Siria será la tumba política de Erdogan
El fin de la guerra contra Siria se acerca y eso es algo que atemoriza a muchos. Poco a poco, más deprisa en los últimos años y meses, la contienda iniciada en 2011 con una supuesta revolución instigada principalmente desde EEUU y Reino Unido, llega a su fin. La zona mas importante que queda aún por liberar es una bolsa con epicentro en capital de Idleb, que ocupa la provincia del mismo nombre y algunas zonas de las provincias de Latakia, Hama y Alepo. Hacia Idlib han ido buena parte de los terroristas que han huido de los frentes de guerra que han perdido en todo el país. De hecho, muchas veces el traslado hacia esa zona del noroeste del país ha sido en colaboración con el propio gobierno sirio, que ha facilitado el transporte en autobuses que se han hecho famosos durante la guerra, porque anunciaban la derrota terrorista de alguna región que ocupaban y la victoria del Ejército Árabe Sirio.
Es así cómo el noroeste de Siria se ha convertido en el lugar de mayor concentración de terroristas por metro cuadrado de todo el país. De hecho, durante muchos meses ha habido luchas entre ellos para controlar Idleb, que se saldaron con la victoria de al Qaeda (Hayat Tahrir al Sham-Frente al Nusra), que domina más del 60% del territorio que ahora está siendo liberado por Siria, con la ayuda inestimable de fuerzas palestinas y del libanés Hezbollah, sin olvidarnos del apoyo aéreo ruso.
Es cierto que la región ha estado en relativa calma tras los acuerdos de Sochi, firmados entre Turquía, Rusia e Irán, pero también es cierto que Turquía jamás cumplió sus compromisos. En primer lugar porque los grupos terroristas bajo su manto no se deshicieron de sus armas pesadas, pero también porque no se retiraron de las líneas del frente con las tropas gubernamentales para crear una zona desmilitarizada de entre 15 y 20 km, porque no han discriminado a los terroristas de los «rebeldes moderados» (tal cosa no existe) y, por último, porque no han evitado ataques contra el ejército sirio. De hecho muchos de los terroristas presentes en la zona (Ansar al Tauhid, Ansar al Din, Ansarulá, Tayammu al Furkan, etc.) firmaron un documento inmediatamente diciendo que jamás iban a desarmarse por mucho que lo contemplasen los acuerdos de Sochi.
Así las cosas, la única solución que restaba para conducir a la paz y a la integridad de Siria era expulsar a los terroristas por la fuerza de la última gran bolsa que ocupan en el estado árabe. Sin embargo, Damasco se encuentra de inmediato con la resistencia de Ankara y tiene que enfrentar adicionalmente una nueva invasión otomana dentro de sus fronteras. ¿Para defender a la población civil siria? Evidentemente no, sí para defender a sus terroristas e incluso para conquistar definitivamente la provincia de Idleb e integrarla dentro de sus fronteras. Por si cuesta creerlo, o no concuerda con lo que dicen los medios de comunicación occidentales, ahí están las declaraciones de Erdogan afirmando que la región forma parte de las «fronteras emocionales» de Turquía, junto con tierras de al menos 3 países más, que parece querer ocupar para restablecer la pasada gloria del Imperio Otomano. Más claro aún, en un discurso televisado el presidente turco afirmó que:
«No puede ser que Turquía esté confinada dentro de 780.000 Km2; porque es más grande, más allá de Misrata (Libia), Hasakah, Homs, y Aleppo (Siria), nuestras fronteras reales …»
Pretender volver, como piden vergonzosamente varios ministros de exteriores de la UE a la situación anterior a la ofensiva de diciembre de 2019 como solución a la actual fase de la crisis es un absurdo. Recordemos que Turquía estableció una serie de puntos de observación perimetrales en la línea de desescalada, fuertemente armados, que se han convertido en lugares de avituallamiento a los grupos terroristas y zonas desde las que se ha atacado regularmente al ejército sirio y a sus aliados. Turquía no puede tener ningún papel futuro en el mantenimiento de la paz, porque es parte de la guerra y porque sus intenciones son las de ocupar unas tierras pertenecientes a un país ajeno. Por otra parte, desde la legalidad internacional vigente, el alto el fuego jamás incluyó a las acciones contra los grupos terroristas, como así recogen claramente las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas:
Afirma que el cese de las hostilidades no se aplicará a las operaciones militares dirigidas contra el Estado Islámico del Iraq y el Levante (EIIL, también conocido como Dáesh), Al-Qaida y el Frente Al-Nusra (FAN), y todas las demás personas, grupos, empresas y entidades asociados con Al-Qaida o EIIL, y otros grupos terroristas designados por el Consejo de Seguridad.
