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Seminario de primavera 2025. Sesión 2

Política de bloques y multilateralismo

Sesión 2, 6 de abril de 2025

Tema: Formación de bloques y su caracterización

Grabación en audio: https://www.ivoox.com/player_ej_145615452_6_1.html?c1=984330

(Ponencia presentada y ampliada a partir de los comentarios del debate, por José María García Goday, médico estomatólogo, miembro del FAI)

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Sobre este tema hay una gran cantidad de incertidumbres.

En estos momentos podemos considerar que desde la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en diciembre de 1991 se inicia el mundo unipolar hegemonizado por Estados Unidos de América (EE.UU). Este proceso se inicia con el neoliberalismo, a finales de los años 70 del siglo pasado, implantándose paulatina y progresivamente en los países capitalistas desarrollados durante las décadas siguientes. Ronald Reagan en EE.UU. y Margaret Thatcher en Gran Bretaña fueron los líderes políticos que lo impulsaron. Este modelo condujo posteriormente a la globalización coincidiendo con la desaparición de la Unión Soviética y el bloque socialista.

El líder cubano Fidel Castro manifestó en una ocasión: “No estoy combatiendo el globalismo, sino el tipo de globalización, bajo el escudo de la potencia más poderosa y egoísta de la Tierra”.

Sin embargo, el actual vicepresidente estadounidense, J. D. Vance ha manifestado recientemente que el globalismo ha tenido una evolución paradójica, ya que muchas grandes corporaciones trasladaron su producción a países donde los salarios eran muchos más bajos y esto ha provocado que surjan otras potencias, favoreciendo el surgimiento de un mundo multipolar.

Antecedentes históricos de la formación de bloques.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se constituyen dos bloques enfrentados, iniciándose el periodo histórico conocido como la Guerra Fría. Por un lado el bloque occidental constituido por EE.UU., Canadá y varios países europeos conforman la OTAN (Organización Tratado del Atlántico Norte) el 4-4-1949, dirigida y controlada por EE.UU. Es una organización de carácter militar, pero además EE.UU. promueve instituciones bancarias y financieras internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. En Europa con la implementación del denominado Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, EE.UU. apoya el Tratado del Carbón y el Acero en 1950, que es el germen de la actual Unión Europea (U.E.). Desde entonces Europa Occidental ha estado supeditada a EE. UU. y su orden económico. Este bloque occidental es un bloque ideológico que, aunque proclame su defensa de la libertad y el desarrollo frente al comunismo y los sistemas dictatoriales, es un bloque colonialista con rasgos supremacistas. Sin embargo, dentro de este bloque hubo desavenencias internas, especialmente en las décadas de los años 60 y 70 con la implantación del “Estado del Bienestar”, según el modelo socialdemócrata de los países escandinavos europeos. También son hechos destacables que el Presidente francés Charles de Gaulle retiró a Francia de la estructura militar de la OTAN y el canciller de la República Federal Alemana Willy Brandt inició en los años 70 la apertura comercial y política hacia los países del Este de Europa estableciendo acuerdos comerciales con la Unión Soviética. Sin embargo en la década de los 80 los partidos socialistas y socialdemócratas de Europa Occidental van abandonando sus posiciones de neutralidad en política exterior y de preconizar la necesidad de empresas estatales en sectores estratégicos de la economía conjuntamente con una política fiscal progresiva con altas cargas impositivas a las personas con mayores rentas, que en los países escandinavos podrían ser superiores al 70% de los ingresos. El giro hacia posicionamientos neoliberales que el Presidente francés Francois Miterrand dio a su gobierno de Unión de Izquierdas (coalición de varios partidos donde predominaban los socialistas y comunistas) al principio de los 80 y el asesinato sin esclarecer oficialmente hoy en día del primer sueco Olof Palme en 1986 simbolizan el fin de ese modelo “socialdemócrata” y paulatinamente los partidos europeos de ese espectro ideológico, incluso partidos que se siguen denominando “comunistas”, van aceptando y asumiendo los principios neoliberales económicos y el atlantismo como eje de su política exterior en las décadas siguientes.

