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Migración como fenómeno globalizador. José A. Amesty Rivera

Producto de los decretos ejecutivos infames de Trump hacia los migrantes, se han desatado una serie de redadas ilegales contra estos, estos pasan por redadas a sectores pobres y urbanos de varios estados de EEUU, a saber, Chicago, Nueva York, Phoenix, Atlanta, San Diego, Miami, entre otras ciudades.

A su vez, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas norteamericano, se dirige lugares de trabajo de los migrantes, escuelas y colegios donde estudian hijos e hijas de migrantes, parques públicos, iglesias y hasta hospitales; las redadas no son solo a hispanos, ahora abarcan a negros, indígenas nativos, palestinos, personas con rasgos no europeos, entre muchos otros. Todo donde haya olor a migrantes, como señalan algunos norteamericanos, allí llegan las redadas.

Un dato alarmante es que, el número promedio de detenciones en estas redadas por día ronda las 1.000, un gran aumento con respecto al promedio anterior, de alrededor de 300 arrestos diarios bajo Joe Biden.

Estas redadas, además de ser ilícitas, violan los derechos humanos de los migrantes en EEUU, al hacerlos pasar por la burla publica, maltratos diversos, violación a mujeres y niños, además de toda clase de vejámenes.

Lamentablemente, esta es la realidad y destino de muchos inmigrantes, que, ante sus escasos recursos, se ven obligados a ejercer trabajos domésticos, de construcción de infraestructura, de recolección de diferentes tipos de cosechas de alimentos; pero a la vez, se despierta en los imperios y poderosos el típico temor y odio hacia el otro y la otra, hacia el migrante, especialmente si vive dentro su país y más cuando llega a ser numeroso.

La etiqueta norteamericana hacia los migrantes es infundir miedo en el colectivo, para que la gente crea, que los que están siendo arrestados son criminales violentos. «Cada uno de ellos es un asesino, un capo de la droga, un capo de algún tipo, un jefe de la mafia o un miembro de una pandilla», señalo Trump sobre los migrantes deportados.

En este sentido, la migración es una dimensión de la globalización, ya que esta no implica no solo el traspaso de recursos, productos y comercio, sino que, además, es también la movilización de personas, de seres humanos.

El escritor Ludger Pries, lo entiende como la transnacionalidad, que se refiere al estado de inserción simultánea en múltiples localidades y a la aparente fluidez de movimiento entre ellas, que a menudo experimentan los migrantes en la era de la globalización.

Dicho de otra forma, la migración responde a una crisis estructural del modo de producción capitalista y su expresión neoliberal.

Por otro lado, el cambio en la forma en que se deportan a los migrantes, ha causado revuelo, ira, descontento y tensión, principalmente en América Latina.

Ya hemos leído la abundante información sobre la deportación de migrantes en aviones militares hacia Guatemala, Brasil, Colombia, entre otros, más los que vienen, en condiciones inhumanas: todos y todas como criminales, esposados y en condiciones de maltrato terribles. A su vez, ha llamado la atención el decreto ejecutivo de Trump, que instruye enviar migrantes a la prisión de Guantánamo en Cuba.

En fin, la política migratoria de persecución y brutalidad de Trump, es una repetición de su pasado mandato, pero se agrega la imposición de infames acuerdos a países para que actúen como barreras de contención, convirtiéndolos en cómplices de su política represiva. Algunos especialistas en el tema ya han propuesto que la intención de Trump es que cada país, tenga sus propios campamentos de refugiados internos.

Finalmente, y para reiterar la política globalizadora neoliberal y transnacional de EEUU, ha creado una factoría de migrantes. La culpa no es de los países periféricos al imperio, es una consecuencia de sus políticas nefastas. Y para colmo, estas han generado que los migrantes abandonen sus hogares y países, para convertirse en mano de obra barata, dispuesta a aceptar trabajos precarios en condiciones de explotación extrema.

Hoy entonces, como señala Alex A. Chamán, «la lucha por los derechos de los migrantes, es también una lucha de clases, una batalla contra el capitalismo, el imperialismo y el fascismo moderno»… buscando «desmontar el sistema vigente que genera desigualdades, injusticias, explotación, opresión, ecocidio, guerras injustas y expulsión forzada de millones de seres humanos».

31 enero 2025.

 

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