Simón Trinidad, el hombre de hierro
Compañeros del Comité de Solidaridad Internacional de Venezuela (COSI), con el que el FAI está estrechando relaciones y colaboración, nos hacen llegar el siguiente artículo, escrito por Danna Urdaneta y Mark Burton, dedicado al ilegal encarcelamiento de Simón Trinidad en los EEUU, dentro de su campaña sobre presos políticos del imperialismo. El FAI asume la defensa de Simón Trinidad y desea contribuir a esa campaña con la publicación de materiales semejantes.
El guerrillero Colombiano integrante de las FARC conocido como “Simón Trinidad”, ya lleva más de 14 años privado de su libertad por una causa que no ha prosperado. Un caso emblemático que evidencia que el conflicto en Colombia es histórico y sistemático.
Por Danna Urdaneta1 y Mark Burton 2
En Colombia desde el siglo XX el bolivarianismo es una práctica de resistencia política y militar frente al terrorismo de Estado. Según el Registro Único de Víctimas del gobierno colombiano la violencia generó 8.524.910 víctimas del conflicto armado desde 1985 hasta el primero de octubre de 2019; así como 174.323 víctimas de desaparición forzada desde 1985 hasta el primero de julio de 2019.
Aunado a esto, Colombia es el cuarto país más desigual del mundo según el Banco Mundial y, según la Acnur, tiene 8 millones de desplazados internos, además de más de 5 millones de desplazados en territorio venezolano. Sin embargo, los últimos 20 años la Revolución Bolivariana ha sido flanco de ataques de los gobiernos de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.
El liderazgo de Hugo Chávez centró la política exterior venezolana hacia Colombia en el Derecho Internacional Humanitario y la salida dialogada al conflicto. Con la llegada del subpresidente Iván Duque los ataques contra Venezuela se han intensificado mediante su apoyo a la Banda de Lima, la promoción de una intervención militar, el financiamiento a grupos mercenarios y paramilitares que están conformando un ejército irregular contra el proceso.
De esta forma los gobiernos de un país azotado por el paramilitarismo y el escalamiento del conflicto siguen centrando su política exterior contra Venezuela en vez de encargarse de cumplir los Acuerdos de Paz y atender la tragedia humanitaria que viven. En medio de esta escalada injerencista y violenta la diplomacia de paz venezolana se ha mantenido, teniendo estas tres expresiones principales los últimos años:
a) La mediación para la liberación unilateral y humanitaria de prisioneros de guerra por parte de las FARC-EP el 10 de enero 2008.
b) La solicitud que hizo Hugo Chávez ante la Asamblea Nacional para otorgar rango de beligerancia a las insurgencias colombianas el 13 de enero de 2008.
c) El acompañamiento diplomático de Venezuela al proceso de paz en La Habana desde 2012 hasta 2016.
Estas acciones diplomáticas de Venezuela hoy se mantienen en la solidaridad permanente con el pueblo colombiano frente al estado de perfidia, emergencia humanitaria y genocidio de líderes sociales, campesinos, líderes de restitución de tierras y excombatientes.
Paralelamente en Colombia la figura del político de origen liberal Simón Trinidad se convierte en un ícono del terrorismo de Estado contra el pensamiento crítico. La visibilización de su vida como académico, profesor universitario, doctor en Economía, banquero e intelectual lo posicionan como historia viviente y memoria del conflicto, ya que su ingreso a las FARC-EP se dio en medio del genocidio contra la Unión Patriótica en 1987.
Su injusto e ilegal encarcelamiento mientras ejercía funciones diplomáticas por un canje humanitario en Quito, así como su ilegal extradición hacia los Estados Unidos desde Bogotá, convierten a Simón Trinidad en la historia viva que prueba la injerencia permanente en América Latina de la misma potencia que hoy agrede a Venezuela.
Simón Trinidad fue plenipotenciario de las Mesas Temáticas de los Diálogos del Caguán y también fue nombrado plenipotenciario en los diálogos de paz de La Habana. Al no ser posible su presencia en la mesa de diálogos fue nombrado encargado nacional de la dejación de armas de las FARC-EP para la fase de implementación de los acuerdos.
La perfidia del Estado terrorista de Colombia ha incumplido no solo el Acuerdo de Paz, sino que ha llevado adelante el exterminio de líderes sociales y excombatientes. Esto se traduce en el atroz escalamiento del conflicto que nunca cesó, así como en el inicio de la reconfiguración de actores políticos y militares.
(Publicado originalmente en MARCHA, el 13 de febrero de 2020)