Occidente Incrementa la Islamofobia Como Objetivo Político
Se ha repetido en Francia una historia, que en modo alguna es inédita y con ello sigue generando polémica e indignación. Un Pasquín semanal llamado Charlie Hebdo, que con su labor que denomina satírica, ha hecho de los insultos y la ofensa al islam y sus figuras veneradas un objetivo que favorece los intereses de los sectores islamófobos, el sionismo y la política exterior estadounidense. Ello bajo un marco de discusión absolutamente oportunista como es la libertad de expresión.
Una situación, que se agravó aún más, con el asesinato del profesor de historia Samuel Paty, en un desgraciado hecho de sangre donde se mezcló el uso en clases de este asesinado docente, del cuestionado seminario, en el marco de lo que se conceptualiza como “libertad de expresión”. Un asesinato llevado a cabo por un alumno de Paty, un refugiado ruso de origen checheno de 18 años, que en el momento de su detención (como suele ser usual en los servicios de inteligencia gala) fue abatido en el momento de su detención. Los hechos atizaron el fuego nunca apagado, de los ataques al islam en la sociedad francesa.
Un fuego que aumentó el poder destructor con las declaraciones de un político pirómano como lo es el presidente francés Emmanuel Macron, quien apeló a la libertad de expresión, para situar a Charlie Hebdo como una especie de paradigma de esa libertad. Macron afirmó, en el funeral del profesor Samuel Paty, que “Defenderemos el laicismo. Y la libertad que enseñabas tan bien. No renunciaremos a caricaturas ni a las ilustraciones. Paty fue asesinado porque los islamistas quieren nuestro futuro. Ellos separan a los fieles de los infieles. Paty solo veía a ciudadanos» concluyó Macron.
Un mandatario que vive en la actualidad, graves dificultades internas en el plano político, social, económico y que hoy además, lo tiene en el centro de las críticas del mundo islámico y con una campaña de boicot a la compra de productos franceses en los países con mayoría musulmana. Un Macron que en lugar de reducir el grado de crispación cataliza el justo reclamo de cientos de millones de creyentes en el islam. Macron ha sacado a relucir la idea del separatismo islámico y el peligro, que representa para Francia, esa supuesta tendencia política. Una corriente que se nutre de fuentes sionistas y las instituciones de investigación, generosamente pagadas para fortalecer ciertos mitos historiográficos, incluyendo aquel del choque civilizaciones, que es nutriente para fanáticos fundamentalistas cristianos, liberales, sionistas y todo aquel que cree ver en la fe de 1.600 millones de musulmanes un peligro para su sobrevivencia.
El mencionado semanario Charlie Hebdo, ha hecho una práctica habitual el publicar fotos ofensivas y sátiras vergonzosas sobre el profeta Muhammad y sobre el islam profesado por un 20% de la población mundial, para quienes las enseñanzas y la figura del profeta del islam, como es denominado, representa un nombre sagrado contra el cual se han vertido escarnios inaceptables. Frente al hecho, que en años anteriores esta revista ha sufrido asaltos e incluso el asesinato de 12 de sus trabajadores a manos de extremistas, que reivindicaron la venganza frente a las ofensas vertidas contra el islam, no resulta creíble o al menos es discutible, que en ese contexto, tenga la contumacia de volver a publicar y ofender al mismo profeta.
Además, resulta absolutamente execrable, que en el marco de la defensa de una supuesta libertad de expresión se oculte y no se orienten las críticas hacia extremistas, que recordemos, han intensificado su accionar precisamente gracias a la generosidad financiera de aquellos que con objetivos políticos destruyeron Libia, han tratado de fragmentar Siria, atacan a El Líbano, llevan 17 años de invasión en Irak, 19 en Afganistán, 72 años apoyando el extremismo sionista contra palestina. Todos ellos países que han sufrido los embates de grupos takfiri, mercenarios, que han contado con el apoyo millonario de occidente y sus socios regionales como es la monarquía Wahabita, las monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico y la entidad infanticida israelí.
Además, con el tema Charlie Hebdo, surge la interrogante respecto a cuál podría ser el objetivo de ensañarse con una religión, que aporta a la vida y la sociedad francesa, haciéndola multicultural, que contribuye a su desarrollo económico, social, cultural, técnico y científico. No resulta a simple vista ni lógico ni aceptable y menos comprensible este tipo de acciones, que cada tanto salta a la luz y la discusión ante la comisión de un asesinato, como fue el caso del profesor Samuel Paty. Pero al profundizar nos vamos dando cuenta de cuál es el norte, cuáles son los objetivos perseguidos con las declaraciones y acciones de Macron, el sionismo, Trump, la derecha y todos aquellos a los cuales les gusta pescar en rio revuelto.
