Dificultad para respirar, cada vez más
Y todavía hay que ver por ahí a gente que habla de un «imperio» como si todavía fuese imperio aunque hace mucho que ya no es imperio. Siempre tengo dudas de a quién le interesa más que el (ya no) imperio siga siendo imperio, si a quienes habitan en el (ya no) imperio o a quienes supuestamente combaten a ese (ya no) imperio. Si no se es capaz de romper estos (fáciles) hábitos mentales, ¿cómo se va a ser capaz de romper otro tipo de cuestiones? Como la de la emancipación, por ejemplo.
Lo de Afganistán estaba cantado. Hace un mes hablé de ello cuando aún los medios de propaganda de la burguesía no lo hacían y, por lo tanto, nuestra mirada estaba donde le interesaba a la burguesía. Como siempre.
Decía, textualmente: «La derrota de EEUU y sus vasallos de la OTAN es evidente e incontestable, al igual que el colapso del poder estatal y militar del gobierno impuesto por ellos. Y eso, a pesar de los intentos de EEUU de vincular su retirada a la creación de un gobierno de coalición donde intentar mantener algo de poder, directo o indirecto. Desde luego, los talibanes no se sienten obligados a nada más que a respetar la retirada de los occidentales. Es lo único que están cumpliendo porque su avance es rápido, muy rápido».
Y hablaba de los movimientos geopolíticos que ya se estaban haciendo por parte de Rusia, China e Irán ante la indudable victoria talibán.
Eso, ahora, también adquiere mucha, pero que mucha importancia aunque la foto del ministro de Asuntos Exteriores chino con el representante talibán (28 de julio), poco después de ese escrito, lo dice todo: Occidente cae, Oriente sube. Es irreversible. La hegemonía occidental se deshace con la velocidad que lo hace el azúcar en una taza de café. En este caso, las vueltas al café para disolver el azúcar las están dando los talibanes.EEUU, ese «imperio» que algunos siguen considerando un imperio aunque ya no es imperio, huye con el rabo entre las piernas. Y, con él, sus vasallos, especialmente la OTAN. Os voy a contar una historia. En 2012, ese «imperio» que ya no es imperio aunque alguien sigue empeñado en considerarlo todavía imperio, firmó con Afganistán un acuerdo para convertir a ese país en «importante aliado no perteneciente a la OTAN» de EEUU por el que, por supuesto, iba a lograr importantes beneficios. Recuerdo esto porque hace poco se ha vuelto a decir lo mismo de Brasil si renunciaba al 5G de Huawei y que así casi casi formaría parte de la OTAN. Hacer caso a un «imperio» que ya no es imperio aunque algunos sigan empeñados en seguir considerándolo así es suicida. Aunque sea Bolsonaro.
Desde entonces se han dado cientos de miles de millones al ejército afgano, ese que se está deshaciendo como la nieve con el calor cuando siente cerca a los talibanes. Entrenado por «expertos occidentales», ha sido incapaz de disparar un tiro y lo único que se ve de ese maravilloso ejército entrenado por Occidente es el polvo que levanta en su huida.
Hoy los talibanes han entrado ya en partes de Kabul sin que los bombardeos de EEUU lo hayan impedido. Las escenas de Saigón en 1975 están ahí, se repiten. Igual. Para EEUU, y sus vasallos, es la derrota más candente desde el final de la guerra de Vietnam. Pero hay diferencias: entonces era la derrota del capitalismo imperialista y ahora es la certificación empírica de que los «valores democráticos del mundo libre» -y su acompañamiento de drones, bombardeos, especialistas, ejércitos, cooperantes y demás- no son más que una fórmula verbal que sigue encandilando a quienes siguen empeñados en decir que hay un imperio aunque ese imperio ya no sea imperio.
Así hay que interpretar lo que está pasando: la caída de Afganistán y la huida del Occidente neoliberal es más gráfica que mil palabras.
Occidente no es invencible, ni siquiera con su superioridad técnica ni tecnológica (que tampoco la tiene), ni sus bases de datos, ni sus sistemas de control, cada vez más sofisticados. Ese imperio que ya no es imperio aunque todavía hay quien lo sigue considerando imperio, tiene cada vez más dificultades para respirar. Es, sin duda, capaz de cualquier locura, pero no tiene futuro alguno.
Es obvio que cuanto antes nos demos cuenta, en vez de hacerle la respiración artificial hay que contribuir a ahogarlo del todo. Entonces estaremos muy cerca de liberarnos nosotros también.
Y os recuerdo esta portada que también os puse una semana antes del otro artículo. Para que cuando veáis o leáis algo proveniente de ese imperio que ya no es imperio os lo replanteéis.
Pero os decía más arriba que los movimientos geopolíticos de Rusia, China e Irán ante la derrota sin paliativos de EEUU y sus vasallos en Afganistán adquieren mucha importancia. Determinantes para el futuro.
El miércoles 11 se ha dado un paso crucial: Rusia ha comunicado a Irán que la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) ha llegado a un consenso sobre la admisión de Irán como miembro de pleno derecho de la agrupación.
Una semana después de la toma de posesión del nuevo presidente iraní se comunica el hecho. Significativo, aunque Occidente no se dé por enterado. Porque eso significa que la OCS separa la membresía de Irán de las conversaciones nucleares y las sanciones. ¿Irán aislado? No me hagáis reír. Es evidente que Rusia no da el paso si no tiene el visto bueno de China. Y es evidente que Rusia se asegura la cooperación de Irán en sitios, como Siria, donde ya viene produciéndose y en el que puede haber habido algún roce.
En cualquier caso, si los talibanes no cumpliesen los acuerdos que están alcanzando con Rusia, China e Irán se van a enfrentar a un enemigo infinitamente superior al occidental. El ingreso de Irán en la OCS lo certifica.
Y, por cierto, cuando se produzca esta incorporación a la OCS se acabaron para siempre todas esas bravuconadas de Israel de atacar a Irán (y de EEUU).
¿Imperio? ¿de verdad?
(Publicado en el blog del autor, el 15 de agosto de 2021)