Suma y sigue. El lince
Otra historia de tanto para nada, que ya reconoció Borrell. Otra historia de cómo la propaganda de Occidente no llega más allá de la famosa «comunidad internacional», o sea, del mismo Occidente. Si Borrell se tuvo que comer su prepotencia en la cumbre del G-20 de primeros de este mes, ahora hace lo mismo la Enviada Especial de la UE para África, Enmanuela del Re.
Esta gente no tiene remedio, son colonialistas en estado puro y no entienden por qué se produce un rechazo a los occidentales en todas partes, aunque no tienen más remedio que reconocerlo, a su manera, por supuesto, y ahora llega el turno de esta tipa. Lo podéis ver aquí.
«Los europeos nos hemos dado cuenta de que nuestros principios inspiradores no siempre se comparten o conducen automáticamente a reacciones predecibles de otros actores internacionales», dice. Lo curioso es que no es capaz de preguntarse el por qué. Como en el caso de Borell, colonialismo en estado puro, máxime cuando llega a decir en su paranoia neocolonial que la UE es el «socio natural» del Sahel africano. O sea, de las antiguas colonias, que deben seguir mirando únicamente hacia las metrópolis. Y, por supuesto, al igual que hizo Borrell, culpa a Rusia por eso y más. Por eso, «la propaganda de Rusia tiene que ser derrotada».
Especialmente, al igual que dijo Borrell, porque la propaganda de la UE, es decir, la propaganda occidental, es rechazada por las poblaciones africanas: «Rusia, sin embargo, tiene mucho éxito en la campaña de desinformación, utilizada como una verdadera herramienta de guerra, destinada a alimentar un sentimiento anti-occidental”. Ellos informan, Rusia desinforma, faltaría más. Ya se sabe, los valores y eso. Y la pregunta sigue siendo la misma que con Borrell ¿tanto para nada, tantos miles de millones destinados a la propaganda para convencer solo a los convencidos, o sea, a Occidente? Queda claro, una vez más, que el mundo va por otro camino que el occidental.
Solo quienes tienen una visión eurocéntrica y/u occidental son capaces de sorprenderse por ello y de decir semejantes tonterías, especialmente cuando se dan cuenta de que su «patio trasero» está dejando de serlo. Esta tipa lo deja claro al afirmar que «cuando hubo la resolución de la ONU que condenó la invasión rusa de Ucrania, las reacciones en África no fueron todas a favor. En realidad, esperábamos una adhesión unánime, pero esto no sucedió. Las razones, como me han explicado algunos jefes de Estado africanos, se deben a la sensación de distancia con la cuestión ucraniana y al miedo a perder las pequeñas ventajas que se derivan de su relación con Rusia». Igual es que esas «pequeñas ventajas» son mayores que las que proporciona la UE, y por eso la UE no puede doblegar a los países africanos como lo ha hecho tradicionalmente, pero ni siquiera eso se plantea.
Y aquí viene la alarma: “Estas no son razones suficientes para la UE, pero deben hacernos reflexionar. No podemos dar por sentada nuestra autoridad en materia de valores especialmente vinculados a los derechos humanos y frente a agresiones arbitrarias. Si queremos seguir siendo autoritarios y aún queremos mantener esta primacía de productores de fuertes principios inspiradores para la política internacional, ha llegado el momento de revisar algunos de nuestros lenguajes y algunos de nuestros comportamientos para hacerlos más adecuados a los desafíos contemporáneos».
No me digas, genia. ¿Mucho alto representante, mucha enviada especial para llegar a esta conclusión obvia a pesar de tantos millones gastados, de tantas prohibiciones y censuras en aras de la «libertad de expresión» del pensamiento único, occidental, por supuesto? Pero este es el nivel del zombi europeo y de los zombis de la UE.
Lo que subyace de todo esto es el miedo a perder el control sobre los países africanos que cuentan con materias primas imprescindibles para la industria europea. Por eso este pequeño golpe de pecho, como el de Borrell, da paso de inmediato a la lógica de lo que hay en juego: Occidente decae, Oriente sube. Traducido: Rusia y China. Porque esta tipa habla de los dos países y de la competencia que hacen a la UE en «su» territorio. Y tiene que reconocer cosas como esta: «China, por ejemplo, construye mucho, por ejemplo invirtiendo en infraestructura. En todo el Sahel, cada vez que entro en un edificio público, a menudo veo una placa que reconoce la contribución de China». ¿Por qué será?
El continente africano, como el resto de pueblos del mundo, está harto del colonialismo europeo y su pretensión de mantener una hegemonía que está desapareciendo. Si este no fuera el caso, no habría «desinformación» que valiera la pena porque los occidentales tienen muchas más herramientas de propaganda de habla francesa e inglesa en África que Rusia y que China. Tienen una enorme red de ONGs que se han hecho apreciar mucho menos en el terreno de lo que los medios de propaganda nos hacen creer sobre estos «ángeles desinteresados» en la búsqueda continua de donaciones privadas para complementar las de los gobiernos. Unas ONGs que son paragubernamentales y paraempresariales; como paramilitares. Igual. Aunque sin disparar formalmente, todavía.
Los países africanos son los grandes olvidados de siempre pero, al igual que otros, ven que el mundo está cambiando y que en su dimensión multipolar pueden empezar a negociar con mayor fuerza incluso con la Unión Europea, sus multinacionales, sus ONGs, sus gobiernos y, cuando sea necesario, presionarles porque tienen otros interlocutores -especialmente Rusia y China- que, al menos en el futuro inmediato, tienen otra visión de la cooperación que el yugo dominador neocolonial ha impuesto a África desde la independencia formal, que no existencial. El colonialismo europeo nunca se fue, ahora está perdiendo terreno y quiere regresar. Pero ya no lo tiene fácil. La rebelión anticolonial que encabezó Malí se ha extendido, y ese es el miedo que tiene Europa.
Por eso Europa, al igual que EEUU en Siria, recurre al «hombre del saco» del terrorismo. Francia ha dicho en la ONU (el mes de mayo) que «la comunidad internacional debe actuar con determinación ante la ampliación del área de acción de los terroristas en el Sahel y hacia los países del Golfo de Guinea». Está pidiendo ayuda a los suyos, la fantasmagórica «comunidad internacional» para recuperar un terreno que ha perdido. Aquí tampoco hay preguntas, como por ejemplo por qué después de más de una década estando presentes con tropas, hasta que fueron expulsados por Malí de este país, no han podido doblegar a los terroristas y ahora, cuando ellos ya no están, se han vuelto tan peligrosos.
Por eso la OTAN ha incluido a África en su «concepto estratégico». Por eso el ministro español de Asuntos Exteriores dijo que «es posible una intervención de la OTAN en Malí». El mismo comportamiento, el mismo discurso. Una y otra vez. Y luego se extrañan de que se les rechaza.
Occidente no aprende. Acostumbrado a dar palos, ahora los está recibiendo (como se ve en Ucrania, sobre todo): ocurrió en el G-20 y ahora en África. Suma y sigue.
Un poco de música para celebrarlo. De Malí.
PD.- Esta semana el ministro ruso de Exteriores visita cuatro países africanos.
(Publicado en el blog del autor el 26 de julio de 2022)