Por otro lado la URSS y sus aliados europeos construyen un modelo económico socialista, alternativo al capitalismo occidental y crean en 1955 el Pacto de Varsovia como organismo de defensa frente a la OTAN. Así, estos países constituyen un bloque, el bloque socialista, con un modelo económico, político y social diferente al bloque occidental dirigido por EE.UU. y la OTAN. Este periodo de enfrentamiento entre estos dos bloques, conocido como la “Guerra Fría” finaliza en el año 1991 con la desintegración de la Unión Soviética y la disolución del Pacto de Varsovia. Los países socialistas europeos en los años siguientes desmantelan su sistema económico y social para integrarse en la Unión Europea y la OTAN siguiendo los postulados económicos neoliberales occidentales.

Por otro lado, a finales de los años 40 del siglo pasado se inician los procesos de descolonización y surgen numerosos países que alcanzan la independencia política en Asia y África principalmente. Las antiguas colonias británicas y francesas, pero también belgas y holandesas, se constituyen como Estados y en Abril de 1955 se celebró la Conferencia de Bandung (Indonesia), donde participaron 29 países, entre ellos India, Egipto y la República Popular China, dando lugar al Movimiento de Países No Alineados, que adquirió gran relevancia en las décadas siguientes. Líderes como el egipcio Nasser y el yugoslavo Tito impulsaron este Movimiento y la Cuba revolucionaria desempeñó un activo papel al conseguir adhesiones de más países del entonces llamado Tercer Mundo. Hay que recordar que Cuba llegó a presidir el Movimiento de Países No Alineados a finales de la década de los 70 y trató de que el bloque mantuviera posiciones claramente antiimperialistas. Sin embargo, la desaparición de la Unión Soviética en 1991 y el giro político hacia el neoliberalismo que experimentaron muchos de los países fundadores provocaron que el Movimiento perdiese relevancia internacional, aunque a día de hoy lo componen 120 Estados miembros y 20 países observadores.

Así, en la década de los 90 se consolida el mundo unipolar dirigido por EE.UU. siguiendo el modelo económico de globalización neoliberal. Algunos de sus referentes ideológicos fueron los libros “El fin de la historia” de Francis Fukuyama y “El choque de civilizaciones” de Samuel Huntington, publicados en los años 1992 y 1993 respectivamente.

Papel de la OTAN y otras alianzas. Las esferas de influencia.

A pesar de la desaparición de la URSS y el bloque socialista, la OTAN siguió expandiéndose hacia el Este, hasta llegar a integrar 32 países en la actualidad, incluidos antiguos territorios de la Unión Soviética como es el caso de las Repúblicas bálticas, con el objetivo de cercar a Rusia. Tuvo un papel determinante en la desintegración de Yugoslavia, creando además el “Estado fantasma” de Kosovo, y ha intervenido militarmente en numerosos países, como Afganistán, Irak, Libia, Siria, etc. La OTAN y el “Occidente colectivo” provocaron el golpe de Estado del Maidán en Ucrania en 2014, iniciando la guerra contra Rusia en territorio ucraniano que continúa actualmente. Progresivamente EE.UU. incrementa su influencia en el Pacífico con la alianza AUKUS (integrada por EE.UU., Gran Bretaña y Australia) con la finalidad de vigilar y rodear a la República Popular China. EE.UU. y el “Occidente colectivo” han identificado a China como su mayor amenaza para mantener el dominio unipolar del mundo, dado el impresionante desarrollo económico y tecnológico experimentado por China en las últimas décadas. Así, hay que resaltar que el “Occidente colectivo” necesita tener un enemigo permanente y en estos momentos Rusia, desde el punto de vista militar, y China, desde el económico, desafían la hegemonía unipolar impuesta por EE.UU. y la OTAN.

Por otro lado, Rusia a principios de este siglo, coincidiendo con la llegada a la Presidencia de Vladimir Putin, comienza a establecer asociaciones con países que estuvieron integrados en la Unión Soviética. En la última década del siglo pasado Rusia sufrió una situación caótica desde el punto de vista político, social y económico. Se privatizaron amplios sectores de la economía y el Estado ruso, intentando ser aceptado por EE.UU., perdió importancia en el escenario internacional. Vladimir Putin comienza a estabilizar política y económicamente el país e impulsa a partir del año 2002 la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que integra a Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán y Tayikistán e implica asistencia militar. También Rusia, Bielorrusia y Kazajistán conforman en 2014 la Unión Económica Euroasiática, a la que se adhieren en 2015 Armenia y Kirguistán. Progresivamente en estos años Rusia y Bielorrusia han establecido acuerdos y vínculos cada vez más estrechos que incluso contemplan la posibilidad de unión de los dos Estados. También se firma un Tratado de Amistad entre China y Rusia en 2001.

