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Otra reflexión sobre las dos guerras. Agustín Velloso

Parece que las dos guerras grandes, largas y más mediáticas están estancadas. Sin embargo, la de la OTAN contra Rusia, de la que se puede decir que Rusia ya ha ganado y no es ninguna sorpresa para nadie, salvo para los que la organizaron, lanzado y que sigue matando.

Aunque ya no tiene remedio la caída ucraniana, cabe un último ‘truco’, es decir, un atentado de bandera falsa, un atentado a una guardería, un misilazo a una iglesia rusa, etc., que derive en otra respuesta mortal, una más.

Falta esperar un tiempo para que la OTAN decida si despacha misiles más potentes a Ucrania. Se nota que hay más miedo que vergüenza, parece que la sangre de los yanquis es más preciada que la de los soldados ucranianos.

Con su moral de clases, las altas tienen sus hijos en la universidad y la misma von der Layen lo reconoció en una entrevista a un periodista:

«una pregunta más para terminar, usted tiene dos hijos, ¿cierto? ¿están en el frente?»

«Jajaja, no, claro que no, ¡están en la universidad!»

Las bajas se ponen en primera fila de batalla. Son obligadas por parte del gobierno ucraniano, que envía tres o cuatro tarugos para salir a las calles a cazar a jóvenes y adultos, pero también, por falta de mano de obra, viejos, adolescentes y para colmo, mujeres embarazadas.

Mientras mueren ucranianos llevados a la fuerza por Zelensky -los nazis y los mercenarios son voluntarios y asalariados-  en el sofá de su salón, como los capitostes y otros listos, acumulan tantos millones que no tienen más remedio que comprar Bentleys, villas en la playa, joyas… para pasar el trago más suavemente.

Muy lejos de las trincheras, mientras los misiles Iskander buscan en Ucrania algo de carne asada para comer en la cena, la crème de la crème de la gente que cuenta de verdad en los países occidentales, usa el mando del televisor para saber cuántos dólares más han salido calentitos del mayor mercado bursátil del mundo hacia sus bolsillos.

Ellos pueden recordar satisfechos y hasta orgullosos, las palabras de un presidente de EEUU, de cuyo nombre no me acuerdo ahora: ‘a este país le hace falta una buena guerra’.

Moscú, lógicamente a lo suyo, ha anunciado que ya no hay más líneas rojas que violar, es decir, que Rusia considera que la guerra seguirá, pero ya sin disimulos por parte de la OTAN, sino mediante una guerra abierta entre EEUU y Rusia. La razón es que aquél necesita en adelante llevar sus misiles con sus propios especialistas al teatro de operaciones directamente, porque Ucrania no tiene ni una cosa ni la otra. En resumen:

  1. la opción de la Tercera Guerra Mundial está en el plan de los anglos.
  2. La desgracia es el horizonte  de los europeos
  3. El último ucraniano será Zelensky o un sucesor, da igual, ya es prescindible y el país está quebrado, típico de las guerras de rapiña de la OTAN.

En cuanto a España, poco margen de maniobra, la propia propaganda y la manipulación ha sido de traca. Ahora a ver qué conejo saca Sánchez de la chistera. Mejor ni pensarlo, sobre todo que no le coja el teléfono a Biden o Harris, porque nos lleva a Rusia voluntariamente como hizo Franco con la División Azul.

Hoy día la derecha sigue siendo la derecha y el milagro está en que la izquierda se ha transustanciado en la derecha y no hay más que decir, aunque sea el fin del mundo. Me refiero al mundo occidental. Sin embargo empieza otro mundo mucho más racional, no pirata ni fascista, sino un mundo de relaciones internacionales más o menos horizontal, con un plan identificado ampliamente como win-win. Resulta un tanto forzado, de acuerdo, pero es que no queda otra salida, eso sí es que no se vuelve a la guerra y eso es mucho peor que la aventura que se nos ofrece.

Por otro lado, la guerra de Israel contra Palestina es continuación de la que surgió desde la primera década del siglo XX de forma intermitente y aumentada en la segunda y así hasta que han pasado unos 100 años de guerra de más o menos baja intensidad, aunque sea una ironía por la expresión y para no ofender a las víctimas palestinas.

Es más terrible que la de Ucrania porque esta guerra, en realidad, es un genocidio y al mismo tiempo éste es lo más principal para el movimiento sionista, muerte o desplazamiento forzoso de los palestinos.

El horror de las maldades que emplea Israel actualmente supera ya todo lo visto en ‘su’ holocausto. Los israelíes, sin cortapisa alguna, al contrario, con máxima violencia contra niños, presos, contra todas las condiciones necesarias para la vida humana y ¡celebrando y bailando cada matanza!, pidiendo a gritos ante el mundo entero: ¡hay que matar a todos los palestinos, los niños también!

Todas las barbaridades las cometen: tanto políticos ancianos, adultos como colonos (todos ellos ilegales) y lo mismo soldados jóvenes, a la vista, sin duda ni esconderse.

Lo que no se puede entender es que llevan 80 años llorando, gritando socorro, exigiendo un trato exquisito, una ciudadanía de primera categoría y exclusiva para ellos por ser los elegidos de Dios… Ya se sabe, hay rabinos que dicen: «la vida de un palestino no vale la uña del dedo meñique de un judío» y por eso a lo mejor no ven la viga en su ojo y sí la paja en los gentiles.

Por si fuera poco, todo el occidente cristiano y magnífico pecador contra el quinto mandamiento -asesinato y masivo- no deja de volcar en las manos de Israel, día sí y día también, ¡más bombas que las arrojadas en la Segunda Guerra Mundial en ciudades como Dresden y otras!

Este anticipo del Apocalipsis debería alcanzar de lleno a todos los sionazis, no solamente a los valientes soldados revienta-niños, sino que también a los congresistas yanquis, que a miles de kilómetros del infierno que es Israel, ganan millones de dólares sin fin con sus participaciones y actuaciones en las ventas de la enorme industria armamentística.

Queda el consuelo de que incluso si matan a más palestinos, éstos y sus hijos y nietos seguirán defendiendo, como hicieron todas las generaciones pasadas, su vida y su tierra.

 

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