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Origen y destino de una lucha incansable. Farruco Sesto

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Todo comienza con un dolor. Ya la he comentado varias veces, porque me parece que esa frase es poéticamente certera a la hora de expresar quienes somos, qué hacemos y qué es lo buscamos en la política: “Todo comienza por un dolor, ¿verdad, Farruco”. Nos la dijo Chávez, algún día de noviembre de 2011.

Todo comienza con ese dolor que se transformó en nuestro génesis particular. A partir de la mirada inicial al mundo, por así decirlo, para descubrir como era y tratar de entenderlo, con sus bondades y hermosuras, es cierto, pero también con sus miserias, desigualdades e injusticias, que se nos hicieron insoportables desde el primer momento.

Y de ahí viene lo demás hasta lograr perfilar nuestro dibujo biográfico, tanto en lo personal como en lo colectivo, de lo cual doy fe, viendo a la multitud de hombres y mujeres interpretar a Chávez y, avanzar cada día en la revolución bolivariana, haciendo de la pasión contra la injusticia el centro de su lucha política. Por construir y seguir construyendo un país más justo y, por supuesto, ese mundo más justo que es imaginable y posible, desde aquí y ahora. No dejando la tarea para después, no para otra época que ha de venir, sino aquí y ahora, con estas manos que tenemos y con estas fuerzas que nos mueven.

Creo que ese es el punto. En este atardecer tranquilo en que, por razones biológicas ineludibles, debo comenzar a hacer el balance autocrítico de una existencia ( es decir, a ser el juez de mi propio juicio final, si se quiere), creo que ese es el punto. La lucha indeclinable, aquí y ahora, poniendo ese ladrillo que nos toca en esa obra que es de todas y todos.

Para mi propio entendimiento personal, trato de precisar en pocas palabras cual es el núcleo duro de mis observaciones a la realidad, es decir, cual es la razón esencial por la que me he sublevado siempre contra el orden reinante y seguiré haciéndolo hasta mi último suspiro. Me pregunto qué es lo que se me vuelve insoportable cuando dirijo la mirada a lo que me rodea. Y me doy cuenta de que lo inadmisible para mi alma es esta inexorable división de clases de la sociedad en que me ha tocado vivir. Es esa estructuración de la desigualdad más despiadada, lo que me altera el ánimo y me desasosiega. La deshumanización rampante que se nos presenta como lo más normal del universo. Todo ello producto del capitalismo que, cuando asume el control total del poder económico, político y cultural, tal como ocurre en la mayoría de los países de esta zona del mundo, tiene el efecto de estructurar a la sociedad de tal manera desigual.

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La alternativa a esa sociedad de clases, que conocemos como capitalismo, no es otra que el socialismo.

Así lo pienso. Así lo pensamos. Y por eso hacemos lo que estamos haciendo en Venezuela para construirlo. Digo, el socialismo. Sabiendo que la adjetivación real de ese concepto genérico que así denominamos, socialismo, dependerá de cada cultura, tiempo y circunstancia.

Nos tocará a nosotros, visualizar en cada tiempo histórico los caminos a recorrer en Venezuela, para contribuir con nuestras palabras y acciones, vale decir, con nuestras políticas, pueblo y gobierno unidos, pueblo y fuerza armada unidos, a desmontar esta inhumana sociedad de clases y replantearla como una sociedad de seres humanos emancipados e iguales.

La tarea no es fácil, ni nunca hemos pensado que lo fuera. Por el contrario, la construcción del socialismo, y más en un país que tiene que reafirmar una y otra vez su independencia y su soberanía contra multitud de enemigos internos y externos, es un proceso sumamente complejo en el que se implican varias generaciones. En el que a cada generación le tocará vivir sus dificultades, renovar juramentos y propósitos, generar sus renacimientos necesarios, y avanzar de modo sensible en la tarea.

En el caso de la nuestra, de esta generación de Chávez y Maduro, yo estoy convencido de que hemos cumplido y seguiremos cumpliendo en este tiempo, una misión indispensable sin la cual no habría sueños a futuro ni caminos a recorrer en la construcción del socialismo: la de arrebatarle al capitalismo su poder político.

He ahí, a la hora de rendir cuentas, lo más importante de lo que hemos hecho hasta ahora. Así como impedir que la oligarquía, en nuestro caso apátrida, parasitaria, neoliberal y financiera, pueda retomar para ella un poder que le corresponde al pueblo.

(Publicado en Correo del Orinoco, el 28 de julio de 2023)

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