España es diferente: un rey filofranquista, una derecha extrema y el PSOE, perdido
La sola mención del desalojo de uno de los mayores genocidas del siglo XX del Valle de los Caídos ha tenido una respuesta entre cómplice y desafiante en muchos ámbitos de la sociedad española. Obviando que el fiambre ha convertido a España en el segundo país con más desaparecidos del mundo y a los Borbones en sus descendientes, muchos se han opuesto a tal desahucio o se han abstenido. Como si ante el fascismo valiera el no sabe o no contesta.
El Ejército, un bastión fascista
Entre los colectivos más retrógrados de nuestro país, destaca, sin duda, el ámbito castrense, uno de los grandes bastiones fascistas de España y Europa. Como era de esperar para los que llevamos años denunciándolo, unos 700 altos mandos militares, entre ellos algunos de los más importantes de los últimos 15 años, se han pronunciado en contra, no solo del desahucio del fiambre, sino del menosprecio que, según ellos, sufre el despojo.
La magnitud de la cifra de altos mandos militares protectores de la figura de Franco es alarmante por sí misma, pero si tenemos en cuenta que se trata de altos mandos de gran relevancia, la gravedad aumenta considerablemente. Como comparación sería suficiente constatar que las dos anteriores manifestaciones fascistas similares fueron: cincuenta cartas a medios de comunicación en el año 2006 con motivo de la crisis que provocó el teniente general Mena al advertir de una intervención militar en el caso de no ser de su agrado el redactado del ‘Estatut’; y la firma por parte de cien oficiales de un manifiesto (‘El manifiesto de los 100’) en favor de los golpistas del 23-F en diciembre de 1981.
No hablamos por tanto de una cantidad irrisoria, máximo si tenemos en cuenta que este tipo de apologías cuentan con una gran masa oculta: los cobardes. Cobardes que, en situaciones adversas callan pero envalentonados por la inacción pueden ser peligrosos. Como ejemplo, constatar que la mayoría de los firmantes calló mientras estuvo en activo y más de uno llegó a pronunciarse públicamente sobre el nuevo talante democrático de las Fuerzas Armadas.
La insignificancia de la democracia en las Fuerzas Armadas
Más preocupante que el manifiesto franquista resulta la escasa respuesta democrática surgida en los cuarteles, ya que el manifiesto antifranquista o contramanifiesto a duras penas ha superado la cifra de veinte militares. Y si tenemos en cuenta que el grueso de firmantes demócratas, a diferencia de los firmantes franquistas, son exmilitares purgados durante el postfranquismo, podemos tener por confirmada la ausencia de regeneración en la milicia y el destierro de los valores democráticos dentro de los cuarteles.
El resultado, 700 a 20, debería encender todas las alarmas y activar una inmediata y profunda reforma. No sucederá.
Felipe VI: franquista, filofranquista o deudor del dictador
El rey es franquista, filofranquista o el peso de la deuda que sostiene aún hoy con Franco le ha enmudecido. La equidistancia ante el fascismo es absolutamente inadmisible, la equidistancia ante el genocidio es absolutamente inadmisible y la equidistancia ante el dolor de las víctimas y familiares es absolutamente inadmisible. El también jefe de las Fuerzas Armadas no ha llegado ni siquiera a ser equidistante, pues ha hecho del silencio su respuesta al desafío franquista.
Con todo, lo peor del silencio cómplice del monarca es el mensaje que transmite al resto de militares validando unas ideologías que deberían ser repudiadas y combatidas.
El PSOE, en el desorden
El PSOE ha organizado un espectáculo con el desalojo de Franco que debería haberle otorgado la iniciativa política y mediática, pero sus dudas y sus deudas le han llevado a decir y desdecir. Y orden más contraorden es igual a desorden, me decían en la milicia. No sin razón.
En el caso del PSOE, como en el de Felipe VI, la respuesta al aquelarre fascista solo puede ser una: inquebrantable e inequívoca repulsión. Sin embargo, si bien Felipe VI transmite la sensación de complicidad, el PSOE vuelve a sus orígenes de ordenanzas de un Régimen que les permite hacer cuando interesa y les llama al orden cuando no. Y más de cuarenta años después en ello seguimos.
De hecho, incluso fuentes ministeriales deslizan que será difícil arrestar a los cinco militares reservistas que firmaron el manifiesto a favor del genocida. ¿Difícil?
El PP y Cs en la extrema derecha
Si el PSOE parece vivir en la ocurrencia y la farándula, el comportamiento de PP y Cs supone traspasar la línea roja que separa la derecha moderna europea, que en España la ocupan los socialistas, de la derecha fascista. Lo cual, obviamente, desmorona esa mentira repetida millones de veces sobre la moderación política española al ser nuestro país uno de los pocos en los que la extrema derecha no tiene representación parlamentaria. Desgraciadamente, la extrema derecha no solo está mucho mejor representada que en la mayoría de Europa, sino que ha gobernado. Otra cuestión que es lo hayan conseguido englobados en una amalgama de partidos y corrientes en las que también tienen cabida posiciones más moderadas.
Los medios de comunicación: entre la telebasura, el silencio o el achique
La mayoría de medios de comunicación han tratado el problema intentando que este se encajone en lo folclórico. Prueba de ello es la participación de personajes como el general Monzón. Otros, en cambio, han intentado que lo ocurrido se enmarque en la nimiedad. Valga para este último caso la publicación de El País (medio afín al PSOE, fundado por un ministro de Franco, Manuel Fraga, y dirigido por un alto cargo de los medios de comunicación franquistas, Juan Luis Cebrián). En dicho medio, citan a Carlos Navajas, un historiador serio, y a Fernando Puell, un historiador (y) militar adepto. La cosa queda en empate técnico: uno alarma y el otro sosiega. Conclusión: la tan temida y dañina equidistancia ante el fascismo, el genocidio y la sublevación militar.
Conclusión: falta de medidas de regeneración
Convendría recordar, antes de seguir, la firmeza de los partidos políticos democráticos en toda Europa, desde los conservadores hasta los progresistas, ante las manifestaciones fascistas. Tanto en Alemania como Francia, Italia o el resto de la Europa democrática existe tolerancia cero ante el fascismo.
Por ejemplo, Alemania expulsó a 300 militares de sus cuarteles por filias nazis. Y lo hizo ante el estupor, la preocupación, el repudio y la presión de toda la sociedad. En el país germano si 700 personas se atrevieran a firmar un manifiesto en favor de la figura militar de Hitler, militares o civiles, terminarían en prisión.
Ello nos debe llevar a reflexionar y a debatir seriamente sobre la cuestión para iniciar lo antes posible las reformas necesarias para la ilegalización de las exaltaciones franquistas; la eliminación de todo símbolo franquista, sea cual sea; la construcción de un relato, desde las escuelas a las instituciones y los juzgados, que condene rotundamente el franquismo; y la profunda reforma de las Fuerzas Armadas.
Europa ya lo ha hecho, nosotros, de momento, somos diferentes.
(Aparecido en “Público“, el 1 de septiembre de 2018)