por los estadounidenses.

En el pueblo de Sa-Ki-Ri (distrito de Chelwon, región de Chelwon) muchos civiles fueron enterrados vivos, incluido un niño de tres años que aún estaba vivo cuando se desenterró la tumba.

En la aldea de Ok Tong-Ri (región de Pyong Kang), la nuera del campesino Se Dong-Cho, de 23 años de edad y embarazada de ocho meses, fue atrapada por los estadounidenses. Fue desnudada, expuesta públicamente y atada a un árbol. Le cortaron el abdomen y extrajeron el bebé.

En el pueblo de Mih Yen Ri (distrito de An-to, región de An-pyen), tres mujeres pertenecientes a la familia del campesino Se Yang Son fueron llevadas a un refugio, y cuando se defendieron de los estadounidenses que querían violarlas, éstos les cortaron los pechos y las mataron introduciendo hierros candentes en sus vaginas.

La mujer Che Ok-Li, de 42 años, que vive en la calle Bong Son de Wonsan, fue violada sucesivamente por 14 estadounidenses. Aún está viva, pero demasiado enferma para dejar la cama. Ahora vive en el pueblo de Tong-Chang.

En la aldea de Ro-Kok (distrito I Tong, región de Chelwon), Kim Hyo-Sun, de 32 años, y su hijo, fueron arrestados por los norteamericanos el 3 de noviembre. La desnudaron, la mataron con bayoneta atravesándole el abdomen y después la dispararon. La niña se quedó a su lado y murió de hambre.

Solo en la provincia de Kang-Won, que tenía 130.000 habitantes, 903 mujeres han sido violadas por los estadounidenses y por las tropas de Syngman Rhee.»

Las miembros de la Comisión hablaron con otros testigos:

Cheng Kyen-Hwa, viuda de 49 años, misionera protestante, nos dijo que su nuera, Yun Sun Se, de 25 años, fue despertada en mitad de la noche e introducida en un automóvil junto a dos mujeres que estaban en la calle. Ella huyó hacia los campos de arroz y fue perseguida, violada y fusilada. El hermano de Cheng, Cheng Chung-Kwan, y su cuñada, Pak Kyeng-Ryel, fueron asesinados por fuego de ametralladora desde un avión cuando caminaban por la calle, el primero el 29 de diciembre, la segunda el 24 de diciembre. Cheng Kyeng Hwa está sacando adelante a sus seis hijos.

Sin Yenk Ok, de 46 años, una campesina que vive en la calle Kyeng-San Ri de Wonsan, dijo que su hijastra, de 25 años de edad y en el noveno mes de embarazo (que había sido presidenta de la Organización de Mujeres en su distrito durante los últimos dos años), fue arrestada el 18 de noviembre de 1950. Fue golpeada por ser una «roja»; cinco días después fue expuesta públicamente en la plaza del pueblo. Su hijo, a punto de nacer, fue asesinado cuando una vara fue clavada en el vientre de la madre, que murió enseguida. Esto fue perpetrado por dos americanos y un hombre de Syngman Rhee.

Los testigos oculares, que fueron obligados a estar presentes durante la ejecución, fueron Li Pek Man y Kim On Yo.

El esposo de esta mujer, Pak Chan Yen, de 26 años de edad, hijo de Yen-Ok, fue arrestado, golpeado y tiroteado, y le dejaron por muerto en el bosque. La familia lo encontró y lo llevó a casa, donde está muriendo a causa de sus heridas.

Kim Sen Hi, de 55 años, residente en Wonsan, dijo a los miembros de la Comisión que el 21 de noviembre de 1950 cinco soldados estadounidenses entraron por la fuerza en la casa de Sin Bon Kin (un viudo cristiano que en ese momento estaba ausente), y violaron a su hija mayor, Sin Hwa Sun, de 21 años, delante de sus dos hermanas menores. Cuando los dos niños pequeños huyeron llorando, fueron asesinados frente a los vecinos. Su hermana mayor murió tres días después.

Li Kum Sun, una campesina de 38 años miembro de la Organización de Mujeres, que vive en Sedon-Ri (en la ciudad de Wonsan), nos dijo que fue arrestada con su bebé de meses el 25 de octubre de 1950. Fue llevada al suburbio de Kal Ma Ri, en la ciudad de Wonsan. Cada noche la golpeaban en la espalda y en el estómago mientras era interrogada. El 10 de noviembre fue liberada. Cinco días después murió su hijo.
El 20 de noviembre su esposo fue arrestado, torturado durante siete días y luego liberado. Después de la liberación, Li Kum-Sun descubrió el cuerpo de su marido en el valle cerca de Chong-Chen Ri, distrito de Se-Won, en la región de An-Pyen. En la orilla del arroyo yacían treinta y nueve cuerpos, con las manos atadas a la espalda y un agujero de bala en el ojo izquierdo de cada uno.

