Colombia: una guerra perdida, un desastre más para Trump
«EEUU tiene el tupé de decir que Venezuela le sigue vendiendo petróleo, pero que ellos no lo van a pagar. Aquí hay un pueblo de pie, un pueblo despierto, un pueblo arrecho».
General Pedro Carreño
La guerra a través de estados títeres
Colombia se está manifestando como el principal país en el que su gobierno -no su pueblo-, ha convertido la política exterior en el instrumento para la realización de lo que ha sido su vocación continua: la destrucción de Venezuela de la mano de los Estados Unidos.
Es el que podría llamarse “síndrome Santander”, a saber: la tendencia irresistible a la eliminación de la revolución bolivariana y la entrega de los dos países a las oligarquías locales y, a través de ellas, a los Estados Unidos. Históricamente, esta tradición de los militares se inició con la traición del general de ese nombre al gran Simón Bolívar, general en jefe del Ejército Libertador.
Colombia, cuyo “establecimiento” (la élite de la gran burguesía multimillonaria colombiana vinculada por un lado a la Iglesia más reaccionaria; por otro, al cultivo y al tráfico de cocaína; así como a la expulsión de campesinos con el empleo de las FFAA y los paramilitares) ha participado en todo el ciclo de acciones violentas, asesinas o genocidas en Venezuela durante los dos últimos años.
Ataque a la Venezuela de Maduro
Empezaron por el financiamiento, adiestramiento, organización y movilización de las “guarimbas” con sus atentados a las infraestructuras básicas, la siembra del terror en la población y los atentados mayores como los asaltos y destrucción de centros de educación, centros públicos, medios de comunicación y atentados en cuarteles y a las patrullas de la Guardia Nacional Bolivariana. El estado colombiano ha permitido la escalada de estas guarimbas armadas hasta llegar a la quema y asalto de cuarteles y de personas, por el solo hecho -las segundas- de tener “aspecto de chavistas”, dicho de otra forma: “por tener aspecto de gente del pueblo”.
Los crímenes de odio que comenzaron en época de Hugo Chávez y se intensificaron en tiempos del Presidente Nicolás Maduro, tuvieron su cénit en las proximidades de los dos golpes militares y del atentado con dos drones contra las Fuerzas Armadas, el Presidente y miembros del Gobierno y de su cúpula civil y militar. El adiestramiento para manejar estos artefactos se realizó también en el país colombiano. Fracasaron por la eficacia de las contramedidas contra estos artefactos, la eficacia de los tiradores de precisión de la guardia presidencial y por el uso poco profesional de los mismos tras un rápido adiestramiento. La subestimación de los servicios de seguridad del Presidente Maduro ha sido un factor clave.
Un pésimo remake colombiano
Toda la intervención de la Colombia obediente a los EEUU ha sido ascendente y ha intentado repetir las acciones desestabilizadoras de la oposición en tiempos de Chávez.
En un proceso sin fin han llegado los atentados mayores como la colocación de bombas, las concentraciones opositoras violentas tratando de repetir los esquemas del golpe mediático-militar y empresarial-sindical del 11 al 13 de abril de 2012 y sus sucesivas réplicas como las huelgas petrolera y empresarial (centrada en las industrias alimentarias y de transportes); en la concentración sostenida de altos cargos militares en la Plaza de Altamira, con la enorme presión sostenida en los cuarteles y el final trágico de una matanza programada anteriormente. Finalmente en los intentos de someter a un “revocatorio ilegal” -con listas amañadas-, al entonces presidente Chávez. Colombia sirvió entonces de refugio y asilo al presidente Carmona y a buena parte de los complotados en el golpe.
Retoques en el guión
Complementando todo eso, Colombia ha promovido y presentado medidas para la implantación de guerras que han llevado -o intentado llevar- a Venezuela a la rendición total ante su propia oligarquía capitalista, neocolonial y fascistizada; y a la entrega total del país y sus recursos -fundamentalmente el petróleo, el coltan, el oro y las reservas de divisas en el extranjero- a los intereses de Washington. Nada nuevo. Esa ha sido la política colombiana desde el nacimiento de la República y la revolución bolivarianas.
La élite del narcotráfico no cesa en su empeño. La propia capital, Bogotá, está acosada por los inmensos problemas2 del crimen organizado y de la droga. No podría ser de otra manera ya que el gran país consumidor de la cocaína está en los Estados Unidos.
