Son el uno por ciento. Farruco Sesto
Todo lo que hacen es por la riqueza. Para apropiársela y para disfrutarla. Todo, por la riqueza. Por ese obsceno goce.
Y entre lo que hacen, hacen el sistema que los sostiene, es decir, el capitalismo, que no es otra cosa que la estructura que les permite a ellos ser capitalistas, que es de lo que se trata.
Hacen las grandes instituciones políticas, económicas, financieras, diplomáticas, militares, jurídicas, culturales y mediáticas. Y puesto que las hacen y las van transformando a su conveniencia, las controlan. Todo, por la riqueza.
Hacen la ideología avasalladora, la elaboran, la pulen, le sacan brillo, y la convierten en el sentido común con el que los demás debemos manejarnos. Para convencernos de que el mundo es así y no hay otro posible. De manera que ¿para qué intentar cambiarlo?
Hacen naciones y estados. Y también los deshacen cuando les conviene. Mueven las fronteras o las diluyen. Reparten los territorios y los habitantes, en lo que denominan juego geopolítico.
Hacen la prensa y hacen la libertad de prensa, vale decir, su libertad de prensa. Y con ella, la hegemonía informativa que conocemos. Hacen así la verdad, o las verdades, como una construcción a partir de sus intereses, no importa su falsedad profunda, que imponen al mundo. Hacen la historia, hacen las crónicas, hacen el relato, que es muy suyo, hacen las causas y las consecuencias.
Y todo, lo repito, con el fin de disfrutar de la riqueza.
Hacen las armas para hacer las guerras y, al mismo tieempo, hacen las causas de las guerras. Hacen, pues, las guerras, las diseñan con premeditación y alevosía, las planifican a distancia. Hacen el odio y el desprecio de clase, pero el que desciende de arriba hacia abajo de la pirámide. Hacen la religión en su papel opresor. Hacen el miedo y lo distribuyen ampliamente. Hacen el espíritu conservador, como si se tratara de una medicina al alcance de todos. Hacen la moral, que es su moral, de múltiples caras. Y hacen el arte, que es su arte, para redefinirlo como mercancía.
Hacen el éxito y hacen el fracaso para ser repartido según sus planes y designios. Hacen el crimen. Y hacen la sonrisa que sobrevuela el crimen.
De manera que, como la pescadilla que se muerde la cola, vuelvo al principio de esta nota para insistir en que todo lo que hacen, al final, es para disfrutar de su riqueza. De una riqueza que da poder, ciertamente, y de un poder que da riqueza y goce de la vida en unas cuotas tales que ni siquiera son imaginables para el común de los mortales.
Son los protagonistas del uno por ciento. Hablo de los oligarcas de este insano Occidente y de sus servidores más cercanos, políticos, militares, escribidores, que son también hechura suya.
(Publicado en Correo del Orinoco, el 7 de abril de 2022)
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