Este capítulo fue firmado por todas las miembros del grupo, el 26 de mayo de 1 951.

 

CAPÍTULO VI

La parte norte de Corea fue visitada por un grupo formado por las siguientes miembros de la Comisión:

Hilde Cahn (República Democrática Alemana)

Lily Waechter (Alemania Occidental)

Bai Lang (China)

Trees Soenito Heyligers (Países Bajos).

La ruta seguida fue desde Pyongyang a Kaichen, y desde allí a Hichen, Kangge, Mam-po y vuelta a Pyongyang.

En el camino de Pyongyang a Kaichen, las miembros de la Comisión vieron cuatro pueblos pequeños que habían sido casi completamente destruidos, también muchas aldeas y viviendas campesinas incendiadas. En todo el curso de su viaje, las miembros no vieron ni una ciudad que no hubiera sido destruida; había muy pocas aldeas indemnes.

Las miembros de la Comisión vieron seis fuegos en bosques, dos de los cuales se iniciaron ante sus ojos: uno entre Pyongyang y Kaichen, y el segundo entre Hichen y Kaichen. En ambos casos se escuchó el sonido de un avión, las miembros de la Comisión vieron cómo una luz brillaba desde el suelo, e inmediatamente después vieron un fuego repentino que comenzó a extenderse rápidamente. Las miembros vieron incendiarse las ramas de los árboles. En el transcurso de este viaje se fijaron en muchas laderas de la montaña que había sido quemadas y estaban negras por los incendios forestales.

El distrito de Kaichen está formado por la ciudad de Kaichen y cinco aldeas. El distrito está situado en la parte norte de la provincia de Pyongyang Nam-Do. El presidente del Comité Popular regional, Kim Beng-Ho, dio a las miembros la siguiente información: el 21 de octubre de 1950, Kaichen fue ocupada las divisiones blindadas 26 y 27 del ejército de los Estados Unidos, reforzadas por tropas de otros países participantes. Kim Beng-Ho percibió en particular tropas de ingleses, australianos, canadienses y turcos, y unos cientos de tropas de Syngman Rhee, con un total de 80.000 a 10.000 hombres. La ocupación duró 40 días. No hay lugar en Kaichen que no esté dañado.

El distrito de Kaichen tenía 13.000 casas: más de 6.500 fueron destruidas, la mayoría por bombardeos y otras por las fuerzas en retirada que las incendiaron. El resto de las casas están dañadas.

Antes de junio de 1950, había 7.600 bueyes y vacas, de los cuales solo 200 quedaron tras la retirada de las tropas; 7.800 cerdos, de los cuales quedaron 300; y más de 100.000 gallinas y pollos, de los cuales solo quedaron 1.000.

Kim Ben-Ho declaró que, a pesar del hecho de que se habían llevado tantos bueyes, y que la mayoría de los hombres están en el Ejército Popular, las mujeres sembraron los cultivos tres semanas antes de lo habitual.

Antes de ser destruida, Kaichen tenía una escuela secundaria, 6 escuelas de bachillerato y 31 escuelas primarias; una biblioteca, un teatro y 13 hospitales y clínicas. Todas estas instituciones fueron destruidas, y son imposibles de reconstruir debido al constante bombardeo.

El distrito tenía más de 80.000 habitantes, de los cuales el 80% eran campesinos. El número de habitantes ahora es de alrededor de 60.000, y están dispersos en el campo. Los estadounidenses mataron a 1.342 personas por disparos, quemándolos o golpeándolos hasta la muerte. Por lo que se sabe, más de 860 mujeres fueron violadas, pero muchas de ellas se avergüenzan de contarlo. Las miembros de la Comisión le preguntaron a Kim Beng-Ho si estaba seguro de que estos crímenes los habían cometido las tropas americanas. Él respondió que sí, que estaba seguro de que eran estadounidenses y no otros soldados.

