LA HISTORIA Y EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA OTAN
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Texto publicado originalmente el 1 de mayo de 2017 en el Foro Contra la Guerra Imperialista y la OTAN
Manuel Pardo de Donlebún Montesino*
En los días 24 y 25 de mayo de este año se celebrará en Bruselas la 26ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, coincidiendo además con la inauguración de su nuevo Cuartel General. La cumbre ha venido precedida por especulaciones acerca del papel que adoptaría la nueva administración de los EEUU en relación con un supuesto acercamiento a Rusia y el aparente desdén por la OTAN, manifestados por Donald Trump durante su campaña electoral.
Sin embargo, todo parece indicar que la política de hostigamiento a Rusia va a continuar, con la única salvedad de que ahora los EEUU demandan de Europa un compromiso mucho mayor.
En la agenda de esta cumbre se encuentran temas tan trascendentes como:
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La evaluación de las decisiones adoptadas en la pasada Cumbre de Varsovia de una agresiva extensión de la OTAN hacia el este, con despliegues permanentes de tropas en Polonia y los Países Bálticos hasta la frontera rusa, en violación de los acuerdos previos OTAN-Rusia
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La modernización de los arsenales nucleares, incluyendo los europeos
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La exigencia a los países miembros de “elevar” sus gastos militares al 2% de su PIB
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La confirmación del nuevo rol de la UE para dirigir operaciones e intervenciones militares “delegadas” en el área europea y África, que va tomando forma en la creación de Grupos de Combate permanentes, programas militares de investigación, medios de coordinación y comunicaciones, mayores despliegues en operaciones y oficinas de propaganda contra la “agresiva Rusia”
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Desarrollo de la OTAN global, con nuevos acuerdos de cooperación con países del sureste asiático y el reforzamiento de la ya existente con Japón y Corea del Sur. Merece destacar aquí el reciente acuerdo alcanzado con el gobierno de Colombia, que trata de esta forma de legitimar, con el respaldo de la “alianza”, el secular papel de los EEUU en la tutela de los intereses de las corporaciones y el capital financiero en todo el subcontinente latinoamericano, justo en el momento en que asistimos a la desmovilización de sus guerrillas y a una virulencia inusitada de los procesos de restauración neoliberal.
Para comprender el alcance y significado del papel que juega la OTAN como principal instrumento de imposición de los intereses del capital sobre los de los trabajadores y los pueblos, es esencial revisar su historia, sus estructuras y sus capacidades, así como el papel que juegan las antiguas potencias coloniales europeas y, en particular, el estado español.
1.- Génesis y evolución de la OTAN
Se alude con frecuencia al papel que jugaron los EEUU en la defensa de Europa frente al fascismo y a la importancia de la permanencia de sus tropas en territorio europeo para garantizar la paz. Hay que señalar, sin embargo, que EEUU entró en la segunda guerra mundial tras haber hecho enormes beneficios en el comercio con ambos bandos y asegurarse el desgaste de las antiguas potencias coloniales, una vez que tuvo la seguridad de que Alemania no podía vencer. En realidad, el grueso de la resistencia al nazismo estuvo en la URSS, que sufrió del orden de 25 millones de muertos.
Ya desde las postrimerías de la guerra, estaba claro que el enemigo de los EEUU era la URSS; esta es la razón por la que arrojó las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, cuando Japón estaba negociando una paz con la URSS: era una demostración de su capacidad de destrucción, en un mensaje dirigido especialmente a la URSS.
EEUU inauguraría, tras la guerra, un nuevo paradigma en la explotación de los países periféricos que haría innecesaria la conquista directa del territorio; en su lugar, se impone la exportación de capitales excedentes de acuerdo con las burguesías locales y el apoyo a sus fuerzas armadas, el sistema jurídico de las Naciones Unidas y el fin del proteccionismo con todos los mecanismos de dependencia, a través del crédito, emanados de los acuerdos de Bretton Woods.
La URSS supuso un serio obstáculo a la política expansionista de los EEU con un decidido apoyo a los movimientos de liberación nacional de las antiguas colonias.