Las incógnitas son múltiples y una de ellas es saber si con la defensa a ultranza de un medio tan polémico como Charlie Hebdo, se trata realmente de una defensa a ultranza de la libertad de expresión o es parte de un plan mayor donde se mezcla el imperialismo, los objetivos sionistas de mostrar al islam como violento y la propia situación de crisis de la política interna francesa en el marco de la pandemia del Covid 19. ¿Qué existe, realmente, detrás de este tipo de acciones – tanto del semanario como las acciones políticas del ejecutivo francés – que generan conductas islamófobas en la sociedad gala? ¿Qué esconde esta conducta claramente provocativa de culpar a una creencia como el islam, guiando la opinión social hacia la consideración de un islam violento?
Resulta indispensable, previo a cualquier análisis, afirmar con determinación que el denominado fundamentalismo islámico, el integrismo takfiri de Daesh, Al Qaeda, Fath al Sham, Boko Haram o cualquiera de los movimientos surgidos de la mano del wahabismo, no deben vincularse en modo alguno con el islam y menos aceptar la distorsión respecto a que su actuar está basado en la Yihad. Está interesada asociación es propio del análisis de quien no conoce el islam, de una prensa occidental que con claras intenciones políticas trata de mostrar una cara violenta del islam y los musulmanes.
Nos alarma y genera interrogantes variadas el comprender qué es lo que hace que un grupo de artistas, empresarios, dibujantes, tengan como objetivo principal de sus burlas y de sus ofensas a una de las religiones monoteístas con más fieles en el mundo. ¿Qué impulsa a cometer el mismo error y en la misma forma? Recordemos un hecho y una decisión interesante que nos puede ayudar a resolver parte de las preguntas que nos agobian. El Semanario Charlie Hebdo, el año 2015, tras la masacre del día 7 de enero de ese año salió a la calle, decidido a demostrar la fortaleza de esa supuesta “libertad de expresión”. Consignando, en su manifestación de intenciones, que su trabajo no se vería truncado por muerte alguna.
Existen algunos antecedentes interesantes respecto a esta revista y que no es novedad, pues ya ha sido publicado, pero que merece ser nuevamente puesto al conocimiento de aquellos, que no creen en o dudan de los medios hegemónicos. Días después del atentado contra la sede del semanario Charlie Hebdo, la revista International Business Times (IBT) con sede en New York, en su edición de la India denunció que el Mossad estaba detrás del atentado contra Charlie Hebdo. Esto, tras la decisión del gobierno francés de la época (presidido por François Hollande) de aprobar, el 30 de diciembre del año 2014, en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, la propuesta jordana de poner fin de la ocupación sionista de los territorios palestinos en un plazo de tres años y negociaciones de paz, en el plazo de un año.
El resultado de dicha denuncia despertó de sus asientos a sionistas e islamófobos en todo el mundo. Significó el inicio de una campaña contra IBT a la cual se le acusó de catalizar el odio antisemita, que suele ser la vía preferida para acallar las voces disidentes al relato hegemónico. Tanto el redactor jefe de la revista en Nueva York, Peter Goodman como el periodista de IBT en la India Gopi Chandra Kahrel presentaron disculpas públicas. Aquí la libertad de expresión no mereció defensa alguna. Recordemos, igualmente lo acontecido con el fallecido dibujante de Charlie Hebdo, Marcel Siné quien, “producto de una crónica que publicó en el semanario en julio de 2008 sobre Jean Sarkozy, uno de los hijos del entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, fue despedido por los dueños del semanario, tras generar una oleada de críticas por un supuesto antisemitismo en aquel artículo.
Las acusaciones contra Siné fue encabezada por el poderoso lobby sionista francés que sostuvo que Siné «incitaba al odio racial”. Siné fue despedido y a pesar que la justicia falló a su favor, no fue reincorporado. Es la conducta de la casta política cuando su aliado es el sionismo. Una ralea que no deja lugar a dudas respecto a su servilismo con el sionismo. “Una Francia donde insultar al hijo de un político es considerado gravísimo y mueve las ruedas de las influencias para castigar a quien ose desnudar las andanzas de un miembro del poder, pero no lo es cuando se insulta la figura venerada por 1.700 millones de personas”1. Pura hipocresía. Es el precio a pagar cuando se develan los crímenes del sionismo, sus acciones desestabilizadoras y una conducta claramente delictiva pero que goza de impunidad.