El diputado de la Asamblea Constituyente, Pedro Carreño, ante las continuas y permanentes acciones de guerra de todo tipo que ha protagonizado Colombia, ha detallado, fusil en bandolera, la naturaleza criminal y genocida de la guerra económica y del bloqueo y embargo, convertido en vulgar saqueo y piratería: robo de petróleo, fondos en dólares, reservas de oro, bienes valorados en decenas de miles de dólares.
¿Quién es Pedro Carreño?
Pedro Carreño no es cualquier diputado de la Asamblea Constituyente, sabe muy bien ante quien habla, en este caso el canal privado de televisión Globovisión3, y tanto los sectores populares venezolanos como colombianos le entienden perfectamente; y saben a quién se dirigen sus palabras. Sin complejo alguno, con la fuerza y la energía de los primeros capitanes de Hugo Chávez, los que se identificaron con el pueblo masacrado en “el Caracazo” y se sublevaron para echar a los gobiernos responsables de aquella matanza.
Cuidando sus palabras para que se entiendan bien, el constituyente Pedro Carreño aseguró en Globovisión que “si el Gobierno de Iván Duque en Colombia se llegara a atrever a realizar una invasión militar contra Venezuela” la FANB llegará hasta Bogotá y “clavará la bandera venezolana en la capital neogranadina”. Asegurando con firmeza -ante un “presentador estrella”, que cada vez estaba más nervioso y que cumplía su papel de mentir por varios millones de dólares (proporcionados por la sección logística de Falsimedia), y que hacía todos los esfuerzos posibles para robarle la palabra-, el ex capitán de Hugo Chávez se mantuvo durante toda la entrevista apegado a la verdad: ”Tenemos las coordenadas del Palacio de Nariño, en 11 segundos un Sukhoi estaría en Bogotá”.
Ante una invasión militar de Colombia
Dispuesto a advertir a Washington que el intento de invadir a Venezuela desde Colombia, podría revertirse sin dificultad alguna, Pedro Carreño advirtió4 que en ese caso la FANB “tomará el control de Bogotá” (…) antes de que el ejército colombiano llegue a Maracaibo o a San Cristóbal”. Para apuntalar sus palabras, y dirigirlas al enemigo concreto, el militar Carreño aseguró que: “A Colombia la atraviesa un río de lado a lado, basta con buscar en internet para saber qué puentes lo atraviesan, ya nuestros Sukhoi lo tienen, nuestras piezas de artillería. En 11 segundos un Sukhoi está en Bogotá, tenemos las coordenadas del palacio de ‘Nariño’, las del lugar donde vive la oligarquía”.
El Gobierno caerá en Colombia, no en Venezuela
De hecho, ante esta guerra entre vecinos, alentada desde siempre por los Estados Unidos en beneficio propio, es muy posible que el país en el que una guerra tenga el efecto inmediato de la caída del gobierno y el cambio de poder sea Colombia, no Venezuela.
Previsiblemente el río al que se refiere Carreño es el Magdalena. Revisen los lectores en Internet como aconseja Pedro Carreño y advertirán que la guerra contra Venezuela, pedida a gritos por la oligarquía cafetera de Colombia, que ha sobrevivido gracias al Plan Colombia, a la presencia protectora del paramilitarismo, a los “falsos positivos” y a la presencia de las bases e instalaciones militares de los Estados Unidos, terminará, pese a los esfuerzos de Iván Duque, en una derrota de Colombia con el estallido de la revolución en ese país y en la frustración total de Washington, agobiado por la guerra en varios frentes que le están estallando al mismo tiempo y por la incapacidad absoluta de derrotar a Venezuela.
Venezuela, centro estratégico del nuevo “Eje Continental”
Efectivamente, Venezuela tomará el control de Bogotá, clavará su bandera en la capital colombiana. La FANB tendrá también la responsabilidad de clavar esa bandera en Aruba y Curazao si estos países “permiten la instalación sobre sus aguas de portaviones estadounidenses para ayudar a la agresión militar contra Venezuela” y para liberar a sus pueblos: “No es posible que a estas alturas sean colonia de Holanda”. Es una advertencia directa a los países colonialistas de la OTAN que amenazan a todas las colonias o neocolonias en América Latina, en África y en el Gran Oriente Medio.
Es también un intercambio de miradas cómplices con los aliados de Venezuela: Rusia, China, Irán, Turquía, Corea y una llamada a la rebelión en todos los pueblos del “Eje continental” en América Latina.
