ArtículosBases/OTANCampaña OTAN no, bases fueraCECOBImperialismo e InternacionalismoQue no nos arrastren a la guerra

¿Quién ha dicho guerra? Pedro López López

Como en aquella escena de no recuerdo qué película de Woody Allen en la que este le cuenta a Diane Keaton que ha golpeado con su nariz el puño de un tipo, Pedro Sánchez y Ursula von der Leyen están buscando un eufemismo para la palabra rearme, que no les gusta; aunque quizás lo que ocurre en realidad es que saben que el concepto, más que la palabra, no le gusta a la ciudadanía.

Aunque sabemos por experiencia histórica que más armas y más preparación para la guerra no significan necesariamente más seguridad, y con frecuencia significa más inseguridad, la propaganda de guerra sigue intentando que los pueblos apoyen las guerras que las élites programan guiadas exclusivamente por sus intereses. Pero todavía hay quien se traga los mensajes patrióticos e incluso aquellos que apelan a la defensa de los “valores occidentales”, los derechos humanos, la democracia y blablabla…

Para hacer pasar la obscenidad de los intereses de las élites por mensajes que puedan tragar mayoritariamente las poblaciones de los países, hay que encontrar el lenguaje adecuado. El capitalismo y la derecha saben mucho de esto, y además para eso tienen sus expertos en publicidad/propaganda. Libertad es libertad para consumir, o para tomar cañas, que diría la de la fruta; igualdad es igualdad para competir (falsa, en realidad); la fraternidad fue derivando hacia la caridad, la verdadera fraternidad que puede estar en la acción y los proyectos colectivos (vecinos, comunidades, cooperativas…) va siendo asfixiada de múltiples maneras. O sea, la tríada de la revolución francesa, que trajo el liberalismo, está hecha unos zorros en la actualidad. Pero bueno, tampoco es que el que suscribe este texto sea liberal, dejémoslo ahí, se trata de desenmascarar algunas de las trampas usadas por los que dirigen el cotarro.

Para enmascarar intereses y hacerlos pasar por valores superiores hace falta creatividad, y quien pretende engañar a los demás para su beneficio tiene que dominar el lenguaje y sus sinónimos y eufemismos. Todos sabemos que una persona “descansa en paz” o “pasa a mejor vida” cuando ha muerto, que alguien es de “talla grande” cuando va pasado de peso, que un “crecimiento negativo” indica precisamente que no ha habido crecimiento. Cuando el ministro de Economía de la época Cristóbal Montoro dijo “no es una amnistía fiscal, es una regularización de activos ocultos”, la mayoría supimos que nos estaba tomando el pelo; cuando nos hablan de “ajustes presupuestarios” nos están hablando de recortes (en gastos sociales, no en armas, por ejemplo). Cuando la CIA o el FBI se refieren a “técnicas reforzadas de interrogatorio” sabemos que están hablando de torturas, como la que sufrió el preso Abu Zubaydah metido en una caja del tamaño de un ataúd durante 266 horas, una técnica que para los abogados de la CIA era simplemente “una novedosa aplicación de la necesidad de defensa”; cuando en una acción bélica se habla de “daños colaterales” sabemos que están hablando de muertos civiles. Y así sucesivamente hasta el infinito.

Algunas personas pensantes nos advierten de estas trampas del lenguaje. Así, Chomsky rescata una historia de San Agustín en su libro Piratas y emperadores, desvelando que los términos “pirata” o “emperador” no dependen de otra cosa más que del número de barcos que se posean.
Seguro que Sánchez y von der Leyen confían en encontrar la manera de suavizar los términos para que la población acepte el estado de guerra permanente al que nos invitan, al fin y al cabo “el mensaje es el medio”, como dijo McLuhan, que podríamos transformar fácilmente en el orweliano “el masaje es el medio”. Y en la preparación del mensaje/masaje se centra la propaganda de guerra que hace más de un siglo examinó Arthur Ponsoby analizando la utilizada en la Primera Guerra Mundial, que sigue vigente como entonces en sus diez principios, independiente de los avances tecnológicos.

Hace unos meses el periodista noruego Yama Wolasmal entrevistaba al anterior secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y le preguntaba si sabía cuántas bases militares tiene China fuera de su territorio, a lo que Stoltenberg contestó que “algunas”, a lo que el periodista replicó que solo una en Yibuti. Ante las 750 bases de Estados Unidos fuera de su territorio, el periodista preguntó por qué Estados Unidos considera que China es una amenaza para los valores de la OTAN. Stoltenberg no supo qué responder.

Con frecuencia los medios de comunicación nos presentan el mundo al revés, por eso decía Malcom X que si no tenemos cuidado con ellos nos harán odiar al oprimido y amar al opresor.

¡NO A LA GUERRA! ¡NO A LA OTAN! ¡NO A LAS BASES!

(Publicado en Lo Que Somos, el 24 de marzo de 2025)

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