De la “Política de puertas abiertas” de Biden a la «Asociación estratégica enfocada en el futuro» de Putin y Xi Jinping (I)
Putin vuelve a mostrar la paranoia de los medios en Occidente
Después de meses de tensiones con movimientos de tropas y equipos bélicos, ejercicios militares y declaraciones mutuas de advertencia, las tensiones empezaron a concretarse el día 17 de diciembre de 2022. El Ministerio de Exteriores ruso hizo públicas entonces las propuestas de Seguridad que, en forma de acuerdos formales, quiere alcanzar formalmente Rusia o la Federación Rusa con EE. UU. y la OTAN.
La UE, como tal Unión, no cuenta para nada para Washington ni consecuentemente, para Moscú. El documento salido del Kremlin era portador de las malas noticias para las oligarquías guerreristas y económicas del mundo. Rusia declaraba que estaba harta del tratamiento mediático e informal de los conflictos que deformaban, invariablemente, sus posiciones, sus derechos inalienables y sus intereses, muchos de ellos de raíz histórica. También lo estaba de las amenazas militares de EE. UU. y sus satélites. Países quisling la mayoría, es decir: sin capacidad alguna de decisión.
Los presidentes, jefes de Gobierno y demás mandatarios cuasi representativos -que en conjunto se denominan Occidente– tragaron saliva, y los jefes militares oscilaron entre la incontenible pulsión guerrera que les es habitual y el terror ante la imposibilidad de encontrar una “guerra fácil” para los EE. UU. y sus colegas. Una “guerra sin muertos propios” –o casi sin- como está acostumbrado a hacer el Imperio de los Horrores. De repente, alguien nada insignificante y, además, bien armado, les plantaba ante sus caras lustrosas y despreciativas el signo internacional de ¡STOP! con un mensaje inconfundible en varios continentes: ¡Yankis go home!
¡Ni uno más ni uno menos! ¡8 son!
8 artículos de racionalidad evidente para tirios, troyanos e incluso para los que están integrados en la “opinión pública” que crean los medios y los convierten en entes vaciados de contenido: algunos sectores populares, obreros sin conciencia de clase, clase media idiotizada o fascistizada y brutalizada, intelectuales orgánicos ávidos de prebendas y alejados del pueblo. Sin embargo, las propuestas de Rusia además de racionales responden al desarrollo de una dialéctica histórica implacable. EEUU está en rápida decadencia económica y militar. La antítesis de la realidad prevista en el documento “La nueva estrategia de seguridad Nacional de los Estados Unidos”1, promulgada a bombo y platillo por el histriónico y tramposo George W. Bush, está a punto de comenzar a imponerse contra el futuro anunciado en aquella ocasión por el Imperio.
La propuesta rusa que tiene más alcance, por el momento, es la de excluir la expansión de la Alianza hacia el Este y, en concreto, la incorporación de Ucrania a ese Tratado Atlántico que ya ha desbordado ampliamente o alterado radicalmente su ámbito territorial, alcance geográfico, el número de miembros y el carácter defensivo.
La expansión de la OTAN hacia el Este
Esa expansión es una realidad indiscutible que rompe los acuerdos verbales pero públicos sobre la no expansión de la OTAN hacia el Este inmediatamente anteriores a la disolución de la Unión Soviética. Por otro lado, es también innegable la práctica continua de incorporar a la Alianza a un número indefinido y variable de aliados temporales, en cada uno de los conflictos que se producen en el mundo y que son vigilados o participados por los EEUU. Buena parte de esos conflictos tienen su origen, su definición y su planeamiento en Washington. Tanto es así que el virrey de EEUU en Irak durante la invasión y ocupación del país de la antigua Babilonia, Paul Bremer, mantenía una oficina en la que se analizaban las medidas económicas, militases, policiales, logísticas, de personal cualificado, de creación de infraestructuras, de privatización, etc., de todos los países que por razones diversas eran o podrían ser enemigos potenciales que “reclamasen” o “provocasen” la intervención armada de los EEUU. La necesidad de recursos o materias primas “vitales”, como el petróleo, las tierras raras, el litio, el uranio, el níquel, el agua, la madera, los recursos farmacológicos, alimentarios, los bosques, era la justificación que llegó a proclamarse como motivo suficiente para la guerra, con un cinismo naturalizado por la práctica depredadora de dos siglos. Así lo hacía Madeleine Albright, secretaria de Estado durante el mandato de Bill Clinton, sorprendida y casi enfurruñada porque alguien durante las ruedas de prensa o entrevistas fuese tan estúpido o descarado como para preguntar sobre evidencias.
