Eppur si muove
La Inquisición contra Galileo. Es conocido, así como la resistencia de este a renunciar a sus convicciones científicas a pesar de aceptar formalmente la imposición de la iglesia. «Eppur si muove», dicen que dijo cuando la Inquisición le exigió que se retractara sobre que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés. Era eso o la hoguera.
La Inquisición sigue hoy muy presente. Y, como entonces, es occidental. Occidente quiere mandar a la hoguera a quienes se atreven a desafiar a un Occidente moribundo, bien sea con guerras clásicas (la Libia de Gadafi y su pretensión de evitar el dólar con el dinar oro; y antes Irak cuando Saddam Husein decidió no comercializar en dólares el petróleo) o con sanciones económicas cuando se intuye una debilidad militar ante oponentes más poderosos (Rusia por Crimea y China por la economía) o una resistencia popular (Venezuela o Irán). Pero los Galileos de ahora son mucho más audaces que entonces.
Esta semana han ocurrido tres cosas que demuestran que Occidente es historia, mal que le pese y pese a todas y cada una de sus estupideces inquisitoriales. Tres cosas que ejemplifican que estamos en una nueva etapa geopolítica donde las pretensiones neocoloniales de Occidente son historia y que el mundo está inserto en una nueva era multipolar donde las «alianzas» (léase sumisiones) establecidas anteriormente por Occidente tienen tales grietas que son ya imposibles de reparar. Por mucho que Occidente aún piense que todo gira en torno suyo, el nuevo mundo se mueve en dirección contraria.
La primera de esas cosas tiene que ver con el último escrito sobre el intento de revivir al zombi que es la OTAN. Es sorprendente ver cómo siguen los viejos clichés (propios y ajenos) sobre algo que está tan moribundo como Occidente, pese a toda la parafernalia de armas y amenazas. Porque lo que ha ocurrido tiene relieve sin duda. Y ha sido un agrio enfrentamiento entre EEUU y Turquía en la reunión que los ministros de Asuntos Exteriores tuvieron este martes pasado al hilo del informe que os presenté. La OTAN es hoy lo más parecido a una jaula de grillos que existe, aunque se intente ocultar (por ellos) o no se quiera ver (por nosotros).
EEUU y Turquía no llegaron a las manos porque solo estaban en pantalla. De estar frente a frente habría habido follón físico seguro. El matón de barrio (EEUU) acusó a Turquía de «avivar las tensiones entre aliados», de «dar regalos al Kremlin» (en referencia a los S-400 comprados el año pasado) y de «imitar el intervencionismo agresivo de Rusia» (en referencia a Nagorno-Karabaj). La respuesta turca era obvia: «apoyo ciego (de la OTAN) a Grecia en conflictos regionales», «negativa a vender armas (los Patriot y los F-35)» y «apoyar a organizaciones terroristas kurdas en Siria».
Turquía es hoy un grano en el culo para la estrategia occidental, sobre todo la OTAN. Por eso en el documento que os presenté se habla de romper con alguno de los hasta ahora sacrosantos principios de la OTAN, como el derecho de veto y la unanimidad. EEUU y Europa están cada vez más frustradas con la política exterior de Turquía que, jugando a una y otra carta, refuerza el nuevo orden multipolar y debilita la hegemonía de Occidente.
La segunda de esas cosas tiene que ver con Alemania. También os dije que ha decidido continuar con el gasoducto Corriente del Norte 2 dando el permiso definitivo para su finalización el primer trimestre del año que viene y con la aprobación «parcial» a Huawei para construir parte de la red 5G de Alemania.
El día 5 de este mes ha emitido una advertencia a todas las navieras europeas para que eviten la zona en la que se van a realizar los trabajos del gasoducto hasta el 31 de diciembre. Las presiones de EEUU y sus vasallos polacos y bálticos (o británicos) no han dado resultado. En un rasgo de lucidez, Alemania (pese a todo el montaje del envenamiento de Navalny, y como era previsible) ha decidido que es más importante y vital para su economía completar el gasoducto que agachar la cabeza. Otro paso hacia el mundo multipolar.
La tercera es Venezuela. Las elecciones, pese a la magra participación (un poco menor que la de Guatemala, por ejemplo, aunque en Colombia tampoco llega al 50% y nadie se rasga las vestiduras por ello), demuestran que la estrategia occidental ha fracasado miserablemente. Va a ser divertido ver cómo Occidente arropa a su Juanito Calamidad (Guaidó) a partir de ahora. Y su importancia no es banal: los aliados de Venezuela (Rusia, China, Irán, Turquía) tienen ya el marco institucional tranquilo que necesitaban para incrementar e implementar sus acuerdos comerciales, muchos de ellos paralizados porque la Asamblea Nacional anterior estaba en manos de los secuaces de Juanito Calamidad. Otro paso hacia el mundo multipolar.
Aunque la victoria electoral no ha sido aplastante por la elevada abstención sí es un indicador de fuerza: las elecciones se celebraron según lo previsto legalmente, sin hacer caso de las intimidaciones ni de EEUU ni de la UE (y mucho menos de los vasallos del grupo de Lima), en un clima de absoluta normalidad, en medio de un bloqueo económico que ha dañado significativamente los servicios públicos (desde la salud a la gasolina), en medio de un descontento generalizado por ello y por errores propios, en medio de la pandemia.
El mundo ya no gira sobre el eje occidental, pese a los intentos de la Inquisición. Incluso pequeños movimientos como el de Bolivia con el triunfo del MAS sobre los golpistas, pese a todas las precauciones y semi-renuncias con las que está actuando, son otra muestra más. Dicen que Galileo dijo eso de «eppur si muove» entre dientes, ahora ya se dice de forma abierta y mirando fijamente a la cara de los inquisidores.
(Publicado en el blog del autor el 8 de diciembre de 2020)