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Colombia se “OTANiza”. José A. Amesty

Recordemos que la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, tiene sus orígenes en la firma del Tratado de Washington del 4 de abril de 1949, mediante el cual diez países de ambos lados del Atlántico (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido) se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de agresión armada contra cualquiera de ellos.

En realidad, inicialmente, fue creada para contener a la URSS y la expansión del comunismo; luego China, India y otros países “peligrosos”, pueden y han sido intervenidos por esta organización.

Breve historia

En este sentido, la OTAN es un organismo internacional de carácter político y militar, conformado actualmente por treinta países miembros. Aunque en 1989 fue creado un status de aliado-socio global, por el Congreso de los Estados Unidos (no por la organización), como un mecanismo para reforzar los lazos militares con países situados fuera del área del Atlántico Norte, pero que podrían ser de alguna ayuda en las numerosas guerras y procesos de desestabilización política que Estados Unidos despliega en los más apartados rincones del planeta. Australia, Egipto, Israel, Japón y Corea del Sur fueron los primeros en ingresar, y poco después lo hizo Argentina, y más reciente Colombia.

En 2013, el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, suscribió un acuerdo con la OTAN como “socio global” (o “extra OTAN»), erigiendo al país sudamericano en un caballo de Troya regional de esa fuerza militar multinacional comandada por Estados Unidos, que se atribuye al derecho de intervenir en cualquier parte del mundo.

En enero 2021 pasado, el ministro de Defensa venezolano, general Vladímir Padrino López, denunció la proyección latinoamericana de la OTAN, con Colombia y su red de bases militares como “peón”, y la presencia cada vez más resuelta de medios castrenses y navales de la alianza atlántica en el “área de influencia” de Venezuela, Padrino se refería al acuerdo entre Colombia y la OTAN.

“¿Para qué tanta ostentación imperialista? ¿Es una réplica de la expansión Otanista (de la OTAN) en el Mediterráneo de América?”, se preguntó Padrino.

Objetivo de la OTAN en Colombia

El ingreso de Colombia a la OTAN se concretó el 31 de mayo 2018 y tiene por objetivo controlar la región. Dese el punto de vista geopolítico es la puerta de ingreso de EEUU en Sudamérica para desestabilizar Venezuela, pero también para disciplinar a los movimientos populares.

La sucesión de hechos violentos provocados por grupos armados no estatales colombianos infiltrados en el Estado venezolano de Apure, fronterizo con el departamento de Arauca, Colombia, busca atraer al gobierno de Nicolás Maduro a una guerra similar a la que la OTAN ha estado provocando en la frontera entre Rusia y Ucrania.

En este contexto, Estados Unidos busca reposicionar la narrativa de Venezuela como “Estado fallido”, y utilizando al narcotráfico colombiano como punta de lanza, generar un conflicto multiforme en el eje fronterizo colombo-venezolano, que justifique la presencia de la OTAN con la difusa doctrina de la “Responsabilidad de Proteger” (R2P), que es la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU del 17 de marzo de 2011.

Colombia es el único país de América Latina, que asume el papel de “socio global” de la Alianza Atlántica, lo que lo coloca como aliado privilegiado de los países del Norte junto a Afganistán, Australia, Irak, Japón, República de Corea, Mongolia, Nueva Zelanda, Pakistán.

Aunque Colombia no sea miembro pleno de la OTAN, ya que no pertenece a la región del Atlántico Norte, jugará un papel importante en la cooperación militar y en las tareas que le asignen los países más poderosos del mundo.

La vinculación de Colombia con la OTAN, confirma una vez más su vocación neocolonial y le pone fuerte fricción geopolítica a Nuestra América, debilitando gravemente la cooperación e integración que permanentemente ha buscado nuestra región. Perjudica el desarrollo de una geopolítica alternativa que beneficie en términos prácticos y materiales a nuestros pueblos.

Colombia no hace más que sumarse, de manera rastrera, a la geopolítica imperialista, no busca aportar a la construcción de un complejo de cooperación y seguridad regional, interdependencia, balance de amenazas e impulso del potencial geopolítico/geo estratégico de la Patria Grande.