El Gobierno de François Hollande terminó de completar la puesta en escena, para tender aún más un manto de dudas sobre el atentado contra el semanario, dando muerte a los hermanos franceses Cherif y Said Kouachi, acusados de ser parte del grupo que atacó la sede de la revista francesa. Como también Amedy Coulibaly, que asesinó a un policía y a cuatro personas en un supermercado en Francia, el mismo día del asalto al semanario. Los tres, sujetos a vigilancia por los servicios antiterroristas de la policía y sin embargo tuvieron todo el tiempo del mundo para concretar el atentado, que a estas alturas es a todas luces una acción de bandera falsa destinada a catalizar la islamofobia en Francia. Recordemos también, que dos días después del atentado salió a la luz – a través de la información entregada por la revista de economía neerlandesa Quote – la decisión del grupo Billonario Transnacional sionista británico de los Rothschild de adquirir, tras el atentado del 7 de enero, la operación comercial que dejó en manos del holding comunicacional de los Rothschild a Charlie Hebdo.
En esta línea de opiniones se ubicó también la del el ex subsecretario estadounidense del Tesoro, Paul Craig Roberts, quien señaló que el ataque terrorista contra Charlie Hebdo fue una operación de bandera falsa “diseñada para mantener a Francia como Estado vasallo de Washington. Los sospechosos pueden ser tanto culpables como chivos expiatorios. Basta recordar todos los complots terroristas creados por el FBI, que sirvieron para dar una apariencia de realidad a la amenaza terrorista ante los estadounidenses”, señaló este crítico republicano en un artículo publicado en su sitio Web2. Craig agregó que “La policía encontró el documento de identidad de Said Kouachi en la escena del tiroteo. ¿Les suena familiar?” dando cuenta del documento de identidad encontrado en los restos humeantes de uno de los supuestos responsables de los atentados contra las Torres gemelas derribadas el 11 de septiembre del año 2001.
En un artículo publicado en aquella fecha señalamos que “Cinco millones de ejemplares se agotaron el primer día de salida, mostrando nuevamente la figura del Profeta del Islam en su portada. Mientras que no es razonable, ni lógico, ni sensato, publicar dibujos y películas que ofenden al Profeta o atacan al islam. Si se está de acuerdo en que los autores del atentado en París eran una minoría que no representa al islam y a los musulmanes, ¿cómo se puede responder con actos que no están dirigidos contra ellos, sino contra el Profeta venerado por 1600 millones de musulmanes?”
Tal vez, una de las explicaciones que permita dilucidar estas interrogantes que hemos planteado, está en dar cuenta de esta Francia y su historia de sometimiento, cual perrito cancerbero del imperialismo norteamericano. Fiel seguidor en las aventuras de invasiones y agresiones contra nuestros países, sin la capacidad de defenderse de la voracidad de aquellos que repartirán el botín y en la cual Francia siempre recibe una cuota por sus servicios prestados y sus soldados que se sacrificaron por la libertad, la fraternidad y la solidaridad, principios convertidos hoy en las justificaciones de las transnacionales ávidas de usurpar y usufructuar gratuitamente de las riquezas no pagadas. Hablamos de una Francia convertida también en exponente de las políticas occidentales pro sionistas.
En medios críticos del sionismo y las políticas hegemónicas de occidente y sus aliados se afirma que Macron, con este apoyo a las acciones islamófobas, está desviando “la atención pública de las continuas manifestaciones contra sus políticas y la mala situación económica que está sufriendo Francia. Atacar el islam se ha convertido en un refugio para el presidente galo a fin de reducir las presiones políticas en su contra, ya que no le quedó más remedio que coquetear con ciertas corrientes de la política francesa, la mayoría pertenecientes a la extrema derecha, en un intento por aumentar su popularidad, lo que se ha catalogado como una política de huida hacia adelante”
Salta la natural duda de qué hay detrás de todo eso y no cabe dudas que está unido a la campaña presidencial del megalómano Donald Trump que, eventualmente derrotado en las próximas elecciones según todas las encuestas, revela el natural rechazo que provocó en las minorías religiosas sus dichos y acciones anti islámicas, que parecen incrementar las posibilidades de esta derrota inminente. Cabe analizar en consecuencia, si esto es parte de la teoría de la seguridad nacional interna, tan utilizada y manoseada con las justificaciones de que les combaten en otros países en la idea de “para evitar que traigan la guerra a nuestros hogares la llevamos a sus casas», a la vez que se preparan las acciones tendentes a llevar la guerra a otros países, no importa el continente en el cual se encuentren.
¿Cuál sería uno de esos países? ¿será Irán para satisfacer al sionismo internacional? Es probable que aquí confluyan varios intereses. El primero, salvar de la derrota al megalómano Trump, que creyó que atacando a otras religiones y naciones iba a incrementar sus votos, despertando el nacionalismo manoseado del pueblo norteamericano, cuyos jóvenes no saben por qué mueren ni porque matan. Segundo, otro objetivo, es utilizar en una guerra a esos mismos jóvenes para hacer el trabajo por encargo de la entidad sionista de atacar y debilitar a Irán o Siria antes de que abandone la Casa Blanca. Para ambos objetivos podría verse pavimentado el camino si las naturales molestias de los musulmanes del mundo terminan en enfrentamientos mayores y se crea la justificación ideal para acusar a esos países de fomentar y apoyar el terrorismo y, por tanto, sería legítimo atacarlos e intentar destruirlos.
