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Seminario de primavera 2025. Conclusiones

Política de bloques y multilateralismo

Sesión 8, 29 de junio de 2025: Conclusiones

Durante este Seminario de Primavera, celebrado entre el 23 de marzo y el 29 de junio de 2025, han tenido lugar los siguientes hechos relevantes a nivel internacional que, de forma implícita o explícita según los casos, han estado presentes en las distintas sesiones del seminario:

  • Primeros seis meses del segundo mandato presidencial de Donald Trump.
  • Interrupción de los ataques con misiles estadounidenses y europeos en el territorio ruso fronterizo con el norte ucraniano.
  • Restablecimiento del diálogo y de los contactos diplomáticos entre Estados Unidos y Rusia interrumpidos desde comienzos de 2022.
  • Programa de Rearme 2030 [Readiness 2030] presentado por la Comisión Europea (4 marzo 2025).
  • Revuelo y disrupción en el comercio internacional por el anuncio de la imposición de aranceles estadounidenses a los bienes importados desde otros países, y por su puesta en práctica posterior.
  • Liberación del territorio ruso ocupado por Ucrania en la óblast de Kursk (26 abril 2025).
  • Progresivo avance ruso en el frente de batalla ucraniano, especialmente en la óblast de Donetsk.
  • Escalada bélica entre India y Pakistán (7-10 mayo 2025).
  • Operación Spiderweb. Ataque con drones ucranianos a bombarderos estratégicos rusos (1 junio 2025).
  • Escalada bélica en Oriente Próximo, por parte de la entidad sionista y de EE. UU., alcanzando directamente a Irán: Guerra de los Doce Días (13-24 junio 2025).
  • Continuación del genocidio en la Palestina ocupada con el consentimiento implícito y explícito de Occidente.
  • Cumbre de la OTAN celebrada en La Haya. Se acuerda que la meta de gasto en defensa y seguridad ascienda a un 5% del PIB de los países miembros (24-25 junio 2025).

1. Algunas certezas

1.1. La nueva administración Trump es consciente de que no puede atender a la vez los focos bélicos en Ucrania y Oriente Próximo así como la situación prebélica en el Mar de China. Por ello, pretende establecer una secuencia estratégica en la atención a dichos focos, lo que supondría su menor implicación en la guerra de Ucrania, que pasaría a estar principalmente en manos europeas, de manera que EE. UU. pudiera concentrar sus recursos en Oriente Próximo y, sobre todo, en China. Esto es algo ya anunciado por Pete Hegseth, secretario de Defensa, ante el Grupo Ramstein el pasado 12 de febrero, pero que no es nuevo, como se puede comprobar accediendo a la web del think tank estadounidense The Marathon Initiative, relacionado con Elbridge Colby, subsecretario de la política de Defensa, donde se puede encontrar un informe del pasado mes de octubre en el que se afirma lo siguiente:

«Estados Unidos se enfrenta a un riesgo creciente de una guerra en múltiples frentes contra Rusia, China e Irán. La respuesta óptima a este peligro sería una estrategia secuencial destinada a infligir una derrota estratégica a Rusia en Ucrania adelantándose a la que China estaría dispuesta a causar a Taiwán. Sin embargo, para que esta estrategia funcione, es necesario que Estados Unidos actúe con prudencia, que intente reformar la base industrial de defensa estadounidense y que refuerce la situación actual en Europa oriental mientras negocia una división del trabajo más eficaz con sus aliados en Europa y en el Indopacífico».

1.2. Trump se presenta ante EE. UU. y el resto del mundo como un pretendido defensor de la paz, pero esa paz realmente significa guerra. Sin dejar de reconocer la importancia que tiene la interrupción de los ataques con misiles occidentales en el territorio ruso fronterizo con el norte de Ucrania así como el restablecimiento de contactos diplomáticos con Rusia, el hecho es que Trump ha adoptado la figura de mediador entre la parte ucraniana y la rusa mientras EE. UU. y la OTAN continúan suministrando a Kiev armamento y equipo militar junto con apoyo de inteligencia y satelital —todo ello alentado con la correspondiente rusofobia—, lo que les permite seguir enfrentando a Rusia por intermediación de Ucrania. Asimismo, Trump afirma haber puesto fin a la llamada Guerra de los Doce Días entre Israel e Irán mientras EE. UU. es el principal garante e instigador del escenario bélico que tiene lugar en Oriente Próximo desde hace décadas con el agravante reciente del genocidio y de la limpieza étnica en Gaza y Cisjordania.

1.3. Por el momento, Rusia está aventajando a EE. UU. y a la OTAN en Ucrania. A lo largo de la guerra, el ejército ucraniano ha sufrido innumerables bajas, aunque ha conseguido reponerse de ellas sucesivamente gracias al apoyo económico y militar que recibe de Occidente, ofreciendo una tenaz resistencia al avance ruso en el frente de batalla. A pesar de ello, Rusia se está aproximando a la barrera natural del río Dniéper desde la óblast de Donetsk, en sentido este-oeste, especialmente si logra liberar los enclaves de Pokrovsk, Konstantínovka y Kramatorsk. Por mucho que pretendan encubrirlo, Ucrania, EE. UU. y la OTAN son conscientes de ello. Una de las explicaciones del pretendido papel de EE. UU. como mediador, en aparente situación de salida del conflicto, puede que esté precisamente en el hecho de querer retirarse a tiempo, de que no le ocurra como en Afganistán o en Vietnam, en tanto que Rusia siga mostrando una clara ventaja militar sobre Ucrania.