La República Popular China, al mismo tiempo que va desarrollándose económicamente y adquiriendo un mayor protagonismo en el escenario internacional, fomenta acuerdos económicos y políticos con diversos países. Así en 2001 funda la Organización de Cooperación de Shanghai a la que se van incorporando Repúblicas centroasiáticas y Rusia también se integra. India y Pakistán se adhieren en 2017 e Irán en 2022. Actualmente China, Rusia, India, Pakistán, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Bielorrusia integran esta organización.

En 2013 China lanzó la “Iniciativa de la Franja y la Nueva Ruta de la Seda” que consiste en acuerdos económicos con países de distintos continentes en los que China financia la construcción de infraestructuras que permitan los intercambios comerciales. Cada vez más países se están sumando a esta iniciativa y un ejemplo esclarecedor es la construcción del megapuerto de Chancay en Perú, inaugurado en 2024, que permite los intercambios comerciales entre China y América Latina a través del océano Pacífico.

De especial relevancia es la organización denominada BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El 16 de Junio de 2009 en Ekaterimburgo (Rusia) Brasil, Rusia, India y China conforman la organización, señalando en su declaración final que “sus integrantes aspiran a desarrollar un diálogo y una cooperación coherentes, activos, pragmático, abiertos y transparentes que sirvan no sólo a los intereses comunes de los mercados emergentes y los países en desarrollo, sino también a la construcción de un mundo armonioso de paz duradera y prosperidad compartida”. Al año siguiente, el 15 de Abril de 2010, en la 2ª Cumbre en Brasilia, se adhiere Sudáfrica, incorporándose un país africano, de gran importancia por sus puertos, lo cual facilita las rutas marítimas. Desde entonces, los BRICS han celebrado cumbres anuales e intentan establecer relaciones recíprocas, de respeto y en beneficio mutuo, en la cooperación y el equilibrio, a pesar de las contradicciones políticas, económicas y sociales existentes entre ellos, respetando su soberanía. Se puede decir que no es sólo un bloque comercial, sino también geopolítico. Es una agrupación interestatal que coopera en los ámbitos de la economía y las finanzas, la política y la seguridad, así como en la cultura y los lazos humanitarios. Se han establecido acuerdos en agricultura, cultura, medio ambiente, educación, finanzas, migración, ciencia y tecnología, deportes, turismo, comercio, juventud, etc. Están conformando una nueva arquitectura financiera y monetaria, planteándose una progresiva desdolarización en los intercambios comerciales y creando un nuevo sistema de mensajería financiera electrónica que sustituya al “swift” dominado por Occidente. La fundación en 2014 del Nuevo Banco de Desarrollo con un capital estatutario de 100000 millones de dólares ha sido uno de los mecanismos más importantes de los BRICS. El banco está financiando proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible destinados a potenciar el crecimiento económico y mejorar la vida de las personas en los países miembros sin exigir medidas de austeridad y las contrapartidas políticas habituales del Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, además de utilizar preferentemente monedas locales, por lo que está suponiendo un desafío al “orden económico occidental”.

Durante la presidencia rusa de los BRICS en 2024, una de las áreas prioritarias fue promover la formación de un mundo democrático multipolar, reforzando la seguridad global y la estabilidad en el mundo, defendiendo la adhesión a los principios del derecho internacional, con un papel central de la ONU (Organización de Naciones Unidas) y rechazando las medidas coercitivas unilaterales. Durante la cumbre de Kazán (Rusia) se adoptaron 126 compromisos conjuntos, incluidos el clima y la inteligencia artificial y lo que es todavía más trascendental se formalizó la adhesión de nuevos países. A los cinco fundadores se suman ahora Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia, transformándose en los BRICS+. Además se aprobó la creación de la figura de socio de los BRICS “ampliados”: actualmente Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam ya figuran como socios del grupo. Así, en estos momentos la población conjunta de los países miembros permanentes representa el 48% de la planetaria y alrededor del 36 % del territorio mundial. Su Producto Interno Bruto en PPA (paridad de poder adquisitivo) fue en 2024 el 40% del total mundial, superando a las principales potencias del “Occidente colectivo” (incluida Japón) agrupadas en el G7.

