2º Releo contra la cultura rusofóbica. “Intelectuales de izquierda occidental.” Ramón Pedregal Casanova
En la nota anterior les invité a leer “Los intelectuales y la guerra: de la retirada a la rendición”, de James Petras, y les dije que lo releería, resumiría. Les dejo mis apuntes.
1ª Parte. Introducción.
En la 1ª Parte explica el desarrollo de la decadencia izquierdista de occidente comenzando por Afganistán, aunque advierte que se venía dando desde los años 60 del siglo XX, pues ante la guerra de Vietnam se observó cómo había intelectuales que apoyaban al aparato militar estadounidense, aunque, eso sí, hasta que se vio que podían perder la guerra, entonces se dieron la vuelta. En la década siguiente se observó que la relación de algunos sectores de la intelectualidad dejaban su comunicación con las organizaciones sociales que estaban en la calle contra la guerra y el racismo y se establecían entorno al Partido Demócrata y su dirección liberal, G. MacGovern.
Después “descubrieron” las “virtudes” del imperialismo con Carter. Fue cuando el antiimperialismo derrotó las dictaduras proestadounidenses de Etiopía, Nicaragua e Irán, más Afganistán, Angola, Mozambique y Guinea Bissau. Entonces el régimen estadounidense se lanzó a la guerra de desgaste contra los gobiernos antiimperialistas, ¿el argumento?: eran “guerras humanitarias”, y por eso armaban a la reacción: Savimbi en Angola, “contras” en Nicaragua, Renimo en Mozambique, y los señores de la guerra en Afganistán.
Otros cuantos intelectuales alentaron las “guerras humanitarias” de Carter. Apoyando a EEUU en Afganistán iban la dictadura paquistaní del general Zía y Arabia Saudí. El gobierno de izquierda de Afganistán se vio sometido a toda la barbarie del imperio que sufrió en su territorio la llegada del ejército mercenario y fundamentalista de todo el mundo árabe. Así es como hicieron desaparecer los avances sociales, colegios mixtos, mujeres de las instituciones y de la enseñanza e hicieron desaparecer la reforma agraria volviendo al pueblo afgano a los tiempos más oscuros de la Historia.
Brzezinski, (ucraniano seguidor del nazismo) Consejero de Carter, se jactaba diciendo: “la intervención militar de EEUU comenzó seis meses antes del ingreso de tropas soviéticas en Afganistán, y fue preparada para debilitar al régimen de Kabul y obligar a pedir con urgencia la presencia de tropas terrestres soviéticas”. Cuánto se parece a lo que han hecho con el golpe de Estado en Ucrania, y luego el entrenamiento y la integración en su ejército de las organizaciones nazis para llevar la guerra a las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. ¿Decían algo contra ese golpe de Estado y las matanzas que sus empleados realizaban en las Repúblicas?
Entonces, dice James Petras, los “intelectuales de la izquierda occidental” se pusieron de parte de EEUU contra la “intervención soviética”, (¿no les suena la misma música estratégica ahora con la guerra en Ucrania?). El gobierno democrático de Afganistán no encontró apoyo entre los “intelectuales de izquierda occidentales”. Ni los miles de asesinatos, ni la vuelta de las mujeres al burka, ni el régimen feudal llevaron a éstos personajes ni a las organizaciones “feministas” a defender las conquistas sociales que habían conseguido con el gobierno de izquierda. Petras declara: “La mayor parte de las sectas de izquierda, la sopa de letras de los grupúsculos trotskistas, maoistas y anarquistas, agregaron su retórica antisoviética a la campaña orquestada por EEUU”. Petras sigue advirtiendo cómo los “intelectuales de izquierda occidentales” comenzaron a oscurecer el término “imperialismo” declarando que era “solo una política, no una estructura de poder y de expansión económica” , y que la política dependía de los funcionarios que estuviesen en el gobierno. Separaron “la estructura de poder” de los funcionarios públicos, y para justificarse atacaron a la izquierda antiimperialista diciendo que no encontraban nada “positivo” en la política de EEUU, y se emplearon en el uso del término “antiestadounidenses”; con eso se pusieron bajo el “humanitarismo” imperialista. Los estrategas imperialistas dispusieron de ese y otros términos similares para sus golpes en Granada, en Panamá, en la Guerra del Golfo, … Los “intelectuales de izquierda occidental” declaraban que EEUU luchaba contra un dictador, les venía bien olvidar que una invasión imperial destruye un país y su derecho a la autodeterminación, una condición previa para toda lucha contra un régimen dictatorial. Sobre esa dicotomía simplista, EEUU-dictador irakí, construyeron la “teoría del doble demonio” y desembocaron en el “imperialismo humanitario”, con lo que dieron valor a la recolonización.
