Un viejo militante. Farruco Sesto
Un viejo militante no es lo mismo que un militante viejo. En primer lugar, porque, como lo dijo el comandante Chávez en alguna oportunidad “ningún revolucionario se pone viejo”. Y yo así lo creo, de verdad, estoy convencido de ello. En segundo lugar, porque las dos expresiones tienen connotaciones distintas, y la primera pesa mucho más que la segunda, aunque se solapen.
Cuando yo, ahora, hablo de un viejo militante, hombre o mujer, me estoy refiriendo, a alguien que se ha pasado toda la vida en esto, militando en la causa revolucionaria, que no es otra cosa que la causa humana. Me estoy refiriendo a alguien que, como dijo también Chávez en la misma oportunidad, está “cuajado pues en combate”.
No necesariamente, digo yo, en el combate armado, aunque en algunos casos haya tenido que ser así por las circunstancias de su momento, sino, sobre todo, cuajado en el combate social, en la lucha política, obrera, campesina, sindical, cultural, popular, en los barrios, en la fábrica, en las universidades o liceos, en los diversos entresijos del pueblo. En donde quiera que se necesitara una voz y un accionar distintos, a contracorriente de la opresión establecida.
Un viejo militante en las distintas organizaciones que, a lo largo de este tiempo que podemos contar, fueron constituyendo el variado espectro de quienes siempre se dedicaron a construir poder popular para convertirlo en poder político. Y que siguen en eso. Ahora, en nuestro caso y en los espacios de nuestra patria, fundamentalmente en el Partido Socialista Unido de Venezuela.
Todos nosotros conocemos a gente así. Son lo imprescindibles, como decía alguien ¿no es cierto? Los avala una vida. Los que jamás se rendirán, porque nunca lo hicieron. Los que nunca nos dejaran solos en la batalla. Los que en ningún caso cultivarán la deslealtad.
A veces, y es comprensible (¡han pasado por tanto!) nos puede parecer que algunos de ellos se ponen un poco tercos, y hasta antipáticos, con sus observaciones y sus consejos, pero yo opino que hay que escucharlos con cuidado, porque se lo han ganado y se lo merecen. Pues hay que interpretar que lo que significa realmente ese espíritu crítico, es que siguen atentos, la mirada despierta, como atenta y despierta siguen en ellos la voluntad de hacer y de pensar.
Y otras veces se pasan en el optimismo. Y ello es comprensible también, ese desbordarse en cada pequeña victoria, como si tuvieran el cielo a la mano, porque también se lo han ganado y se lo merecen.
Cada uno de ellos carga una experiencia de siglos en su alma. Las luces y las sombras de los miles y miles que nos antecedieron y que conforman un patrimonio espiritual que deberíamos pretender eterno.
Si, camaradas. Un viejo militante es un tesoro por el que velar y al que debemos proteger, como si la existencia misma se nos fuera en ello.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 29 de julio de 2022)