En la 17ª Cumbre del BRICS +, celebrada a principios de Julio en Río de Janeiro (Brasil) el bloque manifestó que el modelo neoliberal de globalización está perdiendo viabilidad, ya que el centro de la actividad económica y política se desplaza de manera decisiva hacia el Sur Global. Reafirmaron su compromiso con conseguir soberanía financiera y autonomía económica, recalcando que su cooperación no está dirigida contra terceros países. Además emitieron una condena explícita de la agresión sionista al pueblo palestino y a Irán y de los ataques contra la población civil rusa perpretados por el ejército ucraniano.

No obstante, hay contradicciones entre ellos:

  • China y la India mantienen desacuerdos en la delimitación de sus fronteras comunes y la India rechazó adherirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta considerando que la presencia china en el sur de Asia y el océano Índico entra en conflicto con sus intereses estratégicos. Sin embargo, el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro de la India Narendra Modi se reunieron en la cumbre de Kazán de 2024 y se comprometieron a incrementar el diálogo político para llegar a acuerdos resaltando los intereses comunes que comparten.
  • India y Pakistán tuvieron este mes de Abril un enfrentamiento bélico, ya que los dos Estados no reconocen la delimitación de territorios que se pactaron en el proceso de descolonización.
  • También es importante considerar que la India quiere seguir manteniendo buenas relaciones con Occidente y es reticente a la desdolarización, por lo que puede decirse que en ocasiones “juega a dos bandas”.
  • Brasil también tiene intereses propios y busca el apoyo de países occidentales para reformar la ONU y entrar en el Consejo de Seguridad. Por su potencial económico y demográfico pretende liderar Sudámerica y vetó el ingreso de Venezuela como socio de los BRICS en la cumbre de Kazán.

A pesar de estas contradicciones una de las principales fortalezas de este bloque es la “Asociación estratégica” de la Federación Rusa con la República Popular China. En los últimos años las reuniones a nivel de Jefes de Estado y Ministros de Asuntos Exteriores son continuas y se puede decir que son estables y sólidas, constituyendo una alianza estratégica que no está dirigida contra otros países. Rusia y China no buscan exportar modelos, sino validar alternativas y consideran que la cooperación es la vía para contener el unipolarismo estadounidense, siendo China el motor económico, diplomático y tecnológico del nuevo mundo multipolar, mientras Rusia es el contrapeso militar a la OTAN. También es muy relevante destacar que Rusia ya realiza más del 90% de sus transacciones comerciales con sus socios BRICS en monedas nacionales, aunque no se ha planteado todavía la sustitución completa del dólar estadounidense.

Incendiar el mundo: zonas de conflicto. Rumbo de colisión: el riesgo nuclear.