Cuando Washington no mueve los hilos fundamentales desde el principio, mantiene una vigilancia permanente a través de sus embajadas y consulados, o de las Estaciones de la CIA, que hay en todas y cada una ellas. Por otro lado, la incorporación de unidades militares o policiales de todo tipo en los ejércitos de ocupación cuyo núcleo es la propia OTAN -completa, fragmentada o ampliada de facto por países vasallos-, con el estatus de ejércitos mercenarios, ha dado a la Organización Atlántica un carácter multiestatal, multinacional y multiempresarial, con factores operacionales de mercado comprados o negociados en las Compañías privadas de la guerra.
El documento publicado por Rusia consiste en 8 artículos. El primero de ellos propone que las dos partes tienen que actuar de acuerdo con dos principios: La seguridad “tiene que ser indivisible” y “no puede provocar daños a la seguridad mutua”. Dichos principios pueden provocar desbarajustes en los vericuetos conceptuales y la practica muchas veces indirecta o fraccionada de los modelos, casi infinitos, de la guerra híbrida, la guerra de conquista, la guerra de escarmiento, la guerra de matanza, y de la guerra injusta y deshumanizada que se realiza en nombre de la Libertad, la Democracia y los Derechos Humanos.
El “síndrome de Afganistán” del anciano Biden y las razones de Putin
El ya anciano Biden sufre varias deficiencias de variada naturaleza, origen y calibre. Alguna de ellas, quién lo diría, derivan de la sabiduría convencional de “andar por casa” que le viene de los centros de estudios de la élite estadounidense: universidades y Fundaciones y de cargos públicos en el partido: senador ad eternum, candidato por dos veces fracasado a la presidencia, vicepresidente por 8 años con Obama después de variadas dudas con la dupla que resultaría ganadora.
Después de muchos récords juveniles en la llegada a los diversos escalones del poder, y de la madurez alcanzada por su permanencia en los mismos, Biden consiguió casi al final de su carrera política que, meses antes de las primarias, los financistas del partido demócrata le cerrasen el grifo y las posibilidades de ganar las elecciones a Sanders, veterano también, pero mucho más limpio y popular que el actual presidente. La primera deficiencia de Biden es que pertenece a una élite cerrada, oligárquica y multimillonaria que monopoliza el poder haciendo saltar la pelota de un lugar a otro de su pequeña cancha. Biden no ha llegado nunca a tiempo.
La segunda deficiencia (documentable) es la avanzada edad de 79 años que le impide los movimientos rápidos, o simplemente no vacilantes, ante las cámaras o en paseítos cortos (constatable). Esto, que puede parecer anecdótico, o poco airoso (cuando él se esfuerza en proyectar la imagen del poder consolidado y eterno, belicoso y policial, vigilante y amenazante -si es preciso- de los EEUU), genera incertidumbre y desasosiego en sus conciudadanos. Biden pierde el aliento.
Los síntomas de la senectud y de decrepitud (dicho sin un ápice de crueldad humana), son más que evidentes. Digamos que camina como Don Quijote después de ser apaleado por los molinos. Sin duda, su médico de cabecera le preguntará por el estado de su memoria, y sus asesores le impedirán toda decisión autónoma. Se comunica siempre por procedimientos informáticos en un plano medio que le evita la presencia de asesores y sostenedores. Ganó, por los pelos, la presidencia de EEUU apoyado en el miedo al fascismo de ritual escandaloso, que personificaba Donald Trump. El “fascismo natural” que acompaña al proyecto imperial de los EEUU es más disimulado, menos brutal hacia el interior, más de guante blanco de la clase política y oligárquica cuya mayor expresión es el sistema electoral, la financiación de los partidos, la representación por voto de compromisarios, el número y el reparto de escaños, las corruptelas, la baja participación, y la publicidad y cobertura económica de las campañas.
