Europa, Europa, ¿Qué vamos a hacer contigo? Farruco Sesto
Si alguna vez fuiste una idea con posibilidades, no para comandar el mundo, sino para estar en él con una personalidad propia, contribuyendo a convertirlo en un lugar mejor, humanamente satisfactorio, esa idea ya fracasó de modo estrepitoso.
¿De qué te valió tanto vivir la historia, tanta experiencia de guerras y de paces, si no aprendiste nada, o muy poco? ¿De que sirvió tanta cultura, tanto pensar, tanto crear, si a la hora de la verdad, terminaste prostituyendo tu inteligencia y cediendo el espacio de tu corazón?
Subordinada a los EEUU y a su imperial manera de actuar en el mundo, ya perdiste la apuesta contigo misma.
Tal como lo decíamos en días recientes, al cabo lo que terminaste siendo es un protectorado. ¡Terrible! Ni te imaginas lo poco interesante que hoy resultas como proyecto.
Creo que, en Europa, el proceso ciivilizatorio que pudiera haberla llevado hacia su propia emancipación terminó estancado. Como si hubiera caído en una tramposa ciénaga de aguas autocomplacientes. ¡Dime, Oh, espejo mágico, quién es la más bella de la comarca…?
Decepcionante Europa, sin nada más que cuentas y abalorios en su patrimonio. Todo material, nada espiritual. Sin proyecto, sin rumbo, subordinada a otros, presa de un enjambre de intereses que le quitaron todo aliento de vida que valiera la pena, esta Europa que hoy vemos, seca y amarillenta, vacilante pero enjoyada al máximo, que es rica y pobre al mismo tiempo ¿Qué puede darle al mundo, si ni siquiera es capaz de dibujarse para sí misma un horizonte?
Un ejemplo de nada. O de muy poco. Porque una vez perdida la dignidad de ser, la voz se apaga y ya no sirve y ya no llega.
¿Será que para ella ya terminó la historia, como decía aquel fulano politólogo o economista?
Si yo fuera europeo, (que alguna vez lo fui antes de renacer en otro mundo) le diría a mis compañeros de izquierda, o incluso a los progresistas, digamos, a las gentes de bien, que intentasen regresar dos pasos y detenerse un poco a contemplar sus cadenas.
Y no me refiero necesariamente a las de clase, aunque comprendo que todo está relacionado, sino a las que amarraron a su patria común (aunque esa Europa Patria haya resultado una entelequia) y sobre todo a las patrias reales que les corresponden, todas ellas engavilladas y amarradas en un fardo que sirve de alimento a un imperio tan belicoso como decadente.
Creo que la comprensión y aceptación de esa realidad como problema, la sujeción de Europa al imperialismo norteamericano, y a su estructura de poder cultural, financiera, diplomática y militar, es clave para recuperar una vía emancipatoria por parte de los movimientos sociales
Sin esa recuperación de una visión propia, Europa, terminará por seguir a los EEUU al abismo, sea éste cual sea.
(Publicado en Correo del Orinoco el 3 de marzo de 2022)