A modo de ejemplo contó esta historia: durante la ocupación, él mismo era líder de
los partisanos. Uno de sus hombres era un conocido organizador, Kim Ke-Sun, de 31 años. Perdió a toda su familia. Su esposa, Ree Whak-Sil, que estaba embarazada, fue arrestada por los estadounidenses e interrogada sobre su marido. Cuando se negó a dar información la torturaron; le cortaron el brazo izquierdo y luego la pierna derecha, y finalmente le abrieron la matriz y sacaron el niño. Cuando estaba muerta, los cuatro hijos de esta familia fueron encerrados en la casa y quemados hasta la muerte. Kim Ke-Sun, cuando volvió, vio los cuerpos y escuchó la historia por los vecinos.

Una mujer llamada Ree Djin-Hyeng, que vive en la ciudad de Kaichen, en el 20 de la calle Ma-Dyan Ri, dio a las miembros de la Comisión la siguiente información: su hermana menor, que había sido condecorada por el gobierno por su excelente trabajo como campesina, había sido oficial en el Movimiento Democrático de Mujeres del distrito. Antes de que llegaran las tropas estadounidenses, Ree instó a su hermana a huir con ella, pero como oficial dijo que no se iría, así que Ree se fue sola con los hijos de ambas mujeres. Cuando la hermana menor no vino, Ree volvió con su hijo de 8 años para ver qué le había sucedido. La encontró desnuda y atada a un árbol, siendo golpeada por los estadounidenses e interrogada acerca de su marido y de su organización. Cuando ella se negó a responder, la torturaron con electricidad. El niño de 8 años, en un ataque de rabia, se lanzó contra los soldados, y recibió un disparo. La joven fue torturada durante varios días, y los norteamericanos obligaron a la población a mirar. Finalmente le pegaron un tiro.

Ree Djin-Hyeng también fue arrestada, pero ocultó su relación con su hermana y así logró salvar la vida. Ree les dijo a las miembros de la Comisión que había visto muchas otras crueldades, siendo la historia de su hermana solo una. Afirmó que los norteamericanos cazaban mujeres y niñas, llevándolas en Jeeps a sus burdeles. Ree y otras mujeres jóvenes consiguieron escapar manchándose las caras con ceniza y vistiéndose como ancianas.

En la casi completamente destruida ciudad de Kaichen, los miembros de la Comisión vieron, entre otras cosas, uno de los hospitales bombardeados, el techo aún mostrando la cruz roja. La presidenta de la Organización de Mujeres de la ciudad dijo que 500 personas murieron en un distrito de viviendas pequeñas, todas ellas completamente quemadas.

Una multitud de mujeres y niños se reunieron alrededor de las miembros de la Comisión, instándolas a escuchar sus historias. Muchas de estas mujeres estaban muy emocionadas, llorando y cogiendo nuestras manos y nuestra ropa. El tiempo no permitió escucharlas a todas. Miembros de la Comisión señalaron los siguientes nombres y hechos:

Cha Yu-Suk, una anciana, contó que cuando llegaron los estadounidenses, su hijo herido, que había luchado en el Ejército Popular, estaba en casa vestido de uniforme. Le dispararon ante sus ojos.

Una joven, Kim I-Sik, dijo que su esposo, líder de la Unión Campesina, había sido
asesinado. Ella huyó con su bebé a la espalda. Los soldados estadounidenses la atraparon, tiraron al bebé al suelo y lo pisotearon hasta la muerte.

O In-bun dijo que su hija Kim Yung Dju, de 28 años, fue violada por varios de los soldados, y luego la ahogaron.

Ree Ryong-Nye, de 20 años, que vive en Kaichen, Buk-Bumyen, cuenta que su hermano y su cuñada fueron asesinados por los estadounidenses.

Hong Yung-Bok, de 37 años, que vive en Kaichen, Hyen-Ryong-Ri, afirma que su esposo fue fusilado.

Kim Ryong-sil, de 34 años, que vive en Kaichen, en el 472 de Ryang-hen Ri, dice que su hijo fue asesinado.

Rim Un-Dju, de 30 años, que vive en Kaichen, en el 57 de Chung Hung Ri, cuenta que su hermano fue asesinado por los americanos.

Después de visitar la ciudad que, a excepción de unas pocas casas, ha sido casi borrada del mapa, las miembros de la Comisión fueron a una casa de huérfanos en el campo, donde ahora se cuidan 48 niños. Habían sido rescatados de la ciudad bombardeada. Un pequeño de unos seis años había quedado sordo y mudo por el shock de las bombas. Su nombre y los de sus parientes aún se desconocen. En Kaichen, la Comisión se reunió con Ree Sen-Sil, presidenta de la Organización de Mujeres Democráticas en una villa al norte de Kaichen. Afirmó entre otras cosas que hace unas semanas en su villa un avión estadounidense abrió fuego de ametralladora contra tres hombres que trabajaban con sus bueyes en el campo. Dos hombres y un buey murieron; el tercer hombre resultó gravemente herido.