Colombia al asociarse con la OTAN, da entender que en nuestra región tiene enemigos, es conocido que el proceso bolivariano no es del agrado de la élite colombiana y se ha prestado para llevar a cabo acciones desestabilizadoras, pero su ingreso a la OTAN añade una asimetría de poder obligando de alguna manera a Venezuela a equilibrarla a través de sus propias alianzas militares, la configuración que supone el ingreso de la OTAN en nuestro vecindario, desencadena un proceso que no sabemos en qué puede culminar.

Preocupaciones

Esta asociación Colombia-OTAN es preocupante porque desde el año 2013, personal militar colombiano recibe formación militar en Oberammergau, pueblecito al sur de Alemania, donde la OTAN tiene una escuela de cuadros de los ejércitos que forman parte de esta organización supra estatal. También en Roma, en el Colegio de Defensa de la OTAN en la capital italiana. Y el gobierno colombiano tiene contactos diplomáticos con las oficinas de la organización en Bélgica, Estado donde, además, tiene su sede la Unión Europea. Allí se firmó un acuerdo de intercambio de información y seguridad entre la OTAN y Colombia que, ahora, se fructifica. Ya entonces, Venezuela y Bolivia criticaron estos acercamientos, por lo que suponían a nivel geopolítico en el continente. No se equivocaban. Al tiempo, Colombia participó en maniobras navales en el Océano Índico, cerca de Somalia, en acciones contra la piratería de la zona. Entre 2016 y 2017, la diplomacia afianza la relación Colombia-OTAN, y ya se reconoce abiertamente que Colombia es socio formal de la organización.

Sigue preocupando, cuando al parecer según el escritor Ramiro Gómez, comunicador alternativo latinoamericano, “Colombia ocupa el segundo lugar en el ranking de los Ejércitos más potentes de América Latina y el 40 en el mundo, por encima de Venezuela, que en el global se ubica en el puesto 52. Todos los sistemas operativos, comunicaciones, defensa aérea, helicópteros, drones, radares, operaciones especiales y hasta raciones de comidas y municiones, están adaptados, o en proceso de serlo, a los parámetros y sistema de la OTAN.

El presupuesto total de defensa de Colombia fue de US$ 2.145.000.000, para el 2018, su personal militar total son 511.550 efectivos. Tiene un potencial total de 450 aeronaves. Colombia no tiene tanques, pero tiene 1.345 vehículos blindados de combate. Sus activos navales totales son 234 unidades. No tiene portaaviones, pero tiene 11 submarinos. Según Global firepower, Colombia cuenta con un amplio potencial de hombres en armas y el ejército más grande de la región después de Brasil. Las fuerzas especiales de Colombia, brigadas de paracaidistas, lanceros y comandos de jungla, están entre las mejores del mundo. Colombia posee la mayor flota de helicópteros de América Latina. Muchos artillados y con misiles de Israel que pudieran detectar y aniquilar tanques.

Colombia es un país superarmado, con alianzas militares y apoyos poderosos. Dispone de personal militar calificado y con amplia experiencia. Además, su dirección tiene una política con visión militar, armada, estimulada por potencias como los EEUU, países europeos y los israelitas. Su liderazgo civil maneja opciones militares. Los mensajes de líderes como Uribe, Santos y Duque son del mismo corte. Su tono no varía. En lo que sistemáticamente afirman priva la obsesión anti venezolana. Venezuela es el “enemigo” al que hay que derrotar en el terreno que sea y al costo que sea. Hay que acabar con el proceso bolivariano y con el gobierno de Maduro”.

No en balde, es indiscutible que detrás de esta decisión de Colombia se encuentra la mano de Washington, que paulatinamente convirtió a la OTAN en una organización delictiva de alcance mundial, rebalsando con creces el perímetro del Atlántico Norte que era su límite original, como ya lo señalamos, además que sobre la OTAN pesan innumerables crímenes de todo tipo perpetrados en la propia Europa (recordemos el bombardeo a la ex Yugoslavia), a Libia y su colaboración con los terroristas que han tomado a Siria por asalto.

Entonces, la Otanización de Colombia, presagia más mal que bien, así como es una cortina de humo para que EEUU y la OTAN puedan realizar sus arbitrariedades en América Latina.

 

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