Ser de izquierda después de Chávez. Farruco Sesto
En el año 2020, le di forma a la idea de un pequeño libro, SER DE IZQUIERDA DESPUÉS DE CHÁVEZ, que sería editado en gallego, por la Agrupación Xosé Velo, con destino a los grupos de la solidaridad con Venezuela en Galicia. Como quiera que la mayoría del material que lo constituye, se basó en mis columnas de opinión publicadas en CORREO DEL ORINOCO, me parece oportuno aprovechar el espacio de este diario para darlo a conocer, e invitar a su lectura. Aclarando también que su edición digital en castellano puede descargarse a través del link:
https://farrucoenpdf.files.wordpress.com/2020/05/ser-de-izquierda-despuc389s-de-chc381vez-1-1.pdf O, simplemente, poniendo en el buscador: farrucoenpdf Ser de Izquierda después de Chávez. Con seguridad la búsqueda le conducirá a la página de donde se puede descargar.
A continuación, para completar la invitación a su lectura, me permito reproducir algunas partes del prólogo, así como de su primer capítulo.
ESTE LIBRO: A partir de mi experiencia de vida como militante de la izquierda en Venezuela, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX y lo que va de siglo XXI, participando como uno más en el proceso que nos llevó a la Revolución Bolivariana, pensé en la conveniencia de poner por escrito algunas ideas sobre lo que eso significa, vale decir el ser de izquierda, en el mundo de hoy.
Sé que no son iguales, y ni siquiera parecidas a veces, las condiciones económicas, sociales y políticas de las distintas sociedades y países en este mundo complejo, compuesto por diversas realidades geográficas y culturales y con procesos históricos diferentes. Y que por tanto no caben recetas, ni manuales, ni fórmulas, ni decálogo alguno, que puedan contribuir a entretejer tanta diferencia para darle unidad ideológica.
Pero entiendo así mismo que lo que hay, o debe haber, en todo caso, como algo común que atraviese transversalmente cualquier proceso de lucha social de avanzada donde quiera que sea, es un compromiso ético con la humanidad en su conjunto. Pues a partir de ese compromiso profundo, el de una ética que se va elaborando desde la realidad, pero también desde la relación dialéctica entre ella y el gran propósito general de edificar un mundo de seres humanos libres y sustancialmente iguales, es que nos identificamos con esa convención política que denominamos izquierda.
¿Que ese nombre no sirve? Tal vez así sea. Pero el ámbito conceptual sigue estando ahí. Pues de alguna manera nos reconocemos unos con los otros, compartimos algunos criterios generales y somos hijos de ciertos referentes históricos que nos colocan en el mismo lado, con todas las diferencias posibles y sus matices, y más acá de ellas.
Este libro pretende, pues, así, calificar algunas posiciones asumidas, para mí mismo y para mis camaradas cercanos, en el entendido de que de vez en cuando hay que limpiar la casa, ponerla en orden, abrir de par en par sus ventanas y repintar, si cabe, sus paredes, para volver a tener claro donde estamos, en que punto vivimos y cuál es el paisaje que nos rodea.
EL TÍTULO: Ser de izquierda después de Chávez, como título general de estas reflexiones, además de constituir un homenaje personal al Comandante, recoge el punto de partida a partir del cual se va desarrollando en este libro la escritura de sus partes. Hay una experiencia allí que, como dije, es la de la Revolución Bolivariana, que me sirve de punto de apoyo para el razonamiento y la exposición de ideas y criterios.
Es por esa misma razón que la presencia de Chávez, en su pensamiento y en su obra, recorre todo este pequeño libro de punta a punta. En mi caso, no lo pudiera hacer de otra manera.
LA FOTO DE LA PORTADA: En el mismo sentido, elegí la fotografía de la portada para ilustrar la idea de que el poder al que se aspira desde la izquierda, no es otro que el poder del pueblo. Me refiero así al poder del pueblo real, actual, en sus condiciones de existencia, no al de una abstracción a la que se entienda como tal.