Hay que considerar que la OTAN, desde su fundación, tuvo una estructura jerárquica dominada por los EE.UU. y una concepción supremacista en las relaciones internacionales para imponer al resto del mundo los “valores occidentales del mundo libre”. En la Cumbre de la OTAN de Madrid en junio de 2022 señalaron a la Federación Rusa como “la amenaza más importante y directa” y advirtieron que la “República Popular China desafía nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores. La profundización de la asociación estratégica entre la República Popular China y la Federación Rusa y sus intentos mutuos por debilitar el orden internacional basado en normas, van en contra de nuestros valores e intereses”. Por tanto la OTAN tiene identificados sus objetivos. Sin embargo, la llegada de Donald Trump por segunda vez a la presidencia de EE.UU. puede suponer algunos cambios en el modelo de dominación occidental. Grandes corporaciones trasnacionales como bancos, grupos de inversión y empresas tecnológicas se han beneficiado de la globalización implantada desde hace tres décadas con la financiarización de la economía y el traslado de la producción tecnológica e industrial a países del anteriormente denominado “Tercer Mundo”, lo cual ha provocado que surjan potencias emergentes. Al mismo tiempo sectores de la oligarquía estadounidense se consideran perjudicados por este modelo y Trump pretende representarlos, relanzando grupos económicos nacionales amparándose en una ideología supremacista y un discurso demagógico que ha conseguido el apoyo electoral de masas de la población empobrecidas y carentes de referentes ideológicos diferentes al sistema económico capitalista. La gran incógnita es si la Administración Trump podrá llevar a cabo esas modificaciones. El llamado “Estado profundo” (el deep state), compuesto por el complejo militar-industrial, las agencias de inteligencia y las grandes corporaciones, ha condicionado a todos los presidentes norteamericanos desde mediados del siglo pasado y todavía es pronto para saber si realmente Trump pretende desafiarlo. El nombramiento de Tulsi Gabbard como directora de Inteligencia Nacional de EE.UU. pudiera indicar que quiere por lo menos controlar a estos servicios de inteligencia, ya que su trayectoria política no encaja en el perfil de los políticos de la élite estadounidense, considerando que siendo congresista por el Partido Demócrata se opuso al envío de ayuda militar y económica a la Ucrania de Zelenski y ha alertado recientemente sobre el peligro de una guerra nuclear, aunque no puso objeciones a la agresión de Israel y EE.UU. a Irán. Aunque ha podido parecer que EE.UU. dejaría de apoyar al régimen ucraniano de Zelenski en la guerra contra Rusia, esto no ha sucedido hasta ahora y lo que se está constatando es que Europa se está sometiendo totalmente a EE.UU., tal como lo demuestran tanto su aceptación de los aranceles propuestos por Trump como su compromiso de incrementar los gastos militares para comprar armamento a la industria militar norteamericana. Así, la guerra de Ucrania va a ser progresivamente financiada por la Unión Europea y es muy importante destacar que las élites políticas y económicas europeas siguen estando comprometidas con el modelo de globalización que se ha desarrollado en las últimas décadas y son belicistas. Sirvan como ejemplo la declaración de la primera ministra danesa Mette Freddericksen manifestando que “la paz puede ser peor que la guerra”, en relación a la posibilidad de un acuerdo con Rusia para finalizar la guerra de Ucrania; o la afirmación del canciller alemán Friedrich Merz de que “se han agotado los medios diplomáticos para resolver el conflicto de Ucrania, por lo que es imprescindible la militarización de Alemania”. Todavía más esclarecedores y repudiables fueron sus elogios a Israel por atacar a Irán y “hacer el trabajo sucio en nombre de las naciones occidentales”. En la Unión Europea, solamente los gobiernos de Hungría y Eslovaquia buscan llegar a acuerdos económicos y de seguridad  compartida con Rusia.

Se puede decir que el “Occidente colectivo” ha impulsado una dinámica de bloques que es asimétrica, en una transición a un mundo multipolar. La alianza entre China y Rusia es sólida, pero los BRICS+ y la Organización de Cooperación de Shanghai no constituyen un bloque militar, aunque haya acuerdos de cooperación en el ámbito militar entre algunos de ellos. Por otro lado Rusia ha renovado un tratado de asociación y amistad con la República Popular Democrática de Corea que incluye la asistencia militar y China sigue impulsando acuerdos políticos, económicos, educativos y culturales con la mayoría de los países africanos y con organizaciones supranacionales como la CELAC, a la que pertenecen todos los países de América Latina y el Caribe.

En la actualidad se puede afirmar que ya está en marcha una guerra mundial mediante la cual el “Occidente colectivo” no renuncia a intentar mantener su hegemonía. Aunque los “puntos calientes“ están en estos momentos en Ucrania y Oriente Póximo, donde Israel con el apoyo explícito o implícito occidental está perpetrando un genocidio del pueblo palestino, hay en todos los continentes posibles zonas de conflicto:

