Valorando los valores. El lince
Es sabido que Occidente es un dechado de virtudes, democráticas, y un defensor de los derechos, democráticos. Quien lo cuestione es un putinista cuando menos. No seré yo uno de ellos, por supuesto. Si el Occidente democrático alguna vez se ha excedido ha sido por vuestro bien, y ante esos excesos, al ser por vuestro bien, echemos pelillos a la mar (expresión coloquial castellana para decir que se olvida).
Hace siglos os sacamos de la ignorancia con nuestra cruz y nuestra espada, ahora os sacamos de la ignorancia con nuestra democracia y nuestros valores. Y, como los tenemos, porque somos cristianos y hay que perdonar, os pedimos perdón por los excesos que pudimos cometer, pocos, desde luego, para tan ardua tarea. Y os pedimos que nos perdonéis. Pelillos a la mar. Nuestros valores están por encima de todo y ahora hay que demostrarlo, y lo demostramos para demostraros que somos capaces de reconocer nuestros pequeños errores que, además, ocurrieron hace muchos años. Entonces era otra cosa, estaba el comunismo y eso, y había que combatirlo como fuese. Nosotros no somos como los orcos rusos ni como Mordor-Putin. Tenemos valores, y lo demostramos.
Todo lo que hemos hecho ha sido por vuestro bien, érais unos ignorantes, bárbaros e incivilizados, y había que gobernaros y formar gente a nuestra imagen y semejanza, que comprendiesen lo que se gana cuando se siguen las normas de las metrópolis, sus virtudes y sus valores. Se acerca una fecha emblemática, el aniversario de la independencia del Congo y hay que poner, negro sobre blanco (lo que no quiere decir que los negros dominen a los blancos, faltaría más, porque eso sería un racismo a la inversa, sino que se pone por escrito) todo lo anterior. Podéis volver a solazaros con esa canción, «Indépendance Cha, Cha», porque, tenéis que creernos, no lo haremos más. Os respetamos, os tratamos como a un igual y os pedimos perdón.
Esta es más o menos la carta que el muy democrático gobierno de Bélgica, que encabeza en este tiempo a la más democrática aún Unión Europea, ha mandado a Congo para reparar uno de esos pequeños errores.
El 20 de junio va a devolver a la República Democrática del Congo y a la familia los restos de quien fuese su presidente tras la independencia, Patrice Lumumba. Un revolucionario. Buscad su biografía por ahí (y huid de ese engendro llamado wikipedia).
En 1999 un ex jefe policial belga, con una enfermedad en fase terminal (murió un año más tarde) reconoció que ayudó a matarle y a deshacerse del cuerpo, pero se guardó un pequeño recuerdo: varios dientes y falanges de los dedos. Por supuesto que nunca fue juzgado, ni procesado, ni nada de nada. Pero el estado belga, tan monárquico y tan democrático, realizó una investigación en la que se encontró que «varios funcionarios belgas fueron moralmente responsables» (tomad nota, moralmente, es decir, se les exculpa del hecho físico de la muerte). En consecuencia, en 2001 el gobierno belga se disculpó por ello.
En 2020, el rey belga (otro que tal baila) expresó su «profundo pesar» por el hecho, y por otros cometidos en el Congo. Fin. Ahora entregan esos dientes y esas falanges de los dedos. ¡Ah, los valores democráticos! ¡cuánto dan de sí!
Plas, plas, plas. Aplausos. Pero ¿y las compensaciones al país? ¿y a la familia? Ni hablar de eso. Ya hemos pedido perdón, ya devolvemos los restos. No se puede negar nuestra voluntad, nuestros valores democráticos. Pelillos a la mar. ¿Genocidio? Eso no existe, no lo cometimos. Los rusos sí, todos los días lo están cometiendo en Ucrania. ¿La tortura, la mutilación de la población indígena, la quema de pueblos, los millones de muertos? Simples exageraciones. Algún caso hubo, pero tampoco es para tanto.
Unos 15 millones de congoleños murieron durante la etapa colonial belga. Quienes no murieron sufrieron amputaciones.
¿Recordáis lo que os conté de Namibia? Volved a mirar las imágenes y buscad las diferencias. Eso era, es y será siempre Europa, Occidente. Porque ahora mutila, encadena y mata con las sanciones.
Pero esto no es todo. Puestos a valorar los valores occidentales hay quien lo supera. La OTAN (que es un compendio de todo Occidente), por ejemplo. Este ejemplo.
Desde entonces los serbios vienen luchando porque se reconozca la responsabilidad de la OTAN. Occidente siempre se ha acogido a ese fallo de la Corte Suprema. El pasado 25 de mayo lo ha vuelto a hacer ante una nueva demanda: “La oficina de enlace de la OTAN en Serbia indica que la alianza tiene inmunidad total bajo la jurisdicción serbia sobre la base del acuerdo de 2005 entre la alianza y la Unión Estatal de Serbia y Montenegro ‘Sobre la participación y el apoyo en tránsito del mantenimiento de las operaciones de paz’, y el acuerdo de 2006 en virtud del cual se creó la oficina de enlace en Belgrado”.
Serbia tiene la tasa de cáncer más alta de Europa, superando en casi 3 veces la media europea. Todo el mundo dice que es la consecuencia del bombardeo con uranio empobrecido por parte de la OTAN. Pero no solo. Se ha comprobado también el aumento de la esterilidad, de las enfermedades autoinmunes y los trastornos mentales.
Da igual. La OTAN, Occidente, tiene inmunidad. Y si hay que pedir perdón dentro de 60 años, se hace y listo. Si hay que reconocer algunos errores o pequeños excesos se hace. Para eso están los valores, desde luego. Democráticos, además.