Nadie que no pertenezca a las élites políticas, económicas y de poder tiene posibilidad alguna de ganar ninguna elección -salvo excepciones- sea cual sea su nivel: local, estatal y federal, en los Estados Unidos. Hacia el exterior ambos responden a la política imperial. Uno, Trump, de manera impulsiva y brutal, aunque más cuidadosa de lo que pareció en su día; el otro, Biden, arrastrado por el complejo militar-industrial y sus meticulosos planeamientos a largo, medio y corto plazo.
La tercera deficiencia es que Biden no ha sido educado ni preparado para ser un poderoso presidente de los EE. UU. Todo lo más, el presidente de una comisión del senado, experto en triquiñuelas legales, en presiones de los lobbies y en el trasiego de votos que hacen de la democracia norteamericana una de las institucionalmente más corruptas del mundo. Biden, además, es abogado (con mis perdones al gremio a los 1.270.000 abogados, muchos de ellos honrados que tiene ese país). El actual presidente se ha especializado para ser el segundón trepa niveles, negociador en los sí pero no, en los sí pero veremos, en los sí no formales de las relaciones exteriores de Washington. Esta deficiencia no es mala en sí misma pero sí deja la presidencia en manos de un miembro menor del establishment cuya más preciada virtud es la de negociar las componendas entre la élite más poderosa del mundo.
La cuarta deficiencia es que a Biden se le mezclan los síndromes históricos de su país: El “síndrome de Corea”, el “síndrome de Vietnam” y el novísimo “síndrome de Afganistán”, con sus respuestas acumuladas y precipitadas para evitar -o para simular que no ocurre- la repetición de una derrota.
La manifestación más clara, más trágica, es su explicación tragicómica, casi ridícula, que repite tópicos de sus predecesores, sobre la salida de Afganistán2. Tanto síndrome de derrota ha fortalecido el terror a perder otra vez y, en el caso de Biden, la vuelta suicida al terreno de batalla con una incompetencia que le impide ver la tragedia que conlleva el juego de la guerra en Ucrania, las razones evidentes de Putin, y apreciar el riesgo de la presencia en segundo plano, pero avanzando hacia el primero, de Xi Jinping. Biden se ha convertido en un pato cojo permanente muy peligroso para la supervivencia del planeta. En el modelo de guerra aplicado en Ucrania la incertidumbre se convierte en el primer enemigo.
El día 17 de septiembre Rusia reacciona ante el traslado de tropas, material de guerra y la realización de ejercicios militares -anunciados e imprevistos- por EE. UU. y sus países quisling a sus fronteras en Ucrania, Crimea y el Mar Negro. Tales ejercicios van precedidos o son simultáneos a declaraciones de mandos militares y políticos occidentales que apelan a fuentes “solventes”, “creíbles” o “buenas fuentes”, que no son mencionadas para “mantener su seguridad”. En tales declaraciones se justifica la presencia invasiva por la amenaza que suponen los movimientos de fuerzas militares rusas que las realizan en su propio territorio.
Inmediatamente entran en función los medios de comunicación de Falsimedia que acuden como cacatúas a la propagación de la “verdad de Washington”. En medio del fragor “informativo” al que acompañan imágenes con música de fondo de otros desmanes genocidas similares al que se propone, empiezan a propagarse fake news en las que se expande como información fidedigna o como conclusión de expertos, la intención rusa de invadir de forma inmediata Ucrania.
La reacción de Putin
El documento en el que se expresa la posición rusa -y se propone para la firma- consiste en 8 artículos, el primero de los cuales estipula que ambas partes tienen que actuar en base a los principios de “seguridad indivisible” y de “no provocar daños a la seguridad mutua”. Entre esas propuestas están, en lugar principal, además del propio enunciado de los principios citados, excluir la expansión de la Alianza hacia el Este y también la adhesión de Ucrania a la misma.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia publicó casi simultáneamente dos propuestas de acuerdos que quiere alcanzar con Estados Unidos y la OTAN sobre garantías de seguridad.
Entre las propuestas de Moscú hay puntos con una profunda ironía retrospectiva y acusatoria como el que propone que Washington acepte que se atribuya al Consejo de Seguridad de la ONU la responsabilidad principal para preservar la paz en el mundo (a pesar de los precedentes en contra de la guerra de Yugoslavia y siguientes guerras. En esa misma, la ruptura de los acuerdos de Rambouillet es explicada con apelación al principio de la libre interpretación del más fuerte. Solana, Secretario General entonces, sería su vocero mayor. Con expresión más o menos textual pero exacta en su contenido decía poco más o menos: ”actuamos en contra de lo pactado, pero de acuerdo con los principios de las NN.UU.” Ni el propio Príncipe de Maquiavelo sería capaz de una formulación de semejante cinismo).
