Ecuador y las enseñanzas de la resistencia
La fuerza del pueblo ecuatoriano ha quedado de manifiesto con la gran movilización indígena que desde las entrañas profundas ha ocupado la ciudad capital de Quito y demás urbes, el repudio al paquetazo económico decretado por Lenín Moreno siguiendo los mandatos del Fondo Monetario Internacional (FMI) condujo al gobierno traidor, a cambiar su ubicación y trasladarse a Guayaquil, la conciencia hecha comunión otorga a la resistencia ecuatoriana la posibilidad de comenzar a pasar al ataque y dejar solamente de resistir. Lo que inició como el rechazo al regreso del neoliberalismo salvaje, se convierte ahora, en la posibilidad de reestructurar el orden económico y social, la crítica al neoliberalismo es en sí misma, una crítica al capitalismo, a las estructuras que lo sostienen y a las condiciones de explotación y marginación que genera por su propia naturaleza antihumana.
La Huelga General convocada, la toma de la Asamblea, la generación de consensos entre grupos opositores al neoliberalismo, hace factible la proyección de acciones que trastoquen la estructura del poder y den pie a nuevos caminos organizativos como sociedad, la proyección de un plan de lucha que no se limite a la derogación del decreto 883 o a la salida de Lenín Moreno, si no que funde alianzas profundas entre obreros, campesinos, indígenas, estudiantes y demás sectores. La movilización del pueblo ecuatoriano puede virar hacia la construcción de un proyecto socialistas que ponga fin a los males engendrados por el capitalismo, un socialismo con raíz latinoamericana, que retome los saberes de origen y las enseñanzas de viejas luchas, pasados proyectos y grandes revolucionarios en el contexto de nuestras naciones. Ecuador como Perú, Bolivia y México, entre otros países, con su enorme riqueza cultural, tiene elementos para repensar el socialismo desde una mirada indoamericana tal como propusiera José Carlos Mariátegui. Ya en diferentes momentos de la historia reciente, han sido los pueblos originarios los motores de los cambios, su lugar en producción urbana como rural, su carácter de clase que no elimina su rasgo étnico, si no que lo redimensiona al centro mismo de la producción, hace que en Ecuador el cuestionamiento al concepto de sujeto revolucionario vuelva a estar en la mesa misma de las acciones transformadoras.
La estrategia inicial de resistencia va dando paso a acciones directas, a pesar de la brutal represión militar y policiaca que ha dejado varios muertes, el pueblo conquista mayores espacios y victorias, dentro de los mismos cuerpos represivos, diversos elementos se integran a la demanda social, renunciando a su papel de represores y convirtiéndose en agentes de protesta, algo visto en diferentes ocasiones, pero que por la fuerza de la movilización actual catapulta la unidad entre oprimidos, la voz de vanguardia asumida por los pueblos indígenas, cuestiona todo, toda la tradición revolucionaria como todas las bases del sistema repudiado. Ecuador da ejemplos puntuales que en toda Nuestra América deben ser analizados para la emancipación definitiva, su ola expansiva comienza a dar luz, como sucede en Colombia donde los estudiantes toman las calles exigiendo mejoras en el sistema educativo, mientras el sector obrero ecuatoriano controla por lo menos tres pozos petroleros de la Amazonía y anuncian los sectores en resistencia la radicalización de sus protestas en respuesta a los asesinatos, heridos, encarcelados, desaparecidos y otras formas de represión gubernamental establecidas. El pueblo ecuatoriano comienza a tomar control de importantes sectores de la producción que le posibilitan una mayor capacidad de impacto y acción, al grado, de que en la última jornada, los pueblos indígenas declararon luto por la muerte de sus compañeros y llamaron a la reorganización de fuerzas para el incremento de la lucha.
La respuesta del gobierno ha sido la misma medida de siempre; la criminalización de la protesta, el establecimiento de un cerco informativo que oculte la realidad de los acontecimientos, el incremento de la represión y el establecimiento del toque de queda que se suma al ya establecido estado de excepción, como es evidente, para el traidor gobernante, la única forma de mantener el poder es a través de la fuerza. Presionado por el FMI, el imperialismo estadounidense y los sectores oligarcas de la burguesía latinoamericana, el gobierno neoliberal entra en una etapa crucial que se avecina a su caída. La fuerza del pueblo ecuatoriano enseña que sí es posible resistir y organizar la contraofensiva a favor de todos los nuestros pueblos oprimidos del mundo.