En este contexto, los EEUU y el Reino Unido estaban muy preocupados por la influencia de las fuerzas de la URSS en Europa oriental, a quienes debían su liberación, según lo acordado en la Conferencia de Yalta. Los propios países de Europa Occidental promueven entonces la creación de un pacto defensivo, de asistencia entre ejércitos, pero sin estructuras propias: la Alianza Atlántica, de 1948.
La rápida ofensiva del ejército de Corea del Norte (con apoyo soviético) contra el gobierno del Sur, colaboracionista con Japón durante la SGM, estimuló la creación, en 1949, de una estructura permanente, bajo el mando militar de EEUU y una sede permanente en París: la OTAN. EEUU, que había sido reacio a comprometerse indefinidamente en Europa, aceptó este cambio de postura gracias a los oficios del Senador Vanderberg, que llegó a afirmar que “La OTAN debería servir ante todo a la finalidad concreta de asegurar una defensa adecuada contra la subversión interna”.
En 1954, la URSS pediría el ingreso en la OTAN como garantía para la preservación de la paz en Europa; sin embargo, su ingreso no es aceptado. Paradójicamente, en 1955 sí se accede al ingreso en la OTAN de Alemania Occidental, con autorización para su rearme. Todos los países que habían sido liberados del terror nazi por las resistencias populares (lideradas en su mayor parte por comunistas) y por el Ejército Rojo, establecieron entonces el Pacto de Varsovia, lo que desmonta la tan cacareada tesis de que la OTAN se creó para “defenderse” del Pacto de Varsovia.
Al concluir la SGM, EEUU había iniciado una alocada carrera de producción de armas nucleares. Para garantizar su supervivencia, la URSS se vio obligada a desarrollar su propio programa. Con el tiempo, se fueron sucediendo distintos paradigmas en relación con las armas nucleares, conscientes de la inevitabilidad de unos niveles de devastación inasumibles por ambos bandos, en lo que se conoció como “guerra fría”: “destrucción mutua asegurada”, “respuesta flexible”, tratados START de limitación de armas estratégicas, etc. El equilibrio nuclear alejaría los enfrentamientos armados, al tiempo que inyectaba gigantescas inversiones en la industria militar norteamericana, que resultó extraordinariamente dinamizadora para su economía.
Francia estaba disconforme con el protagonismo de EEUU en la defensa de Europa; en 1959 prohíbe la entrada de armas nucleares en Francia y plantea su propio arsenal nuclear disuasorio. Del 59 al 66 fue retirando sus fuerzas de la estructura militar y la sede de la OTAN se trasladó a Bélgica. Solo regresaría al Comité Militar en 1995 y a la estructura de mando en 2008.
En 1962 se produce la “crisis de los misiles”, cuando EEUU se negó a admitir el despliegue de misiles nucleares soviéticos en Cuba; ello estuvo a punto de desencadenar un desastre sin precedentes y sorprende su comparación con la actual postura, sostenida por los EEUU, de su derecho a desplegar misiles de teatro y antimisiles en los países fronterizos con Rusia.
Durante todo el periodo de la “guerra fría”, la OTAN maniobraría en la sombra, en colaboración con antiguos combatientes nazis, desencadenando acciones terroristas con el objetivo de evitar el acceso al gobierno de los partidos comunistas, en especial en Italia: la operación “Gladio”, que venía a confirmar el aserto antes mencionado del senador Vanderberg. Al mismo tiempo, las antiguas metrópolis europeas, miembros de la OTAN, llevaban a cabo las guerras más despiadadas y genocidas contra los movimientos de liberación de las antiguas colonias.
La carrera armamentística y la guerra sectaria impuesta por la CIA en Afganistán contra el apoyo soviético a su gobierno acabarían por asfixiar a la economía de la URSS, cuyos dirigentes se vieron en la necesidad de abrir negociaciones con los EEUU para evitar el colapso. Eran tiempos en que, tras las crisis de los 70, se impone el modelo de globalización neoliberal, disolviendo poco a poco el papel de los estados como redistribuidores de la riqueza y liberando al capital de cuantas restricciones fuera posible para su acumulación.