En las imágenes de esta crisis, hemos visto a multitud de «rebeldes moderados sirios» que en realidad eran yihadistas uigures chinos (a veces incluso niños-soldado), militantes malayos, chechenos, uzbecos, indonesios, daguestanos…. Otras veces los hemos visto presumir en las redes sociales de nuevos blindados en lo que se desplazaban al frente, recién regalados por Turquía. La mayoría de los soldados turcos que han ido cayendo con cuentagotas durante la ofensiva es porque estaban empotrados con los terroristas. Sin embargo, no ha sido hasta las batallas de Saraqib cuando se han implicado mucho más directamente en la guerra, y pasaron de ser la artillería de al Qaeda a ser su infantería sobre el terreno. Por eso, era cuestión de tiempo que se produjera una muerte masiva de soldados invasores turcos como la que sucedió el 27 de febrero.
Erdogan lleva muchos meses jugando con fuego y ha acabado quemándose. Ahora monta en cólera porque ni la OTAN, ni EEUU, ni la UE le apoyan en el aventurerismo otomano y abre, a modo de chantaje, las fronteras a los refugiados que lleva conteniendo durante años a las puertas de Europa a cambio de dinero. Sabe que está sólo. Se arrimó a Rusia tras el golpe de estado gulenista apoyado por EEUU y ahora la ha traicionado. Este puede ser el fin del sultán. Todos hemos visto a soldados turcos disparando man-pads y misiles guiados contra aviones rusos y muchas maniobras inverosímiles de cazas Su-25 con lanzamiento de contramedidas térmicas para esquivar ataques. Putin jamás las olvidará y Erdogan ya está pagando por ello.
El primer ministro turco no podía esperar que sus fuerzas invadiesen un país y atacasen a su ejército sin recibir repuesta alguna. Me consta que, tanto sirios como rusos, han sido más que exquisitos, tratando de no enfrentar a los militares regulares turcos pero, durante la última ofensiva, ha sido simplemente imposible porque han combatido codo con codo con al Qaeda.
Ahora, el ejército sirio ha llevado a Saraqib a sus mejores fuerzas especiales, entretenidas días atrás liberando el sur de Idleb. La contraofensiva ha comenzado, las tropas del sur abrirán un nuevo frente sobre la capital que obligará a los terroristas y a los turcos a dividir sus fuerzas, debilitando sus defensas.
No es tiempo de parar la guerra. Eso solo daría alas a los terroristas y quienes les apoyan. Cada día que pasa más sirios vuelven a sus casas cuando se estabilizan los frentes. Esa es la mejor manera de que no haya refugiados. Si el ejército turco se vuelve a su país y los terroristas entregan sus armas, todo volverá a la normalidad en cuestión de semanas. No se puede mantener eternamente a una región ocupada por terroristas con sus poblaciones secuestradas y sometidas al rigorismo wahabí.
Los que nunca van a volver son los miles de terroristas extranjeros que han llegado al país para hacer la yihad, a veces con sus familias. Eso es lo que teme Europa, que los terroristas franceses, belgas, holandeses… pretendan volver a sus ciudades de origen. O lo que teme China, que miles de uigures pretendan volver a Sinkiang a hacer la guerra contra Pekín. Que no nos cuenten milongas de humanitarismo. Europa y Turquía no quieren acoger a los que fueron —y son— sus mercenarios en esta guerra contra Siria. La obligación de Siria es recuperar su territorio de las hordas extranjeras. A partir de ahí, que cada palo aguante su vela.
(Artículo aparecido originalmente en bitsRojiverdes, el 28 de febrero de 2020)