No obstante, el documento contiene propuestas en las que las partes tienen puntos de vista muy diferentes. En ellas se centran actualmente numerosas declaraciones de sus representantes: la prohibición de la adhesión en la Alianza Atlántica de los Estados que anteriormente formaron parte de la Unión Soviética, como Ucrania y Georgia. Rusia recuerda que la OTAN hizo esa promesa cuando se pactó la disolución de la Unión Soviética e insiste en que la formulación de los acuerdos posibles ahora tiene que ser formal, escrito y con garantías internacionales.
Los dos documentos guardan una gran similitud. El pacto para EE.UU. consiste de 8 artículos, el primero de los cuales estipula que ambas partes actúen en base a los principios de seguridad indivisible y no provocar daños a la seguridad mutua.
Mientras, el segundo artículo del proyecto de acuerdo contempla que Moscú y Washington procuren que «cualquier organización internacional, alianza militar o coalición» en las que participe una de las partes «respete los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas».
En otros puntos, Rusia y EE.UU. se comprometen a no usar el territorio de otros países para preparar una ofensiva contra la otra parte (artículo 3), mientras que Washington «asume compromisos para excluir la expansión» de la OTAN hacia el este y la adhesión de los exmiembros de la URSS (artículo 4). Asimismo, EE.UU. se abstendría de crear bases militares en el territorio de estos Estados, usar su infraestructura para acciones militares y «desarrollar con ellos una cooperación militar bilateral«, indica el documento.
El acuerdo también prohíbe el despliegue de fuerzas armadas en las regiones que el otro firmante pueda considerar como una amenaza para su seguridad (artículo 5) y el despliegue de misiles de mediano y corto alcance (artículo 6) y de armas nucleares (artículo 7) fuera del territorio nacional de cada parte.
Es evidente que los Estados Unidos han campeado durante las últimas décadas por el mundo como si éste fuese suyo. Para cualquier lector imparcial se hace evidente el actuar imperialista de los EEUU durante las últimas décadas como afirma el contenido de todos y cada uno de los artículos del documento ruso que estamos analizando.
Sí trasladamos el escenario y las armas usadas en otros tiempos. nos encontraríamos con comportamientos similares de EEUU y otras potencias en América Latina, Asia, África y Oceanía, que ha tratado de prohibir la ONU en su Tratado fundacional. Los propios Estados Unidos mantienen desde su propia constitución una presión colonial con actos de brutalidad y desprecio de los Derechos Humanos y de la soberanía e independencia de los países del continente. Los casos más sangrantes son los de Cuba y Venezuela, aunque la injerencia armada directa o indirecta, los cambios de gobierno vía golpes militares con apoyo o respaldo de los Estados Unidos y los asedios, saqueos y bloqueos han estado y continúan estando en el orden del día del continente. En este sentido puede decirse sin rubor alguno que los EE. UU. y los países quisling de la OTAN, con los aliados que no pertenecen a ella, no pueden hablar sin rubor de derechos humanos. Por las mismas razones, las propuestas de Putin, pese a sus deficiencias, pueden ser consideradas, en su contexto, un documento ejemplar.
Los documentos no son como «un menú»
Al comentar la propuesta de acuerdo, el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, destacó que las garantías de seguridad deben ser jurídicas, ya que Rusia no tiene confianza en las promesas de EE. UU. o de la OTAN. Gran acierto con el punto en la llaga de muchos pueblos que han sido devastados por esa organización militar que no solo se ha expandido hacia el Este, sino que espera una situación favorable para hacerlo hacia otros países como Colombia, en el que mantiene seis bases militares bajo la cobertura de la lucha contra el narcotráfico. En otros casos, Washington tiene aliados militares incondicionales como Israel, Marruecos, Japón y muchos otros en los que tienen bases o instalaciones militares que ejercen como verdaderos ejércitos de ocupación atentos a posibles cambios políticos desfavorables en el lugar en el que han sido instaladas o en un continente entero. Paradigmático es el caso de España, cuyas bases de Morón, Torrejón y Rota tienen sus puntos de mira en África, Gran Oriente Medio, la América insurrecta y -en el caso que tratamos- Rusia y Ucrania.