En 1987 se firma el Tratado de Washington, para la eliminación de armas de teatro; Gorbachov reduce unilateralmente 500.000 efectivos militares en Europa en 1988; y en 1991 se firma el tratado START de reducción de armas nucleares estratégicas. Todos estos acontecimientos conducen a la caída del telón de acero en 1989 y al acuerdo 4+2 de reunificación de Alemania en 1990, con el compromiso de que no habría estacionamiento de tropas de la OTAN en lo que fuera la Alemania oriental. Finalmente, en 1991, se desintegra el pacto de Varsovia, con el compromiso de los EEUU de que no se extendería la OTAN hacia el este.
Desaparecido el pretexto para su existencia, la OTAN no solo no se desmantela, sino que se va ampliando hasta las propias fronteras rusas. Las élites corruptas que accedieron al poder en los antiguos países del Pacto de Varsovia se apresuraron a pedir el ingreso en la OTAN.
La ONU ve declinar su papel como mecanismo de resolución de disputas, con unos EEUU crecidos y sin el contrapeso de la URSS; la manipulación de la ONU por los EEUU, con su derecho de veto y el de sus aliados en el Consejo de Seguridad y con el puro chantaje a los pequeños países, conseguirá la autorización para las intervenciones de la OTAN en su nombre o legitimará las que se desencadenen unilateralmente en lo sucesivo.
Los conflictos en la antigua Yugoslavia, país que fuera impulsor del Movimiento de No Alineados y que se resistió a la penetración despiadada de los capitales occidentales, fueron alimentados inicialmente por Alemania y consiguen su desmembramiento con el objetivo estratégico de dividir para vencer. Entre otras muchas actividades de injerencia, debemos mencionar los bombardeos que ejecuta la OTAN, autorizados por la ONU, sobre la república serbobosnia de Sprska para debilitar a éste contendiente frente a Croacia. Esta campaña inaugura un cambio en la orientación estratégica de la OTAN, que por primera vez interviene abiertamente en una guerra, tomando partido por uno de los contendientes con la excusa de la “responsabilidad de proteger” a la población civil. Previamente, se ha producido una descomunal campaña de propaganda desde todos los gobiernos y los medios para justificar la operación militar ofensiva de una organización que se decía meramente defensiva. En 1995 se firmaron los acuerdos de Dayton, que confirmaron el desmembramiento de la antigua Federación Yugoslava, en los que la OTAN intervendría como una parte más.
En 1999 se desencadena la subsiguiente guerra de Kososvo; se establecen conversaciones de paz en Rambouillet, con la participación de la OTAN. Cuando se habían alcanzado los principales acuerdos políticos, la OTAN exige la inclusión de una cláusula inaceptable para Serbia: el paso franco y sin previo aviso de las fuerzas de la OTAN a cualquier punto del territorio serbio. Su negativa desencadena una campaña de bombardeos de la OTAN sobre objetivos civiles de Serbia, esta vez sin la autorización de la ONU, alegando el “derecho de injerencia para garantizar los derechos humanos”.
Entretanto, se celebraría la cumbre de Washington en 1999: el ámbito de la OTAN se expande a todo el área euroatlántica: no sólo a los países miembros, sino a cualquier territorio, con la posibilidad de intervenir de manera “preventiva”; entre los riesgos que dice enfrentar, se encuentran: agresión convencional desde los aledaños de la zona euroatlántica; armas de destrucción masiva; perturbaciones en los sistemas de información; actos de terrorismo, de sabotaje o de delincuencia organizada; perturbación del flujo de recursos vitales y grandes movimientos incontrolados de población. Es decir, ya no se trata de ir más allá del derecha a la legítima defensa ante agresiones que la ONU reconoce, sino que, además, se arroga la potestad de intervenir preventivamente, antes de que tal agresión se produzca.