La única política de paz posible
Es la única política de paz posible, tal como han señalado reiteradamente Nicolás Maduro y sus Ministros del Poder Popular para la Información y la Comunicación, Jorge Rodríguez y del Ministro para las Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza. Ellos han demostrado la absoluta complicidad de Colombia en todos los planes de desestabilización, de invasión, de guerra económica, de guerra terrorista, de guerra diplomática, de golpe de estado, de guerra híbrida y de guerra asimétrica que sufre Venezuela y de todos los equipos que han trabajado en ellas con la financiación lejana de los Estados Unidos y la próxima de Colombia. Los equipos encargados de organizar las matanzas de la cúpula política, militar y civil y de los dirigentes sociales, subsiguientes a los golpes de estado han operado también desde Colombia, así como los subgrupos encargados de conectar y confirmar las acciones terroristas y golpistas con los instrumentos operativos manejados directamente por los Jinetes del Apocalipsis y de forma continua, a golpe de redes sociales, por el presidente Trump.
Carreño, que ha ocupado todos los puestos posibles en la dirección operativa de la revolución bolivariana tanto en tiempos de Hugo Chávez como en la de Nicolás Maduro, recuerda también en sus palabras y en sus hechos la imperiosa necesidad que tienen los antiguos capitanes de Chávez y constituyentes de Maduro, de asumir las responsabilidades políticas y militares de la revolución bolivariana y las que le corresponden según el papel estratégico central que a nivel internacional tiene la Venezuela socialista.
El plan criminal anunciado por la revista Semana
El constituyente Carreño denunció que Colombia había utilizado un instrumento de la organización mediática colombiana para criminalizar, satanizar y desprestigiar al pueblo y al Gobierno venezolano, a sus instituciones y a la revolución bolivariana, como parte de un plan para crear las condiciones de una intervención. Ese Plan incluye a los militares desertores, tal como había documentado hace pocas semanas el ministro Jorge Rodríguez.
“Sobre Venezuela se cierne un perverso, macabro y criminal plan para satanizar y criminalizar al gobierno de manera tal para generar las condiciones que permitan una escalada de agresiones que terminen con el control total del territorio y Colombia, cual capitán de América queriendo matar a sus hermanos, se ha prestado para volverse un portaviones de los Estados Unidos para que se hagan ataques directos a Venezuela y no de manera ruin como lo hace esta revista”.
Gina Haspel entra en escena
Ampliando los detalles, el general y actual constituyente, Pedro Carreño, afirma que el plan fue diseñado por la actual directora de la CIA, Gina Haspel, de papel sobradamente conocido en la secuencia de torturas en Irak, durante las sesiones de torturas en la cárcel de Abu Ghraib. Poco peso real para Trump (añade el autor de este artículo), ya que se sale fuera de la memoria temporal que nos permite el acceso a Internet.
El antiguo oficial de confianza de Hugo Chávez añade que Iván Duque recibió un informe falso para que realice su misión según los planes de la CIA. Es posible (añado yo de nuevo) que tal informe haya sido entregado a Bachelet para abrir de nuevo el campo diplomático de acuerdo con los intereses de Washington.
Según información muy resumida de La Iguana TV, ampliada un poco en este artículo, las intervenciones directas de Colombia contra Venezuela, en esta última guerra contra la revolución bolivariana -en época de Nicolás Maduro- han sido las siguientes:
-Guerra diplomática en la OEA y el Grupo de Lima
Tal guerra en la OEA, se ha desarrollado con la aceptación de la delegación de los delegados de Guaidó, después del abandono de la organización venezolana anunciada previamente por Venezuela5. La guerra sucia realizada por esta organización, “Ministerio de las colonias de los EEUU” (según la bautizó Fidel Castro), ha sido aprovechada por Estados Unidos para proponer, de manera ilegal, la activación del TIAR, otra barbaridad jurídica y democrática que pone de manifiesto la cadena de vinculaciones coloniales al poder imperial que todavía actúan en América Latina (y con función de apoyo diplomático, mediático y de aparato militar si hace falta, en algunos países de la UE, España, en sus dos versiones de gobierno, como “cabeza de serie” indiscutible).
En cuanto al Grupo de Lima, creado a instancias de Michelle Bachelet, según las directrices de la CIA, Colombia ha sido uno de los miembros más activos en la activación de todos los campos posibles de la guerra contra Venezuela.
-Intentos de asesinato de Maduro
Todos ellos llegaron precedidos de procesos de generación de violencia armada cuyo principal exponente es la actuación de “guarimbas”, con decenas de muertos, indiscriminados y cientos de heridos. La aplicación sistemática y la generalización del terror, es siempre una práctica planeada y organizada de una manera muy precisa. Con frecuencia viene precedida de una preparación mediática vinculada a la actuación de Falsimedia como conjunto “orgánico” y “funcional” de casi la totalidad de los medios de comunicación social. Los reclamos al asesinato del presidente Nicolás Maduro, han sido continuos. Buena parte de ellos han tenido el efecto de un detonador informativo con explosión inicial en Colombia.