  • Europa:
    • Ucrania: EE.UU. y la OTAN siguen utilizando al régimen neonazi ucraniano de Vladimir Zelenski para continuar la guerra contra Rusia. A pesar de las críticas de Donald Trump a Zelenski y sus repetidas declaraciones en las que responsabiliza a su predecesor Biden del inicio de la guerra y su disposición a facilitar un acuerdo de paz con Rusia, no ha cesado el apoyo militar estadounidense al gobierno ucraniano. Lo que sí parece cada vez más evidente es que pretende que el costo de la guerra lo debe asumir la Unión Europea, cuyos dirigentes siguen manifestando que es necesario eliminar los acuerdos comerciales con Rusia para debilitarla económicamente. En el campo militar, Rusia lleva la iniciativa en todo el frente, avanzando de manera pausada pero progresiva teniendo que recurrir el régimen ucraniano a ataques terroristas contra población civil en territorio ruso. El Gobierno ruso sigue insistiendo en que no renuncia a los objetivos que motivaron el inicio de la “operación militar especial” en febrero de 2022: la desmilitarización y la desnazificación de Ucrania. También se deben reconocer como rusos los territorios de Crimea, Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporizia, cuyos habitantes manifestaron de manera abrumadora mediante referéndums que querían pertenecer a la Federación Rusa y además se deben garantizar los derechos sociales, culturales, idiomáticos y religiosos de las personas de lengua materna rusa en Ucrania. El Presidente ruso Vladimir Putin, en las conversaciones telefónicas que ha mantenido con Donald Trump, ha mostrado su disposición a conseguir acuerdos con EE.UU., pero sin renunciar a los intereses estratégicos de seguridad de la Federación Rusa.
    • Es necesario mencionar que la OTAN sigue intentando alimentar conflictos en países que pertenecieron a la Unión Soviética, como Moldavia, Armenia, Georgia y Azerbaiyán, para que adopten posiciones antirrusas. En los últimos meses han fracasado en Georgia, pero el gobierno moldavo se va alineando de manera continuada con los intereses occidentales a pesar de la oposición de la mayoría de su población.
    • Groenlandia: El Presidente Trump ha proclamado de modo enfático que quiere “comprar Groenlandia”. Esta gigantesca isla helada y poco habitada es un territorio autónomo de Dinamarca, país miembro de la OTAN, pero esto no ha sido óbice para que Trump reclame que debe pertenecer a EE.UU., alegando necesidades de la “defensa colectiva de Occidente”, aunque el principal motivo probablemente es que el Ártico, por sus recursos naturales y las rutas de navegación que está abriendo Rusia, va a ser en los próximos años una zona de disputa entre diferentes potencias, por lo que EE.UU. quiere asegurar un acceso directo al Ártico a través de Groenlandia.
  • Oriente Próximo:
    Es necesario recordar que el proyecto sionista de creación del Estado de Israel es un proyecto colonialista y racista occidental. La influencia del lobby sionista es muy grande en EE.UU., tanto en los distintos órganos de los distintos gobiernos norteamericanos como en los medios de comunicación, industria cultural, etc., por lo que los intereses de EE.UU. y la entidad sionista de Israel están interrelacionados. El ente sionista está perpretrando un genocidio del pueblo palestino, buscando anexionarse Gaza y posteriormente Cisjordania con el apoyo explícito o encubierto de la mayoría de las potencias occidentales. Sin embargo, a pesar de que está provocando una hambruna en Gaza, los sionistas no han conseguido derrotar a la resistencia palestina, que sigue combatiendo heroicamente. La caída del gobierno sirio de Bashar El Assad en diciembre de 2024 supuso un duro golpe para el Eje de la Resistencia, que agrupa a la guerrilla libanesa de Hezbollah, la República Islámica de Irán y las organizaciones que componen la resistencia palestina. Ahora mismo, hay una gran inestabilidad en Siria, gobernada por terroristas islámicos a los que Occidente ha blanqueado y se están produciendo enfrentamientos armados entre distintas facciones. Israel está ocupando territorio sirio, pero también Turquía, que tiene ambiciones territoriales en el norte de Siria, está extendiendo su influencia en el país.

