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Lucha sin cuartel en defensa del Presidente Maduro: de corazón

Jamás me cupo duda. No empero, mi aprecio personal y político se elevó espectacularmente a nuevos niveles cualitativos el 4 de febrero de 2019 en Caracas, cuando en un contexto único tuve la oportunidad de estrechar la mano de Nicolás Maduro, de lanzar una mirada fugaz en la mirada humilde del ex conductor de autobuses y de escucharle dirigirse a un grupo íntimo formado por una delegación extranjera. Así, hoy, al mirar las falsas acusaciones de los Estados Unidos contra Maduro (sumamente indignado, debo admitir), prefiriendo no transcribir los bajos calificativos para mantener la pureza del sentimiento que es casi imposible plasmar por escrito, sostengo que esas acusaciones son manifiestamente difíciles de creer.

Si se analizan estas acusaciones impostoras, no en lo judicial o penal sino más bien desde un punto de vista moral y político, la persona caracterizada por estas falaces acusaciones sería alguien de naturaleza enteramente individualista. Encontraríamos a una persona guiada y consumida por el único afán de acumular una fortuna en beneficio propio. La búsqueda de un tren de vida egoísta habitado por el deseo de acumular recursos producidos por las supuestas actividades criminales constituye el epítome de los valores que yacen a la base misma del capitalismo y del imperialismo. Parte de ese sistema moribundo y sin porvenir, consumido hoy por su propio individualismo, indica hasta que punto un egoísmo bruto puede incluso conducir a la autodestrucción y llevarse de paso a otros sin reparos, tal como lo vimos en la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, el Nicolás Maduro que escuché hablar el 4 de febrero de 2019 desde un ángulo que no todos pueden ver, personificaba cualidades muy opuestas a las del individualismo. El encuentro tuvo lugar después del primer frustrado golpe encabezado por los Estados Unidos y el Grupo de Lima. Maduro nos habló durante dos horas. En sus palabras eran irrefutables su completa devoción a la causa de la Revolución Bolivariana, a la soberanía venezolana, y el legado y enseñanzas del Comandante Hugo Chávez. Los auditores estaban fascinados, y en cuanto concierne al autor de estas líneas, esa conexión tan solo podía compararse a la atracción magnética de Fidel Castro. Su alocución llevaba la huella del estilo sincero y lógico de Fidel, de ese desarrollo coherente dotado con ese tono correcto de humor y gravedad.

En cuanto a los temas que Maduro abordó, uno de los que sobresalió ese día fue el de la unión cívico-militar de Venezuela, que hoy día cobra mayor importancia dadas las falsas acusaciones. Hoy, este tema adquiere un significado adicional ya que es fundamental para el éxito de la postura que Maduro ha debido adoptar desde enero de 2019. Obviamente, esto ha descontentado al gobierno de los Estados Unidos, al grado de haberle orillado a tomar la nueva medida extrema. Volviendo a esa reunión, Maduro elaboró sobre temas que aparentemente había tratado ante los auditores de las reuniones que celebró en oras partes del país, enumerando concretamente todos los sectores de las fuerzas armadas, de la milicia y de las organizaciones sociales. Su charla nos transportaba a esos lugares, parecía ser uno más de los millones de soldados venezolanos, presto a entregar la vida en defensa de la causa.

¿Presto a entregar la vida? Sí, esa es la impresión que dejó. Tan solo unos meses después, hubo una tentativa de asesinato contra él inspirada por los Estados Unidos. No obstante, la sobrevivió y volvió a su labor. De hecho, entre enero de 2019 y marzo 26 de 2020, en que a usanza de los viejos tiempos del lejano oeste se le puso precio a su cabeza, ha habido una campaña mediática ininterrumpida sin precedente contra Maduro destinada a hacerle la guerra política y sicológica, acompañada de varias tentativas de golpes de estado.

La historia ha catapultado a Maduro en una posición única. Por así decirlo, él se ha convertido en ‘mártir’ viviente. Tal es el caso de su heroica resistencia frente a la alianza dirigida por los Estados Unidos cuyo objetivo es aplastarlo, así como a la Revolución Bolivariana. Por ese motivo, fue todo un acierto que el colega cubano Iroel Sánchez haya ‘designado’ a Maduro como “Hombre del Año” de 2019, independientemente de las preferencias de la revista Time. La facultad de tener vidas en reserva, como los gatos, que al parecer favorecen a Maduro refrendaron esta designación a lo largo de 2019. Entre enero de 2019 y marzo 26 de 2020, ¿cuántas veces se supone que debían eliminarlo?

La evolución de este ataque incesante contra Maduro dirigida por los Estados Unidos y la resistencia heroica e histórica ha servido para hacer cada vez más patente el esmero generoso e íntegro con el que Maduro vela por el bien común de su nación. Parecería que la convicción de Maduro es la de estar dispuesto a morir con un rifle en la mano defendiendo a Venezuela, si eso fuese necesario. Esa cualidad altruista se opone diametralmente al individualismo egoísta, enraizado en el capitalismo que sustenta la clase de cargos falsamente imputados a Maduro. ¿Será posible que a alguien crea seriamente que una persona consagrada al bienestar colectivo de su pueblo, dispuesto a cumplir el extremo sacrificio de ser necesario, pueda de manera alguna estar involucrado en las presuntas actividades clandestinas e ilegales?