El diplomático ruso hizo hincapié en que los documentos y muchos más que tienen que ver con la “amenaza de Rusia”, no son como «un menú» donde «se puede elegir una cosa u otra». «[Las propuestas] se complementan mutuamente y deben examinarse como un conjunto».
Para no contribuir al juego de las tensiones Riabkov indicó que la iniciativa rusa sobre garantías de seguridad no es un «ultimátum» para Occidente. Tampoco son palabras lanzadas a la jarana mediática de modo que no «se puede subestimar la seriedad» de las propuestas.
26 diciembre
Putin: Rusia tiene una variedad de respuestas si EE. UU. y la OTAN le niegan garantías de seguridad. Moscú está a la espera de las respuestas a sus proyectos de acuerdos sobre las garantías de seguridad entregados a Occidente la semana pasada.
Video con condiciones de seguridad
Putin volvió a recalcar con insistencia en el carácter formal de los resultados finales de las negociaciones sobre la crisis que tienen que ser “jurídicamente afianzados en el marco de los documentos propuestos”.
Putin había afirmado, en rueda de prensa el 23 de diciembre, que las acciones futuras de Moscú dependerán de la “incondicionalidad de la seguridad de Rusia hoy y en la perspectiva histórica” y no del curso de las negociaciones. Para reafirmar sus posiciones el presidente ruso aclaró que «la mayor expansión de la OTAN hacia el este es inaceptable«. No es Rusia, afirmó Putin la que está colocando misiles ofensivos en las proximidades de los Estados Unidos. Son ellos los que los están situando al lado de nuestro país.
15 enero
EE. UU. prepara 18 escenarios de respuesta «para infligir un dolor muy agudo muy rápidamente» si Rusia decide invadir Ucrania
Siguiendo las maneras insolentes propias del Imperio, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, ha declarado este sábado que: ”EE.UU. ha preparado 18 escenarios de respuesta en el que caso de que Ucrania sufra la «invasión rusa», tal y como teme Occidente. La declaración de una funcionaria de segundo nivel, por escandalosa, fue recogida en las primeras planas y portadas de la mayoría de los informativos.
La funcionaria se negó a dar detalles sobre los escenarios de los que hablaba (tal vez porque 12 son muchos escenarios para preservar la mínima coherencia) o porque la señora Nuland tenía todavía que explicárselos al bueno de Biden, fatigado como es de rigor.
No obstante, en declaraciones a Financial Times aseguró que la respuesta de Occidente sería «muy rápida». Para añadir simplicidad a la elección de las 18 opciones, la Subsecretaria añadió: «Simplemente diría que nuestro compromiso y la conversación que tenemos con nuestros aliados se centran en infligir un dolor muy agudo, muy rápidamente, si Rusia hace este movimiento de alguna forma», afirmó Nuland. Agregó también que las sanciones impuestas por EE.UU. podrían variar de las que adopten los países europeos.
16 de enero
Después de una crisis política y militar de varios meses de desarrollo y agravamiento progresivo en las fronteras de Ucrania, de un conflicto prefabricado por los EEUU y sus perritos falderos de la OTAN, el vicecanciller portavoz del Kremlin, Peskof, en el marco de las conversaciones OTAN-Rusia, visiblemente irritado y dirigiéndose fundamentalmente a Europa, lanzó las siguientes observaciones que repetían lo sabido y podían documentarse como evidencias incuestionables:
Peskof: «Insistimos en obtener una respuesta directa de EE.UU. a (nuestras) propuestas de seguridad, ya que es el único camino para la distensión en la frontera».
Después de repetir que las tensiones producidas en las fronteras de Rusia con Ucrania son excesivas, aclaró que el único modo de reducirlas e iniciar un “camino de paz” es que los Estados Unidos de una respuesta concreta, jurídica y formal a las garantías de seguridad que ha exigido Moscú. Efectivamente, las respuestas concretas, sin ambigüedades -obligatoriamente formalizadas por escrito y verificables ante la comunidad internacional- no se han producido hasta el momento. Rusia quiere dejar constancia de su desconfianza a partir de la experiencia pasada.