No conozco las circunstancias en que se produjo la escena que se recoge en la fotografía, pero las puedo imaginar. En un recorrido por la sabana venezolana, el Comandante acierta a pasar por un rancho campesino, humilde, muy pobre, construido de bahareque (palos y barro) con techo de palma, y decide bajar del vehículo de doble tracción donde viajaba y, en solitario, llega hasta la mujer y se acuclilla frente a ella para conversar y devolverle, aunque fuera simbólicamente en ese momento, el poder político que le pertenece. No es una escena para la galería. Sino que es más bien el resultado genuino de un compromiso ético con la humanidad. Pues Chávez era así. Y ese es el sentido de la política que debemos reivindicar con fuerza para la izquierda. Ser de izquierda es eso.
SER DE IZQUIERDA
Hay conceptos, representados por palabras, que nacen para ayudar a comprender la realidad en un momento dado y en una situación determinada. En el ámbito de la política uno de ellos es el de izquierda, que en su origen sirvió para expresar la posición política de uno de los bandos en pugna en la Asamblea Constituyente surgida en el proceso de la Revolución Francesa. El bando opuesto, por contraposición lógica, era la derecha. Ambos conceptos políticos persisten todavía universalizados a todas las culturas y geografías más de dos siglos después. Pero, particularmente el de izquierda se ha convertido en un término tan ambiguo que de poco sirve. Con el paso del tiempo, perdió toda su capacidad de precisión, sirviendo para significar cualquier cosa, tanto a efectos de la propia auto definición como para su uso interesado por el enemigo.
De manera que, a efectos de conocernos nosotros mismos, y de reconocernos quienes queremos cambiar el mundo de base, me parece que podría ser de mucha utilidad precisar ese término, izquierda, en el ámbito de nuestra posición política.
Y hablo de quienes queremos “cambiar el mundo de base”, tomando la metáfora de la letra de La Internacional, porque ese sería un primer punto de arranque para la definición que buscamos construir. Sería de izquierda, según esto, a efectos prácticos, quien pudiera oír, e incluso cantar, ese maravilloso himno sin sentir ningún tipo de rubor ni de desapego de lo que en él se expresa.
Arriba parias de la tierra, en pie famélica legión, atruene la razón en marcha, es el fin de la opresión… El mundo ha de cambiar de base, esclavo de hoy libre ha de ser.
Reencontrarnos en profundidad con ese término, para identificarnos, es una manera de reconocernos como iguales en la diversidad. Un reconocimiento imprescindible a efectos de construir la unidad necesaria para lograr la victoria en “la lucha final”. Desde luego que, en buena parte de las distintas coyunturas políticas, esa unidad seguramente se debería plantear incluso más allá de la izquierda como tal, sumando todas las fuerzas posibles contra un enemigo común, pero lo que sí debe ser verdad es que en todo los casos posibles e imaginables, la izquierda debería jugar un papel relevante, no de comparsa, para lograr transformaciones reales que valiesen la pena. Al menos como catalizador del proceso.
¿Cómo definir entonces, actualizándolo al tiempo presente, el concepto de izquierda? No es tarea fácil hacerlo en pocas líneas, por la complejidad del tema y la necesidad de poder encajar esa actualización en todas las situaciones, geografías y culturas, que no son pocas.
¿Ser de izquierda en Venezuela, ser de izquierda en Galicia, por ejemplo, o en cualquier otra parte de planeta, tiene o debería tener, el mismo significado? Pienso que de eso se trata, justamente, de conseguir las pautas generalizadoras, identificadoras, que nos permitan reconocernos.
Al respecto, creo que la mejor manera de conseguirlo es por medio de la adjetivación del concepto, de su calificación, a través del intento de llenarlo de contenidos como quien viste una palabra, un sustantivo cualquiera, resaltando sus cualidades. Y eso es lo que me propongo humildemente hacer.
Para ello, tomaré como referencia las experiencias vividas en mi condición de militante de un proyecto emancipador tan notable y singular como el de la Revolución Bolivariana. Un proyecto puesto en marcha y liderado durante un tiempo grande por el comandante Hugo Chávez, cuyo pensamiento sigue guiándolo todavía en sus aspectos esenciales. Un proyecto también que, a su vez, se considera heredero y continuador del sueño de Independencia asumido hace ya más de dos siglos por El Libertador Simón Bolívar. Pues pensamos y defendemos que la memoria cuenta, en el transcurrir de las generaciones, para enlazar el pasado inevitable con el futuro que se prefigura.
En cualquier lado es así. En cualquier escenario de las luchas humanas.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 7 de marzo de 2024)