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El amo estará contento…

La noticia del nuevo ciclo inversor recientemente aprobado para el Ministerio de Defensa, por un monto de 7.300 millones de euros para adquisiciones de más material militar (https://www.eldiario.es/galicia/politica/Luz-Ferrol-Gobierno-PP-Morenes_0_845866157.html) ha sido saludado con alborozo por todos los agentes políticos y económicos como una bendición para la maltrecha industria nacional, en especial, la naval.

Sin embargo, pocos parecen haber reparado en el entusiasmo con el que la noticia ha sido recibida por la administración de los EEUU (https://www.eldiario.es/politica/Defensa-armamento-EEUU_0_846216075.html). Consideran esta medida como un importante paso en el esfuerzo que hace el reino de España para aproximarse a la vieja demanda del principal socio de la OTAN de dedicar el 2% del PIB a los gastos militares.

Todo parece indicar que Trump, que cuando accedió a la presidencia parecía desdeñar la OTAN como una organización obsoleta, está consiguiendo el objetivo de que sus aliados europeos, a quienes amenazó con retirarse de ella, refuercen enormemente sus capacidades militares. La OTAN, que ya gasta en «defensa» más de la mitad de todo el gasto militar mundial, al parecer necesita todavía mas. Y EEUU muestra el modelo, con un gasto previsto de casi 700.000 millones de dólares en 2018.

Dejemos a un lado el hecho de que los gastos militares españoles vienen siendo mucho mayores que lo que muestran los presupuestos (con partidas ocultas en otros ministerios, créditos del de industria, inversiones en I+D para el desarrollo de armamento, financiación de operaciones en el exterior por el Fondo de Contingencia y créditos extraordinarios concedidos en el silencio informativo del verano) y de que la aprobación de los grandes programas de armamento suponen solo la primera piedra para asegurar la financiación de inversiones a largo plazo que disfrutarán posteriormente de grandes ampliaciones porque, una vez lanzados, no se pueden parar.

En una situación de emergencia social como la que vive nuestro país, resulta escandaloso el constante incremento de los gastos militares, mientras las prestaciones sociales se degradan sin cesar. Y el consenso requerido se fabrica a base de estimular constantemente el miedo y la inseguridad de la población, a la que se apercibe en contra del terrorismo internacional y de la supuesta amenaza rusa. Pero nadie parece cuestionar la responsabilidad última de EEUU y sus estados vasallos en el crecimiento exponencial de las expresiones de hostilidad y resistencia a sus designios, que no reciben otro tratamiento que la amenaza y la violencia.

Los grandes beneficiarios de este paquete de inversiones serán las grandes multinacionales del armamento, de los EEUU principalmente, y sus agentes locales, muchos de ellos muy bien situados en o cerca de los círculos de la administración, civil o militar. Para el resto de la población, los recortes, la precariedad y la exclusión, aunque se nos alentará con prometedores niveles de empleo alrededor de la industria militar y de la construcción naval, como si esta fuera su única posibilidad de supervivencia. Como contraste, Rusia ha anunciado la reconversión de hasta un 50% de su industria militar hacia el mercado civil (https://mundo.sputniknews.com/rusia/201712141074759829-rusia-industria-militar-objetivo/).

No voy a discutir la necesidad que tiene el estado de armarse para defender su soberanía, ni lo obvio de que los sistemas de armas son muy costosos y requieren de su actualización permanente y de programas a largo plazo. Pero resulta evidente que los programas aprobados no responden a las necesidades de la defensa nacional, sino a las de las guerras en las que la alianza con los EEUU nos está embarcando. Los sistemas de armas de las nuevas fragatas, por poner un ejemplo, son norteamericanos, están diseñados para complementar el escudo antimisiles y la llave de su uso estará siempre en manos de los EEUU.

En conclusión, se gastarán sumas desorbitadas de dinero público no para defender la soberanía nacional, sino para enfrentar a supuestos enemigos que no lo son. El verdadero enemigo es EEUU y la OTAN en su conjunto, que secuestran nuestra soberanía, nos arrastran a agresiones contra quienes no nos han agredido y nos obligan a dilapidar nuestros escasos recursos. Es contra ellos contra quienes hemos de defendernos.

18 de diciembre de 2018.

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