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Perú y la resistencia popular. Cristóbal León Campos

Tras el derrocamiento de Pedro Castillo de la presidencia de Perú (7 de diciembre) mediante un Golpe Parlamentario y la toma del poder por parte de Dina Boluarte –acusada de traición-, la reacción popular del pueblo peruano ha comenzado a dar muestra de su fuerza y de su inclinación hacia el rechazo generalizado al Golpe conservador, que ahora termina de apoderarse del Gobierno con la designación de nuevos integrantes del gabinete vinculados a los intereses de los sectores oligarcas y más reaccionarios.

El devenir de los sucesos deja –como suele acontecer casi siempre- cada vez más clara la raíz profunda del desprecio oligarca contra Pedro Castillo, pues así como Washington rápidamente desconoció al ex presidente de origen proletario e indígena, también la ex candidata, a quien justamente derrotó Castillo en la contienda electoral pasada, Keiko Fujimori, ofreció su apoyo a la golpista Dina Boluarte, argumentando que: “No es momento de ideologías, ni de derechas o izquierdas”, para después escribir en su Twitter una frase que revela el carácter golpista de la oligarquía con tendencia claramente neofascista: “Expreso mi gratitud y reconocimiento a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional por el rol fundamental para salvaguardar la democracia y el orden constitucional”. Estas frases dicen mucho más en lo profundo, pues su carga clasista y racista se respira, además de jugar al discurso de “unidad” después de haber alcanzado el objetivo de la salida del poder de Pedro Castillo, y como siempre, ese discurso busca ocultar que ha sido la derecha oligarca la que ha generado el clima de confrontación que ahora se vive en Perú.

Ante el Golpe Parlamentario y la avanzada de la oligarquía, amplios sectores proletarios y populares peruanos han comenzado a movilizarse en la mayoría de las regiones del país andino, el Frente Democrático del Pueblo ha lanzado un comunicado con fecha del 10 de diciembre, donde puede leerse que: “El pueblo ha rechazado el Golpe de Estado y se ha declarado en movilización permanente e insurgencia ciudadana, desconociendo la traición de la señora Dina Boluarte, pidiendo el inmediato cierre del Congreso, nuevas elecciones y una Asamblea Constituyente”. Asimismo, el documento plantea tres puntos centrales a partir del establecimiento de una Constituyente con los siguientes objetivos: 1) Democratizar el país; en que el pueblo, las organizaciones sociales, políticas y económicas puedan articular un nuevo pacto social, donde no se trafique y engañe; 2) Rescatar la dignidad nacional; recuperando nuestra soberanía y nacionalizando la economía, es decir que esté en función del desarrollo nacional y del bienestar de la población y no al servicio de las grandes trasnacionales y la oligarquía peruana; 3) Dignificar al Estado y la política; combatir la corrupción en todos sus niveles y sancionarla drásticamente a todos sus componentes, corruptos y corruptores, cómplices y actores; reformar el sistema de justicia y democratizar la justicia peruana, que la política sea esa actividad de servicio hacia al pueblo y no hacia sí mismo o un grupo de interés.

La resistencia ante el Golpe aún va tomando forma, falta ver su fuerza y alcance, pero lo cierto es que el papel de personajes como Dina Boluarte será transitorio –como todo títere, tiene el tiempo contado-, la verdadera lucha democrática del pueblo peruano está en las calles y en el clamor popular que rechaza a la oligarquía y sus formas clasistas, racistas y abiertamente neofascistas.

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