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Salvar a la condesa

De nuevo al charco. De cabeza. Quienes sigáis esto ya sabéis que es mi especialidad. Quienes lleguéis ahora, ya sabéis a qué ateneros.

Menuda se ha montado con la visita de ese zombi que es la Unión Europea a Turquía. Desde la carcundia más carca a la progresía más progre todo el mundo ha montado en cólera, con mayor o menor impostura, por aquello del «protocolo machista» que ha relegado a Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a un segundo plano cuando se supone que está al mismo nivel que el presidente del Consejo Europeo, que fue el que se sentó al lado del presidente turco en la foto oficial.

Todos se han puesto de acuerdo en salvar a la condesa (no es broma, von der Leyen es condesa por su marido -de quien ha tomado el apellido-, un tipo que viene de una familia aristocrática que hizo mucho, pero que mucho dinero con fábricas textiles durante los siglos XVIII y XIX donde, por otra parte, los obreros trabajaban entre 12 y 18 horas diarias) como si no importase nada lo que ha hecho y está haciendo en la UE.

Tanto para la carcundia más carca como para la progresía más progre es más importante salvar a la condesa que a los miles de migrantes que la condesa no quiere en la muy democrática UE y que están retenidos en Turquía desde hace años. Por ejemplo. Retenidos a cambio de 3.000 millones de euros al año para evitar otra oleada como la de hace años y que, por cierto, fue alentada por el empresariado alemán (que la condesa conoce muy bien) como mano de obra barata y que tenía como objetivo, también, sensibilizar a la llamada «opinión pública» sobre lo malo que era el presidente sirio y por qué había que derrocarlo. Como Assad ganó, los refugiados ya no tienen ningún papel, son molestos y por eso no se los quiere. Y se paga por ello.

La presidenta de la UE no es ajena a ello, ni a lo que se avecina con la pandemia porque, recordad, después del verano del año pasado ya anunció que «tiene que haber una implementación efectiva de reformas» si los países quieren el dinero prometido para intentar salvar a la ciudadanía tras la pandemia. Traducido: más destrucción de lo público en beneficio de lo privado. Salvar a la condesa sí, salvar a la ciudadanía no. Curioso.

Turquía dice que se respetó el protocolo y la UE dice que no. A mí me da lo mismo porque lo que pone de manifiesto todo esto es lo poco que cuenta ese muerto viviente que es la UE en el mundo. Dije hace poco que ya nadie tiembla cuando Occidente habla, sanciona o amenaza. Ese tiempo ya pasó, por mucho que «la gran esperanza para la democracia», como definió el esperpéntico Lula a Biden no hace mucho, esté haciendo lo posible por cumplir con el ADN de los demócratas estadounidenses: iniciar guerras. Pero si las hay, ya no será un camino de rosas para EEUU.

La UE ha recibido tres bofetadas en poco tiempo: el repaso que se llevó el Alto Representante de la Política Exterior de la UE en Rusia en febrero, las contrasanciones aplicadas por China a mediados de marzo y lo de ahora en Turquía. Los más pusilánimes podrán decir que la UE se desmorona. Yo voy más allá diciendo desde hace mucho que es un ente muerto.

El comportamiento de la UE durante la pandemia, y ya va un año largo, es deleznable (y la condesa tiene mucho que ver en ello), actuando sólo como quieren los grandes grupos económicos, tanto industriales como financieros, y solo se tiene algún atisbo medianamente humano (que no es un lugar en un protocolo, precisamente) cuando se llenan las plantas de cuidados intensivos en los hospitales públicos, reducidos y extenuados gracias a las políticas de gente como la condesa, gran depredadora de lo público en beneficio de lo privado.

Un año largo después de la pandemia en Europa, con casi 550.000 muertos, no se ha desembolsado ni un euro todavía y eso cuando se aprobó un plan de 750.000 millones de euros (poco, si se tiene en cuenta que EEUU, por ejemplo, con menos población que Europa ha destinado casi 6 veces más; por no hablar de China, que está en la estratosfera directamente) pero con imposiciones, de nuevo, leoninas como más arriba os comento (y la condesa tiene mucho que ver).

Toda la estrategia de ese zombie que es la UE ha estado centrada en esperar las vacunas (y el papel de la condesa ha sido determinante) y todo está siendo un enorme fiasco. Porque la falta de autonomía productiva en el campo de las vacunas ha llevado a la firma de contratos suicidas con las grandes multinacionales farmacéuticas -occidentales, por supuesto- con un boicot abierto a las vacunas rusas, chinas y cubanas (y la condesa tiene mucho que ver en ello). Y cuando esas multinacionales no cumplen con lo acordado en los contratos, la condesa mira para otro lado.

Por si no lo sabéis, la UE (y la condesa tiene mucho que ver en ello) se ha opuesto en la Organización Mundial del Comercio a la solicitud de India y Sudáfrica de liberalizar las patentes. Salvar a las multinacionales y no a la gente es lo que quiere la condesa, aunque ahora la carcundia más carca y la progresía más progre se rasgen la ropa para salvar a la condesa.

Lo mismo con todo lo demás. Si con Trump parecía que la UE tenía alguna, mínima, voluntad de tener cierta autonomía en política exterior, la llegada de Biden ha vuelto a silenciar a los vasallos (aunque ahora parece que están algo activos con el acuerdo nuclear con Irán) y ahí están las actitudes matonas y chulescas con Rusia y China, por ejemplo, por no hablar de Venezuela, Siria o Cuba.

La UE esá muerta, por más que carcas y progres hayan salido en tromba a salvar a la condesa. Aislar a la condesa de lo que representa es una estupidez. Otra más.

(Publicado en el blog del autor, el 8 de abril de 2021)

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