El 11 S supone un acontecimiento que mueve a la OTAN a una reformulación en profundidad. La cumbre de Praga de 2002 lanza todo un programa de ampliación al este, de modificación de las estructuras de mando y fuerza y al desarrollo de las fuerzas de reacción rápida. Si antes estaban orientadas a la defensa territorial, ahora el énfasis se pone en la capacidad expedicionaria.
A partir de entonces, la OTAN se emplea en multitud de ocasiones, en operaciones muy alejadas del teatro europeo y con una justificación en la lucha contra el terrorismo internacional: con la manipulación de las Naciones Unidas, en las que dominan las potencias fundadoras de la OTAN, ésta ha sido puesta al servicio de la ONU para emprender operaciones en el Mediterráneo y en Afganistán primero y en el cuerno de África y el Índico después (en este caso, bajo la tapadera de la UE); y en acciones unilaterales, aunque con la participación entusiasta de muchos de sus aliados (y, desde luego, explotando todos los medios e infraestructuras de los que la OTAN se ha dotado), en Irak primero y posteriormente en Libia y Siria, entre otras.
Justificadas todas como intervenciones para llevar la paz y la estabilidad, se trata de asegurar, por el chantaje o la vía militar, los grandes intereses económicos y estratégicos de las élites que la dominan, en particular en los Estados Unidos, frente a los gobiernos y pueblos que suponen un obstáculo para ello, con absoluto desprecio de la legalidad internacional y minando toda la credibilidad y capacidad de la ONU en favor de la paz. Siguiendo el modelo económico del neoliberalismo, en el que los estados son un estorbo al desarrollo espontáneo de los negocios, la OTAN se pretende imponer así como el “ejército del mundo”, al que los estados se apuntan o corren el riego de ser barridos del mapa como un estorbo.
En la cumbre de París de 2007 se había firmado el Acta Fundacional sobre Cooperación y Seguridad entre Rusia y la OTAN, declarando que ya no son adversarios. Sin embargo, la cumbre de Cardiff de 2015 establecería un nuevo paradigma en la vocación agresiva de la OTAN, con un retorno al concepto de guerra total contra enemigos de capacidad militar semejante. Se toma como pretexto la supuesta anexión de Crimea por Rusia, pero se omite mencionar que el 90% de su población lo demandó en referéndum después de que los EEUU y la UE apoyaran un golpe de estado ejecutado por los sectores más reaccionarios de su oligarquía y las fuerzas de extrema derecha para atraerlos a la órbita occidental y privar a Rusia de sus bases estratégicas. Ello suponía el último acto de rebeldía rusa, después de que, en la guerra subrogada de occidente para la desmembración de Siria, Rusia interviniera en respuesta a la solicitud de su legítimo gobierno, tras comprobar la utilización espuria que los países de la OTAN habían hecho de una resolución de la ONU que declaraba una zona de exclusión aérea en Libia y que fue utilizada para demoler su estado y hacerse con sus riquezas petroleras.
La cumbre de Varsovia de 2016 escenificó esta nueva orientación, con el establecimiento de sistemas de misiles antimisiles, despliegue de batallones multinacionales, aviación de combate y bombas nucleares avanzadas en las inmediaciones de sus fronteras, en una escalada de acoso a una Rusia que no se ha dejado avasallar y engañar por los señuelos de la OTAN. Todo ello, en tiempos en que la profunda crisis del capitalismo hace peligrar la hegemonía de los EEUU frente a los nuevos actores globales, en especial China, que han sabido extender su influencia sin interferir en la forma en que los pueblos se organizan soberanamente.
2.- Estructura y capacidades de la OTAN
El Consejo del Atlántico Norte (formado por Embajadores, Ministros e incluso Presidentes) es la máxima autoridad política; las decisiones se toman por unanimidad y hay un Secretario General que coordina las reuniones del Consejo y ejecuta sus decisiones. Este se ha convertido en un agente político de primer orden, cacareando las instrucciones del imperio y actuando como el principal vocero de sus amenazas, con absoluto desprecio de la soberanía de los estados, miembros o no miembros.
El Comité Militar es el órgano asesor en temas militares y puente de colaboración con los ejércitos aliados: los Jefes de Estado Mayor de los países miembros. Necesitan de su presencia para poder comprometer recursos y fuerzas nacionales.