En el mes de junio aconteció una escalada bélica de trascendental importancia. El ente sionista de Israel atacó directamente de manera sorpresiva y brutal a la República Islámica de Irán, a pesar de que se estaban llevando a cabo negociaciones sobre el programa nuclear iraní entre EE.UU. e Irán. La Administración Trump apoyó totalmente a Israel e incluso aviones norteamericanos bombardearon las instalaciones de una central nuclear iraní. Sin embargo, las Fuerzas Armadas iraníes pudieron responder adecuadamente y ocasionaron serios daños en infraestructuras críticas sionistas, que fueron incapaces de interceptar numerosos misiles hipersónicos iraníes que impactaron en centros militares de Israel. Por primera vez desde 1948 se ha roto el mito de la “invulnerabilidad de Israel”. Actualmente hay un inestable “alto el fuego”, pero la amenaza persiste y el genocidio palestino continúa ante los ojos de todo el mundo. Entonces, es necesario preguntarse ¿por qué Israel y EE.UU. atacaron a Irán ahora? Es indiscutible el apoyo que ha proporcionado Irán a la resistencia palestina, pero también hay que considerar que Irán ya es miembro de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai, y está estrechando alianzas políticas y económicas con la República Popular China, la cual está construyendo infraestructuras que facilitarán los intercambios comerciales entre los dos países. También es destacable que el 17 de enero de 2025, los Presidentes ruso e iraní, Vladimir Putin y Masoud Pezeshkian, firmaron un tratado de Asociación Estratégica Integral entre Rusia e Irán. No obstante, aunque hay una cooperación militar entre los dos estados, el Tratado no contempla la defensa mutua ante la agresión de un tercer país, ¿por qué? En estos momentos no se puede dar una respuesta exacta a este interrogante. Tampoco se puede pasar por alto que Rusia y China siguen manteniendo relaciones políticas y económicas con el ente sionista, aunque han manifestado su apoyo en todas las instancias internacionales a los pueblos palestino e iraní ante las agresiones de Israel.

Desgraciadamente, la mayoría de los países de la Liga Árabe, están adoptando posturas ambiguas ante la agresión sionista. Sin embargo, es imprescindible resaltar el apoyo que Yemen está proporcionando a la resistencia palestina con sus continuos ataques en el mar Rojo a los buques que se dirigen a puertos israelíes.

  • Asia Central. Asia-Pacifico:

La estrategia estadounidense consiste en rodear y cercar a la República Popular China. Para ello está instrumentalizando a Taiwán. Aunque oficialmente se adhiere al principio de “una sola China”, que significa que Taiwán forma parte de China, estimula aspiraciones “independentistas” taiwanesas, apoyándose en algunos sectores sociales de Taiwán, como los representados por el Partido Democrático Progresista, además de proporcionar armamento para que puedan defenderse de una “invasión china”. El Gobierno chino está reaccionando con prudencia a estas provocaciones, aunque reitera que no permitirá las injerencias occidentales en Taiwán. Al mismo tiempo EE.UU. está reforzando la alianza AUKUS, de la que también forman parte Gran Bretaña y Australia, que tiene un carácter militar. En los últimos meses está presionando a Japón y Australia para que garanticen apoyo militar en caso de que haya un enfrentamiento bélico con China. También puede utilizar a Filipinas, que está totalmente adscrita a la órbita norteamericana y que reivindica algunas pequeñas islas chinas cercanas a sus costas. Por supuesto hay que considerar que EE.UU. sigue manteniendo un importante contingente militar en Corea del Sur y podría provocar un conflicto con Corea del Norte. Las Repúblicas de Asia Central que formaron parte de la Unión Soviética y Mongolia también pueden ser objeto de intentos desestabilizadores por parte de Occidente, ya que paulatinamente se están integrando en los organismos supranacionales que impulsan Rusia y China.

Es importante reseñar el enfrentamiento que mantienen India y Pakistán desde que se independizaron del Imperio Británico. Pakistán ha sido históricamente un aliado de EE.UU. e

n la región y proporcionó apoyo logístico a los rebeldes que se sublevaron contra el gobierno de Afganistán que respaldó la Unión Soviética en la década de los 80 del siglo pasado. En los últimos años, Pakistán ha ido estrechando lazos de todo tipo con China, incluyendo suministros de armamento, y además ha expresado su solidaridad con Irán ante la agresión sionista, pero sus servicios secretos siguen estando muy vinculados con los estadounidenses.

