Así sí, Donald
Todo el mundo anda como pollo sin cabeza vociferando a los 4 puntos cardinales contra la supuesta última locura de Trump: líderes políticos de multitud de países a izquierda y derecha, militares, ex-militares, medios de comunicación, supuestos expertos y analistas… ¡hasta futbolistas! andan criticando la anunciada retirada de las tropas norteamericanas invasoras de Siria.
Cuando se alcanza una unanimidad transversal como esta, siempre recuerdo al laureado periodista Walter Lippman, quien decía que «cuando todos piensan igual, es que nadie piensa demasiado». Y es que es muy fácil sumarse a un corriente mediática tan fuerte, soltar la gracieta de turno en redes sociales y esperar una lluvia de adhesiones, que te sitúen como un estadista de altos vuelos, aunque no tengas ni idea de las implicaciones de lo que has dicho.
Pero hay que pensar un poco las cosas antes de soltarlas alegremente en Twitter. EEUU, por boca de su presidente, acaba de anunciar la retirada militar de un país que tiene invadido ilegalmente, donde ha asesinado vilmente a muchos miles de personas y ha reducido a cenizas, buena parte de la infraestructura vital siria. ¿Dónde está el problema?
Algunos líderes aliados están criticando en sus declaraciones la supuesta falta de confiabilidad de Trump. Sin embargo, pretenden hacernos olvidar que el abandono de muchos de los frentes internacionales de guerra que EEUU tiene en la actualidad, para centrarse en solucionar los problemas domésticos de norteamericanos, era el punto fuerte de su programa electoral. ¿Es ser poco previsible cumplir con la palabra dada a su pueblo en unas elecciones? Probablemente no sea eso a lo que estemos acostumbrados, pero creo que es hasta loable y digno de alabanza.
EEUU mantiene controlado —con su ejército proxy de mercenarios kurdos y de islamistas recién afeitados, más sus seis o siete bases militares y una pléyade de «contratistas de seguridad»— parte del norte de Siria y la zona desértica al este del río Éufrates, la más rica en hidrocarburos. La retirada norteamericana precipitará un arreglo negociado del conflicto en un breve plazo de tiempo y ayudará a la reconstrucción del país. Repito, ¿cuál es el problema?
Los acuerdos de Astaná ya están en marcha, la comisión constitucional está trabajando en la enésima reforma de una carta magna que ya es pluripartidista —el sumun de las democracias occidentales—. Pronto volverán a convocarse elecciones libres y es bien probable que las vuelva a ganar el doctor Assad, el claro vencedor de las hordas terroristas enviadas por atlantistas e integristas. Ese puede ser un problema, que, aunque no se diga a las claras, a muchos les moleste la expresión soberana del pueblo sirio.
El otro problema es que Rusia aparezca —junto con Irán, Hezbollah y las milicias palestinas— del lado de los vencedores del conflicto. Es necesario aclarar, que estos países cumplían una petición del legítimo gobierno sirio para ayudar a la derrota del terrorismo enviado por occidente tras una falsa primavera árabe. La situación es completamente diferente a la norteamericana, donde nadie los había llamado y, al margen de la propaganda, no sabe qué hacían realmente, además de arrasar el país.
Quizá les moleste que el gasoducto del Golfo a Europa a través de Siria jamás se hará en los términos planeados por los agresores; que los planes de desmembramiento del país y de Oriente Medio sean un fiasco; que un enemigo de Israel no haya podido ser derrotado; que un país de la región siga apoyando sin reservas los legítimos derechos del pueblo palestino; que Siria haya adquirido experiencia para defenderse de futuros ataques y que pueda demandar la devolución de las tierras del Golán que el régimen sionista ocupa desde 1967. Pero claro, esas cosas no suelen decirse ¿verdad?, las agendas ocultas mejor que nadie las conozca, suelen ser inconfesables.
O a lo mejor, lo que les sucede a muchos es que, sin el apoyo directo norteamericano, ya no les va a ser tan fácil seguir atacando ilegalmente el país. El despliegue del paraguas antimisiles ruso les ha hecho mucho daño. Es posible que, sin EE.UU., la santa alianza en favor del integrismo ya carezca de sentido y otros ejércitos invasores tengan que hacer las maletas pronto, si no las están haciendo ya.
Así que, a pesar de las millones de diferencias podamos tener con Trump, los pacifistas y los internacionalistas tenemos que aplaudir esta decisión y esperamos que otras similares sigan su estela en breve. Sólo pedimos que la retirada sea total y no una mera reubicación de fuerzas en el vecino Irak, desde donde seguir machacando impunemente a la nación siria. Es así como EEUU podría ganar más respeto en el futuro. Así sí, Donald.