El Estado Mayor Internacional, con sede permanente en Bruselas, asesora al nivel político (el Consejo) sobre las opciones militares.
Existen dos mandos estratégicos: uno para las Operaciones (ACO, Allied Commander for Operations) y otro para la Transformación (ACT, Allied Commander for Transfromation), encargado del desarrollo de nuevas estrategias, planes, metodología y adiestramiento. De acuerdo con el Tratado, la jefatura del Mando Estratégico de Operaciones recae en el Jefe de las fuerzas de EEUU para Europa, que es designado por su Presidente. El mando militar de la OTAN es siempre un general de los EEUU.
Hay dos Mandos Operacionales Conjuntos (en Holanda e Italia) y tres Mandos de Componentes (Terrestre, Marítimo y Aéreo), en Turquía, Reino Unido y Alemania, respectivamente.
El Mando de Componente Aéreo ha reducido sus Centros de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOCs) a dos: Torrejón y Uedem (Alemania), además de uno desplegable a cualquier punto del globo.
Es muy importante comprender que la OTAN no dispone de fuerzas propias, salvo los aviones radar AWACS de alerta aérea temprana; son los países los que ponen las fuerzas, en unos procesos consultivos bastante tediosos, denominados de “generación de la fuerza”. Estas negociaciones actúan a modo de cámara de compensación entre aliados, que se reparten así las cargas en el esfuerzo militar, mercadeando al tiempo con las prebendas en cuanto a la ocupación de los puestos de mando en su estructura militar.
A partir de la Cumbre de Praga (2002) y en línea con la “guerra global contra el terror” emprendida por los EEUU, se implanta el concepto de la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF) para intervenciones dentro y fuera del teatro propio de la OTAN: activación de ciertas unidades combinadas para ser desplegadas en un plazo muy corto, con sus medios de transporte, mando y comunicaciones y con capacidad de subsistencia hasta la llegada de refuerzos. Se adelantan así los tediosos procesos de generación de fuerzas y se alista la NRF completa a través de un ciclo de integración, adiestramiento (maniobras militares) y certificación de las unidades al completo. La estructura de mando de la OTAN se simplifica mucho, reforzando su orientación expedicionaria.
En la cumbre de Cardiff (2014) se resalta su capacidad para intervenir rápidamente en cualquier parte del globo, reforzando la composición de la NRF, preparando el despliegue del Mando Operacional al teatro de operaciones y creando la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad (VHRJF, o “punta de lanza”), con capacidad para desplegar fuerzas del tamaño de una brigada (5.000 combatientes) en 48 horas a cualquier parte del globo. España ha sido el país líder de la primera rotación del componente terrestre de la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad, certificada y disponible para su intervención inmediata durante todo el año 2016, aportando el mando de esa fuerza, así como 3/5 de la brigada multinacional (de unos 5.000 combatientes). Este papel se volverá a repetir en los próximos años.
A estas capacidades militares hay que añadir todo el potencial bélico de los países miembros, aunque no estén encuadrados en la propia estructura militar de la OTAN, pero que pueden ser activados e incorporados al despliegue en cualquier momento, dada la permanente conexión de todas las fuerzas a través de los sistemas de mando, control y comunicaciones tutelados por la OTAN, así como por la normalización que impone sobre metodología y armamentos.
De hecho, las operaciones de la OTAN son inicialmente lanzadas por sus estructuras de fuerza (la NRF); pero para su ulterior sostenimiento se comprometen mandos y fuerzas de los distintos países, que se van ajustando a través de procesos de generación de fuerzas cíclicos. Idéntico esquema se sigue para las operaciones multinacionales que, sin ser de la OTAN, son promovidas por algunos de sus socios y en las que incluso se ha invitado a participar a países que no pertenecen a la OTAN. Obviamente, en ellas se utilizan la infraestructura de comunicaciones e inteligencia y los procedimientos operativos establecidos por la OTAN.