Arabia Saudita, como Bahréin y los Emiratos Árabes, no han manifestado opinión alguna por los insultos al profeta, ¿Cuál es la razón de no abrir la boca y manifestar el repudio por estas ofensas si además los saudíes presumen de ser los custodios de los santos lugares del islam? La única respuesta lógica es que ellos están colaborando con estas conspiraciones y el asunto es mucho más profundo y estratégico de aquello que a simple vista parece. No es casual entonces que haya generado esta política de “normalización” junto al sionismo.
Francia, un país que presume ser del primer mundo, muestra, mediante las opiniones islamófobas de su presidente, que el objetivo es estimular una agresión religiosa a millones de seres humanos que profesan esta religión, y no caben las justificaciones de defensa del principio de libertad de pensamiento o expresión cuando al mismo tiempo se prohíbe con cárcel pensar que el holocausto puede ser distinto a como lo presenta el sionismo; o, sin ir más lejos, decir o pensar que el sionismo es una ideología perversa, racista, discriminatoria y fascista es de inmediato calificado de antisemita y se puede ir a la cárcel, uniendo al sionismo político con el judaísmo religioso y todo atado a un concepto étnico y por tanto, se le califica de antisemita, esto es una forma burda de conculcar el derecho a pensar, a disentir y a expresar las opiniones propias, constituyendo un abierto atropello y represión a un derecho humano inalienable cual es el derecho de pensar y expresar.
El presidente francés Emmanuel Macron con su defensa de lo que denomina libertad de expresión, ofende al islam y a 1.600 millones de creyentes en todo el mundo. Macron habla de libertad, pero cuando se ha criticado al sionismo por sus crímenes y violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino, esa Francia supuestamente defensora de la libertad, la igualdad y la fraternidad suele castigar a quienes con valor y razón denuncian a una ideología criminal como es el sionismo. Es la hipocresía y el doble rasero inaceptable.
Por ello, resulta acertado tener presente las palabras de Sayed Ali Jamenei, dadas a conocer en una carta pública dirigida a los jóvenes de Francia: “Jóvenes franceses, pregunten a su presidente ¿por qué apoya la profanación al Profeta de Dios y lo considera parte de la libertad de expresión? ¿Es el significado de la libertad de expresión insultar y profanar a figuras eminentes y santas? Este acto estúpido ¿no supondría un insulto a la consciencia de una nación que le ha elegido presidente. ¿Cómo es que dudar del Holocausto es considerado un delito, por el que encarcelan a quién escribe algo sobre el tema, pero no está prohibido profanar al Profeta?». Palabras certeras las de Ali Jamenei, pues desnuda la hipocresía, el doble rasero, la inmoralidad de aquellos que ven la paja en el ojo ajeno y no el tronco que hay en el suyo. Palabras que generaron la respuesta de Instagram: el cierre de su cuenta en francés. Esa es la famosa libertad de expresión de occidente.
La libertad de expresión sin fondo político, sin entender la desolación de millones de seres humanos que sufren los actos de agresión de Francia y sus aliados, que no suelen estar en el centro de las críticas de sus sociedades. Intervenciones en Libia, Siria, El Líbano, Afganistán. Apoyo al régimen monárquico, colonizador y ocupante de Marruecos, que gracias precisamente a la complicidad de Francia somete al pueblo saharaui hace 45 años. Impidiendo su autodeterminación. Impidiendo que se expresen sus voces libres. Negándoles la libertad de expresión. Esa es la Francia de la Liberté, Égalité y Fraternité, pura palabrería hueca.
A la hora de los atentados, las muertes y el uso político que se hace de ellas es necesario preguntarse ¿Vale más la vida de un parisino, un europeo que la de un musulmán? Las muertes, sin discusión alguna condenables, cuando se trata de las que se concretan en suelo francés levantan más revuelo que en el resto del mundo. Un atentado en Francia llena los titulares de los medios de información. Un atentado en Trípoli, Damasco, Ramallah, Al Quds, Homs, Beirut son simples números: árabes, negros, musulmanes, extremistas. Para Macron y los suyos no son seres humanos, son simplemente partes de un mundo al que hay que temer y mantener lo más alejado posible. Cuando Occidente deje esa doble moral, ese doble rasero frente a los hechos que suelen tener como causa, la propia ineficacia de sus políticas con los pueblos del mundo, ese día podrán unir las manos condenando todo tipo de terrorismo, sin que se piense que es más una máscara hipócrita que un deseo honesto.