1.4. Tras el ataque ruso a Dnipró (óblast de Dnipropetrovsk) con el nuevo misil hipersónico Oreshnik en noviembre de 2024, Rusia se ha abstenido de hacer uso de él en paralelo a la interrupción de los ataques con misiles occidentales dentro de las fronteras rusas anteriores a la anexión de Crimea en 2014. Se trata de un misil que no puede ser interceptado por los actuales sistemas de defensa aérea, de suma precisión en el ataque, y que posee una altísima capacidad destructiva sin dejar de ser un arma de tipo convencional, no necesariamente portadora de ojivas nucleares. Junto al indudable efecto disuasorio de esta potente y nueva arma de ataque, y a la ventaja escalatoria que concede a Rusia, evitando el recurso a las armas nucleares, es preciso reconocer que estamos ante una nueva forma de guerra que garantiza inviolabilidad ofensiva, precisión en los objetivos, y destrucción carente de letalidad nuclear.

2. Algunas incertidumbres

2.1. Los claroscuros del Estado Profundo en EE. UU., así como de las interacciones entre los servicios de inteligencia occidentales en la coyuntura actual, no permiten ir más allá de la formulación de hipótesis al respecto, pero tampoco las impiden. Por ello, no habría que desdeñar los siguientes indicios:

  • Existencia de contradicciones entre los grupos oligárquicos tradicionalmente asentados en las estructuras del Estado estadounidense y la aparición de nuevos protagonistas que respaldan a Trump, aspirantes a tener poder y a acumular riqueza. ¿Acaso unos nuevos robber barons [barones ladrones]?

  • Trump se asemejaría a un recién llegado con características exógenas al sistema tradicional pese a su neto conservadurismo. En este sentido, podría estar teniendo lugar una pugna entre Trump y el Estado Profundo en donde ambas partes intentarían desafiar y someter a la contraria.

  • Protagonismo del MI6 británico en las operaciones de inteligencia en Ucrania, especialmente en la meticulosa preparación y ejecución de los ataques con drones a los bombarderos estratégicos rusos (Operación Spiderweb).

2.2. Se podría decir que la política arancelaria inaugurada por la administración Trump, imponiendo aranceles a diestro y siniestro, es una versión en clave comercial de la Doctrina Monroe, ya que se presenta como una forma de defensa de la soberanía e independencia económicas de EE. UU. frente al resto del mundo cuando realmente es un arma de guerra. Están por ver las consecuencias de esta política arancelaria a medio y largo plazo, y en qué medida podría ahondar la crisis imperial que atraviesa EE. UU. en vez de servir para remontarla.

2.3. Europa se está rearmando. El Pacto Verde como estrategia de crecimiento de la UE parece haber quedado en un segundo plano debido al protagonismo adquirido por el rearme como la nueva llave maestra de la estrategia europea. Así, donde antes había ‘transición ecológica’, ahora hay defensa y seguridad; donde antes estaba la amenaza del cambio climático, ahora está la amenaza rusa. En todo ello, hay varios interrogantes:

  • ¿Acaso las grandes oligarquías europeas y transnacionales han apostado ya porque Europa suceda a Ucrania en el intento de debilitar y desestabilizar a Rusia mediante la guerra?

  • Alemania ha sido el mayor proveedor europeo de armas a Ucrania y pretende convertirse en el principal eje del rearme europeo. Sin embargo, su economía encadena dos años consecutivos de recesión (2023-24) mientras crece su endeudamiento. Cabe preguntarse hasta qué punto la producción armamentística por sí sola será un factor económico de estabilización o su contrario.

  • Alemania, Francia y el Reino Unido son los tres países europeos líderes en rusofobia y belicismo, y los principales apoyos geopolíticos de Ucrania en Europa. ¿Se limitan a seguir el dictado de la ‘división del trabajo’ de Pete Hegseth, o bien actúan con iniciativa propia?

  • Pese a los crecientes avances tecnológicos que desarrollan y modifican los métodos bélicos, la infantería continúa siendo vital en las operaciones de combate. La guerra convencional sigue necesitando presencia física. ¿Europa podría garantizarla en un futuro próximo? Cabe aventurar que la persistente rusofobia no sería suficiente para que el reclutamiento tuviera éxito en los países europeos que llegasen a promoverlo. Sin embargo, una grave crisis económica que asolase el conjunto de Europa con desempleo, inflación, y colapso de los servicios públicos sí podría actuar como un resorte para destinar ‘botas en el terreno’ en caso de ser requeridas.

2.4. Hay un orden mundial heredero del colonialismo occidental que está en crisis. Frente a él se adivina un nuevo orden mundial anticolonialista que exhibe potencia económica, militar y tecnológica. Sin embargo, ¿se puede hablar de que existen dos bloques claramente enfrentados? Quizás es pronto todavía. El bloque de las antiguas potencias coloniales e imperiales que han dominado el mundo durante los últimos cinco siglos se yergue de forma amenazante y ofensiva, no está dispuesto a perder sus privilegios. En cambio, las antiguas regiones del mundo que han sido afrontadas por dichas potencias se hallan aún en proceso de coordinación, intentando ganar tiempo y actuando más bien a la defensiva. La asimetría parece evidente. Así que hay un proceso en marcha, pero que está lleno de riesgos e incertidumbres.

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