3.- La participación española en la OTAN
El régimen de Franco había sido condenado en la ONU por su origen fascista. Sin embargo, la guerra fría provocó un cierto cambio de actitud de las potencias vencedoras en la SGM: EEUU empezó a tomar en consideración el valor estratégico de España frente a su común enemigo, la URSS. Ya en 1947 se opuso a una nueva condena del régimen. En 1950, tras estallar la guerra de Corea, España se ofreció a los EEUU para combatir allá. Aún sin aceptarlo, se iniciaron las negociaciones para la firma de un Tratado de Defensa.
En 1953 se firmó el Acuerdo Ejecutivo (“Pactos de Madrid”, para evitar su paso por el Senado de los EEUU): transferencia de armamento, ayuda económica y establecimiento de las bases para el “mantenimiento de su propio poder defensivo y el del mundo libre”. Era el primer apoyo explícito de las potencias vencedoras de la SGM al régimen de Franco.
Se abrieron las bases de Torrejón, Morón, Zaragoza y Rota, a cambio de créditos para alimentos y materias primas. También para armamento de segunda mano, que España no podría utilizar sin permiso de EEUU, como sucedió en la guerra de Ifni.
Con posterioridad se supo que había un protocolo adicional secreto que permitía a EEUU decidir unilateralmente cuándo utilizar las bases «en caso de evidente agresión comunista que amenace la seguridad de Occidente», sin obligación de dar cuenta al gobierno español. Además, se almacenaron armas nucleares en Rota y Torrejón.
España pasó a ser “satélite estratégico” de EEUU, sin participar en las decisiones, por la oposición de otros países europeos a que entrara en la OTAN.
Muerto el dictador, el gobierno de Suárez firmó el Tratado de Amistad y Cooperación de 1976, lo que constituyó un cambio cualitativo, ya que elevó unos acuerdos parciales al rango de Tratado internacional, aunque su contenido era similar.
Durante su discurso de investidura, interrumpido por la intentona del 23 F, Calvo Sotelo anunció su intención de solicitar el ingreso en la OTAN, lo que se materializó en mayo de 1982.
Con el acceso al Gobierno del PSOE, las negociaciones para la integración se estancaron. El PSOE, que había basado su campaña electoral en la oposición a la OTAN, cambió de postura en aparente contrapartida al reciente ingreso de España en la CEE (1985). En 1986 se celebró un referéndum, amañado desde el gobierno para mantenerse en la OTAN, con tres condiciones:
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no participación en la estructura militar,
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prohibición de armas nucleares en el territorio y
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reducción de las bases y fuerzas militares norteamericanas en España
La primera de estas condiciones fue abandonada por el primer gobierno de Aznar; en cuanto a las armas nucleares, no están expresamente prohibidas, aunque su presencia debe ser autorizada caso por caso; y en cuanto a las bases, su número se ha reducido a dos, aunque en los últimos años se han dado sustanciales incrementos en la composición y características de las fuerzas, como veremos luego.
En 1988 se firmó el Convenio de Cooperación para la Defensa entre España y los Estados Unidos, que supuso la reducción de las Bases a Rota y Morón. Este Convenio se enmarca ya en la pertenencia de España a la OTAN. Las armas nucleares deben ser autorizadas por España, aunque no se han previsto mecanismos de supervisión. Se permite la utilización de las bases para las operaciones militares de los EEUU sin necesidad de autorización expresa. También establece los niveles máximos de la fuerza desplegadas en cada una de las bases.
Los niveles de la fuerza desplegados en las bases han sido modificados temporalmente en varias ocasiones; pero los niveles máximos se han modificado al alza en dos ocasiones, a través de Protocolos de Enmienda al Convenio:
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Oct 2012: se permite el despliegue en Rota de cuatro destructores AEGIS del escudo antimisiles
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Jun 2015: se permite el despliegue permanente en la base aérea de Morón de una fuerza de respuesta de crisis de hasta 3.000 combatientes, con medios de transporte aéreo, para intervención inmediata en África y el Mediterráneo Oriental
A este despliegue de fuerzas de los EEUU en territorio español, hay que añadir las instalaciones militares españolas que se han puesto a disposición de la OTAN. De todo ello hablaremos en el siguiente apartado.
