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Trump y el avance oscurantista. Cristóbal León Campos

No se registró mayor sorpresa en la toma de poder de Donald Trump ni en sus actos inmediatos posteriores a ella, el mensaje está muy claro; hoy nos enfrentamos a una gran amenaza para la paz mundial y el respeto de la autodeterminación y soberanía de las naciones, sobre todo en América Latina y el Caribe. Su cruzada oscurantista neoconservadora va marchando aceleradamente, el retroceso a los derechos humanos en los Estados Unidos que se representa en hechos como la percusión de la diversidad cultural y de género, el discurso de odio contra la mujer y los inmigrantes, la cacería represiva contra los inmigrantes latinoamericanos, la burla antihistórica de cambiar el nombre al Golfo de México, su intención de enviar a Guantánamo a miles de migrantes detenidos y su incremento en el asedio a la Revolución cubana con medidas como su inclusión en la lista cínica de países que supuestamente fomentan el terrorismo, así como el incremento del bloqueo contra la isla, son sólo acciones esperadas de quien hoy es el representante mayor del avance neoconservador y neofascista en el mundo.

Las imágenes de inmigrantes esposados y tratados como criminales, su expulsión violenta de los Estados Unidos, las deportaciones y la persecución en las ciudades fronterizas estadounidenses contra ellos, delinea el racismo clasista de Trump y empodera en discurso, pero también en hechos, a los grupos neoconservadores que en la frontera con México durante años se han dedicado a cazar literalmente a los inmigrantes, además de que genera conflictos internacionales que tienen la intensión de tensionar las relaciones, buscando desestabilizar la región y con ello dividir a las naciones de Nuestra América. Por eso, respuestas como las que, hasta ahora, han dado la presidenta de México y el presidente colombiano siembran esperanza de que, ante esta nueva ola de agresiones imperialistas, las naciones latinoamericanas puedan reagruparse en acuerdos comunes bajo la tutela de organismos internacionales como la CELAC, donde se integra todo el Continente Americano sin los Estados Unidos ni Canadá.

La guerra económica que Trump impulsa es, por ahora, su principal estrategia para intentar doblegar a los gobiernos de la región, la amenaza de aranceles aplicados a los productos de diversos países como México, va de la mano con el incremento discursivo beligerante y denostador de la soberanía regional. Trump busca implantar el miedo en las sociedades mediante la activación de los grupos neoconservadores y neofascistas que componen los sectores radicalizados de las derechas latinoamericanas y aprovechar las coyunturas internas para debilitar la resistencia ante sus ataques, propiciando conflictos políticos en cada país. El reposicionamiento de los Estados Unidos como principal potencia que el mandatario imperialista busca, necesita de la reconquista de mercados que hoy tienen mayor influencia de China, habiendo perdido terreno las inversiones estadounidenses, lo demuestra que estamos en una fase muy peligrosa, pues el imperialismo disputa el dominio de los monopolios.

En ese contexto, el manto de impunidad con el que se cubre Trump -siendo él mismo un delincuente-, se evidenció al dejar sin acción legal los procesos jurídicos de más de mil 500 asaltantes del Capitolio, en aquel histórico acontecimiento que marcó su derrota ante Joe Biden, y eso mismo genera mayor peligro, pues el mensaje de que las acciones violentas a favor de sus intereses no tendrán cuestionamiento legal hace que sectores de sus seguidores activen formas de violencia contra todo aquel o aquello que consideren sus enemigos. Ahora vivimos una exacerbación flagrante irracional que puede conducir a hechos aún más lamentables.

La derecha global está en reacomodo y logrando posiciones importantes, y aunque en el seno de la izquierda global existen cuestionamientos sobre si estamos o no ante un movimiento neofascista; lo realmente cierto es que hay una clara agenda mundial neoconservadora que va desde la represión contra inmigrantes hasta el genocidio de pueblos como el palestino. La guerra económica capitalista en la historia ha dejado muy claramente que es la antesala de conflictos armados de gran escala, y esos conflictos siempre han estado acompañados de oscurantismo e irracionalidad, antihumanismo y violencia sistemática y abierta contra todo proyecto social libertario. No son tiempos fáciles para el bienestar de la humanidad, pero en la resistencia, los pueblos sabrán vencer.

 

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