  • África:
    Lo más relevante es la creciente influencia china en la mayoría de los países africanos, siguiendo los postulados de cooperación de la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”. Además China está eximiendo de aranceles a productos africanos para que ingresen en el mercado chino y está dando becas a miles de africanos para que cursen estudios en China. Al mismo tiempo se está produciendo una descolonización económica de la África francófona, especialmente en el Sahel, expulsando a las tropas francesas de esos países. Burkina Faso, Malí y Níger son los que están avanzando más decididamente en la ruptura de los vínculos coloniales con las potencias occidentales e incluso están recibiendo asistencia militar rusa. Sin embargo, Congo sigue sufriendo una “guerra oculta” con decenas de miles de víctimas por la disputa de sus riquezas minerales, como el coltán, que pretenden controlar grandes corporaciones occidentales. En contrapartida, en el norte de África, Marruecos se está posicionando como el gran aliado de EE.UU. y Francia, no sólo por su persistente ocupación del Sahara Occidental y sus reivindicaciones sobre los “derechos marítimos” que afectan incluso a los intereses españoles en las Islas Canarias, sino por los pactos que está implementando con Israel.
  • América Latina:
    De manera muy sucinta se puede decir que EE.UU. pretende incrementar el control y la dominación sobre su histórico “patio trasero”. No obstante China es el principal socio comercial de varios países latinoamericanos y ha creado multitud de redes comerciales, por lo que incluso aliados tradicionales de Washington, como Chile y Perú, necesitan incrementar las relaciones con el gigante asiático. El principal problema de América Latina es la falta de unidad entre los diferentes países, ya que organizaciones como Unasur o la CELAC no se han podido consolidar como un bloque que represente los intereses comunes latinoamericanos. Además, la influencia cultural norteamericana (el “american way of life”) sigue siendo muy potente entre la población latinoamericana. Cuba, Venezuela y Nicaragua son los países que han desarrollado unas políticas antiimperialistas más coherentes y los Estados Unidos han incrementado el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que está atravesando una situación económica muy difícil. Sin embargo, la República Bolivariana de Venezuela está recuperando la producción petrolífera, por lo que tiene más capacidad para enfrentarse a Washington. La Administración Trump también está coaccionando con sanciones arancelarias a Brasil por su pertenencia a los BRICS+ y por defender su soberanía.
  • ¿Existe un riesgo de guerra nuclear?
    En la situación mundial actual se puede decir que ya está sucediendo una guerra que adopta múltiples formas, aparte de la militar, en los puntos “calientes”: hay guerras económicas, cognitivas, comunicacionales, de propaganda, etc., siendo las campañas de “rusofobia” desarrolladas en los países occidentales un ejemplo de ellas. Además, el “Occidente colectivo“ está sumido en una crisis que se podría caracterizar como de civilización, la “civilización occidental” está en peligro. Los dirigentes de la Unión Europea han llevado a Europa a supeditarse totalmente a Estados Unidos. Está emergiendo un mundo multipolar en el que China, por sus avances económicos y su creciente potencial económico, desafía el mundo unipolar de los últimos 30 años. Entonces EE.UU. está tratando de mantener la hegemonía y para ello tiene que enfrentarse a lo que se puede denominar el “Sur global”, conformado por los países emergentes, pertenecientes a los BRICS+ o no, que desean liberarse del dominio occidental. Además EE.UU. sabe que, cuanto más tiempo transcurra, más difícil será frenar a China. Entonces, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar EE.UU. y la OTAN? No se puede responder a esta pregunta de manera categórica, pero Rusia está demostrando que tiene la determinación y el suficiente potencial armamentístico para hacer frente a la OTAN. Los misiles hipersónicos rusos, como el Oreshnik, que pueden portar cargas convencionales o nucleares y son casi imposibles de interceptar hoy en día, proporcionan un importante medio de disuasión ante una escalada bélica que desemboque en un holocausto nuclear. Sin embargo, es importante tener en cuenta la reciente advertencia de Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional de EE.UU.: “algunas élites nos quieren empujar a una confrontación nuclear”. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, también ha mencionado que hay mayor riesgo de guerra nuclear ahora que en la época de la “Guerra Fría”. Por tanto, no se puede descartar este apocalíptico escenario.

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