4.- Las bases e instalaciones de la OTAN y de EEUU en España
Torrejón acoge uno de los dos CAOCs de la OTAN que quedan para todo el escenario europeo. Desde el se dirigen y controlan todas las operaciones de policía aérea y de combate del sur de Europa. También, para las operaciones expedicionarias de combate, rotando con el de Alemania.
Está integrado en la red de instalaciones y fuerzas del Sistema Antimisiles balísticos de los EEUU, como punto nodal de control de las operaciones. Este sistema incluye tres componentes:
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terrestre, con baterías de misiles desplegados en Hungría y Polonia
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naval, con los buques dotados del sistema de combate AEGIS a bordo de los 4 destructores estadounidenses basados en Rota
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aéreo, con toda la aviación desplegada por la Europa meridional y Turquía, incluyendo Torrejón como centro de mando y control.
Todo ello es un sistema integrado que incluye sensores, armas, unidades, centros de mando y control y sistemas de comunicaciones, de diseño y con “llave” de los EEUU, además de procedimientos operativos, adiestramiento y certificación.
Debe señalarse que la intención declarada de este sistema antimisiles, por su proximidad al objetivo, es la neutralización temprana de los misiles balísticos que pudieran ser lanzados desde Rusia, lo que garantizaría a los EEUU asestar el primer golpe nuclear sin que la respuesta rusa tuviera efectos devastadores.
La importancia del CAOC de Torrejón en este conglomerado explica que se haya construido un bunker antinuclear, cuya factura ha sido aportada al 80% por la OTAN. El CAOC jugará además un papel de primer orden en la conducción de las operaciones aéreas en futuras intervenciones de la OTAN en el este de Europa, Medio oriente y África.
Otras instalaciones de la OTAN en España son:
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Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (Bétera, Valencia)
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Cuartel General Marítimo de Alta Disponibilidad (buque “Galicia”, basado en Rota).
Ambos constituyen centros de mando desplegables con todos los medios necesarios para conducir las operaciones de los componentes terrestres y marítimos de la NRF, según el plan de rotación que se establezca con otros centros de mando similares de otros países. Cuando están asignados a la NRF, se mantienen en alerta durante un año.
Por otra parte están las bases de “utilización conjunta” con los EEUU:
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Base Naval de Rota: estacionamiento de los 4 destructores AEGIS del Sistema Antimisiles, autorizado por el gobierno de Zapatero en 2011, con el pretexto de la defensa contra misiles balísticos del sur de Europa bajo el paraguas de la OTAN. La elección de Rota permite además su rápida intervención en el mediterráneo o en África Occidental, evitando los tránsitos desde EEUU.
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La Base Aérea de Morón, en la que el gobierno de Rajoy ha autorizado el despliegue de la Fuerza de Tarea Aire-Tierra de Marines, unidad de hasta 2.200 combatientes con sus medios aéreos de transporte, concebida para su despliegue a cualquier punto de África o el Mediterráneo en cuestión de horas.
Ambas bases prestan apoyo logístico a los despliegues de las fuerzas norteamericanas en todas las operaciones en Oriente Próximo y Medio y en África, habiendo jugado un papel primordial en las guerras de la ex-Yugoeslavia, Afganistán, Irak, Libia y otras.
5.- Conclusiones
A la vista del historial y las capacidades de la OTAN, podemos extraer una serie de conclusiones:
La OTAN es el principal instrumento de imposición imperial frente a la voluntad de resistencia y soberanía de los pueblos. Es una organización política y militar para garantizar la acción coordinada de sus miembros en defensa de los intereses de sus élites, ofreciendo a todos sus cuotas de participación en los beneficios derivados de su acción imperial, al tiempo que actúa como cámara de compensación para las contradicciones entre ellos. Por otra parte, sirve para la militarización de la sociedad y el disciplinamiento de la clase obrera al interno.