Es de preguntarse si la personalización de Maduro mediante esta evaluación estira el tema demasiado lejos. Lo obvio es que afirma la necesidad de oponerse a las tentativas de los Estados Unidos de derrocar a Maduro a como dé lugar, independientemente de lo que cada uno piense de él. El hecho de que el gobierno de los Estados Unidos haya ofrecido una recompensa por la cabeza de Maduro el 26 de marzo de 2020 esta forzando a la opinión pública mundial adoptar una posición en cuanto a Maduro. La situación es favorable ya que plantea una cuestión de interés público en torno a Maduro y en todos los frentes. La evolución histórica desde que Maduro fue elegido presidente por primera vez en 2013, demuestra que el principal antídoto para el objetivo estadounidense de cambio de régimen para Venezuela es el propio presidente Nicolás Maduro.

El autor de estas líneas nunca ha sido ferviente partisano de aquellos que pretenden defender la Revolución Bolivariana y el derecho a la libre determinación y la soberanía de Venezuela traficando con narrativas del establecimiento y expresiones de moda tales como “gobierno autoritario” y “elecciones dudosas” refiriéndose a Maduro. Desde luego que las personas tienen derecho a expresar sus opiniones, por lo que sus declaraciones verbales en apoyo al derecho a la libre determinación de Venezuela son bienvenidas. No obstante, ¿no hace más daño que bien el hecho de conferir credibilidad al gobierno estadounidense y de tal forma ampliar la cobertura de su narrativa “respetable” de justificar una intervención extranjera? Después de todo, en la primera frase del escrito de acusación se presenta al “régimen anterior de Maduro”.

Que guste o no, a partir del momento en que se pone precio a la cabeza de Maduro, el liderazgo que ha mantenido la soberanía de Venezuela recae definitivamente en su persona. Maduro permite a Venezuela participar en toda mesa de negociaciones en posición de fuerza y no arrodillada. En lo que respecta a los progresistas, ¿existe un punto medio por una parte entre Maduro y por otra la defensa del derecho a la libre determinación de Venezuela?

Por qué no admitir la verdad, cambiar las tornas con respecto a los Estados Unidos y declarar que los presuntos delitos que se le imputan a Maduro pertenecen exclusivamente al gobierno estadounidense y a su sistema capitalista, de los cuales la Revolución Bolivariana y su actual líder Nicolás Maduro son inmunes. Como lo afirma el proverbio, la mejor manera de hacer frente a la amenaza es con una buena ofensiva.

Una vez más, ha llegado el momento para que los canadienses tomen la ofensiva, mismo en las difíciles condiciones actuales causadas por la Covid-19. A fin de cuentas, es evidente que la administración Trump está contando sádicamente con la propagación del virus en Venezuela y el hecho de que esta nación latinoamericana esté dedicando íntegramente sus ya desbastados recursos por las perjudiciales sanciones para contener el virus mortal a fin de proteger vidas, sin escatimar esfuerzos.

Venezuela y su presidente están llevando simultáneamente una guerra en dos frentes, la escalada del virus y ahora la escalada de las consecuencias de la acusación de los Estados Unidos con fecha 26 de marzo de 2020. Como canadienses debemos estar a la altura de esta situación histórica debido a su incidencia sobre Venezuela, América Latina y, de hecho, el mundo entero.

2 Comments

  1. Otro sí: Presidentes como Maduro, Evo Morales y otros realmente populares provenientes de los niveles más bajos de la sociedad, demuestran que saben realizar cambios realmente sociales favorables al procomún o colectivo nacional, y que saben hacerlo muy bien mal que les pese a la pléyade de farsantes de las seudodemocracias de que está plagado el planeta.

    Lo malo es que la mayoría de ellos acaban asesinados, a lo largo y ancho del planeta, en salvaguarda de los grandes intereses de las plutocracias fascistas. Incluso en los mismísimos EEUU, como sucedió con Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley y John F. Kennedy y, posteriormente su hermano Robert Kennedy para evitar que pudiera llegar a presidente. La lista abarca a todos los continentes y sería muy prolija como para ni siquiera pensar en traerla aquí.

    La moraleja es que se debe ir a ese periodo de libertad constituyente preconizado por el recientemente finado Don Antonio García Trevijano, en pro de imponer las masas una auténtica democracia mediante la que podamos elevar a responsabilidades de gobierno a nuestros mejores convecinos (en cada distrito electoral por establecer), en lugar de seguir aceptando a los que provienen de las listas electorales elaboradas por los farsantes de la partidocracia al uso.
    • Partidocracia, por supuesto que no es democracia. Y contra esta vaina *que se nos envaina* en cada periodo electoral, deberíamos levantarnos en pro de ponerle fin a la mínima demora.

  2. Me cabe añadir que: «La paciencia es una virtud, excepto cuando se trata de apartar inconvenientes».

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