Rosa, que no roja. El lince
Ya tenemos otro progre en la presidencia, esta vez en Chile. Eso, en sí, no significa nada aunque ya se oyen las campanas con el soniquete de «vuelve la marea rosa» a América Latina. Rosa, que no roja.
Es obvio que el movimiento se demuestra andando, y que lo que ocurre en el Perú de Pedro Castillo o en la Argentina de Alberto Fernández no es para tirar cohetes, precisamente, porque sus movimientos han sido mucho más a la derecha que a la izquierda y que el rosa ya no es ni siquiera rosa. Es obvio que hay que dar un pequeño margen a Boric antes de saber si el rosa seguirá siendo rosa o termina convirtiéndose en blanco o, como diría Víctor Jara, «ni chicha ni limoná».