Kangge se encuentra en la provincia de Tza-Kangdo. El señor Ree Chow-Sen, presidente del Comité Popular provincial, nos dio la siguiente información: esta provincia más al norte de Corea está escasamente poblada, y en gran parte por campesinos. No hay industria de ninguna importancia en la provincia. El gobierno popular de la provincia hace todo lo posible por ayudar a los refugiados, pero el problema de cómo dar comida y refugio a todos es muy grande. Las dificultades se acrecentaron por la presencia de aviones estadounidenses, que ametrallan a la gente que huye al norte, y que matan al ganado en las carreteras y en el campo.

La ciudad de Kangge tenía 40.000 habitantes. Había dos colegios para la formación de profesores, una universidad de silvicultura, una escuela secundaria y dos escuelas intermedias, cuatro escuelas primarias, y dos teatros. De todas estas instituciones culturales solo la escuela media para varones está en pie, aunque dañada. El centro de salud fue destruido a pesar de la cruz roja pintada en el tejado.

La ciudad tenía dos iglesias protestantes y una iglesia católica romana, un templo de Confucio y una iglesia Chen-do (chondoísta). Todos fueron destruidos. En un primer momento, la congregación cristiana de la población intentó buscar refugio dentro y cerca de las iglesias. Esperaban que los norteamericanos perdonarían estos edificios.

No solo la ciudad de Kangge, sino que hasta la más pequeña vivienda campesina en las montañas ha sido bombardeada y quemada por aviones norteamericanos.

La ciudad de Kangge fue severamente bombardeada y casi destruida por completo el 12 de diciembre de 1950. Los aviones estadounidenses lanzaron principalmente bombas incendiarias y luego bombas de tiempo que explotaron en diferentes momentos hasta 20 días después de que fueron lanzadas.

A principios de febrero de 1951, hubo nuevos bombardeos sobre la ya destruida ciudad.
En este caso se usaron principalmente bombas de tiempo, con lo que los habitantes no se atrevieron a entrar en la ciudad durante los 20 días posteriores.

Se informó a las miembros de la Comisión de que los únicos objetivos militares posibles en la zona, el ferrocarril y la estación, ya habían sido destruidos el 9 de octubre.

Las miembros de la Comisión visitaron la ciudad casi completamente destruida y hablaron con el cirujano, el Dr. Baik Ki-Dje, quien declaró que, antes de que el hospital de la ciudad fuera bombardeado el 31 de diciembre de 1950, la cruz roja en el tejado del edificio había sido ametrallada por aviones estadounidenses en vuelo rasante.

Después del bombardeo del 12 de diciembre de 1950, el propio Dr. Baik se hizo cargo de más de 100 personas heridas. Después del bombardeo de febrero de 1951, vio a más de 200 personas muertas. El Dr. Baik declaró también que había visto aviones estadounidenses bombardeando viviendas de campesinos. Puso como ejemplo la casa del campesino Pak Hoo-ryong, donde murieron 10 personas.

Las miembros de la Comisión preguntaron al Dr. Baik cómo había logrado el Gobierno evitar las epidemias. Su respuesta fue: mediante la vacunación a gran escala, siendo las medicinas desinteresadamente proporcionadas por amigos de Corea en diferentes partes del mundo.

Miembros de la Comisión se reunieron en Kangge con tres campesinas que se habían enterado de nuestra presencia en la ciudad y que vinieron a darnos las gracias. Una de ellas dijo: «He perdido a mi esposo y dos de mis cuatro hijos en el bombardeo. Los vengaré trabajando para que nuestro Ejército Popular pueda obtener lo que necesita para echar a los norteamericanos, y entonces tendremos paz nuevamente.»

Mampo se encuentra en la frontera entre Corea y China.

El presidente del Comité Popular, Lee, dijo a las miembros de la Comisión que esta ciudad tenía 12.700 habitantes. Tiene solo algunas industrias ligeras de madera y textiles. Mampo sufrió dos fuertes bombardeos: el 12 de noviembre de 1950 fue destruida casi por completo. Miembros de la Comisión visitaron las ruinas, notando un número inusualmente grande de fragmentos de bombas incendiarias. El 7 de diciembre de 1950, el pueblo ya destruido fue bombardeado nuevamente, y en este bombardeo murieron más de 350 personas que vivían en bodegas y huecos entre las ruinas. Miembros de la Comisión vieron un cráter de bomba de al menos 7 metros de profundidad. Mampo también tenía muchas instituciones culturales; entre otras ruinas, las miembros de la Comisión advirtieron los restos de una gran escuela y el teatro.

