Cuando el avestruz no oculta la cabeza (1). El lince
O el peligro de la chusma.
Cuenta la historia de las historietas que había una aldea gala que resistía al invasor. Cuenta la historia de la actualidad que encontrar en Europa una aldea que resista la locura de sus gobernantes es mucho más complicado. En la aldea de la historieta, sus habitantes bebían una pócima mágica que les daba una fuerza colosal ante la que no podían hacer nada ni los colaboracionistas ni la colosal maquinaria político-militar de los invasores. No obstante, en la búsqueda de la aldea europea que resista la locura de sus gobernantes, fieles vasallos de EEUU, acaban de aparecer unas iniciativas sorprendentes que están haciendo perder los nervios a los gobernantes colaboracionistas, que las temen como si fuesen la pócima mágica de la aldea gala.
Son, por el momento, iniciativas aisladas que han aparecido en Italia, en Alemania y en Francia aunque ni siquiera son aldeas sino pequeñas iniciativas que causan molestias y obligan a los colaboracionistas con el invasor, o sea, con EEUU, a poner en marcha la maquinaria represiva en dos niveles: el propagandístico (con el inestimable protagonismo de los medios de propaganda, antes llamados de comunicación) y el policial y judicial.
Como os conté hace unos días, en Italia hay una cacería de sindicalistas incómodos para el poder y para los sindicatos colaboracionistas. Son afiliados a la Unión Sindical de Base (USB) y a Si Cobas (Sindicato Intercategorial) a quienes se acusa de «extorsión» por, agarraos a los «valores democráticos» de la UE, «piquetes, huelgas, ocupaciones de almacenes, asambleas, etc.» y otros varios «hechos criminales» (sic). Son la vanguardia, pero aún sin pócima mágica que les sirva de defensa contra la arremetida represiva de los defensores de los «valores democráticos» europeos.
Algo similar comienza a aparecer en Alemania, donde uno de los escasos sindicatos combativos, IG Metall, está preparando las huelgas y movilizaciones para el inicio de la negociación de los convenios colectivos que comenzará tras el verano. La pretensión no solo es que se aumenten los salarios, dado el alto índice de la inflación, sino que se deje de seguir la loca e irracional política de seguidismo respecto a EEUU con el tema de Ucrania.
¿Por qué? Pues porque, ni corto ni perezoso, el banco central alemán recomienda que se use madera «cuando sea posible» para calentar los hogares este invierno «porque se avecinan medidas extremas de racionamiento de energía». Y esto es propagandizado por los siervos número uno de EEUU, Los Verdes, que no solo dicen que el banco hace bien diciendo eso, sino que «se necesita más ahorro en el entorno laboral», o sea, a trabajar con abrigos y que las familias reduzcan el 20% de su consumo de energía. De lo contrario, ya se sabe, Putin ganará. Y derrotar a Putin es lo primero.
Aunque claro, eso tiene un costo: los «disturbios civiles». Y aquí tenemos a los «progres» diciendo que hay que hacer lo posible por evitarlos «por muy legítimas que sean las protestas», pero que «corren el riesgo de ser secuestradas por extremistas». Así que si formáis parte de esos «ciudadanos enfurecidos» que estáis hasta el gorro de los locos y de las locas que gobiernan, y tengáis intención de protestar por la recesión, el paro, la pobreza, mirad a vuestro alrededor no sea que haya extremistas que os lleven por el mal camino. Es sabido que vosotros, ciudadanos responsables, estáis en «un estado de ánimo altamente emotivo, agresivo y pesimista sobre el futuro de la sociedad» y que «la confianza en el estado, sus instituciones y actores políticos está llena de dudas masivas», pero no os dejéis comer el coco por los extremistas porque no son otra cosa que «enemigos de la democracia».
Así que, en Alemania, lo tienen ya muy claro: se pide a la ciudadanía que «piense bien a qué protestas y manifestaciones se unen o, mejor aún, manténgase alejadas de ellas por completo» (sic). Es sabido que el derecho de protesta, de reunión y eso es sagrado para el Occidente colectivo. Salvo cuando se busca la pócima mágica o el avestruz no oculta la cabeza. O eso es lo que temen, es el peligro de la chusma.
Y es que no hay nada como los valores, los «valores democráticos», esa seña de identidad de la UE y del Occidente liberal que se enfrenta a un «mundo autoritario» como el que representan Rusia y China, entre otros.
Por eso en Francia han ido un poquito más allá y aquí sí se puede poner nombre a una aldea gala que resiste un poquito al invasor: Toulouse.
Francia, como toda Europa, está atravesando un verano super caloroso, con una tremenda sequía y con un daño tremendo a las cosechas y cultivos. Por ello, el poder local, el ayuntamiento, ha hecho algo lógico: restringir el riego. ¿Y entonces, dónde está el problema? diréis. Pues resulta que se restringe el riego en todas partes… menos en los campos de golf.
Y la gente ha dicho basta, que a la mierda el golf, quienes lo practican y el ayuntamiento en pleno. Y han llenado de hormigón los hoyos. «Vandalismo», dicen los del golf, el ayuntamiento y la policía al unísono. Es que la chusma no entiende nada porque, añaden, «la práctica del golf da dinero al municipio» y, además, lo de los vándalos es ilegal porque que el riego en el campo de golf es legal dado que se realiza de noche y «no supera el 30% del volumen de agua que normalmente se utiliza». Así que ya están buscando a esa chusma irreductible.
Y es que cuando el avestruz no oculta la cabeza…
(Publicado en el blog del autor, el 16 de agosto de 2022)
[…] (Continuación de «Cuando el avestruz no oculta la cabeza (1)«) […]