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Tres efemérides latinoamericanas. Cristóbal León Campos

Tres acontecimientos que han contribuido a conformar el imaginario revolucionario que da sustento a la esperanza de los pueblos de Nuestra América y el mundo, cumplen aniversario de inicio o consumación en la misma fecha. El primero de enero se conmemora la Independencia de Haití, el triunfo de la Revolución cubana y el surgimiento a la luz pública del Ejército Zapatista de liberación Nacional (EZLN). Los tres sucesos tienen relevancia en sí mismos, pero concatenados adquieren mayor importancia, por ser continuidad del largo proceso emancipatorio iniciado tras la invasión y conquista de los pueblos originarios en lo que hoy conocemos como continente americano.

El triunfo de la revolución de los esclavos negros permitió el surgimiento de Haití como república libre en 1804, siendo el primer país Latinoamericano y Caribeño en romper las cadenas de colonialismo europeo (en este caso francés), y que por su impacto en todo el continente sirvió de faro para iluminar los procesos independentistas que se expandieron durante el siglo XIX y que culminarían una de sus etapas hasta principios del siglo XX, cuando Cuba se liberó de España en 1902. Sin embargo, como se sabe, tanto Haití como Cuba, a pesar de haber roto los lazos formales del colonialismo, tuvieron que afrontar la injerencia imperialista de los Estados Unidos, que, aprovechando la situación endeble de las potencias europeas y las contracciones internas en las naciones nacientes, logró introducirse en ambos países para comenzar así un largo historial de invasiones y violaciones a las soberanías nacionales.

Haití continúa hoy con el pesar que significa la injerencia imperialista con una creciente pobreza extrema y dependencia económica, que lo convierten en una neo-colonia, sumida en la vorágine depredadora del capitalismo, materializado no solo por la presencia de las manos yanquis, sino por la intromisión de potencias europeas que buscan reconstruir su poder en la zona, valiéndose de excusas “humanitarias” para oprimir al pueblo haitiano. Pero, por otra parte, y contrario al caso haitiano, al iniciar 1959, la Revolución cubana alcanzó la victoria y comenzó el proceso de transformaciones que continúa, ahora ya con 63 años cumplidos.

La isla caribeña demostró la posibilidad de construir del socialismo a pocas millas de la mayor potencia capitalista de la historia, además de que irradió esperanza a todo el orbe, inaugurando un periodo de diversas luchas revolucionarias en Nuestra América, e incluso, apoyando movimientos de liberación en África y Asia. El impacto de la Revolución cubana se mantiene vigente, sobreviviendo a décadas del genocida bloqueo y a un sinfín de intentos contrarrevolucionarios por derrocarla del imperialismo.

En 1994 el EZLN declaró la guerra al Estado mexicano y contra el olvido de los pueblos originarios, surgiendo como la renovación de la ilusión emancipatoria tras el derrumbe del bloque socialista en 1991, rompiendo con la tesis del llamado “fin de la historia y de las ideologías”, que diversos intelectuales capitalistas habían declarado. Ahora, tras 28 años de resistencia, el zapatismo se convirtió para diversos movimientos sociales en un ejemplo, por la existencia de los territorios autónomos chiapanecos y por la insistencia del “mandar obedeciendo” como una nueva forma de entender la política. Las tres efemérides representan la posibilidad de un mundo nuevo, “donde quepan muchos los mundos”.

 

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