Aquí, como en las otras ciudades en ruinas, muchos habitantes viven en hoyos en el suelo. Las miembros de la Comisión vieron estas viviendas y parte de una antigua bodega completamente oscura, en la que había dos niños pequeños, el más pequeño de dos años de edad. Están siendo cuidados por un hermano mayor de unos 13 años.
Las miembros de la Comisión se enteraron por él y sus vecinos de que el padre es un trabajador en el ferrocarril, y de que la madre fue asesinada en el bombardeo del 7 de diciembre de 1950. El Sr. Lee dijo que el Gobierno Popular se ocupa en primer lugar de todos aquellos niños que no tienen a nadie que los cuide.

Este capítulo fue firmado por todas las miembros del grupo el 27 de mayo de 1951.

El informe se ha compilado en cinco idiomas: inglés, francés, ruso, chino y coreano.

Presidenta de la Comisión:

Nora K. Rodd (Canadá)

Vicepresidentas:
Liu Chin-yang (China)

Ida Bachmann (Dinamarca)

Secretarias:
Miluse Svatosova (Checoslovaquia)

Trees Soenito Heyligers (Países Bajos)

Miembros de la Comisión:

Monica Felton (Inglaterra)

Maria Ovsyannikova (URSS)

Bai Lang (China)

Li K’eng (China)

Gilette Ziegler (Francia)

Elisabetta Gallo (Italia)

Eva Priester (Austria)

Germaine Hannevard (Bélgica)

Hilde Cahn (República Democrática Alemana)

Lilly Waechter (Alemania Occidental)

Li thi-Que (Viet-Nam)

Candelaria Rodríguez (Cuba)

Fatma ben Sliman (Túnez)

Abassia Fodil (Argelia)

Leonor Aguilar Vázquez (Argentina)

LA FDIM A LA ONU

La Secretaría de la FDIM ha enviado el informe de la Comisión al Presidente de la Asamblea General de la ONU, a su Secretaría, y a su Presidente del Consejo de Seguridad. También la siguiente carta:

Berlín, 11 de junio de 1951

Señor,

El Consejo de la Federación Democrática Internacional de Mujeres decidió, en su última reunión celebrada en Berlín del 1 al 5 de febrero de 1951, enviar una Comisión Internacional de Mujeres a Corea, para investigar de primera mano los estragos causados por el bombardeo estadounidense y las masacres sobre población civil, especialmente mujeres y niños.

La Comisión estaba compuesta por representantes de 17 países de Europa, América, África y Asia, quienes, luego de una investigación que duró 12 días, presentaron a la Federación Democrática Internacional de Mujeres el documento titulado: «Informe de la Comisión Internacional de Mujeres para la investigación de las atrocidades cometidas por las tropas de Estados Unidos y Syngman Rhee en Corea». Tenemos el honor de enviarlo a su atención.

En nombre de los 91 millones de mujeres unidas en la Federación Democrática Internacional de Mujeres, solicitamos urgentemente que este informe sea examinado por varios departamentos de la ONU, y además instamos a que su decisión sea conforme a las conclusiones extraídas por la Comisión.

La Federación Democrática Internacional de Mujeres exige que los responsables de los crímenes cometidos contra el pueblo coreano sean acusados de «criminales de guerra» como se estipula en la Declaración Aliada de 1943, y sean juzgados por los pueblos como se afirma en dicha Declaración.

Para poner fin a estas atrocidades, la Federación Democrática Internacional de Mujeres exige de la ONU:

1) Detener inmediatamente el bombardeo de ciudades, pueblos y civiles coreanos;

2) Llegar a una solución pacífica del problema coreano y ordenar la retirada de todas las tropas extranjeras de Corea;

3) Conceder la autodeterminación para el pueblo coreano y el derecho a resolver sus propios asuntos.

La Federación Democrática Internacional de Mujeres solicita la publicación de este informe en documentos oficiales de la ONU, y su distribución a todas las delegaciones de los países representados en la ONU.

Atentamente,

Eugènie COTTON,

Presidenta, Federación Democrática Internacional de Mujeres.

 

Comments are closed.