-Cruce de los puentes e intervenciones de los paramilitares
La presencia de los presidentes de Colombia y de Chile en la promoción de los sucesivos días “D” fueron fundamentales para producir un impacto mediático. El fracaso de cada uno de ellos tuvo un efecto rebote. Así ocurrió con la entrada de material “humanitario”, anunciado cono alimentos y medicinas y precedido por una fiesta por la Libertad. La evidencia del control de la fiesta por un empresario vinculado a la mafia anticubana de Miami, con unos artistas en su mayoría propuestos por narcotraficantes, fue demasiado. Más tarde llegarían los desacuerdos en el reparto del botín entre los pocos militares desertores y su abandono por parte de los políticos colombianos.
La carga “humanitaria” resultó ser unas cuantas cajas de raciones de combate y material de guerra para los paramilitares colombianos metidos en la tarea. Se produjeron algunas infiltraciones bajo el puente viejo y ataques a municipios sofocados inmediatamente por las unidades especiales de la FANB y por la milicia bolivariana. A partir de entonces, el presidente colombiano quedó en ridículo ante el despliegue de medios internacionales. Los días “D” acabaron aburriendo a los ciudadanos y ciudadanas de Venezuela.
-Adiestramiento de golpistas
Fundamentalmente en el segundo de los golpes, en el que se intentó, sin éxito alguno, la concentración de unidades militares en las proximidades de la Plaza de Altamira y el ataque al aeropuerto más próximo. El único éxito, que se convirtió más tarde en derrota, fue la excarcelación de Leopoldo López -antiguo “guarimbero” contra Chávez- que escapó de cárcel y buscó refugio en la embajada de España en dónde una unidad militar española se dedicó a hacerle un túnel para facilitar su huida.
La familia y la oposición venezolana golpista continúa comprando pisos de lujo en Madrid, bajo protección policial de la entonces alcaldesa Carmena, quien permitía sus manifestaciones y disolvía a porrazos a los grupos de solidaridad con Venezuela.
En la presentación pública de las últimas conspiraciones golpistas que realizó el Ministro Jorge Rodríguez, se presentaron diversos documentos y grabaciones de vídeo y sonoras en las que se perfilaba un organigrama operativo que permitía reproducir con facilidad los componentes de un nuevo golpe. En estas reuniones se anunciaba entre conspiradores la organización de un operativo suficiente para “echar abajo” los Sukhoi, claves de la defensa aérea antimisiles y de combate; y terrestre antimisiles, de Venezuela.
No solo eso, militares en activo, oficiales de baja graduación y grupos de militares retirados con residencia en Colombia y contactos dobles: con el paramilitarismo colombiano y con la CIA, desestimaban al golpismo civil y organizaban un golpe seguido de una matanza de dirigentes y militantes chavistas, militares leales al Presidente Maduro y funcionarios del Gobierno6.
-Ataques a las instituciones del gobierno y elementos estructurales de las misiones. Fundamentalmente transporte, vivienda, sistema de salud y de educación. Ataque a hospitales, guarderías.
-Participación en los apagones y apoyo a la guerra económica
En estos frentes la oposición perdió el poco prestigio que tenía ante el pueblo venezolano. La división en clases sociales en lucha se puso de manifiesto. En las zonas populares de Caracas, Guaidó, evidentemente vinculado a la oligarquía venezolana, al fascismo y al imperialismo de Estados Unidos, tuvo que salir de estampida de los barrios populares en los que su caravana de coches que formaba el suyo con los escoltas fue localizado y apedreado por los comités de barrio y las agrupaciones de vecinos.
https://theworldnews.net/ve-news/pedro-carreno-con-un-fusil-de-corbata-le-habla-a-una-pequena-concentracion-en-paraguachon ↩
http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/09/12/colombia-crimen-organizado-violencia-y-narcotrafico-acechan-bogota/ ↩
Resumen latinoamericano: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/09/11/venezuela-constituyente-pedro-carreno-tenemos-las-coordenadas-del-palacio-de-narino-y-en-11-segundos-un-sukhoi-estaria-en-bogota/ ↩
http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/07/14/venezuela-la-operacion-vuelvan-caras-y-la-noche-de-san-bartolome/ ↩