Su mera existencia hace que las élites de los estados prefieran la adhesión a la OTAN antes que mantenerse neutrales, a pesar de que ello les hace cómplices de sus crímenes. Consideran que ello les reporta ventajas en términos económicos y estratégicos, sin considerar el daño y la destrucción sobre los países en que interviene.
La incorporación a la OTAN implica una perversa cesión de soberanía puesto que, a fin de cuentas, es la voluntad del estado más poderoso, los EEUU, la que acaba imponiéndose.
Su actuación como entidad homogénea es complicada, ya que requiere la unanimidad del Consejo; pero sus miembros usan de la infraestructura, armamento, procedimientos, etc. comunes, en el caso de que la falta de unanimidad obligue a algunos de sus socios a emprender operaciones multinacionales por su cuenta y no de la OTAN en su conjunto.
Su razón última reside en la posesión de un potencial militar que no tiene parangón, aunque interviene en todo un rango de acciones diplomáticas, políticas, mediáticas, económicas, informativas y de inteligencia sin que, en la mayoría de los casos, sea necesario su uso para conseguir sus objetivos.
Aún sin intervenir directamente, actúa como un poderoso mecanismo inhibidor para los movimientos de liberación populares, que se sienten intimidados por su potencial destructivo e impiden una genuina expresión de soberanía.
Llegado el caso de recurrir a las intervenciones militares, sean de la OTAN o de algunos de sus socios, estas pueden ser directas y abiertas (Yugoeslavia, Afganistán) como total o parcialmente subrogadas a potencias regionales aliadas (Yemen, Somalia) o, en el paroxismo de la criminalidad, a mercenarios fanatizados (Libia, Siria) y, más a menudo, a una combinación de ellas. En todo caso, injustificables como acciones defensivas.
La utilización por las potencias de la OTAN del fundamentalismo islamista para la destrucción de los gobiernos díscolos, inaugurado por los EEUU en Afganistán contra la URSS, ha devenido en el instrumento más letal de cuantos se han empleado, liberando a sus fuerzas militares del trabajo sucio en el terreno, al tiempo que se oculta pudorosamente la responsabilidad de su intervención. Ello hace que la muchas de las intervenciones imperiales pasen desapercibidas para la mayoría de las poblaciones occidentales. Pero además, la brutalidad de sus acciones, convenientemente amplificadas por los medios y la propaganda, resulta un excelente acicate para las campañas belicistas y la militarización de la sociedad.
La OTAN viene esgrimiendo permanentemente la amenaza de un supuesto enemigo que pone en riesgo la seguridad de occidente: la URSS, el terrorismo internacional, ahora Rusia… Pero es su actitud belicosa la que provoca las reacciones desesperadas de fanáticos deshumanizados y las legítimas medidas defensivas de los estados acosados.
La gran desestabilización provocada por la OTAN ha conducido a una carrera desenfrenada de armamentos en todo el planeta. Los gastos militares suponen una gigantesca exacción de recursos públicos, cuyos beneficios van a manos privadas, sin que sea preciso siquiera su empleo. De manera que, no solo se pone en riesgo a las poblaciones, sino que además se las depauperiza.
Por último, la UE ha declarado que su “defensa colectiva” descansa en la organización criminal OTAN, inhibiéndose sus responsables políticos en su obligación de buscar una política de seguridad integral que garantice a sus poblaciones un digno nivel de vida, al tiempo que cesa en su empeño en mantener la explotación y el dominio de los países periféricos.
35 años después de la entrada de España en la OTAN, no solo estamos en su estructura militar, sino que aportamos un número muy elevado de instalaciones y fuerzas a disposición de la OTAN, al tiempo que permitimos la libre operación de las fuerzas norteamericanas desde las bases. El silencio de la sociedad ante nuestra activa participación en los crímenes de la OTAN resulta pavoroso. Solo un poderoso y coherente movimiento de oposición, coordinado en todos los países, puede obligar a nuestros gobiernos a detener esta locura. Y si no, habrá que cambiarlos. Nuestros hijos nos lo demandan.
*Miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista (FAI) y Capitán de Navío de la Armada, en la Reserva.