En tales declaraciones realizadas a la CNN, el político ruso afirmaba literalmente lo siguiente: «Por eso (el movimiento de tropas y el ejercicio de maniobras de la OTAN, la entrega de armas al gobierno de Kiev, las reiteradas declaraciones en las que se acusa a Rusia de preparar la invasión de Ucrania, la permanente utilización de todos los medios masivos de información como voceros de EEUU) insistimos en obtener una respuesta directa a nuestras preocupaciones, una respuesta muy concreta a nuestras propuestas muy claras» y enfatizaba: «es el único camino para la distensión en la situación actual» y añadió que era visible “el lanzamiento en los medios occidentales de una campaña de acusación preventiva que le atribuyen a Rusia la intención de preparar una inmediata provocación contra Ucrania”.
Los medios de Occidente repiten insistentemente las consignas y los fake news lanzados por Washington, con lo que producen una espiral de tensión.
«Escuchamos […] una declaración del señor Sullivan, que prometió publicar las pruebas de estas acusaciones en 24 horas, si no me equivoco. Todavía estamos esperando esas pruebas«, señaló Peskof, con referencia al Consejero de Seguridad Nacional, quien había asegurado que «Rusia está sentando las bases para tener la opción de fabricar un pretexto para una invasión» en Ucrania. Con insistencia, Peskof, afirmó que «vivimos en un mundo de acusaciones y noticias falsas, un mundo de mentiras» y que “mientras no se demuestre con algo visible o algo evidente«, Moscú seguirá creyendo que «se trata de noticias falsas y de acusaciones falsas«. Verdades de Perogrullo, tal como afirman reiteradamente los programas operativos de la OTAN.
Caminos diferentes
El portavoz apuntó que Moscú y Washington se encuentran «en caminos completamente diferentes», lo cual produce un motivo de preocupación. «Hay cierto entendimiento entre nosotros. Pero en general, en principio, ahora podemos decir que permanecemos en caminos diferentes, caminos completamente diferentes. Y esto no es bueno, es preocupante».
Peskof enfatizó la necesidad de que Rusia obtenga garantías jurídicamente obligatorias de que Ucrania no pasará a ser un miembro de la OTAN. En caso contrario, Kiev dispondrá de la oportunidad legal de unirse a la alianza.
«Estamos acostumbrados a que la parte ucraniana culpe a Rusia de todo»
La afirmación tenía que ver con la de Oleg Nikolenko, portavoz del Ministerio de asuntos exteriores de Ucrania quien había señalado a Rusia como responsable de un “ataque masivo de piratas informáticos” contra varias páginas web del Gobierno de Kiev.
«Hemos oído acusaciones contra Rusia de que Rusia está detrás de esto. Pero no se han aportado pruebas. […] Estamos acostumbrados a que la parte ucraniana culpe a Rusia de todo, incluso del mal tiempo en su país», subrayó Peskof.
Con más modestia que su colega Victoria Nuland hizo un resumen de la situación3:
- La postura rusa sobre los asuntos de seguridad fue presentada el pasado 17 de diciembre, cuando Moscú publicó dos propuestas de acuerdos que quiere alcanzar con EE.UU. y la OTAN.
- Sus puntos clave prevén excluir la expansión de la OTAN hacia el este, no admitir en esa alianza militar a Estados que fueron miembros de la URSS y no desplegar fuerzas de ataque cerca de las fronteras rusas
- Este 10 de enero tuvieron lugar en Ginebra (Suiza) negociaciones entre las delegaciones rusa y estadounidense, unas conversaciones que duraron ocho horas. El 12 de enero se celebró la reunión del Consejo Rusia-OTAN en la capital belga, Bruselas, y el día siguiente se llevó a cabo la última ronda de diálogos en Viena (Austria) en el marco de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE)
En caso de que Estados Unidos y la OTAN rechacen proporcionar garantías de seguridad a Rusia, Moscú tiene diversas opciones de respuesta, cuya elección dependerá de las recomendaciones de expertos militares, ha afirmado el presidente ruso Vladímir Putin.
«La respuesta pude ser muy diversa. Esto depende de las propuestas que me planteen nuestros expertos militares», manifestó el mandatario en una entrevista concedida al programa de televisión ‘Moscú. Kremlin. Putin’.
(Continuará)