Petras sigue: “La dinámica histórica de la conquista imperial exitosa en una región lleva inevitablemente a más agresión y conquista en otras regiones. Resulta en continuas guerras y en el saqueo de países y continentes. Es el motivo por el cual la oposición a los dictadores locales esta subordinada a la lucha antiimperialista.” Con ello se oculta el resultado que hace volver a los países bajo ataque a un nuevo/viejo existir colonial. Obsérvese como antes del S.XX y durante buena parte del XX, las guerras han sido en gran medida antiimperialistas, los pueblos en América Latina, África, Oriente Medio, Oriente Lejano, se rebelaron y en numerosos casos alcanzaron su independencia, el imperialismo era derrotado, pero el imperialismo después de caer de bruces empezó con nuevos planes de conquista . James Petras da un listado de ese nuevo comienzo de reconquista imperial: “Granada, Panamá, Irak, Yugoslavia, Afganistán, y numerosos otros países por venir». Y nos indica que el imperio ha ido aumentando cada vez más su ejercicio de destrucción. En medio de ese accionar criminal de EEUU han ido quedándose los “intelectuales de izquierda occidental” repitiendo las frases propagandísticas que tanto sirven al imperio. ¿Cuáles son esas frases?, son una colección que tienen como centro el “humanismo” en todas sus versiones, frases que ocultan el proceder del imperialismo, frases que ocultan sus intereses materiales y su estrategia recolonizadora conducida por guerras encadenadas.
Petras pone como un punto culminante del declive de los “intelectuales de izquierda occidental” la Guerra del Golfo; a partir de esa, se pegaron a las mangas del ejército yanki-OTAN, y el caso se hizo completamente claro en la guerra que llevaron a cabo contra Yugoslavia. Si en la de Irak, con Bush padre, los “intelectuales de izquierda occidental” pedían que se negociase la paz o pedían la retirada del ejército estadounidense, el triunfo imperial los hizo volcarse a favor de la guerra y llegaron a festejarlo hasta repetir los calificativos contra Sadam Husein, acabaron con el sentido crítico mientras acompañaban la barbarie imperial para robar el petróleo, llegando a declarar públicamente que les había merecido la pena para ello asesinar a más de 500.000 niños.
Los medios de propaganda imperial se jactaban de lo que sus amos habían hecho, y los “intelectuales” se subieron al carro añadiendo ellos mismos los peores ataques a los intelectuales que se resistieron a la estrategia imperial y sus actos; aquellos integrados aprobaron que a los resistentes no se les permitiese hablar y se les impidiese vivir de su trabajo. (¿No les recuerda a lo que hacen ahora con la guerra que han provocado en Ucrania?)
La destrucción de Irak les supo a gloria, ya estaban por encima del expansionismo imperial, del dominio político, económico, territorial y el envalentonamiento fascista de ir a por nuevas conquistas. Irak fue un objetivo mayor que los anteriores y les dio pruebas de que podían intentar crímenes de mayor tamaño y más arriesgados que Granada o Panamá. Después vendría Yugoslavia, un país europeo, economía de mercado y sistema de partidos. El ataque se preparó en base a la división entre la ciudadanía por étnias, su separación por motivos religiosos y la disposición para romper el país con fuerzas fascistas, (¿les suena algo actual?): croatas, eslovenos, kosovares, todos se dejaron arrastrar a la guerra para despedazar el país contra Servia. El imperialismo uso la propaganda más falsificadora de la realidad, empleó a los fundamentalistas e intervino en apoyo de la desintegración con todo el armamento como OTAN, además de conducir la limpieza étnica, rompiendo la sociedad construida en la convivencia pacífica. Los “intelectuales de izquierda occidental” para entonces eran agitadores en favor del imperio y sus agresiones en base a la consigna “guerra humanitaria”, callaban los intereses que ocultaban. Ni siquiera los centenares de miles de muertos les hizo moverse contra la acción criminal; por contra su actitud complaciente sirvió a las consiguientes acciones de lavado del terrorismo de la banda terrorista llamada Ejército de Liberación de Kosovo contra las restantes nacionalidades. Los “intelectuales de izquierda occidental” simplemente se asimilaron y sostuvieron el silencio mientras se perpetraba el genocidio: la izquierda occidental había desaparecido, había llegado a su fin.
La mayor inmoralidad, sin tapujos, de los que se decían “intelectuales de izquierda” la cometieron con su apoyo a los fundamentalistas afganos, armados y entrenados por EEUU; a ninguno de ellos conmovieron las atrocidades que cometían contra la población indefensa, no digamos contra las mujeres y las niñas. Petras sigue denunciando: “Algunas sectas trotskistas llegaron a proponer que se compraran armas para los tratantes de blancas, traficantes de drogas, y autores de limpiezas étnicas del ELK”. Los “intelectuales …” finalmente habían desaparecido como formadores y aportadores a la conciencia social, quedaron reducidos a empleados de malas artes, de la mentira y el crimen, y hoy ya son carne imperialista.
Continuará con: 2ª Parte del ensayo de James Petras “Los intelectuales y la guerra”, título: De dobles demonios y del gran demonio. Editado por Hiru. Colección Sediciones 19.